domingo, 1 de noviembre de 2020

UNA MARIPOSA

Como toda película verdaderamente romántica que se precie, “Fantasma d'amore” es una anomalía en su año de estreno, 1981. Por esas extrañas coincidencias, subterráneas hermandades y descabelladas afinidades electivas, no es el único esfuerzo por ésta, la causa cinematográfica perdida por excelencia, y bien pudo coincidir en alguna marquesina con “An American werewolf in London” de John Landis o “They all laughed” de Peter Bogdanovich, ya que dudo mucho que a nadie se le ocurriera programarla junto a varios “exóticos” Xie Jin, Aparna Sen o Ishmael Bernal que vivían, en el mejor de los casos, esa doble vida esquizofrénica de festivales para críticos del primer mundo y cines para espectadores del tercero o el cuarto.

"Fanstasma d'amore" para nada parece pertenecer a ese momento, del que parece desprendido, ni tampoco sigue la estela de los Dino Risi finales, aplacadas varias, si no todas, las tendencias grotescas, siniestras y caricaturescas que fueron ingredientes a mezclar con esmero en sus mejores comedias y peligrosos aditivos en estos, mayoritariamente dramas de su última etapa. No debe haber género ni un tono más adecuado para contenerlas que el que obliga a adoptar, si se hace de veras, un film donde el amor y los sentimientos que despierta y aniquila, dominen la escena. Cualquiera de las películas finales y no me refiero a las últimas, podrían ser las primeras, las que no tienen salida ni destino, las que creen a pies juntillas en que vale más vagar derrotado que tratar de camuflarse entre desprecios, no pueden ni por un momento estar unidas a presente alguno.

El drama, para la posteridad, ha quedado unido a un hecho externo, a que este fue el último invierno de la vida - el año y medio que le restaba antes de morir ya apenas sería un espectro - donde fue filmada Romy Schneider, no sé si la mejor, una de las mejores en todo caso, pero quizá sin duda la actriz más transparente de la historia del cine. No hubieron de pasar ni dos meses desde el estreno para que Romy encaminara la última y más dolorosa de sus depresiones, que no recordaré más porque bastante han predominado tales circunstancias afectivas y adictivas suyas y demasiadas veces se han confundido con la audacia y la capacidad para exponerse de esta actriz extraordinaria. Por las frías calles de Pavía y Sondrio, un acomodado públicamente y pobre vagabundo sentimental para sus adentros Nino (Mastroianni, también muy bien), la encontrará de entre los muertos de su pasado para perderla de nuevo, varias veces incluso, llevando lo relativo a lo absoluto, esta vez sin vuelta atrás.

Risi se desprende de los bártulos propios y de los que le encomendaban el agonizante cine italiano, el público fiel que lo seguía y el ejército de guardianes de la modernidad y los filma sin casi tocar con los pies el suelo, mirado él por todos como si hubiese perdido la cabeza, que visto el panorama que le rodeaba y la vejez que le esperaba, acepta como destino sin la mueca desencajada de rendición de "Lilith", más bien con la enferma felicidad de "De man die zijn haar kort liet knippen".

Esta vez no hay crítica particular ni afilada referencia social, o sí la hay pero no importa nada, ya que Risi debía estar pensando en el clarinete del anciano Benny Goodman o en barcas que recorren lagos neblinosos, porque si no, es difícil explicarse cómo se le ocurrió esa idea de colocar en el primer encuentro formal de los amantes una fruta podrida en un cuenco de la mesa y no hacer zoom para señalarla, cómo abandona la idea del paraguas de Nino por las buenas cuando parecía un elemento incriminatorio que pudo desviar la película por senderos mundanos, con qué emoción filma un autobús, una consulta médica o un recodo de un puente y con qué calma recoge cómo se quita las botas Nino por última vez antes de ser degradado y ya su casa le empiece a parecer un sitio extraño.

De resultas, "Fantasma d'amore" se construye por acumulación de gotas de ese elemento de delicada manipulación, la flaqueza de la concesión, quizá también la del mismo cineasta y la de Bernardino Zapponi conforme la iban escribiendo, quizá porque ciertas cosas no se pueden entender hasta que se vive mucho: admitir que nunca se dejó de querer a quien se perdió hace años, admitir que no se quiere vivir un minuto más la vida presente y ya no se explica uno cómo la ha podido soportar, admitir que nadie va a entenderte en el caso de que tú mismo llegues a hacerlo. 

Si en realidad no hace falta que hagamos ni digamos nada para devolver a los demás una imagen nuestra y otra de ellos mismos, tal vez las dos muy erradas y basta la mera percepción que tengan de todo ello para provocar una decidida actitud, es bastante lógico que esta historia de proscritos tal y como la filma Risi, permanezca surreal, confundida con la realidad, filmada con un escándalo al fondo del escenario pero eliminando los comentarios, acallando el coro, sorda, radical, convencidamente.

4 comentarios:

José Andrés dijo...

Es curioso que en su momento pareciera una película a contrapié, triste, sin brillo, desfasada, y que hoy nos devuelva un eco nostálgico de la misma época en la que no fue apreciada. Visto lo que por entonces hacia su director y lo que hizo después, bien puede considerse su último trabajo de valor junto a "Caro papa". Comparto todo lo dicho sobre Romy Schneider. Muchas veces hablamos de que "ya no se hacen películas así"; lo que de verdad es imposible es encontrar una mujer y actriz como esta.

Jesús Cortés dijo...

Todas las películas, personajes y giros "sentimentales" están desfasados, ya tengan cien años o uno. Combinados con el puro terror por el paso del tiempo como aquí, desprenden un aroma a culpabilidad, una especie de llamada de atención desesperada, la más inconfortable que se pueda imaginar.

Rodrigo Dueñas dijo...

Asombrosa película, y asombroso es que en su momento y hasta ahora haya pasado desapercibida. El pasado que vuelve, el gran amor perdido, la juventud, la vejez, la locura, la obsesión, la muerte... imagino que todas estas cuestiones no llaman desde hace tiempo la atención si se tratan en serio.
Me ha recordado a "Jenny" y me ha hecho pensar en lo poco que sé de "Mary Rose", el proyecto tan querido de Hitchcock, que no le dejaron filmar.

Jesús Cortés dijo...

Sí, de pocos (Dreyer como paradigma e influye mucho lo poco que produjo a partir de cierto momento) añora uno tanto lo no filmado como de Hitchcock, especialmente si hubiese acometido el proyecto en los 60, cuando más se atevió con todo.