No suele suceder muy a menudo que un director firme una de las películas más insufribles de su tiempo y una de las mejores.
Tampoco es muy lógico, aunque menos sorprendente, que la primera, "Hellzapoppin'" sea mucho más famosa y recordada que la segunda.
"The Miniver story" además, caso bien extraño, es, como puede suponerse, una continuación de una de las películas emblemáticas de la guerra, "Mrs Miniver" de William Wyler, a la que algunos pensamos que no sólo iguala sino hasta supera claramente.
Una segunda parte que, por llegar ocho años después de la primera, en 1950 y por mucho que utilize algunos de sus actores y emplazamientos, no da pie a que pueda hablarse de oportunismo animado por el éxito en taquilla del film de Wyler, un poco lejano ya al paso que corrían los tiempos desde el armisticio y al que no alude ni del que hace suyo recurso alguno.
Por otra parte y por estrenarse cinco años después del fin de la guerra, no puede ser tampoco un coyuntural aprovechamiento del camino de éxito abierto por su ilustre predecesora, que mucho debió a lo que contribuyó, dentro de sus posibilidades, al "esfuerzo de guerra", hasta tal punto que le valió ser desde el principio puesta como ejemplo, hasta por Churchill, de lo que debía ser el perfecto film de aliento patriótico y propagandístico - de que hay que tomar aire para seguir viviendo al menos - como años después y complementariamente, lo sería también otra de las obras maestras de Wyler, "The best years of our lives".
Ni siquiera es, menos aún de lo que lo era aquella, una película inglesa, por muchos actores de esa nacionalidad que utilice y sin embargo pocas películas como estas han reflejado tan bien la idiosincracia de ese país.Por otra parte y por estrenarse cinco años después del fin de la guerra, no puede ser tampoco un coyuntural aprovechamiento del camino de éxito abierto por su ilustre predecesora, que mucho debió a lo que contribuyó, dentro de sus posibilidades, al "esfuerzo de guerra", hasta tal punto que le valió ser desde el principio puesta como ejemplo, hasta por Churchill, de lo que debía ser el perfecto film de aliento patriótico y propagandístico - de que hay que tomar aire para seguir viviendo al menos - como años después y complementariamente, lo sería también otra de las obras maestras de Wyler, "The best years of our lives".
Lo cierto es que, milagros cotidianos de una época, casi diría que ni sorprende ver al habitualmente sólo correcto o inspirado a veces H. C. Potter (y, sin acreditar, otro realizador sin prestigio, Victor Saville), con un gran guión en las manos, calzar los zapatos del mejor John Cromwell, de John M. Stahl, de Leo McCarey - y en cierto modo es "The Miniver story" frente a "Mrs Miniver" lo que había sido "The bells of St. Mary´s" respecto a "Going my way": una ampliación que es una redefinición - y, enlazando con este último, ser un vaso comunicante con el cine de Yasujiro Ozu o Mikio Naruse (no cuesta mucho por cierto imaginarse a Setsuko Hara o Michiyo Kogure encarnando el papel de Greer Garson) para volver a visitar a Clem, Kay, la ya mujer Judy y allegados una vez finalizado el conflicto, en plena época de racionamiento y reconstrucción.
Es sobre todo "The Miniver story", más allá de su circunstancia histórica, que contextualiza un momento de grandes decisiones y replanteamientos, una película sobre una mujer, una de las grandes películas sobre una mujer.
Decir sin pronunciar palabra, revestir de naturalidad lo que puede ser dramático (para ellas y para los que la quieren), sugerir discretamente algo cuando quiere advertirse que será crucial, aceptar como viene lo malo y quedarse con lo bueno de la vida.
No es que esas sean características exclusivas de las mujeres ni, si les faltan, dejen de ser especiales, pero nadie como ellas son capaces de tenerlas y no perder un encanto del que los hombres carecemos por completo.
Greer Garson, realmente implicada en el guión, tan a menudo etiquetada como actriz rígida y fría, sin juventud, encarna extraordinaria, moduladamente, la urgencia de la condición de su personaje, que será la brújula del film, más acuciante que ninguna guerra, más dolorosa que cuantas desgracias ocurrieron en los años precedentes.
Escenas tan prodigiosas como el desmayo de ella mientras Clem vuelve gozoso a asearse en su cuarto de baño por primera vez tras la contienda, la visita al médico, que es confortado por ella cuando por fin accede a hablar o la charla cordial que se torna sutil encuentro de voluntades para el futuro entre Kay y Steve (Leo Genn), el enérgico novio de Judy (Cathy O´Donnell, aún con la candidez en el rostro que tenía en "They live by night"), se encuentran entre las más penetrantes del cine americano de esos años.
Quizá esa sea la clave.
"The Miniver story" y dos detalles que pueden parecer previsibles o banales - su curioso título, que anuncia que va a abrirse a todas las ramificaciones posibles para ver "qué fue" de ellos y su expresivo cartel, donde aparece Greer Garson notoriamente más efusiva y feliz que el circunspecto gesto con el que presidía el de "Mrs Miniver" - no hacen sino preparar para el especial tono del film, que opta por trasvasar las especiales condiciones de la famosa familia (la resistencia, el orgullo, el tranquilo modo de vivir pese a la intolerable invasión de la intimidad y las costumbres) a la persona de ella, callado reducto de desazón y tristeza disfrazado de conciliación y calma, cuando el resto del mundo emprende la vuelta a la normalidad, al fin en casa y con toda la vida por delante.
Esa historia, esas historias, que no serán la suya, son a las que aplicará toda la persuasión de la que sea capaz para dirigirlas lo más cerca posible de la felicidad.
Porque rodeada de pequeños heroísmos y cabezas que se levantan poco a poco ante las bombas que caen - e igualmente podría recordarse, en el extremo opuesto, a la Lilo Pulver de "A time to love and a time to die" de Sirk, que reaccionaba ante el miedo y el sometimiento de los demás - parecía más fácil o consecuente encarnar un paradigma del civismo como lo fue la Sra. Miniver, porque la guerra debía acabar antes o después y todos volverían a ser lo que eran, incluídos los alemanes. Había en aquellos personajes una confianza en sus fuerzas, en que les asistía la razón, en que valía la pena luchar porque valía la pena el mundo que habían construído.
Ahora no, ahora está ella sola, nada importa de lo que pasó y no va a haber posibilidad de ver un día la situación revertirse.
Potter procura preservar su intimidad y aprovecha cualquier resquicio para insuflar comedia y ligereza, sobre todo cuando las situaciones están atemperadas por ella, que se niega a tener prisa.
Con una voz en off precisa (la de Clem, mirando desde el presente año 50) y acompasada cada vez más al ritmo que marcan los pasos de ella, conforme consigue con mano izquierda y con la amplitud de miras que súbitamente adquiere, hacer ver a los demás las implicaciones de sus actos, la importancia que tiene elegir en la vida, el film desemboca en un emotivo final con una sencilla elipsis sobre unas escaleras, una de esas escenas tan adecuadas al carácter de quien las encarna como evocadoras de lo hasta entonces narrado, que hacen revivir la película entera en la cabeza cada vez que se recuerdan.
Es sobre todo "The Miniver story", más allá de su circunstancia histórica, que contextualiza un momento de grandes decisiones y replanteamientos, una película sobre una mujer, una de las grandes películas sobre una mujer.
Decir sin pronunciar palabra, revestir de naturalidad lo que puede ser dramático (para ellas y para los que la quieren), sugerir discretamente algo cuando quiere advertirse que será crucial, aceptar como viene lo malo y quedarse con lo bueno de la vida.
No es que esas sean características exclusivas de las mujeres ni, si les faltan, dejen de ser especiales, pero nadie como ellas son capaces de tenerlas y no perder un encanto del que los hombres carecemos por completo.
Greer Garson, realmente implicada en el guión, tan a menudo etiquetada como actriz rígida y fría, sin juventud, encarna extraordinaria, moduladamente, la urgencia de la condición de su personaje, que será la brújula del film, más acuciante que ninguna guerra, más dolorosa que cuantas desgracias ocurrieron en los años precedentes.
Escenas tan prodigiosas como el desmayo de ella mientras Clem vuelve gozoso a asearse en su cuarto de baño por primera vez tras la contienda, la visita al médico, que es confortado por ella cuando por fin accede a hablar o la charla cordial que se torna sutil encuentro de voluntades para el futuro entre Kay y Steve (Leo Genn), el enérgico novio de Judy (Cathy O´Donnell, aún con la candidez en el rostro que tenía en "They live by night"), se encuentran entre las más penetrantes del cine americano de esos años.
Quizá esa sea la clave.
"The Miniver story" y dos detalles que pueden parecer previsibles o banales - su curioso título, que anuncia que va a abrirse a todas las ramificaciones posibles para ver "qué fue" de ellos y su expresivo cartel, donde aparece Greer Garson notoriamente más efusiva y feliz que el circunspecto gesto con el que presidía el de "Mrs Miniver" - no hacen sino preparar para el especial tono del film, que opta por trasvasar las especiales condiciones de la famosa familia (la resistencia, el orgullo, el tranquilo modo de vivir pese a la intolerable invasión de la intimidad y las costumbres) a la persona de ella, callado reducto de desazón y tristeza disfrazado de conciliación y calma, cuando el resto del mundo emprende la vuelta a la normalidad, al fin en casa y con toda la vida por delante.
Esa historia, esas historias, que no serán la suya, son a las que aplicará toda la persuasión de la que sea capaz para dirigirlas lo más cerca posible de la felicidad.
Porque rodeada de pequeños heroísmos y cabezas que se levantan poco a poco ante las bombas que caen - e igualmente podría recordarse, en el extremo opuesto, a la Lilo Pulver de "A time to love and a time to die" de Sirk, que reaccionaba ante el miedo y el sometimiento de los demás - parecía más fácil o consecuente encarnar un paradigma del civismo como lo fue la Sra. Miniver, porque la guerra debía acabar antes o después y todos volverían a ser lo que eran, incluídos los alemanes. Había en aquellos personajes una confianza en sus fuerzas, en que les asistía la razón, en que valía la pena luchar porque valía la pena el mundo que habían construído.
Ahora no, ahora está ella sola, nada importa de lo que pasó y no va a haber posibilidad de ver un día la situación revertirse.
Potter procura preservar su intimidad y aprovecha cualquier resquicio para insuflar comedia y ligereza, sobre todo cuando las situaciones están atemperadas por ella, que se niega a tener prisa.
Con una voz en off precisa (la de Clem, mirando desde el presente año 50) y acompasada cada vez más al ritmo que marcan los pasos de ella, conforme consigue con mano izquierda y con la amplitud de miras que súbitamente adquiere, hacer ver a los demás las implicaciones de sus actos, la importancia que tiene elegir en la vida, el film desemboca en un emotivo final con una sencilla elipsis sobre unas escaleras, una de esas escenas tan adecuadas al carácter de quien las encarna como evocadoras de lo hasta entonces narrado, que hacen revivir la película entera en la cabeza cada vez que se recuerdan.
18 comentarios:
Bueo, creo que has logrado decir casi todo sobre esta asombrosa película (superior a todas las demás que he visto de Potter), en efecto aún mejor que "Mrs. Miniver" (que es uno de los muy grandes Wyler), y en efecto una de las películas que mejor han hablado de un cierto espíritu británico que brilló en la 2ª G.M., del que hablaba con nostalgia Tony Judt poco antes de morir y hoy, desde Thatcher, Blair y sus sucesores, en trance de absoluta desaparición.
La verdad es que esta película la descubrí hace poquísimo (puedes ver la fecha de mi mensaje en C-C) gracias a vosotros. No había leído nunca una referencia positiva excepto, creo recordar, en un diccionario italiano (Il Farinotti). Es una obra muy estimable, rica en detalles, muy sobria en el tratamiento de la muerte, y efectivamente emparentable de alguna forma con Ozu (aunque estilísticamente no tenga nada que ver, incluyendo la voz en off). La otra película de Potter que me gusta es "Mr. Lucky", en este caso pura diversión.
Ángel
Enhorabuena Ángel por sacar a la luz "Correo de Indias" de Edgar Neville, gran e insólita película. Duele ver las condiciones en que se conserva ese presumible transfer de VHS y lo que luciría restaurada.
Precisamente anoche estuve viendo la extraordinaria "La vida en un hilo", en la edición que salió a la venta en VHS. El sonido era nefasto. A ver si, ahora que se está sacando buena parte de la obra de Neville en DVD, se editan "Correo de Indias" y ésta con la imagen y el sonido restaurados.
Si "The Miniver Story" es, como decís, aún mejor que la hermosa y emocionante "Mrs. Mniniver", verla va a ser un gozo. Apuntada queda.
Apunto también "Mr. Lucky", que veo que sí se ha editado en España.
Rodrigo Dueñas
Igual que la muy fordiana "Viento norte", uno no sabe si gritar de alegría por poder verlas o llorar amargamente por tan pobres copias.
Ángel
Tomo nota de ese Soffici, del que no ví de momento nada grande.
Jesús, no sé cuántas de Soffici habrás visto, pero de las 14 de conozco (y no está entre ellas "Viento norte") no creo haber encontrado ni una sin interés, y al menos 9 francamente notables: "Prisionero de la tierra", "Tres hombres del río", "Besos perdidos", "La pródiga", "La secta del trébol", "El extraño caso del hombre y la bestia" (mejor que otras adaptaciones de "Jekyll & Hyde" más famosas), "El curandero", "Rosaura a las 10" y "Chafalonías". Lo encuentro de lo mejor del cine argentino en las épocas que yo sigo encontrando las mejores.
Pocas, pocas, "Rosaura a las 10", "Chafalonías", "La cabalgata del circo" y "El pecado de Julia" y la que más me gustó es la segunda, sobre Maupassant. Investigaré.
Aun no he visto la pelicula de Potter, tomo nota igual que las que cita Marías sobre soffici (algunas tengo pero no tengo ni tiempo).
Por cierto Miguel ,que te parece el director argentino Carlos Schlieper,y que peliculas recomiendas? gracias por tu atencion.Un saludo
PD: perdon jesus por utilizar el blog para una consulta
Antonio Muñoz
A propósito de la mención que hace Ángel al diccionario "Il Farinotti", me gustaría preguntaros si podéis recomendar algún diccionario u otro tipo de obra de referencia cinematográfica que esté actualizado y que sea fiable. Cuando oigo hablar de alguien que desconozco (por ejemplo, Soffici, ahora que lo citáis), recurro al "Diccionario del cine" dirigido por Passek y editado aquí por Rialp el cual (pese a las contribuciones de algún crítico mediocre como Paranagua –hay que leer lo que dice sobre Mur Oti-) al menos acoge a la mayoría de los directores clásicos de interés. Y luego, a otro nivel, está el imprescindible “Dictionnaire du cinéma. Les films” de Lourcelles, que descubrí gracias a una de las muchas recomendaciones que felizmente hace a menudo Miguel. Ambas obras abarcan, más o menos, lo realizado hasta mediados de los 80. ¿Conocéis otros diccionarios o enciclopedias interesantes?
Rodrigo Dueñas
Magnífica película. Emotiva, contenida, elegante y equilibrada. Para mí casi una obra maestra si no fuera por la gran cantidad de voz en off en mi opinión innecesaria en las secuencias clave, cuando la emoción por lo que se calla o se está a punto de decir está asombrosamente modulada con las interpretaciones y la puesta en escena. El suave movimiento de cámara desde los que se están casando hasta los que ya llevan años casados y hacen suyo, de nuevo, el enlace vale más que las, a menudo, redundantes palabras/recuerdos de Clem, el único personaje maravillosamente despistado de la película. Para mí es un jarro de agua fría la intromisión de esa voz a los dos segundos de que Kay revele su estado a Clem en la fiesta. La escena es ya suficientemente poderosa y la voz en off lo único que para mí hace es levantar acta de unas emociones de las que el espectador es perfectamente consciente. Lubitsch, en circunstancias muy parecidas, emplea mucho mejor la voz en off en HEAVEN CAN WAIT siete años antes. Sólo 16 segundos: http://www.youtube.com/watch?v=ItAvNBItRFg
Y lo mismo vale para el final de la película que, con esas imágenes -la casa, los rosales, la barcaza- y esos movimientos (y THE MINIVER STORY atesora maravillosos movimientos de cámara, empezando ya desde el mismo comienzo con esa asombrosa panorámica) hubiera bastado para transmitir la emoción, la felicidad y la fugacidad de una vida plena juntos.
Antonio, sólo he visto 5 películas de Carlos Schlieper, no sé si de las mejores o de las peores. Sé que tiene cierta reputación, pero, la verdad, ninguna me entusiasmó, aunque todas eran interesantes: "La honra de los hombres" (adaptación de Benavente), "Madame Bovary" (de Flaubert), "Esposa último modelo", "Cosas de mujer" y "La Serpiente de Cascabel". Varias permiten ver al magnífico actor Enrique Diosdado y a una muy joven Analía Gadé.
Rodrigo, no soy muy "fan" de los Diccionarios, salvo que estén hechos (y es casi imposible que cubran todo) por una persona que me parezca de confianza (lo cual es ya difícil); todos son irregulares, aunque pueden dar pistas, hasta Sadoul, y se quedan obsoletos a gran velocidad: ¿salen en alguno James Gray o Apichatpong Weerasethakul, James Benning, Robert Kramer, Peter Emanuel Goldman o Louis Garrel, o como directores Paul Newman, Amalric o Kinuyo Tanaka? Al que lea francés, si lo encuentra (en internet es posible) le recomendaría el "Dictionnaire du cinéma" dirigido por R. Bellour para Éditions Universitaires (1966, creo), que tiene de los mejores textos que recuerdo sobre Ford, Griffith, Lang, Dovzhenko, etc., a veces de Daney, Douchet; es útil en su esquematismo el par de tomos de Jean Tulard (uno de directores, otro de actores, guionistas, etc.), editado por Robert Laffont en la misma colección que el de Lourcelles. En inglés, los dos tomos editados por Richard Roud también tienen algunos ensayos notables, aunque también los hay, para mi gusto, lamentables. Muy anticuado, siempre será mejor que David Thomson. Para mera información, la más reciente edición de Ephraim Katz mejor que Haliwell y compañía. "American Directors" de Coursodon & Savage (sólo en inglés) me parece, en su reducido campo, muy superior al afamado "X ans de Cinéma Américain" de Tavernier & Coursodon, que me irrita crecientemente. No conozco el que citáis y en general los rehuyo. Si dicen tonterías sobre los últimos Lang, cuentan que tras "Way Down East" Griffith decayó y no incluyen a Ulmer, Phil Karlson o Boetticher, ni los miro más. Son manías mías, pero ocupan sitio y hacen perder el tiempo, mientras libritos como "Romance américaine" de Henri Agel o el ignoradísimo "Trois cents ans de cinéma" de Langlois son mucho más sugerentes.
Mario, como no creo que el uso de la voz en off tenga una función estrictamente narrativa, debo decir que la de "The Miniver Story" me parece una de las mejores que recuerdo: es una cuestión de tonalidad y emoción y evocación. Sin ella estoy seguro de que no me emocionaría tanto esta película de Potter.
Bueno, Miguel, a mí tampoco me parece que la voz en off tenga que ser únicamente narrativa o informadora o rellenadora. Si no, nos cargaríamos esa maravilla de LE ROMAN D'UN TRICHEUR, que me encanta, precisamente, por lo que a mi amigo Marcos irrita: la torrencial y graciosísima voz en off de Guitry.
Hablas de entonación y evocación y es obvio que la voz de Pidgeon está perfectamente entonada, eso no lo discuto, pero evocar es traer algo a la memoria y a la imaginación, dos territorios, creo, que están muy bien potenciados en la película, listos para que el espectador los active. Si Clem, tras conocer la verdad sobre Kay, la coge suavemente del brazo y regresa al baile con ella con el semblante traspuesto y el paso vacilante, dime dónde está la evocación en la voz en off que comenta esas MISMAS acciones que estamos contemplando. "Voz tiene en el silencio el sentimiento", dijo Quevedo. Para mí es más evocador el cruce de miradas entre Kay y Mel nada más llegar a casa mientras él pone en hora el reloj. Me destrozaría el momento si de repente acompañase a la acción la voz de Mel diciendo "Al fin estaba en casa. El tiempo de los disparos y los cañones ya era pasado. A partir de ahora, empezaba otro tiempo..."
Gracias, Miguel, por tu nota.
Alguno de los títulos que recomiendas (los de Roud y Langlois) ya lo conocía gracias a que en pasados escritos habías hablado muy bien de ellos. Procuraré acceder a los otros.
Rodrigo Dueñas
Gracias Miguel por las recomendaciones,intentare ver algo si es posible.
Antonio Muñoz
Acabo de ver la película que, efectivamente, es extraordinaria. Es, cierto también, aún mejor que la extraordinaria “Mrs. Miniver”. Y tu crítica, Jesús, le hace justicia. Vas al centro, al corazón de una película tan emocionante como discreta, que por eso mismo resulta tristemente lógico que nadie haya hablado de ella y que, igual que no ha pasado, no pasará a la historia. Hace mucho que pasaron de moda sus cualidades: su melancolía atenuada, el respeto por la felicidad de los otros, la corrección y profesionalidad con que está realizada, la seriedad, afecto y tacto con que obra la protagonista, que son los mismos con que obran su creador, sus creadores, quien los glosa.
¿Seguís pensando (tanto tú, Jesús, como Miguel) que supera a la de Wyler? Tengo un buen lío de fechas entre unos textos o comentarios y otros, y no sé si la de Wyler siempre os ha parecido de las cinco mejores suyas, pero creo que no, y no sé en qué punto se produjo ese cambio de consideración, si antes o después de la escritura de este texto.
Muchas gracias y un abrazo, Jesús.
Yo la prefiero a la de Wyler. No sé Miguel qué pensará. Es más emocionante y veraz y tiene cero pretensiones u oportunidad histórica.
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