martes, 3 de diciembre de 2013

MIENTRAS DUERMES

Oculta entre dos de sus películas más famosas, "A place in the sun" y "Shane", que alguna vez fueron, sobre todo la segunda, enarboladas por la crítica americana como hitos de su cinematografía, ejemplos de que desde sus códigos y ancestros llegaban tan lejos como los europeos - inmigrantes o no -, "Something to live for" es la obra más emocionante y realista filmada por George Stevens en muchos años.
Tal vez a finales de esa década de los 50 su delicada partitura de piano hubiese sido sustituida por una balada de saxofón, sus escenarios y peripecias nos parecerían modernos, contemporáneos y ahora estaríamos hablando de un clásico, de un film eterno.
En contrapartida a esa pérdida, definitiva si nada lo remedia, queda una obra tan íntima y exultante en sus corrientes apariencias como inabordable a la caricatura, protegida por una especie de aura que no permitiría hacer de ella un "mal" uso.  
Estos dos amantes al filo del alcoholismo son la personificación misma del deseo.
No ya de estar juntos; de vivir, de seguir, de sentirse mirar hacia adelante con la misma convicción de quien recapitula.
La prodigiosa escena paralela en que se encuentran es el mejor ejemplo de ese ansia. Llamadas telefónicas que no llegan por instantes a conectarlos, ella que se siente al fin con fuerzas para tirar el trago de bourbon por la ventana, él que en la excitación de verla, casi recae en viejos vicios, la lluvia, el teatro en penumbra...
Nada puede haber más realista que un trozo de celuloide como ese, que a uno le parece haberlo vivido nada más verlo. Buena paradoja si pensamos que lo filmó uno de los cineastas más adosados a un concepto de fatuo enlatado hollywoodiense, especialmente aquí en Europa, donde no hubo con él ni piedad ni sosiego.
Esto ya poca importancia tiene.
Al final del día solo quedan las grandes películas en la memoria; paupérrimas como "Echoes of silence" o ricas como "My sister's keeper", contagiosas y entusiasmantes como "Le temps de l'àventure" o intimidantes y oscuras como "We are what we are".
Si ya parecía "pasado de moda" Stevens cuando hacía "Penny serenade", "The more the merrier", "Vivacious lady" o "Bachelor bait", injustas perdedoras todas frente a los elixires de las screwball comedies y los melodramas más vigorosos de los 30 y 40, ¿quién iba a esperar nada verdaderamente grande de su cine en 1952 si nadie había reparado siquiera en su "Nazi concentration camps"?
La calma elegante de este otrora brillante publicista "caído" en la abstinencia, Alan, que de repente se siente inspirado de nuevo - por un par de botas, por una mañana cualquiera - (Ray Milland) y la esperanza de rehabilitación que atisba en dos tardes junto a él Jenny, actriz de segunda encorvada sobre su propia debilidad (Joan Fontaine), se combinan en un efecto intangible pero difícilmente soportable para la sensible mujer de él, Edna (Teresa Wright), que querría ser Penélope y descoser de noche lo cosido durante el día.
Y no pensar, ni en ellos, ni en el bebé que trae dentro, ni en la chica que él encontró tirada en una habitación y ayudó sin intereses particulares, corporativamente.
Maravillosamente dialogada, con esa amplitud para ser igual de efectiva en escenas con dos personajes o en otras con múltiples relaciones cruzadas (la escena de la fiesta en casa del insufrible Baker - Douglas Dick, "especialista" desde "Rope" y "The accused" -, un modelo de disposición espacial), "Something to live for" se mantiene en todo momento contenida, agazapada detrás de las barreras de los sentimientos no expresados.
Sus tristezas y sus decepciones se intuyen en el futuro mayores, cuando se vuelva la vista atrás y se recuerden los episodios pasados.
Edna probablemente habrá conquistado un nuevo lugar, uno que nunca supo debía tomar al comenzar el film, cuando vencida con su ayuda, de antemano, la gran batalla de él, había adquirido "en propiedad" ese sucedáneo de lo que anhelaba, el agradecimiento.
Alan, que de haber sido libre, pudo parecer una versión tranquila del Jack Lemmon de "The apartment", probablemente se marchitará como el Fred McMurray de "There's always tomorrow".
Quedará Jenny, allá arriba en las tablas, renacida. Y parecerá invicta, hasta que un día deje de girar la rueda.

21 comentarios:

Sergio Sánchez dijo...

No te ha convencido la referencia al Nilo en el primer título ¿eh?. Primera noticia de esta película, aunque la noticia del día es que he reconocido la foto de portada, con lo espeso que suelo estar en estos juegos.

Jesús Cortés dijo...

Es "Bubù" de Bolognini, sí.
La anterior eran Blind Melon tocando en Woodstock' 94, que también es una película.

Luis S. dijo...

Bonita reivindicación del cine de Stevens y de esa película en concreto (que no he visto). Habrá que descubrirlo "seriamente"; como tantos otros directores del Hollywood llamado clásico, en segundo o tercer plano tras los "obvios grandes". Creo que sólo he visto cinco o seis películas de Stevens, las más famosas seguramente ("Gigante" y "Serenata nostálgica" hace muchos años), de las cuales la que más me gusta es (qué le voy a hacer) "Shane", creo.

(gracias por la recomendación del post anterior, Jesús; me ha gustado mucho "Tender Mercies"; por si alguien tiene curiosidad: http://www.elcineenquevivimos.es/index.php?movie=2198)

Jesús Cortés dijo...

El único "problema" con "Shane" es que fue sobrevalorada por la crítica americana, que la situó al nivel de los más grandes westerns. El asunto inverso, la minusvaloración, es el que afecta a otras y en especial a esta extraordinaria "Something to live for", muy superior a aquella y la mejor que hizo junto a "Penny serenade" y "Gunga Din".
"Tender mercies", casi tan de Robert Duvall como de Bruce Beresford, es muy buena.

Ricar2 dijo...

No estoy seguro de haberla visto, en todo caso, haría demasiado tiempo. Me gustó mucho una que puso Garci en su añorado programa, que tengo el sabor de ser una delicia, con Joel McCrea; no recuerdo el título pero según Imdb debe ser "The more the merrier" (El amor llamó dos veces, 1943)

Jesús Cortés dijo...

Yo tampoco la recordaba apenas cuando la he revisado. "The more the merrier" me gusta también mucho.
Ahora me urge revisar "I remember Mama" del 48, de la que tengo un recuerdo agradable y lejano.

Rafa Morata dijo...

Muchísimas gracias por la estupenda reseña, Jesús. No he visto la película: Stevens es un director bastante anodino que nunca me ha interesado y me resultó siempre antipático en el plano estético... pero quizás sea buen momento para anotar este título.

Saludos cordiales,
Rafa.

Jesús Cortés dijo...

Pues suele tener mucho interés la mayoría de lo que hizo.
Pudo haber sido sobrevalorado por Bazin, como sucedió con Wyler - compartiendo bastantes características -, pero lo fue por Agee, que se murió antes de la época de reordenaciones cahieristas.

Rafa Morata dijo...

Habrá que revisar entonces algunas de sus obras, Jesús. Ya que mencionas a Wyler, a él sí que lo tengo personalmente muy valorado (más bien, revalorizado... y muy al alza), sobre todo sus espléndidos melodramas, inagotables, inquebrantables, soberbios. Un abrazo: siempre es un placer leerte y aprender contigo.

Jesús Cortés dijo...

A mí también me siguen gustando tanto como siempre "The best years of our lives", "Mrs Miniver", "Carrie", "The westerner", "The little foxes" o "Detective story". No serán arriesgadas, ni emergerán por encima de sus circunstancias, con lo que no conectarán con ninguna futura corriente - y hay tantas involuntariamente enrraizadas donde pudieron al desplomarse el pasado - pero se acercan a veces a una clase de perfección que suele ser irreprochable en el recuerdo de épocas teatrales y literarias y con las que el cine alguna vez tuvo mucho en común.

Rodrigo Dueñas dijo...

Volviendo a ver la excelente "Penny serenade", me sorprendió bastante la escena del primer baño de la bebé recién adoptada, escena, además larga, que en la mayoría de las películas americanas hubiese sido podada (de hecho, me resulta improbable que fuese escrita por un guionista, más bien parece creada en el plató) sin contemplaciones pues no añadía nada a la narración ni ofrecía un suceso o una situación relevante. Este gusto por la descripción menor, por los instantes "poco significativos", lo emparenta con el cine de alguno de los más grandes creadores americanos (Chaplin, McCarey, Ford... por no hablar de Stroheim, que es digresión pura), salvando las distancias, claro. Por lo que recuerdo de otras películas suyas (tú podrás desmentirlo, Jesús, si estás viendo más obras de él), Stevens tendía más bien al estancamiento y a la rigidez.

Jesús Cortés dijo...

Esa escena de "Penny serenade" nos puede parecer una audacia por el mero hecho de existir y que encima no tenga cortes, pero seguro que a Stevens o, como bien dice Rodrigo, a McCarey o cualquier otro de los que pudieron haberla rodado (ahora recuerdo la del gatito con el sombrero en "The bells of St. Mary's") desde luego les movía sólo el afán por ser realistas, incorporar la vida a sus películas. Nada artificialmente modificado se estaba añadiendo y ningún fin artístico perseguían, las dos bases de una clase de verdad cinematográfica tan admirable como la que más.

Anónimo dijo...

Recuerdo una entrevista con Howard Hawks en la que el maestro citaba a Stevens como uno de sus cineastas favoritos, algo que siempre me ha chocado. No porque sea mal director (tiene varias películas que me gustan, y mucho), sino porque era muy rígido, como dice Rodrigo, sobre todo para la comedia (algo que lo emparenta, a mi modo de ver, con el citado Wyler). Por ejemplo "Gunga Din", una de las más hawksianas de su filmografía, es una estupenda película de aventuras, pero yo la encuentro menos lograda en su faceta humorística, por no hablar de como tratan a la pobre Joan Fontaine...

Ángel

Jesús Cortés dijo...

Por rígido imagino que os referís, pese al episodio de "Penny serenade" del que hablábamos, a que pocas cosas parecen improvisadas o impulsivas y eso puede ser consecuencia de rodar muchas tomas, cosa que tenían en común ambos, Stevens, Wyler y muchos otros que podrían permitírselo.
Yo encuentro varias comedias de Stevens divertidas y ligeras. No diré que sean comparables a las de Sternberg o Stiller, pero - y esto es algo obvio, sobre todo en pintura o música - puede llegarse a la ilusión de naturalidad por perfeccionamiento también.

Anónimo dijo...

No he visto esta película pero me han dado ganas de verla después de leer el post. Soy de los que creen, quizás influidos por las opiniones de los que considero influyentes en mi manera de ver el cine (y habría que ver cuanto incide esto en las opiniones de todos), que George Stevens es un cineasta menor, que quería hacer películas importantes, pero que no conseguía casi nunca alcanzar sus propósitos por incapacidad manifiesta para dar ese algo más a las historias que sí tenían otros dentro del cine clásico americano. No he visto desde luego todas sus películas para hablar de ellas. De las que he visto, mi favorita y la que considero casi una obra maestra es "A place in the sun". Los actores están extraordinarios y su química permanece, aunque quizás la película traicione su propia historia por un exceso de romanticismo. "Shane" es menos de lo que quiere ser, otra vez, pero más de lo que se ha llegado a decir de ella. Tiene una característica que la emparenta con "Giant". El paisaje, tan importante, tras trascendente, nunca alcanza su plenitud expresiva. Es tan solo, en mi opinión, un telón de fondo impresionante, pero sin alma. Uno echa de menos a un Anthony Mann que les de dimensión. Y es que esa rigidez se observa en todas las películas que he visto de él. Las comedias, las tragedias, los westerns, bíblica, todas parecen estancadas, compartimentadas... como las de Wyler, otro con el que tiene que ver en todos los sentidos. Otro ensalzado y luego denostado. Pero creo que en realidad es muy superior a Stevens. Tiene una rareza avanzada a su época, como "The collector", y "The best years years of our lives", un monumento del cine, que "salvan" una carrera, que sin ellas aún sería buena. El resto de sus películas a veces me gustan mucho, y otras muy poco, vaivén provocado por si me molesta o no la constante "firma" en los planos para demostrar su poderío y capacidad. Firma que casi siempre está por encima de las películas. Cuando esa firma desaparece dentro de la historia, o está fundada en la estructura y la trama, los resultados son formidables. Ya se han citado.
Quería añadir algo. Todas estas viejas películas se engrandecen con el paso de los años. Aún siendo flojas, poco interesantes, se nota en ellas, se ve, algo, que ahora, para mi gusto, es imperceptible, en la mayoría de películas actuales que se podían asemejar a ellas. Asemejar en el sentido de que no pretenden más que agradar al espectador hora y media. Y es que aquellas tenían una vocación de escritura con la imagen que para mí ha desaparecido. Prefiero un plano cargadísimo de Wyler, por la voluntad que expresan de querer decir algo con la imagen, que la mayoría del cine actual. Errados o no, para ellos el cine era algo que hoy yo veo desaparecido. La forma de comunicarse con el público con la imagen, el montaje con sentido dramático, se ha perdido en el cine "normal".




Jesús Cortés dijo...

Tengo por buenos o grandes "paisajistas", o lo que viene a ser lo mismo, encuadradores de planos generales, a la inmensa mayoría de los mejores directores americanos. Se ha repetido tanto lo de Mann que parece que haya algo suplementario en su cine que no esté en el de Boetticher, Ford, Fleischer, Ray, Dwan, Peckinpah, Fuller, Walsh, Cimino, King, Daves, etc.
Obviamente ya es tarde para comparar; la posibilidad de ver estos films de nuevo en pantalla grande, más aún si se filmaron en scope, es pequeña y azarosa, pero un George Sherman o un Lesley Selander (o un Stevens, ya que era el tema), directores de esa "segunda fila" ilustre que tenía a tantos gigantes por delante, eran excelentes en la composición, expresivos - partiendo siempre de la lógica, la economía, el equilibrio - y más interesantes a todos los niveles que la inmensa mayoría de los cineastas actuales.

Rafa Morata dijo...

Como comenté a Jesús, debo o debería revisar las obras que he visto de Stevens, un cineasta que no me apasiona en absoluto. Su "Lugar en el Sol", la que a priori más me gusta, resulta literalmente aplastada cuando recuerdo la versión de Sternberg, uno de mis mitos, en "Una tragedia americana". En cuanto a Wyler, ahí sí que soy machacón... quizás por mi veneración del melodrama. A Wyler le noto una ambición que muchos de sus detractores parecen olvidar, y es que son muchas casualidades en su obra. No habéis citado "Desengaño", otra adelantada a su época, una rareza, muy sentida y profunda, o su empeño por arreglar el desaguisado cometido con "Esos tres" a través de "La calumnia", muy valiente para la época en que fue rodada (de hecho, "Esos tres" creo que es bastante salvable). Pero otros empeños de Wyler son, al margen de "Mejores años de...", "Carrie" (que citaba Jesús) o sus melos de los cuarenta. Pienso, por otra parte, en "El coleccionista" y no puedo imaginar que detrás se oculte un director rígido. Yo creo que Wyler era un perfeccionista y, por supuesto, un brujo de la puesta en escena clásica (que no rígida o académica). Ahora bien, fuera de sus melos, lo soporto poco. Perdonad si desvío el tema, pero es que la revitalización de Wyler por mi parte ha sido fundamental.

Un cordial saludo,
Rafa.

Jesús Cortés dijo...

De acuerdo con Rafa en la apreciación de "An american tragedy", que también me parece largamente superior a "A place in the sun" y uno de los grandes Sternberg.
"The collector", algo limitada para mi gusto, es uno de los (pocos) buenos Wyler finales, un poco su "Frenzy" particular en el aspecto de acompasamiento a nuevos ritmos mirando a su propia juventud, donde, a veces un poco enmascaradas, ya hubo audacias similares.

Anónimo dijo...

La última, que yo sepa, versión de "An american tragedy", es "Match point" de Woody Allen, sin ser reconocido en ningún momento, y que la mayoría de iletrados que hablan de cine públicamente, ni mencionan. Para mí, la de Sternberg es la mejor, y esta última la peor de todas, con diferencia. Parece que la carnalidad de la actriz protagonista era suficiente para todos disfrutaran de la película, y la aplaudieran. Yo vi una actriz muy atractiva, sí, pero dentro de una película que traicionaba lo que contaba a mi modo de ver. La historia le pone en bandeja al odioso protagonista conseguir todo lo que se propone sin ningún esfuerzo. Le vemos ascendiendo en la escala social, emparejarse con una adinerada, tener una doble vida, matar, sin que en ningún momento, para mí, hacernos sentir ninguna angustia que tantos acontecimientos en la vida de una persona provocaría, creo yo. Ni siquiera si la película quisiera ser tan provocativa como para que el espectador sintiera cierta afinidad por ese tipo tan cruel y frío. Cosa que Von Sternberg y Stevens sí consiguen. Y la novela original, claro. El remordimiento, la ambición, la locura, etc... Perdón por el off topic, como se suele decir en estos casos.

Rodrigo Dueñas dijo...

Reviso la para mí casi olvidada "Swing time" y constato que Stevens también era capaz de alcanzar el ritmo, la precisión y la chispa de la comedia. Pero además este musical no se asemeja a lo que recordaba de las películas con Fred Astaire y Ginger Rogers (estupendos números de baile incrustados en historias sin interés): el guión es bueno, con un humor y unas réplicas estupendas, los secundarios (actores y personajes) son muy buenos y la dirección, como ya he dicho, es excelente. Y, sorpresa, bailes y canciones están muy bien integrados en la acción. No son números autónomos sino que, como cuando ella decide dejar al protagonista, la canción ("Never gonna dance") y la sucesiva danza nacen como surgidos de sus sentimientos (no hay orquesta que toque para ellos ni aparato de donde surja la música). Y se separarán, ellos creyendo que de forma definitiva, cuando a la vez terminen música, baile y secuencia.
En cambio "Top hat", de Sandrich, tiene un guión más flojo y laborioso; y fuera de Edward Everett Horton, los secundarios (de nuevo tanto actores como personajes) son flojos. Eso sí, de nuevo hay canciones y bailes (como la escena en que se conoce la pareja) perfectamente integrados en la acción.

Rodrigo Dueñas dijo...

Emoción callada. Entereza. Gravedad.
No se está para bromas: ya no son jóvenes, y lo que han dejado y les acecha (el alcoholismo) es muy serio.
Al protagonista le dice su esposa: "Eres un hombre muy agradable... aunque no opines lo mismo".