Tan divertida como precisa.
La primera "comedia internacional" de Abel Ferrara, como a él le gusta llamarla, "The Go Go Tales" rebaja considerablemente la carga dramática de sus últimas películas para venir a demostrar un hecho evidente: nadie rueda en el cine americano con esa soltura, ni siquiera Eastwood, que precisa de mejores y mayores guiones.
Ferrara se lleva atreviendo con todo, sobre todo en el terreno de lo transcendente y lo oscuro, desde que deslumbrara a la crítica con la tremenda "Bad Lieutenant" hace ya casi 20 años. Una de las más inquietantes y misteriosas películas de vampiros, "The addiction", la cumbre de su cine para mi gusto, con un final antológico, viene a la memoria al contemplar esta pequeña historia de amistad (y trabajo), más que nada porque es lo opuesto temática y anímicamente.
Da gusto ver un film tan lleno de entusiasmo. A Ferrara no le debe preocupar demasiado que lo acusen de disperso e histérico, dos de los más injustos calificativos que se vienen aplicando a su cine. Sabe muy bien adónde va (y es capaz de pasarlo bien en el camino, no veo nada de malo en ello) y desde luego conoce perfectamente el mundo del que habla, ¿por qué tendría que aproximarse con una mirada oblicua y distanciada? ¿para alinearse con el espectador políticamente correcto tal vez? Los personajes hablan a gritos, acostumbrados al ruido, no son reflexivos ni calmados, actúan rápido y llevan toda la vida viviendo como si siempre fuese de noche, como los de "The killing of a Chinese bookie" de Cassavetes.
La concentración del film (de detalles, gags, incluso dramática) contrasta llamativamente con la dosificación que - ahora mucho más acrecentada en esta supuesta "era dorada" - está presente en muchas de las series televisivas que han encumbrado a HBO como el nuevo Hollywood.
Me interesa, la verdad, mucho más la capacidad para construir una galería de personajes a partir de un esquema puramente musical y a base de gags de Ferrara que temporadas enteras de "The wire" y compañía.
La diferencia entre el cine y la televisión era, en su origen, el radio de acción y un elemento puramente instructivo, ilustrativo (he estado tentado de decir educativo) sobre temas que el cine no trataba... todo relacionado en definitiva con el aprovechamiento del nuevo formato (y no hablo sólo de las dimensiones de la pantalla, sino de hábitos, una nueva cultura en suma) y contando siempre como algo básico con el dato de que la imagen se recibía directamente en el hogar de cada espectador. Así lo entendieron Rossellini, Cottafavi, Serling, Mulligan y compañía. Incluso debió transformarse en el medio "culto" por excelencia.
El carácter peyorativo que tuvo y sigue teniendo cualquier secuela (¡hasta "The Godfather, part II"! y no digamos la tercera) se basa en la mismas razones que han encumbrado a muchas series: repeticiones, imposibles piruetas narrativas, desvirtuación de ideas, innecesaria prolongación de hallazgos, introducción de nuevos y discutibles elementos... Terence Fisher presentaba a Dracula o Frankenstein como un personaje nuevo en cada una de las películas que rodó sobre esos personajes, no por menospreciar la memoria del público o intentar venderles como nuevo algo conocido, por si captaba nuevos adeptos, sino porque una película es plana y cerrada, una mirada a un universo (mucho o quizás muy poco) conocido.
Imaginarse "The Go Go Tales" como el episodio piloto (o el resumen, los highlights) de una serie sirve para entender mejor su valor, precisamente por lo que falta: cómo se puede conocer a un personaje con sólo verlo unos minutos (el manager de sala que interpreta Bo Hoskins), cómo puede transmitirse el orgullo del inconmensurable Ray Ruby (Willem Dafoe) a base de presentaciones de chicas que entretienen bailando a orientales - o en la extraordinaria escena final donde reivindica su sueño - o qué tipo de vida lleva cualquiera de ellas. No hace falta que digan ni que hagan nada más y esa es la belleza del film.
Y no hablo de concentración y ritmo queriendo decir que debe traducirse en intensidad y velocidad, lo mismo puede suceder en la, ay, indigerible, pesada y pedante "Melancholia" de Lav Diaz (qué desfachatez hacer una película de siete horas y media, quién se créerá que es para hacernos perder el tiempo de esa manera, bla, bla, bla) - una de las mejores, más amplias y emocionantes, películas que haya visto en los últimos años - o en el bellísimo corto de Jia Zhang-ke "Heshang aiqing".
Abel Ferrara, siempre desaliñado, sospechoso de mil adicciones y hasta un poco intimidante, ha tratado con suma inteligencia, sutilidad y arrojo un buen número de asuntos de esos que parecen reservados a intelectuales (auto)proclamados y encima ha sido capaz de eludir la tendencia que ha acabado engulliendo el cine de Jarmusch, Gilliam y en menor medida (las expectativas obligan) Almodóvar, Scorsese o Lynch, reinventándose en sus posibles amaneramientos a cada nueva película con toda la naturalidad del mundo, negándolos incluso, sin ahondar en lo que se le alaba más que en lo que se le critica, o mejor dicho, obviando las opiniones ajenas para hacer lo que siente.
Aquí incluso se permite infrautilizar a Asia Argento, caricaturizar a Matthew Modine y hasta dejar caer claramente en segundo plano a medida que avanza el film el leit motiv que en teoría debería hacer girar toda la trama, el billete de lotería extraviado que los sacará de la pobreza a todos, porque lo más importante es que el espectáculo no se detenga.
7 comentarios:
Interesante tu apunte sobre la "era dorada" de la HBO. Acaso un éxito nacido del desinterés por el cine de género, en el que los lugares comunes o códigos permitían el desarrollo de la narración partiendo de un pacto previo entre el espectador y el autor. Algo de esto encuentro en el éxito HBO, el juego con la memoria del televidente por la acumulación de capítulos y las referencias internas. Algunas de estas series (Los Soprano, The Wire, A dos metros...) persiguen establecer sus propios códigos. Es parecido a ver un western, por ejemplo: la impresión al fin de rememorar, con su disfrute, otros westerns vistos antes, como si todos formaran un inmenso tapiz, una serie al fin. Algo que también ocurre con algunos cineastas, al irse hilando referencias entre sus películas. Tal vez la diferencia, con las series HBO, la encontraríamos en que estas referencias no vienen digeridas y dosificadas.
(Por cierto, a El Padrino III, como dices, le pesa demasiado ser "la tercera", todavía hay quien no sabe verla como una obra maestra)
Un saludo.
Yo iría más allá con el tema de las series. Esa popularidad deriva de efectos de enganche iguales a los de los videojuegos y sin niguna relación con criterios cinematográficos. Cada vez que escucho que estas series tan conservadoras en el fondo (nothing´s shocking como decían Jane´s Addiction: qué casualidad que hayan cobrado esta relevancia en la época más adormecida y trivial que se recuerda a niveles sociales y políticos) son el nuevo cine se me revuelve el estómago. Ahora precisamente que el cine atraviesa uno de sus momentos de gloria venir con esas...
Soy curioso y veo todo lo que puedo, no me desanimo si al principio no me atrae; lo he intentado con muchas de ellas y no hay manera, siempre acabo encontrando los mismos defectos y tengo una sensación horrible de pérdida de tiempo, un tiempo que prefiero usar para ver otra vez "Two weeks in another town" por si mañana es demasiado tarde.
Hola, Jesús. Paso por tu estupendo blog con asiduidad, pero hasta ahora no había dejado ningún comentario. Este Ferrara lo tengo pendiente; gracias por tu reseña. La última película suya que vi fue la memorable "Mary".
Coincido en tu elogio de "Melancholia", de Lav Diaz, que pude disfrutar gracias a un pase de madrugada de la Rai 3. Es frustrante que películas como ésta tengan tan difícil acceder al espectador contemporáneo, salvo por unos pocos festivales especializados, el susodicho canal italiano y algún museo.
Vi, por cierto, el corto de Zhangke en una exposición sobre China del CCCB de Barcelona (que fue precisamente el organismo que lo encargó). ¿Sabes si ha tenido alguna otra difusión?
Jaime, el corto de Jia creo que lo han incluido en el DVD de "24 city" pero no estoy muy seguro. Es una suerte que retome su vertiente narrativa que no tocaba desde "Sanxia haoren" y además compelementa, desde otro prisma muy distinto, más maduro, lo que cuenta Lou Ye en "Yihe yuan", precisamente de 2006, el año de "Sanxia...".
Muy bien llamar la atención sobre ciertas "ausencias" doblemente escandalosas. Porque puedo "entender" los razonamientos (toscos) que se harán para no estrenar "Shirin" o "Independencia", pero "The Go Go Tales" o "Two Lovers"... estoy seguro (ya que eso parece ser lo único que importa) de que darían más dinero que el 95% de las películas americanas que sí nos traen puntualmente.
Miguel Marías
No conozco "Independencia", pero ya he podido ver "Shirin" ahora que ha salido en DVD.
Me ha sorprendido que no es, como leí, un film experimental, sino un tierno cuento reflejado, que es lo mismo que imaginado. Me acordé de aquella escena de "Le Pont des Arts" y surge la pregunta de por qué no hacerlo más amplio y realmente funciona, incluso mejor si no forma parte de un todo. No sé si Kiarostami conocerá a Eugène Green, pero son quizás dos de los directores que mejor han entendido a Robert Bresson más allá de lo que hacía con la cámara, pensar de esa forma, en el sonido, la distancia que se toma al personaje y al espectador, cómo moverse en ese equilibrio.
Bueno, "Independencia" es aún menos "experimental" que "Shirin" aunque, supongo, desde cierta óptica (para la que "experimentar" es un delito) debe de serlo cuanto no siga con adocenamiento chato un camino trillado y previamente hollado por manadas de elefantes. Así que "Go Go Tales" y "Two Lovers" a lo mejor son igualmente "experimentos". En realidad, para mí toda película es un experimento, hasta si no se lo propone... Por eso me alarma la creciente popularidad "crítica" de series de TV que encuentro convencionales (a veces correctas, no más), sospechosamente conformistas y de una lentitud que no se le toleraría a ninguna película.
Miguel Marías
Publicar un comentario