Mostrando entradas con la etiqueta Duras Marguerite. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Duras Marguerite. Mostrar todas las entradas

viernes, 16 de octubre de 2015

MORIR CONTIGO

Con uno de los t铆tulos m谩s evocadores y hermosos que haya tenido alguna vez una pel铆cula, "Des journ茅es enti猫res dans les arbres" - que se encarn贸 en los sucesivos estados de la palabra: primero fue novela, luego pieza teatral, pel铆cula a los veintid贸s a帽os, de nuevo teatro... -, quiz谩 sea, adem谩s de la que prefiero, la obra que mejor "contradice" al cine de Marguerite Duras, generador de m谩s admiraciones que afectos y no pocas fobias y alergias.
La misma alineaci贸n de circunstancias que suele asistir a las pel铆culas privilegiadas, alumbra a sus im谩genes. La emoci贸n, la feliz armon铆a de un casting encabezado por la venerable Madeleine Renaud (y Jean-Pierre Aumont y Bulle Ogier, adustos y ambiguos), c贸mo regresa el pasado y c贸mo se niega a ser desalojado el presente, la belleza de los encuadres, el dinamismo y la imprevisibilidad... dif铆cil descripci贸n, imposible.
Lo que hubiesen hecho Bu帽uel, Ioseliani o Cassavetes con un argumento af铆n como este, queda en el terreno de la elucubraci贸n, pero lo que hace Duras, es fundamentalmente sencillo y sensible, le afecte m谩s o menos su contenido. Si algo tiene que temblar, dudar o atravesar la pantalla, lo hace, sea cual sea su conexi贸n con la realidad y los matices autobiogr谩ficos, las rimas con los misterios siempre danzando en torno a su figura, ni se aclaran ni se amplifican. Ni le importan a nadie m谩s que a ella.
Ah铆 est谩n la compasi贸n, el fracaso, la memoria - una sola y tan distinta seg煤n qui茅n la convoque -, la libertad para elegir aunque te lleve a sentarte en un decr茅pito sof谩 en lugar de en una chaise longue y el baile de disfraces cotidiano que al menos sirve para matar horas y no sentirse asesinado por ellas.
A Duras le basta con poner la c谩mara a la altura de la barbilla, justo donde la mueca delata al que finge.
 
Me parece significativo que las cosas importantes - y las m谩s dif铆ciles - que se dicen en el film, se hagan con una sonrisa en la boca, quedando lo complementario para ser acompa帽ado por gestos serios. Consigue as铆 Duras dos cosas: reafirmar a sus personajes, que no tienen por qu茅 entrar en conflicto despu茅s de tanto tiempo (o con tan poco tiempo ya para cambiar) y hacer ligera la narrativa, et茅rea casi, derribando el t铆pico muro circunspecto que iguala al que mucho tiene que decir y se parapeta para "protegerse" con el que nada tiene entre manos y se esconde como un rat贸n.
Y desde luego, propicia un ritmo en el que una escena de una comida, filmada frontalmente, puede ser muy divertida, pero unas pocas notas al piano sonando tras un silencio, aturdan y puedan retirarse - como hace siempre Godard - justo antes de hacerse obvias.
Con tanta suavidad, brilla con fuerza otro dilema en el film, no s贸lo el del paso tiempo como se le supone (ligado adem谩s a un ya muy lejano momento en que se bifurc贸 el camino de madre e hijo para no volver a juntarse m谩s), tambi茅n el de la resistencia, c贸mo se afronta la vida, si recompensa m谩s luchar denodadamente para levantar contrariedades o es preferible dejar que todo llegue y se vaya, aprovechando los buenos vientos y no enfad谩ndose cuando hay calma chicha, pues no se tiene derecho.
Cinematogr谩ficamente la oposici贸n no puede ser trivial, sobre todo porque no hay soluci贸n.
Alguien que devora con ganas todo, engendr贸 y perdi贸 a quien se ha convertido en un calculador, al que mira con la extra帽eza del que debe tratar de entender cuando su costumbre es encarar y fijarse en c贸mo camina para adoptar su paso, con el que prueba se帽uelos como si a煤n fuese un ni帽o... y al que no puede evitar querer como entonces, cuando se pasaba el d铆a entero encaramado a los 谩rboles.