domingo, 15 de abril de 2012

OBSCURE ALTERNATIVES

Para el Número 3 de la Revista Détour, un programa doble con dos viejos amigos como protagonistas: Masao Adachi (del que se ocupa Ferdinand Jacquemort) y Kōji Wakamatsu.
Como es costumbre en dicha publicación, la introducción y la presentación audiovisual de los textos están en su blog.

lunes, 2 de abril de 2012

DOS CUERPOS Y MEDIO

"Identificazione di una donna" pudo ser la última película de Michelangelo Antonioni.
En varios diarios italianos donde se le veneraba más allá de lo aconsejable, abrumándolo - no se cansaba él de recordar su modestia, quizá muy real y no un escudo para protegerse de los que siempre le tachaban de pretencioso - con una atención y un silencio "encíclico" ante cada uno de sus movimientos, se llegó a correr la voz de que el maestro había muerto del ataque que acababa de sufrir.
No fue así, pero lo cierto es que se acabaron ahí las películas de Antonioni en esa década y no sería hasta mitad de los 90, trece años después, cuando retomaría su obra casi exactamente en el punto en que la había dejado con la colaboración con el aplicado Wenders en "Al di là delle nuvole / Par-delà les nuages".
El recibimiento a "Identificazione di una donna", que consolidaba su vuelta a Italia despúes de un periplo de casi quince años de coproducciones anglófilas (que algunos entendieron como anglófobas, sobre todo su trip en el desierto californiano) había traído de nuevo la típica retahíla de halagos tan automáticos como siempre desmesurados, que no hubiesen permitido jamás el contagio a un público no "convertido" a las bondades de su cine. Era habitual que el mismo ambiente creado en torno suyo fuese capaz por sí mismo de disuadir a curiosos y hasta posibles nuevos adeptos.
Imagino que resulta ventajista decirlo ahora, que se tiene la perspectiva de los años, pero realmente no era necesario.
Los que consideramos a varias de esas películas filmadas después de "Il deserto rosso" como las mejores que nunca hizo (no la antes referida "Zabriskie point" a pesar de su curioso uso de la música, pero sí desde luego "Blow up", la precedente "Il mistero di Oberwald" y sobre todo "Professione: reporter" y esta que nos ocupa), no debíamos recordar tiempos mejores ni adaptar el presente del cine de Antonioni a él, tratando de buscar la continuidad en la excelencia de esa parcela que se le adjudicó como propia en tiempos de "La notte" y compañía.
Una parcela que ciertamente ni era suya ni era la más importante que cubría su espectro creativo por muy en primer plano que estuviese y que ha quedado empequeñecida, difuminada o al menos recortados sus triunfos, con la difusión en esta última década de lo que por aquellos años hacían en particular varios japoneses como Naruse y Gosho.
Mucha menos atención que la plasmación de la soledad y derivados, compartida o no, en presente, imposible y paralizante, tuvieron su dirección de actores, sus minuciosos retratos de múltiples ambientes, su elegancia e inteligencia para el encuadre, su sencillez expositiva y su minimalista fluidez narrativa.
De todo aquello ya hace mucho tiempo, Antonioni se murió hace un lustro ya como vieja gloria semirretirada (aunque alguna colleja más le cayó con su corto para el film colectivo "Eros") y sus aclamadas obras de los 60 hace muchos años que no tienen - ahora hemos pasado al otro extremo y ya pocos las recuerdan, con total injusticia - el predicamento que tuvieron.
"Identificazione di una donna", la más hermosa de sus películas, a pesar de una famosa escena en la niebla - que "justificaba" ese deseo irreprimible de tanto exégeta por detectar cripticismos, incluso políticos, bien señalizados y anunciados con mimo para connaiseurs en el cine de Antonioni, despacio, alrededor de esos clímax fantasmales que parecen querer precipitarse al vacío - es uno de sus films más diáfanos y carnales.
Francamente divertida - no sabría decir si a pesar o quizás debido a la pose de pez fuera del agua de Tomas Milian - resulta una buena parte de la peripecia de ese director de cine detenido en medio de su vida, entre dos mujeres elusivas, sin probar trago, no como los atribulados alter ego de Hong Sang-soo.
No es ningún detalle trivial que este Niccolo Farra, a diferencia de otros protagonistas de su cine, hombres y mujeres, realmente toma atajos y se molesta en averiguar si sabe salir de la inacción bloqueante que le sobreviene o a la que finalmente deriva.
En una escena, la primera vez que contacta con la complicada Mavi, está mirando una radiografía, que se supone que es lo más cercano al "interior" de cualquiera - lo que tantas veces se ha asimilado a lo logrado mediante una escena cinematográfica que penetre en la epidermis de tanto que desvela de la intimidad un personaje - , y dice que prefiere ver a la gente cara a cara, para saber cómo son, porque si no, no hay forma de conocerlos.
Debido a esa toma de iniciativa y por su particular punto de vista inquisitivo, siempre buscando - a través de mujeres, como en la magnífica "Il grido" -, algo que pueda sugerir una historia o un personaje, queda el protagonista de "Identificazione di una donna" tan cerca del cine negro - no del europeo ni en realidad tampoco del americano, más bien de la literatura que lo inspiró - como el, en muchos aspectos, opuesto que deambulaba por "Professione: reporter".
Es interesante el aspecto erótico del film (amplificado, despersonalizado y visto desde fuera para casi convertirlo en el mismo centro de la citada "Par-delà les nuages"), reiteradamente fuera de contexto cuando aparece, que parece tan ostentosamente prescindible que resulta buñueliano.
Pero ¿no lo son entonces también tantas líneas de diálogo (brillantes, de Tonino Guerra diría que una buena parte), tantos giros argumentales cuidadosamente expuestos para acabar una y otra vez en el punto de partida y tantas esperanzas vanas de encontrar, aunque sea por casualidad, un atisbo de estabilidad emocional que sirva para construir algo y no para pasar el tiempo mientras llega la próxima catástrofe?