lunes, 17 de octubre de 2011

AL SERVICIO DE SU MAJESTAD

Treinta y cinco años después de su primera tentativa, guardando toda la fidelidad de la que fue capaz a la novela original, el ucraniano errante Viktor Tourjansky clausura su carrera con una variación o extensión - podría pensarse que ampliación de un capítulo de su segunda parte - de la muy famosa novela de Jules Verne, "Michel Strogoff", un film perdido entre varios epics y peplums de pésima o nula fama, justificadamente en algún caso.
De "Le triomphe de Michel Strogoff" en 1961, estrenada antes de su colaboración con el italiano Piero Pierotti en "Una Regina per Cesare", que figura en las filmografías como su pieza final, pocas noticias se tienen medio siglo después.
Lejos o muy lejos quedaban los films por los que Tourjansky fue más o menos conocido: los dramas "La dame masquée", "Volga en flammes", "Les yeux noirs" o "La peur" en Francia, los melodramas "Illusion" o "Manolescu", las comedias "Dreimal komödie" o "Der blaufuchs" o el thriller "Orient-Express" en Alemania y hasta un film en España, "Si te hubieses casado conmigo".
Y es una lástima que su nombre no brille aunque sólo fuese para asociarlo a esta película maravillosa, la mejor de las filmadas basada en una novela de Verne - aunque ni aparezca la mayoría de las veces cuando se mencionan las abundantes adaptaciones a la pantalla de sus obras - junto a la estupenda versión de Richard Fleischer en 1954 sobre "Vingt mille lieues sous les mers".
Tiene sentido que Tourjansky, nada afín a corriente, élite o escuela cinematográfica alguna, libre de la esclavitud de las expectativas desde que abandonó su querida patria allá por los años de la Revolución, se sintiese atraído hasta este punto de insistencia - y atrevimiento: la fusiona en buena medida con las dos últimas partes, escritas veinte años después que la mítica "Les Trois Mousquetaires", de las aventuras de D'Artagnan de Alexandre Dumas - por la escritura de un autor de tan poco predicamento como su propia obra cinematográfica, arrinconado en la etiqueta de literatura infantil, juvenil o popular, como Agatha Christie.
Para los que hemos leído con entusiasmo a Verne desde que tenemos uso de razón, paralelamente y sin hacerlo de menos frente a otros escritores, es especialmente emotivo contemplar cómo funciona la reverberación seria y profunda de uno de sus personajes.
Viejas adaptaciones de los años 30 como la alemana de Richard Eichberg y la inmediata traslación de George Nichols bajo los auspicios de la RKO - eran los años de la fiebre de aventuras coloniales y de conquistas: "Gunga Din", "The four feathers", "Beau Geste"... - se centraban en la recreación, el retrato.
Pero no hay mayor gloria para un autor que la descendencia o la fantasía sobre sus creaciones.
En la mirada cansada pero firme de Curd Jürgens (con 45 años que parecen diez más y mejor casan aún con la peripecia del film), que también incorporó al icónico Capitán (aquí ya Coronel) en la más famosa versión de Carmine Gallone en 1956 (también dialogada por Marc-Gilbert Sauvajon), están contenidas páginas y páginas de aventuras y vivencias de las que nada se dice y a las que no se alude, pero que condicionan cada paso que da y cada conversación que mantiene con conocidos y extraños.
Desde San Petersburgo a Keeva, siempre con los felinos ojos de Tatiana (Capucine) en el recuerdo, a ese ritmo, maduro pero sin desaliento, aún con humor y arrojo para lo que haga falta, camina "Le triomphe de Michel Strogoff", con más vitalidad aún que varios Gance y Ophüls finales, alejada del brío de la contienda y la gloria de la victoria, que ya poco significa y de poco sirve.
Así, cualquier momento aprovechado habitualmente para impresionar las muescas de la leyenda, los episodios de engrandecimiento del héroe, son vistos como inevitables contratiempos ante los que sólo cabe paciencia y buen juicio, ya sea un sabotaje, una inesperada traición o una derrota que llama a la puerta, tiene el nombre de uno inscrito en la frente y puede ser paliada sacrificando a otros.
Este laconismo brilla con especial fuerza en la relación de Strogoff con la muy poco fiable cantante Tatiana, que no vertebra el film y sólo supone in extremis una verdadera posibilidad de ser algo importante para ambos, que se creían a salvo de compromisos.
Desde su primer encuentro en la posada, tan escenificado y brillante a su postrera promesa en el desierto, nada ha cambiado y sin embargo nada volverá a ser igual.  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una de los mejores adaptaciones de Verne, vaya pues habrá que verla, aunque yo por encima de la de Fleischer que citas(por lo demás excelente) aún colocaría la versión de Viaje al centro de la tierra de Levin por mucho que traicionara la obra original incluyendo el personaje femenino de A. Dahl y pese a que Levin no rodara nada que mereciese la pena en la década siguiente. En esta película aparecen dos actores muy poco valorados normalmente por la crítica y no sé el porqué de este desdén, me refiero a Curd Jürgens que estaba perfecto en Bitter Victory (aunque Burton allí realizase una de las grandes interpretaciones que cualquier actor haya realizado en alguna película nunca) y a la pobre Capucine que hizo una cuantas películas soberbias y normalmente cumplía perfectamente su cometido en todas las obras que interpretó. Como Curd Jürgens también Capucine tenía una mirada triste y llena de melancolía, no es de extrañar que se suicidara años después, casi a la vez que Richard Quine, hablando de melancolía.

Jesús Cortés dijo...

Jürgens hizo de todo, también mediocre, pero fue uno de los grandes actores alemanes, como el muy olvidado Heinz Rühmann - el actor favorito de Fernando Fernán Gómez, que en nada se parecía a él - y Capucine me parece una buena y muy guapa actriz sobre todo cuando no hacía de gran señora, como en este caso, en un rol trasunto de Milady de Winter.

Rodrigo Dueñas dijo...

Gracias Jesús por este descubrimiento. Tu texto, para variar, no sólo no tiene desperdicio sino que revela o realza, también para variar, valores que yo al menos no había considerado como merecen al ver la película.
Película de aventuras reposada, verbosa, cadenciosa; película de aventuras con personajes educados y reflexivos; película de aventuras protagonizada por un héroe ya mayor, que mira a la juventud y a la vida con distancia; película de aventuras en la que los personajes se expresan con cuidado y con ingenio.
Está claro que Tourjansky sabía que estaba haciendo su última obra y seguramente también intuía que este tipo de películas estaba destinado muy pronto a desaparecer.
Un diálogo del primer encuentro de los protagonistas:
-¿Es capaz de creerme?
-Lo intentaré.
-Eso quiere decir que no me cree. Hace mal.
-La desconfianza es un fruto del otoño. Usted aún está viviendo la primavera.