sábado, 19 de abril de 2025

SIN TÍTULO

Alguna vez me gustaría ver a Pablo García Canga filmar un western. 

Una película con héroes o con gente que no pide ayuda a cosas, pero no dudaría en hacerlo a personas, gente que no necesite creer en Dios ni tomar medicamentos, pero que se quiebra delante un cómplice, para que se me entienda. Una película de aquel cine pleno donde campaban tantos personajes compuestos por Barbara Stanwyck y Errol Flynn y eran inocentes y se revelaban y se enamoraban y a veces mataban a lo que amaban, nada está escrito, pero al menos aspiraban a amar a lo que mataban. 

Supongo que, bromas aparte, ni soñando despierto uno se imagina volver a ver eso, a ese cine, volver a sentir a Howard Hawks. Eso sería pedir un imposible. Ya no es justo pedirle eso a nadie, Aquí seguimos aferrados a los últimos fulgores, desde los tiempos de Nicholas Ray o de Eric Rohmer, años en los que pronto ya nadie no habrá ni nacido, mirando qué tal les va a los cineastas que saben que ya solo les quedan pequeños asideros a los que agarrarse para si ya no se puede filmar algo, dejarse la vida en tratar de hacerlo. También de esos detalles y clavos ardiendo venimos escribiendo desde entonces y quizás no hubiese existido la crítica cinematográfica, que ya hace tiempo que no existe, sin esa gente que se dio cuenta de que se les escapaba el cine, que estaban condenados a buscar verdades, que son las mismas de siempre, que no se han muerto, entre un montón, cada vez mayor, de mentiras. Y era pleno no porque aquel tiempo lo fue y este no lo sea, también Max Ophuls y antes Louis Feuillade añoraban y reconstruían y ninguno vino de Marte, aprendieron y ese es el único mecanismo frente al azar digno de ser tenido en cuenta. Supongo que era menos efímera la grandeza, grandeza entre la podredumbre moral que ha existido siempre, la que tenían sus colegas y la que era patente fuera del oficio, la de escritores, pintores, compositores y demás, muchos de ellos posibles contribuyentes a sus películas, tal vez reconocidos o tristemente anónimos pero de los que se podía saber por medios humanos, yéndolos a buscar, hablando, congeniando o enfrentándose a ellos. Tal vez también los que alcanzaban magisterios seguían aprendiendo y así hasta llegar a ser muy viejos y muy sabios, cosa que ya parecían cuando eran muy jóvenes y muy arrojados.    

La verdad es que empezando a mirarlo por el final, a los créditos de este corto, "Por la pista vacía" (2022) y casi los de cualquier corto, uno ya duda de si todo esto no es más que una soberana tontería. Toda esa gente listada e implicada, o simplemente cumpliendo con su papel, algunos de frente y otros de perfil, supongo, juntados uno a uno. Reuniones para hablar de tus entrañas, eso debe ser preparar un corto. Y es solo media hora, tres, quizá solo dos, planos y una actriz. Mala idea multiplicar si ya cuesta sumar. 

Pero claro, ¿dónde está la noche?. Cualquier noche en la que Ana se encontraba con Juan y trataba de ladear la cabeza para conocerlo sin que se notara mucho que sabía que si daba ese paso tal vez ya no sería capaz de dejar de quererlo, como de hecho parece que le sucedió.

Un plano secuencia de muchos minutos al menos es lo que necesito, bien prolijo, que desenrollara todo lo que bulle detrás de las palabras. Y a continuación imagino la cantidad de gente que haría falta y da vértigo. El último rollo del film lleno de letras y más letras: una empresa de coches de alquiler, otra de drones para sentirse la audacia de no filmar el plano cenital obligatorio, permisos de no sé qué Ministerio o Consejería o peor aún, subvenciones del fondo europeo, estatal, autonómico, local o un mecenas en sustitución de todo lo separado por comas anterior, imagino que ya no un laboratorio serio que no te pierda el negativo porque ya todo se hace con programas informáticos pero un antivirus legal te puede salir por un pico, un diseñador de vestuario, sobre todo para preguntarle qué se hace con la ropa de las películas, quién la usa después, si ya se utilizaron en otras películas anteriores o si acaban las prendas en almacenes del extrarradio, un catering que haga como que además de poner comida, vela porque nadie se intoxique, más de un productor por si a alguno lo trincan en el proceso, acuerdos de distribución, alguien que sepa poner en fila esos extraños logotipos técnicos que aparecen, rápidamente, al final como en los comerciales que veía Homer Simpson...

Dinero para que todos parezcan, eso, a gusto con tu quimera.

De modelos a escala, tan pequeña, del cine que podría filmarse, no se cansa uno nunca y debe seguir haciéndose como se debe seguir viajando o conociendo gente, por si acaso, por si se puede vivir un poco. Pero qué placer sería ver aparecer de repente las imágenes, imágenes que quieran ser palabras, volver a su materia.

No me extraña que la propia Ana borre sus pensamientos o no quiera mandarlos o simplemente piense que no quiere reconocerlos, menos aún que se conozcan. Si alguien se acuerda de Roberto Rossellini, como sucede desde que se le ocurrió aquella idea con la Magnani o en John Wayne hablando a una tumba, rememorando lo nunca expresado con palabras pero tantas veces con gestos, poniendo verbos y adjetivos donde antes hubo caricias y miradas devueltas, creo que se equivoca, porque Ana se debe haber dado cuenta de que ni eso puede ser, que no tiene nada, ni lo no consumado ni lo no expresado y es desolador, Queda un placebo, el placebo, la música, una canción de 1984, que al menos sea capaz de dar una vuelta cerca de donde andan los pensamientos o incluso le den forma al recuerdo. 

Me llama mucho la atención el beso. El único que él le dio y que fue el principio del fin de algo que no había ni comenzado. De todos los elementos, es el de mayor calado de, esta, lo digo ya porque creo que se me ha olvidado, gran pequeña película. De repente ya no es un corto ni me podría parecer corto, qué cosas. Ese beso es un suceso de primer orden. Por ser único y estar sobrecargado de los matices que hubiesen traído otros, indescifrables y porque otorga, bonito verbo, un significado capital a aquello por lo que siempre malinterpretaban al más carnal de los cineastas, Carl Dreyer: un peso natural a lo físico, que lo es todo por mucho que nos empeñemos en negárnoslo.

De lo que ella sintió en ese instante creo que parte todo o es donde termina todo, mejor dicho. Que él se avino a darlo o que fue una concesión, quién sabe, que ese mismo beso se lo pudo haber dado a otra, a cualquiera de esas docenas de chicas que Ana cree que también, en el fondo, eran como ella y él podía elegir... es difícil saberlo. El misterio que ensombrece su rostro no permite hacerlo. Y le da vueltas y duda, cómo no hacerlo. 

Caben dos reflexiones, que no opciones, llegados a este punto, que es el final. 

La primera es pensar que como queda registrado para nosotros, que estamos escuchando todo y notando los requiebros de su voz y de su cuerpo, ya somos conscientes de lo que le sucede, aunque no esté muy claro, de alguna manera ya la estamos ayudando. Escuchar es muchas veces la mejor ayuda. Ahí está su herida y al menos vemos qué tal cicatriza, no podemos hacer más. La replicamos incluso. Seguro que alguien vivió algo que se le parece y otra vez retorna, cuando más lejos parecía.

La otra es más vulgar, pero no tiene por qué serlo, aunque sea la que encamina a la forma más repetida. El asalto a la intimidad es una muy dura materia cinematográfica y el abordaje termina arrancando algo a los personajes para utilizarlo y decir algo. Un ultraje si no se tiene cuidado. La solución clásica es llevar todo a una conversación y aprovechar las ventajas, linklaterianas de nuevo cuño pero tan antiguas como todas las demás, dejar correr la cosa, a su suerte y a ver qué puede entresacar cada cuál, sintiendo un recóndito orgullo por cada uno de los que se conmuevan. Es tan cómodo pensar que son muchos...

Gracias, Pablo, por dejarla a ella elegir.


 

29 comentarios:

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

Creo que una de las grandes virtudes de ese cine de antaño, clásico si se quiere, es una capacidad de otorgar un peso especial a determinados objetos que, apareciendo en distintas escenas, consigan tener un calado especial en los espectadores, que se van cargando de significado con el transcurso de una película. El otro día pensaba esto viendo Breakfast at Tiffany's y, esa tarde, tuve la suerte de ver Alphaville (ambas, además, en sala y pantalla grandes) y, cuando la presentó Miguel Marías, habló de cómo Godard pausaba la música, y él decía que servía para crear lazos o conexiones (no recuerdo exactamente el término) entre escenas y pensé que quizá Edwards hiciese algo parecido con Moon river, que suena muchas veces en la película y siempre parece cargarse de nuevos significados, invitarte a recordar escenas pasadas, sin que parezca un artificio para sacar lágrimas fáciles, como Godard que en un único plano, sólo con poner la música parece invocar casi el nacimiento del amor. En el cine de Pablo, con tan pocos elementos, tan habitualmente limitado a una escena, parece difícil que pueda pasar algo semejante, pero la forma de hablar del pasado de sus personajes, de pasar una y otra vez por los mismos recuerdos, de no limitar la película a sí mismos sino a pensar en todo lo que los rodea, me hacen pensar mucho en esas sensaciones que quizá ese cine anterior se podía permitir evidenciar más, de mostrar el cambio en un objeto o sonido, pero creo que el resultado, esos momentos en que de repente algo, en la obra de Pablo muchas veces las palabras, reverbera de una forma especial que sorprende y emociona, no es tan diferente. No sé si me habré explicado muy bien porque son unas sensaciones muy particulares, pero no creo que las únicas conexiones de su obra con ese cine pasado estén en las películas de las que hablan ni en el gusto por los planos largos y trabajados en su interior, sino que comparten muchos logros, quizá ahora especialmente meritorios.

Jesús Cortés dijo...

Escribe como filma o filma como escribe, no creo que ni él mismo lo tenga claro, así como refleja todo un bagaje cinéfilo en cada cosa que hace, igual que JLG, ya que lo citas, pero con otro lenguaje, uno bastante personal. Aplicarse en los detalles era un añadido que elevaba a cineastas. Henry King era mejor que los que parecían sus iguales (no sé, Hathaway o quien sea) por esas pocas cosas que delineaba con más entereza, más soltura, más belleza. Hoy día, que ya tampoco queda oficio ni madera ni nada que se le parezca y todo es "marca personal", los detalles son el centro y la razón de ser de las películas. Ya no se pueden volver a rodar ni "Blonde Venus" ni "Wind across the everglades" y ves films enteros muy buenos porque convergen hacia una idea hermosa, pero que mejor es no compararlos con los que tenían cincuenta o cien por las razones que sean, porque había más cultura o porque la gente era menos egoísta o por un cometa que orbitaba no sé dónde, qué más da. Pasó un gran cine o el gran cine como sucedió con el jazz y está bien que sea así. No podemos vivir eternamente echando de menos lo que no volverá. Quedan cosas y nacen cosas y hay que seguir adelante.

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

Jesús, sé que viene poco a cuento pero, ¿sabes de algún texto o trabajo relativo al cine de los Lumière? Excepto la película de Rohmer, la de Frémaux que vi hace tiempo pero no recuerdo muy interesante excepto por las obras que rescataba, y un texto de Sadoul, no sé si hay algo más interesante por ahí y me vendría bien. Por cierto, en cuanto al texto de hace unos días sobre Led Zeppelin y su documental, me temo que aunque de pequeño sí que tuve interés por ellos (aunque era un tiempo en que no creo que me saliese mucho de los mayores éxitos), lo fui perdiendo, y me daban hasta cierta pereza, pero me has animado a volver a adentrarme en ellos y creo que será una buena experiencia. Así, por comentar algo, últimamente me han crecido los Replacements hasta parecerme una de las bandas más grandes que conozca, cuando antes no me fascinaban más especialmente que muchas otras. ¿Qué piensas de ellos?

Jesús Cortés dijo...

La mayoría de lo que hay sobre os Lumière parecen libros infantiles, te esperas que tengan un pop up en cualquier momento. No sé de ninguno más interesante, pero debe haberlo.
Los Replacements, entre "Let it be" del 84 y "Pleased to meet me" del 87 fueron una de esas bandas que entiendo que cualquiera elija como una de las de su vida porque también lo, fueron de la mía. Esos dos me parecen de los grandes discos de los años 80 ("Tim" también es realmente bueno y hay varios anteriores valiosos). Mi preferido es "Pleased to meet me", el primero que escuché allá por 1988 o 1989, cuando encontrar un album era una odisea. Son un poco lo que Big Star en los 70 o The National en los 2000, te pueden llegar a obsesionar y no quieres oír otra cosa durante semanas. Ten cuidado.

Anónimo dijo...

Hola, Jesús. Hablando de cine clásico y de un director que has mencionado muchas veces, además de escribir, creo que Beauvois es, al igual que fue Eastwood, uno de los últimos cineastas verdaderamente clásicos. Su última película no es una obra mayor, pero está hecha con un cariño y una delicadeza que la hacen entrañable, algo similar a El precio de la fama.

Jesús Cortés dijo...

A mí me ha resultado más patética que emotiva y no sentí en ningún momento que fuese más allá de la idea y lo escrito, que son un recital de buenas intenciones ejecutadas con automatismos, demasiados y demasiado previsibles. De primeras, decepcionante.

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

¿Qué prefieres del resto de la obra de Pablo? Yo tengo especial adoración por Las tierras del cielo, pero también Para Julia me parece una película extraordinaria, de una emoción y delicadeza enormes, que consigue crear una cercanía conmigo como espectador única tratando realmente de la relación entre dos personas que en ningún momento apelan a mí directamente.

Jesús Cortés dijo...

"Para Julia" tiene tan pocos medios que da casi lástima verla. Bonitas ideas imposibles de materializar como supongo le hubiese gustado. Si no recuerdo mal sonaba "Girl from the north country" de Dylan y recuerdo que pensé al mirar un texto que por el argumento me recordaba a la letra de una canción, precisamente de Dylan, "Simple twist of fate", una de las más grandes que se han hecho.

Anónimo dijo...

¿Ves todas las películas varias veces?

Jesús Cortés dijo...

Todas no, no soy masoquista.

Miguel Marías dijo...

¿Por qué este corto admirable de 2021 (así consta en la película), al parecer mostrado en Valladolid en 2022, lo veo ahora porque hablas tú de "Por la pista vacía" y supongo que, si ni tú ni yo lo habíamos visto antes, no muchos habrán sido sus posibles espectadores? Emocionar con una actriz, un texto que no hace pseudoliteratura, una planificación lógica y no narcisista es lo que consigue Pablo García Canga, superando a casi todo lo que se rueda cualquiera de estos últimos años en España, y que a mí me ha recordado otro gigantesco cortometraje, "Les Veuves de quinze ans" (1964) de Jean Rouch. Me gustaría saber - mi duda es un elogio - si PGC es un enorme director de actores (pese a su más bien escasa experiencia) y a guiado a la maravillosamente verdadera Bruna Cusí durante cada segundo de cada plano, o ella es una actriz genial y ha sabido ponerse en el lugar que le marcaba el texto, sintiéndolo de verdad.

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

Bueno, hablo desde la opinión personal, pero encuentro siempre en las películas de Pablo que los actores están muy bien, y que en "Por la pista vacía" encuentra a quien mejor le sigue el ritmo, por lo de mi apuesta sería que ambos han trabajado mucho y muy bien para acabar haciendo la película, él preparando un texto muy bueno que efectivamente ella ha sabido entender, y además él se ha esforzado por ayudarla a lograrlo. Recuerdo que cuando presentó "Las tierras del cielo" en Gijón habló de las varias veces que se habían juntado todo el pequeño equipo de la película para preparar cada escena, trabajando para lograr sacar lo mejor del texto. Por cierto, con respecto al deseo de Jesús de ver un western de Pablo, resulta que rodó uno, muy atípico pero a mi parecer también muy bueno, "Du côté de l'ouest lointain", que tiene en su canal de Vimeo.

Anónimo dijo...

Jesús que películas prefieres del mejor actor de la historia, Pedro Infante?

Jesús Cortés dijo...

Hombre, tal vez deberías destacarlas tú, que eres tan entusiasta. Yo recuerdo con mucho aprecio algunas como "Cartas marcadas" de René Cardona padre o varias de Rogelio González. Aún debía madurar mucho, le quedaban probablemente los mejores años por delante cuando falleció.

Anónimo dijo...

No te gusta Ismael Rodriguez?

Jesús Cortés dijo...

¿Dije eso?. Algunas me parecen realmente buenas. Hay pocos mexicanos de esa época sin interés.

Anónimo dijo...

Jesús has visto Haha no omokage y Asu wa nipponbare? Son los dos últimos Shimizu que he visto y me parecen de lo mejor que hizo. Un descubrimiento increíble todas sus películas "post-war" que se han aparecido últimamente.

Jesús Cortés dijo...

Sí, claro. "Haha..." es un film de la estirpe de "The courtship of Eddie's father", pero más sobrio y esencial, la génesis misma de la familia, una que dejó de existir y se recompone, de otra manera, quizá la única posible. El scope y los desplazamientos laterales, el humor y el desenfado parecen nuevos en Shimizu, pero realmente su cine de los 50 estaba virando hacia ese terreno y es posible pensar en qué hubiese filmado en los 60 y no estaría tan lejos del gran cine americano.
"Asu wa nipponbare" en cambio, diez años antes, vive en los días de los grandes Rossellini y está a esa altura increíblemente. ampliando aún más los limites de este genio del que aún no creo que tengamos una dimensión completa porque cada nuevo descubrimiento lleva un poco más allá todo lo que de él sabemos. Parece mentira que con un autobús, una carretera de montaña, diez o doce intérpretes desconocidos, en una hora y sin que ocurra literalmente nada - una avería - quede encapsulado el Japón de la posguerra, las heridas que no se cerraron, la capacidad para volver a vivir y a encontrar aire nuevo que respirar, la solidaridad y hasta una (doble) historia de amor. Lo mejor que vi este año junto a la también prodigiosa - directa al primer puesto de 1981 - "Bakit bughaw ang langit?" de Mario O´Hara, que además contiene la mejor interpretación femenina que haya contemplado en años, la de la maravillosa Nora Aunor, que por cierto acaba de fallecer hace unos días. Descanse en paz.

Anónimo dijo...

¿tienes acceso a la película de mario o'hara con subtitulos? llevo tiempo teniendo pendiente a Mario O'Hara y me has puesto los dientes largos con la que parece su mejor película

Trueno

Jesús Cortés dijo...

La copia existente está en KG y es un espanto, pero al menos tiene subtítulos. Y no me parece claramente la mejor suya de las vistas - que siguen siendo pocas - porque anda pareja con, como mínimo, dos más, "Tatlong taóng walang Diyos" y "Babae sa breakwater"

Anónimo dijo...

La verdad que justamente eso es lo que me ha echado para atrás, que la mayoría son copias pésimas. Una pena. Respecto a la película del post, una maravilla. Rohmer, Hawks, Walsh, Llinás pasaron por mi mente al verla.

Trueno

Anónimo dijo...

Están apareciendo un montón de películas japonesas imposibles de ver hasta ahora, no solo las de Shimizu. Me quedé muy impresionado con dos de ellas Amai ase de Shiro Toyoda y Onna no saka de Kozaburo Yoshimura.

Ruy

Jesús Cortés dijo...

Las miraré, Ruy. Me alegra lerte de nuevo por aquí

Anónimo dijo...

Y lo mejor más reciente? Se ha estrenado Rust!!!! Aunque las críticas son terribles, parece que el director lo tendrá difícil para seguir.

Jesús Cortés dijo...

"The shrouds" de Cronenberg

Anónimo dijo...

Hola, Jesús. Te quería preguntar tu opinión sobre una encuesta que ha salido hoy en "Babelia" sobre las mejores 50 películas españolas desde 1975. No sé si has tenido oportunidad de echar un vistazo. Ya sé que estas cosas no hay por qué tomarlas demasiado en serio (me ocurre incluso con la de "Sight & Sound” de hace escasos años), pero al fin y al cabo han sido 53 los “especialistas” preguntados y El País, guste más o menos, sigue siendo el periódico más leído e importante de España.
Arrebato, La escopeta nacional, El Sur, Los santos inocentes, Mujeres al borde..., Amanece..., El desencanto, Alcarràs, Cría cuervos, Función de noche, Todo sobre mi madre, El viaje a ninguna parte, As bestas, ¿Quién puede matar...?, El crimen de Cuenca, Estiu 1993, ¿Qué he hecho yo...?, Tesis, El año del descubrimiento y Furtivos son las 20 primeras.
Tú has visto mucho más cine que yo, pero hasta donde llego creo que el listado refleja una tendencia muy acusada en (digamos) la crítica cinematográfica de los últimos tiempos: una corriente sociológica-progresista que valora más la película considerada "moderna" o que supuestamente mejor refleja la sociedad de su momento. También puede revelar, claro, cambios de sensibilidad en los críticos más jóvenes (lo cual no es malo, evidentemente), pero me temo que también contiene elementos de corrección política que denotan insinceridad y pura cuota, como (opino) cierta sobrerrepresentación de mujeres directoras en los últimos quince años (frente a hombre directores).
Si esto que expongo es así, ya me extraña menos que directores como Fernán Gómez, Garci, Borau, Camus, Gutiérrez Aragón o Urbizu tengan escasa o nula representación en el listado. Guerín (no soy fan incondicional, pero reconozco que es único) no tiene ni "En construcción" entre las 50. Hay 7 de Almodóvar y ninguna es "Volver". Y a Buñuel (¡Buñuel!) lo encontramos en el puesto 47 con "Ese oscuro objeto del deseo". En fin, podría dar unos cuantos ejemplos más de una selección que me parece que no se aviene a criterios mínimamente cinematográficos (sean estos los que sean).
Sería interesante que pudieras ver el listado completo, Jesús. Me encantaría saber tu opinión y, por qué no, también la de otros asiduos visitantes de este blog.

Luis

Jesús Cortés dijo...

No puedo ver esa lista, no estoy abonado al periódico.
Los resultados de las encuestas dependen de a quién le preguntes, como es obvio y las tendencias son los medios quienes las marcan.
Es sencillo, basta con no preguntar a cierta gente y hacerlo en tu "círculo" para que te salga lo que tú quieres y no veo ahí a Alfonso Crespo, Fran Benavente, Santiago Gallego, Francisco Algarín, Fran Gayo, Gonzalo De Pedro, Álvaro Arroba, Fernando Ganzo, Manuel Lombardo, Vanessa Agudo, Miguel Blanco Hortas, Paulino Viota, Miguel Marías, Félix García de Villegas, Manuel Asín, Gonzalo de Lucas, Pablo García Canga, Elena Duque y otros.
Es bastante probable que, consultándolos, ninguno de los "valores" que pretenden transmitirse cuajaran, así que han hecho bien en prevenir, Para que aparezcan films oscuros, excéntricos minoritarios, marginales, de mala fama o desconocidos no organiza un medio importante nada.

Jesús Cortés dijo...

Me han dicho está misma tarde que Fran Gayo murió en Argentina hace un par de días. Descanse en paz

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

Fran Gayo, además de su labor en el cine, hizo yo creo que bastante música interesante, tanto en Mus como su disco en solitario.