lunes, 1 de noviembre de 2010

AJUSTES DE CUENTAS

"The killer is loose" es la primera gran película de Budd Boetticher, rodada justo antes de iniciar el rush final que incluye los famosos siete westerns protagonizados por Randolph Scott y que casi monopolizan el recuerdo que ha perdurado en el imaginario colectivo de una obra poco conocida y menos aún tenida como ejemplo.
Ahora nos puede parecer que cualquier director, obediente artesano o autor con jerarquía para decidir (sobre todo qué NO quería hacer y de estos hubo muy pocos) de los 40 y 50 se sentía como un pez en las negras aguas del cine policiaco, pero la verdad es que lejos del escepticismo y la visión casi antiromántica de la vida de un Lang o un Tourneur, sin el ánimo camaleónico de otros y aún quizá buscando (a punto de encontrar) el estilo, los personajes, las cosas que decir y por las que valía la pena perseverar en algo que nunca entendió como una profesión, Boetticher es una rara avis en el universo del thriller.
Mucho más cercano a Allan Dwan, Phil Karlson o Richard Fleischer y tan impuro cultivador de géneros como ellos, Boetticher fija su mirada casi inédita (ni un bar, ni un club, sólo vecindarios tranquilos, campos de cultivo, extrarradios destartalados) en la ya megalopolis Los Angeles de 1955 para filmar "The killer is loose", un film rarísimo, anómalo.
Hasta entonces ninguna de sus películas - de entre las que conozco, porque aún me faltan cuatro y alguna parece ilocalizable - bien hechas casi sin excepción, alguna muy buena, había destacado por su personalidad. Ni siquiera sus dos films más o menos taurinos, "Bullfighter and the lady" (sobre el que me guardo mi opinión hasta poder ver una copia en condiciones) y "The magnificent matador" habían apuntado el muy original narrador que más tarde fue. En todo caso parece que ni los grandes presupuestos ni las expectativas de espectáculo para todos los públicos eran su clave.     
No hay más que considerar y por contraposición a cualquier modelo anterior, el asesino de "The killer is loose", interpretado por ese actor inclasificable que fue Wendell Corey, perfecto reflejo de las "contradiciones" (y el avance que con ello logró) experimentadas por Boetticher.
Un tipo grande, apocado,  que no levanta la cabeza cuando le dirigen la palabra, cuadriculado y serio, que soportaba burlas en el ejército y no se rebela cuando se las recuerdan años después, que sin embargo no tiene la mirada atormentada de un Laird Cregar ni la engañosa calma contenida de un Gert Fröbe, impredecible, estático, torpe y casi con más ganas de que le dejen en paz que la policía que lo busca, el más peligroso de los transtornados, que quizá hasta se da cuenta de lo enfermo que está, pero al que comprendemos que haya adorado a su mujer, la única que nunca se rió de él y que muere por error provocando su venganza. Cuánta gente habrá así, que si se quebrara su equilibrio, serían capaces de las más cosas más atroces.
La soledad de las praderas y el acecho de peligros, sin leyes a las que apelar, nunca convertiría a este personaje en los que a continuación incorporará Randolph Scott si se pudiese hacer la abstracción de escenarios y se incorporase el elemento tiempo - no el que se pasa entre rejas acatando órdenes, el que hace olvidar mientras se sobrevive - sin límites ni quiza posibilidad de quedar tranquilo.
Así, porque ya ho hay vuelta atrás y nadie parece entender su drama, paralizados por el miedo, es impactante la escena previa al asesinato de su antiguo Sargento - la violencia de su expresión, ese peto ridículo de granjero que viste - con ese grito espeluznante a la mujer a la que trata de hacer reaccionar, porque lleva dos días sin comer ni dormir.
Pero algo de su personalidad, más en todo caso que la de del policía que interpreta Joseph Cotten, tomará Boetticher para el futuro, a la inversa de lo que haría Joseph Losey en "The prowler/Cost of loving", con la que "The killer is loose" guarda interesantes paralelismos y que apenas anuncia las conspiraciones, los enredos kafkianos, los misterios irresolubles que ajustan las cuentas a tantos inocentes con las manos sucias que pueblan su filmografía.
Es precisamente en ese contexto codificado en el que más se costriñe el cine de Boetticher, más desde luego que el de André de Toth, que también contó con el guionista John Hawkins, un año antes, para "Crime wave".
La desconfianza que la mujer del oficial (Lila, una Rhonda Fleming hogareña, sin glamour) tiene a su marido (que se presta sin que lo sepa ella como cebo para protegerla, sabedor de que es Lila el objetivo) contrasta poderosamente con el desbordante humanismo de sus dos obras cumbre en mi opinión, "Comanche Station" y "The Tall T", donde casi sin palabras se establecían conexiones inmediatas y sin explicaciones se resolvían todos los conflictos.
En la mejor escena del film, que tiene su corazón en cocinas, dormitorios y rellanos, Lila cae en la cuenta de qué clase de asunto le amenaza y se derrumba en la cama tapándose los ojos porque al fin puede ver. Me atrevería a decir que dejando a un lado perfeccionistas composiciones, la luz de Lucien Ballard y ese ritmo irresistible que tiene el film desde el arranque, es la escena "copernicana" de su carrera, la que marca el camino de futuros clímax sencillos, íntimos, liberadores.
Esta riqueza de matices, que otorga a "The killer is loose" su fuerza, no parece haber sido muy apreciada. El film ha circulado muy poco y se resiste la reedición que merece.
Parece que con el paso de los años, el famoso artículo de Bazin sobre "Seven men from now" (él no pudo ver "Comanche station" ni "Ride lonesome" y bien que le habrían gustado) ha acabado reduciendo el impacto del cine de Boetticher al de un especialista y fue mucho más que eso.

5 comentarios:

bruno andrade dijo...

Obra-prima. Talvez o meu favorito do Boetticher.

FG dijo...

Jesús, por curiosidad, ordéname según tu gusto, a estos 4 cineastas:
Boetticher H Lewis Tourneur Ulmer
Un abrazo,
Fernando Ganzo

Jesús Cortés dijo...

Claramente primero Tourneur, Boetticher segundo con Ulmer casi empatado y Lewis cuarto, que también me gusta mucho en buena parte de lo que le conozco.

FG dijo...

Coincido casi totalmente contigo, pero es cierto que no es fácil decidir entre Boetticher y Ulmer. Yo no sabría a quién poner delante...

Jesús Cortés dijo...

Si pongo delante a Boetticher es porque me ha emocionado más y mayor número de veces. Hace poco revisaba "Strange illusion" y pensaba en que quizá la aspiración de Ulmer (también la de Terence Fisher y tantos otros) es ser como Fritz Lang. Boetticher no trató de ser como nadie pero no se obsesionó tampoco con la originalidad. No es el argumento definitivo para jerarquizarlos pero algo influyen en el concepto que tengo de ellos.