El incendio de los laboratorios Madrid Films, declarado la tarde del primero de agosto de 1950 devoró tal y como se recuerda, ya lejanamente supongo, una parte considerable del cine español filmado hasta la fecha. Por supuesto, si hacemos caso a las teorías conspirativas de turno, se
quemaron porque había allí almacenadas algunas bobinas "comprometedoras", así
irremisible y expeditivamente extraviadas sin tener que tomarse la
molestia de seleccionarlas de entre las demás. Las imágenes de los noticieros de la época, con docenas de latas
humeantes apiladas en la calle, son desoladoras, tanto como si se
hubiese perdido el mejor de los archivos, aunque es probable que pocas de aquellas películas fuesen muy valiosas.
Ardieron ese día por ejemplo casi todas las que había hecho Eduardo García Maroto, que ya poco más dirigió y un puñado de las que hasta la fecha había filmado Jerónimo Mihura, que aún recordaba en sus últimos años, con circunspecta nostalgia, los tiempos en que junto a su hermano Miguel había intentado transponer a la España de los 40 lo que sus admirados Lubitsch y Capra venían haciendo en Hollywood desde el decenio anterior.
Ardieron ese día por ejemplo casi todas las que había hecho Eduardo García Maroto, que ya poco más dirigió y un puñado de las que hasta la fecha había filmado Jerónimo Mihura, que aún recordaba en sus últimos años, con circunspecta nostalgia, los tiempos en que junto a su hermano Miguel había intentado transponer a la España de los 40 lo que sus admirados Lubitsch y Capra venían haciendo en Hollywood desde el decenio anterior.
A no ser que aparezcan copias de los masters en alguna parte, nunca sabremos si en varias de esas obras dadas por perdidas fueron capaces de igualar la insólita proeza que en varias ocasiones Edgar Neville o una vez Llorenç Llobet-Gràcia sí alcanzaron y de la que no se quedó lejos Juan de Orduña, pero al menos en una de las supervivientes, la última que rodaron cuando tocaba a su fin la década, los hermanos Mihura alumbraron la película que permite imaginar que eso es posible.
"Mi adorado Juan", sesenta y siete años ya a sus espaldas, sigue siendo una de las comedias más audaces del cine de cualquier cinematografía de esos años.
Atrevida y original sobre todo porque el elemento de fantasía del guión - ese descubrimiento científico para dejar de una vez por todas de perder el tiempo durmiendo y no acusar la fatiga, que resulta inverosímil porque se materializa y no permanece como una quimera -, no es el que activa la suspensión de incredulidad del film, sino que es el tratamiento de asuntos pedestres convertidos en fundamentos "perturbadores" los que lo hacen: vivir con poco, rechazar la adulación, no pedir nada a cambio de mucho o repetir con alborozo modestas rutinas.
Tal es la determinación y adhesión a esas ideas que la planificación puede ser muy americana y recordar, además de a los maestros citados, a Van Dyke, LaCava, Wellman o Cukor, pero esa ciudad, estas peripecias o el mundo que se intuye al fondo del encuadre y de las palabras, parecen circunstanciales ante el influjo del personaje que las vive sin esgrimirlas como consigna ni pretender "convertir" a nadie. Juan (un perfecto Conrado San Martín) está apegado a un espacio pequeño, es de pocos alardes, más bien escurridizo y desconcertantemente equidista del anarquismo... y del buen samaritano de Leo McCarey, lo cual conduce directamente a Charles Chaplin.
De Chaplin o Lubitsch se pueden aprender muchas cosas, no sólo a hacer elipsis y a construir cómicamente una escena con cualquier situación, también, sobre todo diría, a componer una mirada sobre el mundo puramente cinematográfica que haga de nuevo subversivo el gesto humano.
Uno de los momentos más sorprendentes, cuando Juan se presenta en casa con un niño que ha encontrado en la calle y le dice a su mujer que ya tienen hijo, que los embarazos son demasiado largos - y ella acepta -, devolviéndolo sin pensarlo a donde lo encontró cuando sopesa que debe trabajar más para mantenerlo, que es un momento de hilarante crueldad casi sacado del arranque de "The kid", funciona como entonces, porque ha conseguido "demostrar" que es la misma conducta de moral "instantánea", la que lleva a la mayor de las entregas y al mayor de los desentendimientos.
Eloísa (Conchita Montes) y su padre (un fenomenal Alberto Romea) entran y salen con sus crisis de la "comuna" reunida en torno a Juan, pero en lugar de aportar sensatez y calma, son quienes protagonizan los momentos más divertidos, tomando la iniciativa incluso, por puro convencimiento.
Atrevida y original sobre todo porque el elemento de fantasía del guión - ese descubrimiento científico para dejar de una vez por todas de perder el tiempo durmiendo y no acusar la fatiga, que resulta inverosímil porque se materializa y no permanece como una quimera -, no es el que activa la suspensión de incredulidad del film, sino que es el tratamiento de asuntos pedestres convertidos en fundamentos "perturbadores" los que lo hacen: vivir con poco, rechazar la adulación, no pedir nada a cambio de mucho o repetir con alborozo modestas rutinas.
Tal es la determinación y adhesión a esas ideas que la planificación puede ser muy americana y recordar, además de a los maestros citados, a Van Dyke, LaCava, Wellman o Cukor, pero esa ciudad, estas peripecias o el mundo que se intuye al fondo del encuadre y de las palabras, parecen circunstanciales ante el influjo del personaje que las vive sin esgrimirlas como consigna ni pretender "convertir" a nadie. Juan (un perfecto Conrado San Martín) está apegado a un espacio pequeño, es de pocos alardes, más bien escurridizo y desconcertantemente equidista del anarquismo... y del buen samaritano de Leo McCarey, lo cual conduce directamente a Charles Chaplin.
De Chaplin o Lubitsch se pueden aprender muchas cosas, no sólo a hacer elipsis y a construir cómicamente una escena con cualquier situación, también, sobre todo diría, a componer una mirada sobre el mundo puramente cinematográfica que haga de nuevo subversivo el gesto humano.
Uno de los momentos más sorprendentes, cuando Juan se presenta en casa con un niño que ha encontrado en la calle y le dice a su mujer que ya tienen hijo, que los embarazos son demasiado largos - y ella acepta -, devolviéndolo sin pensarlo a donde lo encontró cuando sopesa que debe trabajar más para mantenerlo, que es un momento de hilarante crueldad casi sacado del arranque de "The kid", funciona como entonces, porque ha conseguido "demostrar" que es la misma conducta de moral "instantánea", la que lleva a la mayor de las entregas y al mayor de los desentendimientos.
Eloísa (Conchita Montes) y su padre (un fenomenal Alberto Romea) entran y salen con sus crisis de la "comuna" reunida en torno a Juan, pero en lugar de aportar sensatez y calma, son quienes protagonizan los momentos más divertidos, tomando la iniciativa incluso, por puro convencimiento.
23 comentarios:
Hasta donde alcanza mi limitado conocimiento, una de mis películas favoritas de toda la historia del cine español. Haría un buen y extraño -dialéctico- programa doble con "Un hombre va por el camino" de Mur Oti.
Un abrazo Jesús.
Sí, ya aparece Mur Oti ese año y al poco Berlanga y compañía.
Un abrazo, Roberto, se te echa de menos por estos lares.
Gracias por la recomendación. No conocía esa película española.
A mí, por cierto, hay tres comedias españolas que me hacen mucha gracia y que, creo, no son de las más famosas. Dos de Fernán Gómez ("El malvado Caravel" y "Solo para hombres") y "Bombas para la paz" de Antonio Román.
Por si os interesa: Miguel Marías, amablemente, ha accedido a responder a unas preguntas sobre cine y crítica. Dejo el link de la entrevista aquí:
http://www.elcineenquevivimos.es/index.php?otro=42
Por cierto, ya que se cita a mi admirado Marías, para quienes sean de Madrid la filmoteca este mes programa varias películas escogidas por él y difíciles de ver algunas de ellas, la última de Mur Oti, entre otras.
Y tres de Kinuyo Tanaka. Un lujazo. Ya que Marías se pasa por aquí, aprovecho para darle las gracias.
Genjuro
Gracias por el aviso, Igor, aunque lamentablemente, mi complicada agenda me impida acercarme a la filmoteca. Qué buena programación, en general, este mes al menos. Aunque no siempre esté de acuerdo, hay que agradecerle a Miguel Marías, y a Jesús en este blog, que nos fuerce a mirar a películas a las que no le prestaría atención, por aquello de que es imposible verlo todo y de alguna manera hay que seleccionar. Como esta de Jerónimo Mihura de este post, que habrá que buscar por ahí o esperar a ver si la rescatan en el ciclo este de Historia del cine de la 2.
GRACIAS POR LAS GRACIAS; SIMPLEMENTE, ESPERO QUE GUSTEN A ALGUNOS DE LOS QUE PUEDAN VER ESAS PELÍCULAS (BUENA PARTE ES VISIBLE FUERA DE LA fILMOTECA, ES CUESTIÓN DE BUSCAR). Y me sumo a la recomendación de "Mi adorado Juan", una de las (bastantes más de las que se cree) obras maestras del cine español; añado, sólo levemente menos buena, la anterior "El camino de Babel"(1944), por mucho que no esté claro si el verdadero autor no fuese en este caso el director, sino su hermano Miguel, guionista o argumentista de un montón de buenas películas españolas al que unos indocumentados pretendían quitarle la calle que tiene en Madrid, con argumentos que nos dejarían igualmente sin las de Berlanga o Edgar Neville, entre otros muchos...
En Sevilla, no en un barrio del casco antiguo precisamente, hay una calle con su nombre. Cerca están las dedicadas a López Rubio o Val del Omar.
Verse enfadado con un zapato en la cabeza.
Juan, bondadoso, cordial, campeón de la amistad, rechaza (como el protagonista de “Holiday”) la lucha por el dinero y la ambición, defendiendo su libertad y su forma de vivir con una intransigencia cercana a la del héroe de “The fountainhead”.
Eloísa, orgullosa, poco afable, con mucho carácter, pero, por enamorada (o mejor, por estar mucho más enamorada), se amolda (lanzándose de cabeza, con las lógicas “crisis”) a Juan y a su modo de vida. Y entonces, sólo entonces, él cede.
Ratón y Robaperros.
Lo del listado de calles de Madrid que se querían modificar es escalofriante. Sobre este tema escribió un artículo espléndido hace un par de semanas Andrés Trapiello (en El País).
De Málaga a Malagón, parece ser.
Me surge la curiosidad ahora por saber las opiniones del Miguel Marías economista. ¿Habrá alguna entrevista/informe/documento al respecto?
¿Realmente hay bastantes obras maestras en aquellos años en el cine español? Fuera de Neville y Vida en sombras, me gustaría alguna pista sobre obras maestras realizadas en nuestro país durante los 40. Busco infructuosamente desde hace mucho tiempo a la caza del tesoro oculto y, son tantas las decepciones, que me planteo si no estaré perdiendo el tiempo.
Yo no soy un experto en cine español, anónimo, pero sí que te puedo decir unos cuantos títulos de los 40 que a mí particularmente me fascinan: 'La calle sin sol' 1948, 'Obsesión' 1947, 'Barrio' 1947, 'El clavo' 1944, 'Huella de luz' 1943. Más todas las obras de Neville y Vida en sombras' que ya has nombrado. A lo mejor no hay tantas en los 40, prefiero los 50 en España, hay muchísimo más con la entrada de Mur Oti entre otros. Seguro que Jesús te dice un puñado más.
Yo no contesté porque la pregunta pensé que era para Miguel. No añadiría muchas más de los 40, la verdad, creo que los 50 son comparativamente muy superiores, pero aparte de esta "Mi adorado Juan", los Neville, el Llobet-Grácia y el debut de Mur Oti, hay varias muy buenas de Juan de Orduña y Rafael Gil y alguna buena de Antonio Román, Serrano de Osma, etc.
Y hechas por españoles y aparte de varios grandes Buñuel como es obvio, están las más valiosas, argentinas y mexicanas, del gaditano trotamundos Antonio Momplet.
¿Cuáles recomendarías de la etapa americana de Momplet? ¿Has llegado a ver las que hizo en España, como "La farándula", "La millona" o "La hija del mar"?
Yo de los 40 recomiendo una muy interesante de Antonio Román: "La casa de la lluvia"
La que prefiero es la adaptación de Stefan Zweig, "Amok", que también hizo años antes el ruso Fyodor Ozep (u Otsep).
Las españolas que citas no las he visto, aunque dudo con "La millona", que en todo caso supongo que no me gustaria demasiado si no recuerdo nada.
La de Román es interesante, sí.
Agradezco las recomendaciones. Confieso que no he visto de Antonio Román más que Los últimos de Filipinas y La fierecilla domada, siento curiosidad por la que habéis citado. También me apunto la de Ruiz Castillo.
Algunas de Juan de Orduña me gustan, especialmente sus comedias, pero ninguna me vuelve loco. Me animó leer a Miguel Marías que la mejor de Orduña es El frente de los suspiros, precisamente una de las que no he visto. No sé si estáis de acuerdo...
Barrio, de Vajda, fue una relativa decepción. Igual que recientemente Angustia, de Nieves Conde, que a mi entender queda muy lejos de Los peces rojos. Otra que me gustaba antes y se me vino abajo la última vez que la vi fue Mariona Rebull, de Sáenz de Heredia. No he visto El escándalo, ni Don Juan. Por el contrario, con todas las objeciones que se quieran, debo reconocer cierta fascinación por Harka y, sobre todo, por Rojo y negro, de Arévalo.
En alguna ocasión he leído a Jesús comentarios elogiosos hacia Benito Perojo. Tal vez por la mala calidad de mis copias siempre me ha dado cierta pereza acercarme a su obra. ¿Consideráis que alguna película de su última etapa merece la pena?
Por último, e insistiendo en los 40, no sé qué pensáis del primer Luis Lucia, a quien creo todos agradecemos la maravillosa Un marido de ida y vuelta (y algunos menos también la divertida La vida en un bloc).
José.
De Orduña las que prefiero son "El frente de los suspiros" y "Locura de amor".
De Vajda ví hace poco alguna previa a la etapa española, de momento sin grandes hallazgos.
No hay gran cosa de Perojo en los 40 de entre lo que yo conozco, la verdad. Lo último que ví suyo fue la extraña codirigida con Aldo Vergano, "Los hijos de la noche" del 39.
Tampoco de Lucia conozco nada mejor que esas dos estupendas que citas.
Aprovecho para comentar dos españolas recientemente vistas de otras décadas y que me han interesado si bien a muy distinto nivel: la tremebunda "Fulano y Mengano" de J. L. Romero Marchent y la fallida aún habiendo tenido buenas opciones "El vikingo" de Pedro Lazaga.
Hola,
Para el "anónimo de los 40". No busques solo obras maestras, hombre. Es una manera segura de llegar a esa decepción no solo en España, en cualquier cinematografía. Sé más flexible. Ya te han mentado a Ruiz-Castillo: "Obsesión" y "Las inquietudes de Shanti Andía" que es igual de buena, o mejor.
Antonio del Amo, mucho antes de dirigir a Joselito, hizo películas magníficas como "El huésped de las tinieblas" (48), incluso "Alas de juventud" (49). Luego en los 50 "Sierra Maldita", una obra maestra.
Del Rafael Gil de los 40: "El hombre que se quiso matar" es cojonuda.
Un saludo.
Como es la primera vez que comento aquí, aunque soy un lector habitual del blog, antes de nada me gustaría felicitar a Jesús Cortés por sus textos que tantas veces me han puesto sobre la pista de buenas películas. Le felicito también por ocuparse en este post de “Mi adorado Juan” una de las mejores comedias clásicas españolas, aun si tener el estatus que merecería.
En lo referente al cine español de los 40 me gustaría mencionar alguna películas que me gustan mucho, por si a alguien le pudiesen servir de algo las recomendaciones. Sin apartarnos de la comedia, y sin repetir ninguna de las ya mencionadas, hay en esta década dos de mi preferidas en este género de todas las que se han hecho en el cine español: “Deliciosamente tontos” (1943), la que más me gusta de todas las que he visto de Orduña y, aun a riesgo de parecer exagerado, una de las pocas que resiste la comparación ante comedias hollywoodienses de la época (o, al menos, frente a parte de ellas), en la que ni fllan algunos aspectos que lastran parte del cine hecho en España en la época, como pueden ser las interpretaciones; aquí Amparo Rivelles está fantástica y Alfredo Mayo, más que aceptable (sin olvidar el buen trabajo de algunos de los secundarios habituales de aquellos tiempos); curiosamente siempre se cita a “Ella, él y sus millones” como la mejor comedia de Orduña, pero esta me parece bastante superior. La otra gran comedia de la época, en mi modesta opinión, sería “El destino se disculpa” (José Luis Sáenz de Heredia, 1944).
Hay otras que encuentro a un nivel menor, pero considero que merecen ser vistas como “Viaje sin destino” (Rafael Gil, 1942), que yo prefiero a la más reputada (pero nada desdeñable) “Huella de luz”, “El hombre que las enamora” (José María Castellví, 1944) o la audaz “Si te hubieses casado conmigo” (Viktor Tourjansky, 1948). Y, aunque no sé si calificarla como comedia en sentido estricto, tampoco está de más ver la muy curiosa (y metacinematográfica) “Intriga” (Antonio Román, 1942), que dista de ser una obra maestra pero no deja de tener mucho interés... y como ya se ha dicho, no hay que buscar exclusivamente películas magistrales al adentrarse en el cine español del pasado.
En un registro más dramático, me gustan mucho “La rueda de la vida” (Eusebio Fernández Ardavín, 1942), “Ha entrado un ladrón” (Ricardo Gascón, 1949) y “La fiesta sigue” (Enrique Gómez, 1948). Un par de peldaños por debajo, estarían“Cuatro mujeres” (Antonio del Amo, 1947), con guión de Mur Oti. Y, ya que se pregunta por Perojo, su película de 1940 “Marianela” es un melodrama oscuro y apreciable.
Quienes tengan interés por el cine español de los 40 y los 50, podrían leer los trabajos que José Luis Castro de Paz les ha dedicado (especialamente “Un cinema herido”). Simepre son rigurosos y detallados en sus análisis y derriban muchos tópicos asumidos por la cinefilia.
Saludos.
Buenas pistas.
A mí también me parece "Deliciosamente tontos" de los mejores Orduña y "Ella, él y sus millones" también es buena.
No habrá muchas obras maestras ni como dice Roberto quizá valga la pena tratar de buscarlas desechando cuanto no alcance ese nivel, pero sí bastantes películas interesantes, bien hechas, mejores de lo que parecen, simpáticas o entretenidas, que es más de lo que disfrutamos ahora desde luego.
Fantástico, es mucho más de lo que esperaba. En realidad no limito mi interés a obras maestras, solo preguntaba si realmente existen tantas como se dice. El repaso que habéis hecho es extraordinariamente sugestivo. Este blog es muy bueno. Gracias.
José.
No he visto TODO el cine español que sobrevive (es decir, que se preserva), pero de lo que conozco puedo decir que, para mí, hay unas 700 películas muy interesantes, de todas las épocas y metrajes, desde el mudo hasta hoy. Evidentemente, las décadas no son iguales más que en su duración, y casi ninguna se conserva en su integridad. Pese a excepciones como "El golfo" o "Sexto sentido", y alguna medio francesa de Perojo, el cine mudo español, además de poco y mal conservado, me parece comparativamente muy pobre con respecto al francés, ruso, alemán, norteamericano, escandinavo o italiano. Los 30 tienen más fama de la que la brevedad de la II República, el paso al sonido y la Gran Depresión permiten suponer, pero hay películas ecelentes, como varias de Florián Rey o "La verbena de la Paloma" de Perojo. Los 40 son una década muy reprimida, pero hay intentos muy interesantes, como siempre en España, aislados, no colectivos, sino individuales y, ay, de escaso aguante: pocos son los que resisten diez años haciendo cine digno. Los 50 son, como en todas partes, los años de mejor promedio, aunque con muchos vaivenes: del 51 al 55 va bastante bien, del 56 al 58 las cosas empeoran, y en los 60 pasan cosas parecidas. La esperada liberación de la censura no arregló las cosas salvo unos pocos años de la transición, en los que abundan películas originales e interesantes aunque no muy logradas (y muy pocas obras maestras). Pero no creo que el cine español sea, a la larga, peor que el inglés, el alemán, el mexicano o el argentino.
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