La primera película de Marcel Carné sin Jacques Prévert tras el fracaso del proyecto "La fleur de l'âge" - que debía haber reunido a lo viejo con lo nuevo, la guerra con la liberación, Arletty con Anouk Aimée y que supuso el punto y final de la colaboración de ambos aunque no hay mucho acuerdo al respecto - parecía a priori un gris, melancólico melodrama sin demasiadas perspectivas de éxito y la confirmación esperada por la mayoría de lo imperiosamente que necesitaba y lo mucho que debía el cineasta al poeta.
Ahora que hace tantos años que las obras que ambos realizaron juntos también han perdido gran parte cuando no todo el predicamento que tuvieron (que fue grande y debido no a uno sino a varios films), la revisión de "La Marie du port" revela la injusticia cometida.
No parece desde luego Carné uno de esos cineastas a los que vuelven las modas y se revalorizan periódicamente porque sus films se tornan de repente jóvenes, súbitamente acordes a los nuevos tiempos. Cuando la última generación que leyó su nombre entre los grandes del cine francés por aquellas famosas (y no todas del mismo nivel, en realidad sólo un par) "Les enfants du Paradise", "Le jour se lève", "Le quai des brumes", "Les visiteurs du soir" y compañía, desaparezca - si no lo ha hecho ya - es probable que su cine sea irreversiblemente ya una anticualla.
"La Marie du port", filmada en 1949, tiene además un par de hándicaps adicionales a su nula fama y escasa difusión.
Uno desde luego es Gabin, un actor, puntualmente antes y habitualmente a partir de aquí, a menudo insufrible y que en los próximos años encarnará demasiadas veces un papel al que es fácil asimilar el que interpreta en esta película: ese cincuentón (que parece que quiera ser siempre cuarentón), con pasado, mujeriego - y facilidad pasmosa para seducir mujeres mucho más jóvenes por un atractivo digamos "de guión" -, experto, nocturno y en retirada, siempre con la última oportunidad o el último golpe pendiente.
Aquí encontramos, para mi gusto junto al de "French Cancan" de Renoir, su mejor papel. Pocas veces estuvo tan adecuado y vulnerable, pareciendo dominar tan relajadamente sus gestos. Y pocas veces más hizo como si tuviera cuarenta y tantos años, teniendo verdaderamente 45 años.
El otro problema de "La Marie du port" es obviamente la política de autores, la nouvelle vague y todo el tsunami que se llevó por delante sin hacer muchas distinciones una parte valiosa y heterogénea del cine francés de las décadas anteriores a su explosión.
Aún entonces respetado por su pasado, que es la antesala de la guillotina, a Carné (quizá en mayor medida por las más populares "Thérèse Raquin" y "L'air de Paris") se le mascullaba culpable.
Pero no se debe caer en el error de asignar "La Marie du port" al tendencioso purgatorio al que se envió en bloque la obra y maneras de Delannoy, Autant-Lara, Allégret o Pagliero porque sea fácil creer que comparte las características denunciadas en un artículo escrito por un chico de 21 años (y que conste que no quiero personalizar en Truffaut porque el filtro fue colectivo y afectó injustamente a otras cinematografías), por mucha razón que le asistiera.
Parece claro que los Cahiers no podían ni tener perspectiva suficiente del cine, ni idea del daño que contribuyeron a causar ... y menos aún supieron ver que esta y otras películas supuestamente "en conserva", sin la frescura del instante, contaminadas por tantos vicios literarios o psicológicos, eran mejores que "Jour de fête", "Orphée", la mayoría de los Cocteau o todo Clouzot.
Aparte de una escena de "Tabu" de Murnau en un cine, un poster de "Pattes blanches" de Grémillon, al que admiraba y del que no anda lejos "La Marie du port" - como tampoco del genial "L'amour d'une femme" - es mostrado en varias escenas, estableciendo un asidero bastante válido (y modesto, este Carné supera ampliamente a ese buen Grémillon) para entender el carácter verdaderamente especial de esta historia de reordenación de prioridades vitales que ya parecían inamovibles al encarar el otoño de la vida.
También "Coeur fidèle" de Epstein, varios Sternberg, Germi, Käutner, Sjöberg, Raízman, Powell & Pressburger o Borzage puede ser pertinente agruparlos con ella.
En cualquier caso, olvidando las culpas ajenas (y a ver si ahora alguien escucha a Vecchiali y cambian las tornas), "La Marie du port", que me parece el mejor film de Carné y el último verdaderamente bueno, podría ser el que más fácilmente revelara a cualquiera que no lo conozca o se le haya hecho un poco difuso el recuerdo, su talento como cineasta, aún con diálogos sencillos y musicados por un asiduo de Cayatte o Poligny.
La casi nobel Nicole Courcel (acababa de aparecer en la estupenda e igualmente olvidada "Rendez-vous de Juillet" de Jacques Becker) que sustituyó a la prevista, otra vez, Anouk Aimée y con su peculiar físico aniñado, más mona que verdaderamente hermosa, encarna a la perfección y casi milagrosamente su personaje.
Carné planifica este malhadado Simenon sin crímenes ni tragedias, más pagnoliano de lo que se pueda imaginar - ya sería hora de que ese adjetivo equivaliera a despejado y sutil -, claramente de ambiente (primera y última vez con la mágica fotografía de Henri Alekan) pero con humor e ironía, sin asomo de intento furtivo por demostrar lo que fue o lo que podría ser sin la sombra de Prévert pero también sin renunciar un ápice a todo lo francés que había en su cine.
Es su gran obra de madurez.
Carné planifica este malhadado Simenon sin crímenes ni tragedias, más pagnoliano de lo que se pueda imaginar - ya sería hora de que ese adjetivo equivaliera a despejado y sutil -, claramente de ambiente (primera y última vez con la mágica fotografía de Henri Alekan) pero con humor e ironía, sin asomo de intento furtivo por demostrar lo que fue o lo que podría ser sin la sombra de Prévert pero también sin renunciar un ápice a todo lo francés que había en su cine.
Es su gran obra de madurez.
9 comentarios:
Quizás sea "La Marie du port", más aún que "Les Enfants du paradis", la película que prefiero de Carné, un director al que hoy nadie ataca ni, como dices, Jesús, tampoco nadie reivindica. Se le ve con una mezcla de respeto e indiferencia.
En cuanto a Gabin, es una pena que malgastase su poder para hacer lo que quisiera con quien quisiera de forma que de sus trabajos en el cuarto de siglo siguiente (en donde hizo otras 58 películas) sólo se le recuerde por "French Can Can", "La Traversée de Paris", la parte central del episodio central de "Le Plaisir" y "Touchez pas au grisbi" (¿alguien conoce alguna obra recomendable de las que fue intérprete a partir de los 60?). Lástima que no diera una oportunidad a Grémillon, que tanto la necesitaba y quien le había ofrecido quizás sus dos mejores papeles en la sublime "Remorques" y en la aún más excelsa "Gueule d'amour".
Rodrigo Dueñas
Tiene cierta fama su papel en una de las últimas, "Deux hommes dans la ville", para mi gusto no de las mejores de Jose Giovanni.
Aparte de con Grémillon, también dejó colgado a Pialat, con el que igual hubiese explotado ese lado tosco y frío. Es fácil imaginarlo, aunque fuese más joven, en el rol de Hubert Deschamps para "La gueule ouverte".
No sabía que Pialat había pensado en él para el padre de "La gueule ouverte". Me parece una elección excelente. Con Gabin el padre hubiera sido el protagonista de la historia. Menuda combinación: Gabin y Pialat. Como es lógico, Gabin no se atrevió.
Rodrigo Dueñas
No, Rodrigo, que Pialat lo intentó sí lo he leído, pero que fuese para ese papel en particular es una especulación mía, tan plausible como perfectamente descabellada. Cualquiera sabe qué pensaba hacer Pialat con él.
Bien está reivindicar a Carné sin Prévert (y viceversa, si recordamos que el poeta participó en los guiones de algunas películas estupendas de Grémillon). Recuerdo que me tocó trabajar en los subtítulos de "Drôle de drame" y sí, es verdad, el texto es muy brillante, pero la cuidada ambientación y lo bien que están todos los actores es un trabajo en que siempre destacó el director.
Estando de acuerdo en que "La Marie du port" es, probablemente ("Les Enfants du paradis" es una obra excepcional, que sin duda debe mucho a la época, a Prévert y a los actores), la mejor película de Carné, no comparto la curiosidad de algunos por presenciar encuentro alguno de Jean Gabin con Pialat, que sospecho hubiera acabado muy mal. Pialat admiraba al Gabin de "La Bête humaine", ya muy lejano del histrión muequero y repleto de tics presuntuosos en que se había convertido el actor, salvo excepciones contadísimas (y en muy buenas y enérgicas manos, Becker, Ophuls, Renoir; sólo pasable en "Razzia sur le chnouf" y alguna otra) y que elegía sistemáticamente, como directores, a los más torpes y caducos del cine francés, a los que sospecho podía imponerse. No tengo recuerdo de que Pialat tuviese mucho afán por lograr su incorporación al reparto de ninguna de sus películas y, la verdad, lo veo muy viejo para cualquiera de los papeles que se me ocurren.
Miguel Marías
Hola Jesús...
Descubrí esta película cuando la pasaron hace unos años en La 2. Estoy de acuerdo contigo en tu defensa de esta película, que muchos despachan como alimenticia o carente de interés. Sin embargo, me ha llamado la atención dos aspectos de tu crónica:
a) Comentas que es la última buena película de Carné: ¿no te parece que "Theresa Raquin" es su última gran película? (grandísima, en mi opinión).
b) Afirmas que el olvido al que se puede someter a este cineasta o la falta de revisión de su obra puede convertirlo en una anticualla. Tampoco estoy de acuerdo en ello puesto que, en ese caso, el problema no es de Carné y de su cine sino precisamente de esos estudiosos y cinéfilos que lo ignoran o no tienen interés en revisarlo.
Y nada más. Por lo demás, encantado de saludarte,
Rafa Morata.
"Thérèse Raquin" me parecde bien pero por bastante por debajo de las mejores. Creo que "Trois chambres à Manahattan" del 65 es mejor por ejemplo.
Y con respecto a lo que decía de que será una anticualla, me refería a lo que es o será a los ojos de la nueva cinefilia, que toman muchas referencias de la nouvelle vague, como si fuese un principio. Obviamente un gran film nunca envejece por mucho que tenga aspectos datados o del gusto de una época y por mucho que lo que lo hace grande tal y como yo al menos lo entiendo es sumamente volátil e inasible.
¡Gracias por tu respuesta! Estoy especialmente de acuerdo con tu último párrafo.
Saludos,
Rafa.
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