Eran buenos tiempos.
Poco antes había hecho su "última" película - volvió en 2006 y ahora parece que regresa de nuevo - Patrick Tam, aquella espléndida "Sha shou hu die meng", desde mediados de los 80 se venían encadenando las mejores obras de Stanley Kwan, Clara Law o Yim Ho, despuntaba ya Wong Kar-wai, se avecinaba el gran éxito de "Die xie jie tou" de John Woo, elevaba su ritmo vertiginoso de producción Tsui Hark...
Muchas y muy variadas películas con un agradecido escaso estrés autoral, ahorrando excesos de metraje y vanas pretensiones estrelladas contra la pantalla, películas divertidas o emotivas como consecuencia lógica del placer que suponía mirar a géneros con nuevos bríos, sin obsesión alguna por soliviantarlos y así y todo películas inequívocamente pertenecientes a uno de esos momentos de contagiosa creatividad en que lo pequeño contiene a lo grande.
Muchas y muy variadas películas con un agradecido escaso estrés autoral, ahorrando excesos de metraje y vanas pretensiones estrelladas contra la pantalla, películas divertidas o emotivas como consecuencia lógica del placer que suponía mirar a géneros con nuevos bríos, sin obsesión alguna por soliviantarlos y así y todo películas inequívocamente pertenecientes a uno de esos momentos de contagiosa creatividad en que lo pequeño contiene a lo grande.
"Ke tu qiu hen" es una de las más admirables películas circa 1990, si bien hoy costaría rastrear la notoriedad con que contó y no se si quien la defendió aún lo mantiene; también se ha esfumado (en parte por deméritos propios) el prestigio de su directora Ann Hui, por entonces aún un valor joven del circuito de Hong Kong.
Sorprende ahora, quizá más que entonces, la soltura de Hui, cómo filma tan rápido, atrás y adelante en el tiempo, en tres países y tres idiomas y culturas diferentes, estructurando tan puntualmente mediante un recurso como el de la voz en off a pesar de lo evocadora y justa que resulta en la bonita apertura con las bicicletas por las calles de Londres, atreviéndose incluso a desdoblar el efecto usándolo para dos personajes antagónicos y así "invitándoles" a entenderse.
Quizá debiera asombrar del mismo modo el cine de estos años del taiwanés Hou Hsiao-hsien, del que no andaba lejos en ningún sentido (ni físicamente: quinientas millas concretamente) Ann Hui, pero esa porción de su obra parece que ya "no cuente" desde que otra escena de apertura, mucho más célebre, la de "Qianxi manbo", lo convirtiera en icono del cine contemporáneo.
Supongo que la idea borgesiana de crear a los precursores importa cada vez menos y a estas alturas es una extravagancia ponerse a buscar hacia atrás para aprender de qué hilo tirar y por dónde seguir. Sólo lo flamante sirve para edificar lo próximo. Pero, en fin, en "Ke tu qiu hen" y en todos los mejores Hou de los 80 está la huella de los grandes del pasado - Bai Chen, Xie Jin, Xen Shiling, Sun Yu, Fei Mu, Yuan Muzhi - aglutinada con otras referencias americanas y japonesas y no parece mala idea investigar. ¡Cuánta bobina desaprovechada de no hacerlo!
Tanto en "Ke tu qiu hen" como, sobre todo, en la previa "Qing cheng zhi lian" del 84 - en mayor medida que en la aclamada "Tau ban no hoi" - faltará el efecto de "la primera vez", esa inocencia que acompañe a la de sus personajes en todo lo concerniente a sus sentimientos, pero a cambio se convocan viejos conocidos a cada giro del argumento, en cada cambio de luz y de ritmo, como Sirk, Ozu o McCarey, tan naturalmente como que los flashbacks parecen sacados de una fuente tan diversa como "Star garden" de Brakhage.
Con todo, lo más granado seguramente no es ni lo que sabe a homenaje ni lo que Hui pretende impresionar con mayor vehemencia, sino detalles casi inapreciables como que no cambie el tamaño del plano cuando Aiko se reencuentra con su vieja maestra o que luego en su casa no inserte una fotografía de la que hablan, respetando la pudorosa idiosincrasia nipona. O cómo cambia los filtros en el regreso a casa y vuelve a componer más aceleradamente conforme se empiezan a oler las comidas especiadas y calientes del continente.
Sorprende ahora, quizá más que entonces, la soltura de Hui, cómo filma tan rápido, atrás y adelante en el tiempo, en tres países y tres idiomas y culturas diferentes, estructurando tan puntualmente mediante un recurso como el de la voz en off a pesar de lo evocadora y justa que resulta en la bonita apertura con las bicicletas por las calles de Londres, atreviéndose incluso a desdoblar el efecto usándolo para dos personajes antagónicos y así "invitándoles" a entenderse.
Quizá debiera asombrar del mismo modo el cine de estos años del taiwanés Hou Hsiao-hsien, del que no andaba lejos en ningún sentido (ni físicamente: quinientas millas concretamente) Ann Hui, pero esa porción de su obra parece que ya "no cuente" desde que otra escena de apertura, mucho más célebre, la de "Qianxi manbo", lo convirtiera en icono del cine contemporáneo.
Supongo que la idea borgesiana de crear a los precursores importa cada vez menos y a estas alturas es una extravagancia ponerse a buscar hacia atrás para aprender de qué hilo tirar y por dónde seguir. Sólo lo flamante sirve para edificar lo próximo. Pero, en fin, en "Ke tu qiu hen" y en todos los mejores Hou de los 80 está la huella de los grandes del pasado - Bai Chen, Xie Jin, Xen Shiling, Sun Yu, Fei Mu, Yuan Muzhi - aglutinada con otras referencias americanas y japonesas y no parece mala idea investigar. ¡Cuánta bobina desaprovechada de no hacerlo!
Tanto en "Ke tu qiu hen" como, sobre todo, en la previa "Qing cheng zhi lian" del 84 - en mayor medida que en la aclamada "Tau ban no hoi" - faltará el efecto de "la primera vez", esa inocencia que acompañe a la de sus personajes en todo lo concerniente a sus sentimientos, pero a cambio se convocan viejos conocidos a cada giro del argumento, en cada cambio de luz y de ritmo, como Sirk, Ozu o McCarey, tan naturalmente como que los flashbacks parecen sacados de una fuente tan diversa como "Star garden" de Brakhage.
Con todo, lo más granado seguramente no es ni lo que sabe a homenaje ni lo que Hui pretende impresionar con mayor vehemencia, sino detalles casi inapreciables como que no cambie el tamaño del plano cuando Aiko se reencuentra con su vieja maestra o que luego en su casa no inserte una fotografía de la que hablan, respetando la pudorosa idiosincrasia nipona. O cómo cambia los filtros en el regreso a casa y vuelve a componer más aceleradamente conforme se empiezan a oler las comidas especiadas y calientes del continente.
6 comentarios:
Tras acabar de ver la excelente "Tau ban no hoi" (digna, precisa, compasiva, valiente película que se empeña en investigar y en contar aquello que resulta más cómodo ignorar: en este caso, la situación de los vietnamitas bajo el nuevo régimen comunista) haré lo posible por conseguir "Ke tu qiu hen" y el resto de lo que hizo Hui en esos años. Una artista a seguir.
A mí la que menciona Rodrigo, "Boat People", sigue siendo la que más me gusta. Quizá juegue en contra de Ann Hui su enorme variabilidad: De una primera película más o menos académica, "The Secret", pasa a un gran guiñol de lo más excéntrico para los ojos de un occidental, "The Spooky Bunch", a una película político-social como la mencionada "Boat People", que a su vez no se parece en nada a la también política "Ordinary Heroes", y sigue con diferentes temas y tonos, como la comentada por Jesús o la también estimable "Summer Snow", donde adopta una mirada humorística a un argumento dramático.
Con quien no estoy familiarizado es con Patrick Tam. Sólo he visto "Love Massacre", que tiene una primera mitad melodramática muy interesante (con influencias del cine europeo de los 60, sobre todo cromáticas) y luego deriva hacia el slasher más comercial. Parece un tipo interesante.
Ángel
Las que hizo Ann Hui en los 80 colindantes con el cine de artes marciales eran las que menos me interesaban hasta que llegaron varias académicas y sosas en los últimos lustros que las devolvieron a un mejor lugar: al menos eran atractivas visualmente. La que mencionas, "Qian yan wan yu (Ordinary heroes)" era muy buena aún y ademas contaba con una gran actuación del actor fetiche de Tsai Ming-liang, Lee Kang-sheng, a esas alturas (1999) un perfecto desconocido para una mayoría de cinefilos occidentales. De todas formas, no es buenos dejarse llevar por las apariencias de aburguesamiento porque a mí la segunda que más me gusta, después de la que comento en el texto, es "Yu guanyin" de 2003, que ya quisieran para sí muchos supuestos especialistas en films callejeros.
Gran cineasta Patrick Tam. Contacté con él en la facultad donde daba clases, muy impresionado por "Fu zi" de 2006 y, muy amablemente, nunca me aclaró por qué dejó todo repentinamente; era joven y había enseñado mucho, directamente, a Wong Kar-wai e indirectamente a Johnnie To. Aquel regreso fue una sorpresa muy inesperada. Realmente hubo pocas actuaciones en toda la década comparables a la de Aaron Kwok en ese film.
Gran película, de las que solo pueden avanzar sacando el rencor y el cariño de los cajones.
Perdón por salirme del contenido de la entrada, pero me gustaría que alguien me procurara un enlace a los artículos de M. Marías en "Miradas de cine" sobre sus preferidas de la década de los 50 y 60, y sus respectivas listas. Gracias!!
Supongo que, antes o después, en "Miradas de cine" volverán a sacar esos artículos de Marías.
Yo, por si acaso, los imprimí en su momento. Si los quieres, indica un correo electrónico o una dirección y te los escaneo o te los mando por correo.
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