Ante la dificultad para encontrar las películas que dirigió su padre, el célebre pionero Nomura Hotei, del que no hay manera de comprobar apenas nada de su magisterio - ni ha sido puesto en duda pese a ello; extraña confianza la que disfrutan algunas leyendas - y considerando el no muy lógico y sumamente injusto estigma de "Hitchcock japonés" que pesa sobre su cabeza desde el principio de su carrera, la defensa de un film como "Harikomi" parece tan abocada al fracaso como la que pueda hacerse de su creador, Nomura Yoshitarô, siempre relegado en su país y fuera de él a esa segunda o tercera categoría de realizadores lejanísima de la cumbre.
Si este, su film más rico en propuestas y el más audaz - ciento quince intrigantes minutos armados sobre el montaje y los misterios de una mujer - no alcanzó relevancia alguna en 1958, a pleno sol de descubrimientos asiáticos en Europa, que también coincide que es el momento en que pudo ser más comprensible la por otra parte evidente influencia del cine del maestro inglés, una reconstrucción actual de los acontecimientos se antojará estéril nada más aparezcan los créditos de este film, suene su partitura de cuerda o crezcan un poco sus similitudes con, sobre todo, "Rear window", "Suspicion", "Sabotage" y "Shadow of a doubt" o, peor aún, con films derivativos de los creados por el genio del suspense, como más de uno de Henry Hathaway. Poco más bastará para tachar su nombre de la lista de originales, que es la única que parece contar ya.
Si este, su film más rico en propuestas y el más audaz - ciento quince intrigantes minutos armados sobre el montaje y los misterios de una mujer - no alcanzó relevancia alguna en 1958, a pleno sol de descubrimientos asiáticos en Europa, que también coincide que es el momento en que pudo ser más comprensible la por otra parte evidente influencia del cine del maestro inglés, una reconstrucción actual de los acontecimientos se antojará estéril nada más aparezcan los créditos de este film, suene su partitura de cuerda o crezcan un poco sus similitudes con, sobre todo, "Rear window", "Suspicion", "Sabotage" y "Shadow of a doubt" o, peor aún, con films derivativos de los creados por el genio del suspense, como más de uno de Henry Hathaway. Poco más bastará para tachar su nombre de la lista de originales, que es la única que parece contar ya.
Quizá no sea ni necesario tal esfuerzo porque no parece que Nomura tuviese como objetivo impactar a audiencias - menos aún a las extranjeras - ni subir puestos en ese escalafón, así que solo quedaría... lo fundamental, la justicia.
Si hay un cine pródigo en aperturas deslumbrantes es el japonés y este arranque, con ese calor asfixiante, los vagones atestados de sudorosos pasajeros o las estaciones bulliciosas junto al mar, rasgos que solemos creer genuinos de cines latinos contemporáneos, es buena pista para advertir que también tuvo ese país narradores envolventes en una tradición que se remonta a la nórdica y germana silente, con aquellas introducciones tan físicas que los personajes debían arrancarse al medio que los cobijaba para individualizarlos.
Transitando como apuntes del natural, cuanto extraña de ese arduo recorrido en tren introduce así admirablemente no una historia ni su escenario, sino un ritmo, unas rutinas, un país quizá no tan singular como para diferenciarse de otros cercanos ni del que retrataba por ejemplo un Pietro Germi, al que - será casualidad - tampoco le faltaron nunca reproches variados sobre su "intrusismo genérico", como si el thriller perteneciese en exclusiva a otra cinematografía y bastase una gota de localismo para aguarlo.
Si hay un cine pródigo en aperturas deslumbrantes es el japonés y este arranque, con ese calor asfixiante, los vagones atestados de sudorosos pasajeros o las estaciones bulliciosas junto al mar, rasgos que solemos creer genuinos de cines latinos contemporáneos, es buena pista para advertir que también tuvo ese país narradores envolventes en una tradición que se remonta a la nórdica y germana silente, con aquellas introducciones tan físicas que los personajes debían arrancarse al medio que los cobijaba para individualizarlos.
Transitando como apuntes del natural, cuanto extraña de ese arduo recorrido en tren introduce así admirablemente no una historia ni su escenario, sino un ritmo, unas rutinas, un país quizá no tan singular como para diferenciarse de otros cercanos ni del que retrataba por ejemplo un Pietro Germi, al que - será casualidad - tampoco le faltaron nunca reproches variados sobre su "intrusismo genérico", como si el thriller perteneciese en exclusiva a otra cinematografía y bastase una gota de localismo para aguarlo.
Con un poco de paciencia, "Harikomi" no tarda en revelarse como una precisa y sostenida construcción de difícil equilibrio, siempre a punto de que las repeticiones y la espera hagan decaer el interés, ingeniosamente salpicada de inesperados, breves y rápidos flashbacks, de giros meteorológicos y de mezcla de momentos del día. O de recursos tan simples como contrapesar la vigilancia que deben hacer estos policías desplazados al sur en busca de un tipo que tal vez vuelva en busca de una mujer que cambió de vida, con otras rutinas ordinarias pero aún más comunes: el sueño, la curiosidad de vecinos e inquilinos, la comida, la familia y relaciones que quedan en suspenso con cada misión.
Muchas cosas acerca de esa condena a repetir todo una y otra vez sabe Sadako, una discreta e insondable Takamine Hideko, a la que un plano privilegiado, el mejor quizá que nunca rodó Nomura, acompañará en su derrumbamiento, que no es solo el del momento, también el de todos los momentos en que albergó una esperanza para retomar lo que una vez quiso ser.
Tanto se adentra el film en las pequeñeces de una existencia cualquiera, que parece no va a poder alcanzar el estado en que todas las historias de amor y de vidas que no lo conocieron, alguna vez quisieron conquistar, ese instante en que todas las posibilidades de nuevo parecen aún intactas y rejuvenecidos e indemnes sus protagonistas.
Pero lo consigue en una larga y honda y modélica escena, una escena que vuelve al principio y cuenta de nuevo lo visto argumentando lo que se ha callado o solo entrevisto, una escena reconfortante como recurso, una escena que cualquier película tendría que querer dar siempre a sus espectadores.
Bruscamente cambió antes el film de ritmo y las certezas se volvieron incertidumbres: es preciso descolocar todo para poder reflexionar sobre el verdadero lugar de cada cosa.
"Harikomi", hasta esa conversación, había dejado crecer una posibilidad tal vez menos grata pero fascinante, la del error, una ambigüedad a la que todo film de suspense se debe pero pocos alimentan hasta el extremo aquí hallado.
Cuando alguna vez se piensa en finales o caminos de resolución alternativos, rara vez se hace en poder contemplar varios igual de satisfactorios porque el film así lo ha sugerido, dos veces, con palabras e imágenes.
Si algo profundamente hitchcockiano - y antes langiano y después godardiano - hay en ella es que tanto el bien social como la malvada perversión que precisa de la invasión de la privacidad, se materializan gracias a los actos que igualan a los que estamos a ambos lados de la pantalla, los de mirar y escuchar.
Muchas cosas acerca de esa condena a repetir todo una y otra vez sabe Sadako, una discreta e insondable Takamine Hideko, a la que un plano privilegiado, el mejor quizá que nunca rodó Nomura, acompañará en su derrumbamiento, que no es solo el del momento, también el de todos los momentos en que albergó una esperanza para retomar lo que una vez quiso ser.
Tanto se adentra el film en las pequeñeces de una existencia cualquiera, que parece no va a poder alcanzar el estado en que todas las historias de amor y de vidas que no lo conocieron, alguna vez quisieron conquistar, ese instante en que todas las posibilidades de nuevo parecen aún intactas y rejuvenecidos e indemnes sus protagonistas.
Pero lo consigue en una larga y honda y modélica escena, una escena que vuelve al principio y cuenta de nuevo lo visto argumentando lo que se ha callado o solo entrevisto, una escena reconfortante como recurso, una escena que cualquier película tendría que querer dar siempre a sus espectadores.
Bruscamente cambió antes el film de ritmo y las certezas se volvieron incertidumbres: es preciso descolocar todo para poder reflexionar sobre el verdadero lugar de cada cosa.
"Harikomi", hasta esa conversación, había dejado crecer una posibilidad tal vez menos grata pero fascinante, la del error, una ambigüedad a la que todo film de suspense se debe pero pocos alimentan hasta el extremo aquí hallado.
Cuando alguna vez se piensa en finales o caminos de resolución alternativos, rara vez se hace en poder contemplar varios igual de satisfactorios porque el film así lo ha sugerido, dos veces, con palabras e imágenes.
Si algo profundamente hitchcockiano - y antes langiano y después godardiano - hay en ella es que tanto el bien social como la malvada perversión que precisa de la invasión de la privacidad, se materializan gracias a los actos que igualan a los que estamos a ambos lados de la pantalla, los de mirar y escuchar.
15 comentarios:
Llama la atención el relativo desinterés de los aficionados al cine negro por una cinematografía que cuenta con grandes películas en este campo, dirigidas por Uchida, transitoriamente Ozu, Kurosawa, Suzuki, Kurahara, Masuda, Shinoda o Yoshitarô Nomura, autor de esta modélica película que comentas. Quienes no la conozcan deberían hacerlo, armados no de paciencia, sino de curiosidad y de gusto por la observación atenta de escenarios y personajes. Ya el comienzo abre el apetito. En cuanto a Hôtei Nomura, citado al inicio, no sé las cinco que he logrado ver y el desconocimiento de tantas joyas perdidas de los años 30, me dan derecho a ponerlo entre los mejores de aquel periodo, pero lo adoro, especialmente "Chikyôdai"("Hermanas adoptivas", 1932). Igualmente poco conocido es otro que comparte apellido, pero del que hay más películas disponibles: Hiromasa Nomura.
No he visto "Chikyôdai", pero las tres que conozco me parecieron solo interesantes. Es de esos misterios que convendría - si fuese alguna vez realmente posible - investigar.
Ya me gustaría tener las dos vistas en el extranjero; de momento, nos contentamos con las tres que circulan o han circulado por la la red (que a mí me gustan un poquito más). Confíemos en que el futuro nos depare más revelaciones, aunque no quiero ser muy optimista porque el año nuevo ha traído más cierres que aperturas en la Red.
No me parece que Yoshitarô Nomura esté demasiado relegado en su propio país. En la última encuesta de Kinema Junpo de mejores películas japonesas de la historia coloca un par de títulos entre los cincuenta primeros (Harikomi entre ellos). Yo he visto media docena de películas suyas y siempre me parece interesante por lo menos, y de hecho ésta es la que más me gusta.
Genjuro
Sí, correcto y lo peor es que Naruse, Shimizu o Mizoguchi también lo están, porque parecen preferir a Fukasaku o Morita.
Jesús, que opinión tienes de Shinji Sômai y en especial de "Taifû Kurabu". También encaramada por Kinema Junpo.
Conozco solo unas cuantas suyas. Esa en particular sí y me pareció bien, es agradable, como tantas películas contemporáneas de los 80 con adolescentes y elementos fantásticos o muy poco usuales al menos.
Las listas que son sumas de muchas son todas muy convencionales, se llame el medio Sight and Sound, Cahiers o lo que sea y tampoco tiene la culpa Sômai de nada, pero últimamente se alejan cada vez más de mis coordenadas y ya no me molesto en molestarme.
¿Fukaqué? Vamos, vamos, que hoy en Japón no "prefieren" ni lo uno ni lo otro. Los hokikomori no salen del porno y los concursos de la tele. Por conocer, no conocen ni a Kurosawa. Una cosa son los cuatro "arqueólogos" que escriben en revistas y otra el público. Pero además, hasta donde yo sé, los cinéfilos nipones siguen ensalzando a Yasujiro Ozu por encima de todas las cosas.
Respecto a Nomura, aquí se editó en DVD parte de su obra ("El castillo de arena", "El demonio"...), pero los que en su día nos dedicamos a eso de la distribución en DVD enseguida vimos que, por desgracia, fuera de Kurosawa (el maestro Kurosawa, que no le ninguneo) iba a ser difícil colocar todo el stock, como así era.
Un saludo
El panorama del público-masa consumista supongo que será igual de desolador allí que en todas partes. Si preguntas por ahí, el cine podría dejar de existir mañana y en porcentaje importaría de verdad a una cifra ridícula de personas.
Tampoco los "arqueólogos" son medida de nada, porque son poquísimos, viven de espaldas a los medios - no sé si será tu caso ya que hablas de una labor distribuidora que no sé hasta qué punto compatible con ello - y tienen menos relevancia que nunca aunque puede ser más accesibles para más gente lo que hacen.
Quedarían los cinéfilos y los cinéfilos que se convierten por diversas casualidades o empeños en críticos y a ellos me refería, a lo que puede leerse en blogs, foros, alguna revista o libro, tal vez un estudio...
Claro, con "arqueólogos" me refiero a nosotros mismos, los "cinéfilos". Y sí, no sólo en Japón prevalecen el porno, los superhéroes y otras fantasías audiovisuales que han arrinconado lo que fue el cine una vez. Para mí, años ha -principios de este siglo, ya-, era más perjudicial el borreguismo masivo que la piratería, porque nosotros sacábamos sobre todo "clásicos" del cine mundial, que no es a por lo que van a toda pastilla los que se bajan todo de la red.
Es que la piratería de lo que una gran parte de cinéfilos busca es despreciable frente a la de los videojuegos o las zapatillas de deporte por la misma razón que dije: somos muy pocos. Ya me dirás el "público objetivo" o el "nicho de mercado" que cubre una caja de van der Keuken o una reedición de un Dorothy Arzner.
Jesus algo que decir sobre el fallecido Kirk Douglas ¿sus mejores películas e interpretaciones?
JP
Que descanse en paz.
Un actor inolvidable y fundamental en películas tan maravillosas como "Two weeks in another town", "The vikings" "The last sunset", "Strangers when we meet", "Along the great divide", "In harm's way", "Man without a star", "A letter to three wives", "The walls of Jericho", "Out of the past", "The Indian fighter", "20000 leagues under the sea"... ¿qué se puede decir más?
Spartacus
Y "there was a crooked man", "Last train from Gun Hill", "Seven days in may", "Un acte d'amour", "The big sky", "I walk alone", "The strange love of Martha Ivers"... no pretendí hacer una lista cerrada.
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