Cuatro años después de completar su trilogía "anti-nazi" (no concebida como tal y salpicada de films muy diversos entre medias), llega Frank Borzage al campo de batalla que había dejado en el horizonte de su último acercamiento a lo que estaba ocurriendo en Europa: el film "de entrenamiento" de pilotos (casi un género) "Flight command" de 1940 y, ya con Estados Unidos tomando parte en la contienda, el multiestelar musical de retaguardia "Stage door canteen".
El carácter "extranjero" de aquellas tres películas ("Little man, what now?" del 34, "Three comrades" del 38 y "The mortal storm" en 1940), protagonizadas, ambientadas y centradas en personajes y territorio alemanes antes y durante el estallido de la guerra, por muy certera e inteligentemente que hubiesen imbuido o concienciado (sobre todo "The mortal storm") a cualquier americano en lo que estaba pasando, ya no podían reflejar el drama que, desde diciembre del 41, cualquiera de los hijos o hermanos de los espectadores que acudían al cine, podían estar viviendo.
"Till we meet again", protagonizada por un común y universal soldado John, y su peripecia en la Francia ocupada podía haber sido la historia de cualquiera de ellos, como tantos otros films de la época (en el recuerdo un torbellino de cantinas, incursiones tras las líneas enemigas, amnesias...), una noble contribución al esfuerzo de guerra, un alegato antibelicista o simplemente un film de aventuras.
Pero "Till we meet again" es un film de Frank Borzage y para mí uno de los mejores, con lo que irremediable y gozosamente es, además (no a pesar, no se postula como "otra cosa") de todo lo anterior, una cerrada defensa como tantas veces de ese romanticismo más allá de las dificultades y hasta de lo terreno, el amor como único asidero vital (sin justificaciones filosóficas ni religiosas, simplemente porque creía firmemente en la superioridad de ese sentimiento sobre cualquier otro) tan presente en su cine desde el periodo mudo y en definitiva, o quizás en realidad, una vindicación de la pareja.
Es una de las películas que mejor lo definen.
La historia del soldado y la monja, unos perfectos Ray Milland y Barbara Britton, se diría que va empujada por una fuerza especial que le ayuda a remontar cualquier circunstancia adversa para elevarse por encima de la dura realidad del relato. La victoria o la derrota, vivir o morir, pierden - a diferencia de lo que ocurre en un Sirk de la época, "Hitler´s madman", del 43, con la que tiene interesantes paralelismos - su decisiva importancia en favor de qué se hace con la vida mientras se tiene, ya que no nos es dada en propiedad, como decían al comienzo de "Il pianeta azzurro" de Franco Piavoli y para Borzage el mejor uso posible es compartirla con alguien.
La historia del soldado y la monja, unos perfectos Ray Milland y Barbara Britton, se diría que va empujada por una fuerza especial que le ayuda a remontar cualquier circunstancia adversa para elevarse por encima de la dura realidad del relato. La victoria o la derrota, vivir o morir, pierden - a diferencia de lo que ocurre en un Sirk de la época, "Hitler´s madman", del 43, con la que tiene interesantes paralelismos - su decisiva importancia en favor de qué se hace con la vida mientras se tiene, ya que no nos es dada en propiedad, como decían al comienzo de "Il pianeta azzurro" de Franco Piavoli y para Borzage el mejor uso posible es compartirla con alguien.
No importa lo idílica, a pesar del conflicto y las privaciones, que fuese la existencia de la Hermana Clothilde, huérfana y criada por religiosas desde los 8 años, feliz entre las paredes del convento ayudando a sacar adelante a niños como la que ella fue. Para todo el mundo es necesario ser querido y correspondido, incluso en contra de unos votos.
No por ser de los mejores y viniendo de un "especialista", es "Till we meet again" uno de los más originales y radicales melodramas románticos, no hay película más equilibrada y menos crispada con nazis en escena que esta.
Para Borzage parece que el melodrama es un estado de ánimo antes que un género codificado. Se suceden las desdichas y las alegrías, febrilmente, pero la vida es contemplada en continuidad, como si los personajes pudiesen en todo momento, en cada palabra que dicen, en cada decisión que toman, tener presentes qué son, a quién quieren, en qué creen. Desde luego ni en patrias ni en Iglesias. Yendo más allá que un gran y poco célebre Sirk (con los papeles cambiados), "Battle hymn", sin plantear conflictos morales (¿cabe mayor audacia que soslayar el rol que se desempeña en aras de lo que se siente?), el interludio que viven los protagonistas es presentado como inevitable, natural.
Ella, la primera vez que John le habla de su mujer y su hijo, en un claro del bosque por el que huyen, le observa sin involucrarse, recorriendo con su mirada sus ojos, su sonrisa, sus gestos, divertidamente. La segunda vez, en un plano más cercano, cuando le cuenta más cosas sobre la familia que dejó en su país, fija su mirada en él sin poder apartarla y... pensando en ella misma, en lo que pudo haber sido su vida. Es un momento de cine extraordinario.
Conociendo un poco acerca de la vida personal de Borzage, sorprende aún más esta (y todas las demás) exaltación del romanticismo sin romance, sin amantes del amor, donde las conquistas se quieren hacer para toda la vida. No sé si esta fidelidad a un ideal, incluso a pesar de la propia experiencia, está pasada de moda, tal vez alguno encuentre insatisfactorio o más casto de lo normal el film, desapasionado. Me gustaría saber qué respondería el maestro a eso.
No por ser de los mejores y viniendo de un "especialista", es "Till we meet again" uno de los más originales y radicales melodramas románticos, no hay película más equilibrada y menos crispada con nazis en escena que esta.
Para Borzage parece que el melodrama es un estado de ánimo antes que un género codificado. Se suceden las desdichas y las alegrías, febrilmente, pero la vida es contemplada en continuidad, como si los personajes pudiesen en todo momento, en cada palabra que dicen, en cada decisión que toman, tener presentes qué son, a quién quieren, en qué creen. Desde luego ni en patrias ni en Iglesias. Yendo más allá que un gran y poco célebre Sirk (con los papeles cambiados), "Battle hymn", sin plantear conflictos morales (¿cabe mayor audacia que soslayar el rol que se desempeña en aras de lo que se siente?), el interludio que viven los protagonistas es presentado como inevitable, natural.
Ella, la primera vez que John le habla de su mujer y su hijo, en un claro del bosque por el que huyen, le observa sin involucrarse, recorriendo con su mirada sus ojos, su sonrisa, sus gestos, divertidamente. La segunda vez, en un plano más cercano, cuando le cuenta más cosas sobre la familia que dejó en su país, fija su mirada en él sin poder apartarla y... pensando en ella misma, en lo que pudo haber sido su vida. Es un momento de cine extraordinario.
Conociendo un poco acerca de la vida personal de Borzage, sorprende aún más esta (y todas las demás) exaltación del romanticismo sin romance, sin amantes del amor, donde las conquistas se quieren hacer para toda la vida. No sé si esta fidelidad a un ideal, incluso a pesar de la propia experiencia, está pasada de moda, tal vez alguno encuentre insatisfactorio o más casto de lo normal el film, desapasionado. Me gustaría saber qué respondería el maestro a eso.
16 comentarios:
Para alguien que piensa que el cine presente (al menos, el que NO se estrena) atraviesa un muy buen periodo creativo, hay, sin embargo, algunas ausencias que no tienen remedio. Cabe encontrar algo de la visión amplia y serena de Preminger en Jia Zhang-ke, la rabia de los primeros Rossellini en "Vincere" de Bellocchio, algo de Anthony Mann o Richard Fleischer en Clint Eastwood, pero no parece haber ningún heredero de Lubitsch, de Ophuls, de Guitry, de McCarey y - sobre todo - de Borzage. Y la nunca famosa, nunca celebrada "Till We Meet Again" es, ciertamente, una de las más hermosas de sus películas, de esas películas de amor en tiempos de guerra que me hacen asombrarme, una vez más (aunque luego, si lo pienso un poco, no sé si más bien alegrarme) de que nadie intentara hacer una película a partir de "Paz en la guerra" de Unamuno.
Miguel Marías
Quizá lo más cercano a McCarey o el melodrama clásico venga hoy de oriente, Lee Chang-dong, Hur Jin-ho, Patrick Tam, Im Sang-soo y compañía, pero no sé hasta qué punto es herencia directa o no. De lo que sí estoy seguro es que los que han coronado a "In the mood for love" como una de las grandes obras de los últimos años, encontrarían ridículos o superados muchos Stahl, Cromwell, Borzage o Machaty.
Sí, es muy curioso que el totalmente "anticuado" cine de buenos sentimientos parezca haberse refugiado en algunos lugares de Oriente (China, Corea, Filipinas) donde la vida es más dura, y en cineastas que con frecuencia no son los más apreciados en Occidente.
Miguel Marías
A diferencia de la mayoría del resto de cineastas que rodaban historias de amor, muchas muy buenas y creíbles, Borzage CREÍA en el amor, y eso se nota en todas sus películas, pues no son SOLO historias de amor, sino algo más, difícil de definir, pero inmediatamente apreciable por el espectador sensible. Por eso creo que sus películas, a diferencia, por ejemplo del gran McCarey -donde muchas de sus parejas soportaban o se imponían una prórroga en el amor-, son un sublime canto de fe al amor desde el principio. Lástima que este canto caiga hoy en el olvido entre tanto espectador cínico que confunde fe con beatería y sentimiento con cursilería. No sólo aquí Ray Milland, en muchos Borzages hay protagonistas que acaban admitiendo y viviendo la fe en el amor y los buenos sentimientos que siempre habían tenido, aunque trataran de ocultarla o autoengañarse. Pensemos en MAN'S CASTTLE, MOONRISE, STREET ANGEL o THE RIVER.
Por cierto, me encanta "In the mood for love" (aunque me gusta más "A Fei zheng chuan" [1990], así como "2046" me parece un bluf, pero supongo que muchos cineastas necesitan hacer su ocho y medio...) y adoro a Borzage, McCarey, Matarazzo...
Bueno, a mí también me gusta "In the mood for love" y en general Wong Kar-wai, no la que más, y también con la salvedad de "2046", por cierto. Si lo mencioné fue porque es un film muy famoso y apreciado no tan distinto en lo fundamental de otros menos famosos y nada apreciados. La música, la cámara lenta o el magnetismo de Maggie Cheung han cautivado a mucha gente y eso está bien, pero es una lástima que no lo hayan hecho los "convalecientes" de "Haengbok", la chica que vive en primera persona toda la revuelta de Tian'anmen en "Yihe yuan", el drama de la chica que vuelve a su pueblo natal en "Milyang", las peripecias de la mujer maltratada de "Tin shui wai dik ye yu mo", la impresionante interpretación de Aaron Kwok en "Fu zi" y muchas más, que además han sido despachadas por muchos (ahí está internet para comprobarlo) como sentimentales, chirriantes o como mucho desequilibradas.
Y lo que mencionas de la prórroga del amor en McCarey, sólo sale en "Love affair" y lógicamente "An affair to remember" si no recuerdo mal y tenía una razón poderosa, no lo hacían por descreimiento en lo que sentían o cobardía, sino porque debían aprender a ganarse la vida; recuerda que ella rápidamente rompía con su novio.
Hola, qué tal Jesús,
Haces bien apostillando lo del romanticismo, porque si lo dejas suelto (casi)siempre va a ser malinterpretado.
A Borzage lo tengo como uno de los directores menos complacientes. Una idea que se enganchó de manera injusta al melodrama -y la comedia- cuando muchos resultaban ser todo lo contrario. Se puede comprobar con cualquiera de las que citas o con dos de mis favoritas: "That's my man" y "Man's castle".
Un saludo.
PD. Curioso, estos días estuve viendo un par de pelis de Piavoli que tenía pendientes.
Yo apenas lo conocía (solo "Voci nel tempo") y me han gustado muchísimo "Il pianeta azzurro" y "Nostos, il ritorno", me han recordado a Olmi ("Nostos" puede conectar con "Cantando dietro i paraventi" y algo tiene de "Lungo il fiume"), Rouch... pero también a Epstein. A tener muy en cuenta.
Jesús, con la expresión "prórroga al amor" intentaba expresar algo más poderoso, sutil o emocionante que un lapso de tiempo fijado entre dos personas de manera voluntaria, por eso decía "soportaban o se imponían". Los ejemplos de LOVE AFFAIR y AN AFFAIR TO REMEMBER son, claro está, notorios, pero no creo que sean los únicos. Estas dos grandiosas películas relataban todo un itinerario sentimental sembrado de emoción, incertidumbre, memoria y esperanza, todos elementos claves en cualquier relación amorosa. El que un desafortunado accidente se cuele en las dos películas les confiere no sólo una circunstancia, sino que también el espectador lo percibe como ESENCIAL para potenciar esos elementos clave de los que hablaba. En McCarey suelo ver itinerarios sentimentales prorrogados por diversas circunstancias, donde accidentes (las dos que comentamos), malentendidos (THE BELLS OF ST. MARY'S) o incluso guerras (ONCE UPON A HONEYMOON) o la simple y prosaica economía (MAKE WAY FOR TOMORROW) zarandean a los protagonistas, pero no los hacen capitular. ¿No es una prórroga que en el final de THE BELLS OF ST. MARY'S coincidan, en uno de los momentos verdaderamente sublimes de la historia del cine, un diagnóstico de tuberculosis y una declaración de amor que Ingrid Bergman y Bing Crosby YA SENTÍAN desde el principio? ¿Qué decir de los ancianos de MAKE WAY TOMORROW? ¿No nos aplaza McCarey ese maravilloso beso -que Antonio Drove destacó hace unos años atinadamente en un periódico- que, de nuevo, casi al final de la película, se dan Victor Moore y Beulah Bondi porque saben que son sus últimos instantes juntos, a la vez que rememoran su luna de miel y, detalle importante que destaca Robin Wood en su maravilloso artículo "Leo McCarey los valores familiares", sirve para que Victor Moore le exprese a Beulah Bondi algo que TODAVÍA no había hecho? Cary Grant e Irene Dunne se separan al principio de THE AWFUL TRUTH, pero en el fondo sabemos, sentimos e intuimos que siguen enamorados. ¿Cuál es la clave de esta obra maestra? Otro itinerario, otro plazo…
Y aún tengo que ver MY SON JOHN.
Tomaré buena nota de las películas orientales que citas. Me gusta mucho. Lee-Chang-dong. Podemos añadir a esta lista la estupenda TIAN YUN SHAN CHUAN QI, a la que dedicaste una estupenda entrada.
José Manuel, muy bien todo tu comentario; te iba a puntualizar lo de McCarey, pero ya lo hizo Jesús. Sí es cierto, empero, que McCarey no idealizaba el amor, la vida en pareja, las dificultades de la convivencia (que arruina muchos amores), el planteamiento a largo plazo (los de Borzage a menudo son breves y efímelos, o han de prolongarse más allá de la muerte), y por tanto lo que tiene de prueba cotidiana ("Good Sam", "The Awful Truth", "Make Way For Tomorrow", "Once Upon A Honeymoon" lo ilustran).
A mí me encanta "In the Mood of Love" (pese a ciertos coqueteos formalistas un poco modernitos que no hacían falta), pero "la película de la década" me parece un poco exagerado. Debo añadir que me decepcionó e irritó "2046", pero volví a verla tras el episodio "The Hand" de aquella película llamada "Eros" o algo así (que tenía otro sketch muy bueno de Antonioni y uno malejo de Soderbergh), y me gustó: no está lograda del todo (hay crónicas de su conflictivo rodaje) pero me pareció sincera y emocionante.
En todo de acuerdo, Jesús, contu defensa de otras películas orientales poco apreciadas. Y celebro que Piavoli deje de ser un secreto escondido: es un viejecito del que oiremos hablar cuando sea tarde.
Miguel Marías
Sí, a Piavoli se le ha despachado como si fuera Godfrey Reggio y, para mí, no tienen nada que ver.
Olmi... también repasé estos días algo suyo y otras pendientes (me gustó poquito "Un cierto día", una especie de "Muerte de un ciclista" quince años después). Volví a disfrutar como un enano con "La leyenda del santo bebedor" (un profe mío escribió un gran artículo sobre ella hace la tira) o "Il tempo si è fermato". Me gustó -sin entusiasmarme- "Lungo il fiume", tiene algo extraño ese paisaje del Po que luego también utiliza en "Centochiodi".
Un saludo.
¡Hola Jesús!
He descubierto tu blog, del que me he hecho adicto, hace poco y creo recordar que comentas que eres o vives en Sevilla. ¿Es cierto? Si es así, ¿te has pasado por la cinemateca UGT y te conozco aunque sea de vista?
Por la Cinemateca voy poquito, pero tengo buenos recuerdos de Dreyer, Garrel o Wenders.
Si alguna vez vuelves a ir pregunta por Paco Cerrillo. Este trimestre estamos con películas de la DEFA y con Robbe-Grillet. Y en breve "Vampyr".
Un saludo.
Ah, pues lo haré.
Donde esté "Vampyr", allí estaté yo. Alguna vez sería interesante proyectarla a las 5 o 5 y media de la mañana (en verano mejor), en esas horas en las que se rodó en buena parte como dice la leyenda.
Habia leido acerca de ella y estaba ansioso por verla,lo hice este verano y me asombro muchisimo,es buenisima!!.Borzage entra dentro de mi lista de los 10 mejores directores,por curiosidad,sabiendo que Miguel Marias es un experto y amante Borzaguiano,podria decirnos cules son sus favoritas?,muchas gracias.
Antonio Muñoz
No sé si este blog se sigue actualizando o si alguien lo lee, solo sé que me topo con él siempre que busco cosas online de las películas que me gustan. En cualquier caso, venía aquí a agradecer a los fans de Borzage, y en especial a Miguel Marías, la insistencia en lo buena que es esta película (Till We Meet Again), que me ha arrebatado. No soy dado a la hipérbole del momento, me creo cauto para esas cosas, así que creo estar bastante seguro cuando digo que se acaba de convertir en mi película favorita de Borzage, aunque aún me quede mucho por ver. Gracias, muchas gracias por llamar la atención una y otra vez sobre ella.
Ah, y por añadir algo a la conversación de hace más de 6 años, soy de los pocos que prefieren 2046 a In the Mood for Love. Sí, 2046 es más irregular, pero me parece más sentida e hiriente. No solo eso, sino que me parece la película definitiva sobre las heridas que deja el amor. ITMFL habla de cómo se crea esa herida. 2046 habla de cómo se vive el resto de la vida con la cicatriz (si es que llega a cerrar la herida...), y me parece más certera y honda que su "precuela".
McTeague
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