Encumbrada en su día como una de las obras máximas del neorrealismo (combinado con dos elementos "impropios": thriller y erotismo), la popularidad de "Riso amaro" fue grande en tiempos.
Era habitual verla en cualquier lista de lo más interesante salido del cine italiano de los 40 y 50 y se convirtió en bandera única del cine de un director que no había experimentado antes de la realización de esa película, ni conocería después, muchos más parabienes y predicamentos, Giuseppe de Santis.
Ese súbito éxito recién iniciada su andadura, con apenas treinta años, tiene un efecto positivo sobre su cine que se extiende por toda la década de los 50, en la que se atreve con uno de los más amplios e imaginativos espectros de cualquier cineasta italiano de aquellos años.
Como Fuller o Sirk al otro lado del mundo, de Santis parecía capaz de dominar con naturalidad comedias, aventuras, dramas, romances y guerras, el blanco y negro y el color, lenguas y costumbres ajenas, la dirección de actores y actrices de renombre y la de los dados por imposibles, la ingeniería precisa para resolver los más intrincados movimientos de cámara y la pulsión instantánea para la planificación más física y elemental.
Vigorosas y tan vivas como en el momento de su filmación, desde su fulgurante debut "Caccia tragica" (más lo que le corresponde de aquella casi triunfal "Giorni di gloria") pasando sobre todo por "Non c'è pace tra gli ulivi" y la espectacular y muy compleja de rodar "Roma, ore 11" pero también la parcialmente lograda "Un marito per Anna Zaccheo", la entrañable "Giorni d'amore" y la algo más conocida "Uomini e lupi", toda su progresión se interrumpe sin embargo hacia 1957.
Ese año y los que vinieron después, coincidiendo en el tiempo con la primera gran crisis de Roberto Rossellini, de Santis, militante del PCI como tantos colegas de profesión "comprometidos", se desorienta y comienzan a lloverle los problemas que convertirán cada nuevo proyecto suyo en una ardua empresa. De repente no encuentra su sitio.
La película que marca estos momentos de cambio es sin embargo - lejos de resultar un residuo de la fatiga y la batalla librada para terminarla -, una de las mejores y la más ambiciosa de su obra.
Es una lástima que esta monumental "La strada lunga un anno ("Cesta duga godinu dana" en su título yugoslavo)", que suele figurar en las enciclopedias como hecha en 1964, cinco años después de terminada con financiación balcánica y diez desde que fue concebida, permanezca invisible o en copias en malas condiciones para la gran mayoría de los cinéfilos.
No jugó a su favor desde luego que el lapso de cinco años, entre el 54 y el 59, que separa la concepción del estreno del film fuese el más dramático posible.
Llega justo al final de ese límite temporal la nouvelle vague, "L'avventura" o "Estate violenta" y por el camino viran Germi - empezando con "L'uomo di paglia", para perder varias veces el norte a partir de entonces, pero cada vez más alejado de "Il camino della speranza" o "La città si difende" que algo tenían que ver con el cine del primer de Santis -, Fellini - a partir de "La dolce vita" - y a la vuelta de la esquina estaban ya esperando Bellocchio, Pasolini, Olmi, de Seta, Maselli, los "nuevos" Emmer ("La ragazza in vetrina"), Risi ("Il sorpasso") o Bolognini ("Il bell'Antonio"), y el resto de films y de acontecimientos que proyectan al cine italiano hacia una década que parecía la de la gran confirmación y que sería la última de generalizado brillo de esa cinematografía.
Frente a esos vientos de modenidad, "La strada lunga un anno", épica - sorprendente planificación panorámica en constante movimiento y múltiples diálogos -, rural, con su aire vidoriano y soviético, prolija, coral, humanista, operística sin brillo - en casuchas, con harapos, al sol abrasador -, decente e indignada con las injusticias, envejece antes de nacer.
Arroja luz sobre su naturaleza ponerla en paralelo con la otra película de de Santis fechada en 1964, "Italiani brava gente".
No es difícil entonces advertir que esa impresión de cine que remite a "otra época" se corresponde poco con el carácter o las supuestamente anquilosadas ideas de su director y sí con la historia y los personajes que la habitan.
Pocos o ningún problema debería haber tenido un realizador capaz de hacer un film tremendo, fresco, multinacional, lúcido como "Italiani...", para dotar a "La strada..." de todo lo que le fuese preciso para insuflar más o distintos vibrantes e interesantes elementos dramáticos, si hubiese querido, a esta odisea de gente pobre y trabajadora.
De Santis opta empero por ser fiel y ser paciente para que nazca un espíritu, a pie de carretera, fatigoso y austero, de un colectivo que se termina volcando en un sueño que al principio les parece una utopía, que no les enriquecerá ni les hará ser la envidia de nadie, pero que les permitirá al menos vivir un poco mejor, ser más independientes, no tener la sensación de que sólo hacen aquello a lo cual se les obliga.
Una batalla contra el pesimismo.
Es curioso (porque de Santis trabajó con él y no renegó ni entonces ni más tarde de ello) que "La strada lunga un anno" sea un film en cierto sentido anti-Zavattini, sin capa alguna superpuesta de fantasía, sin exaltaciones de las pequeñas voluntades y los grandes valores de individuos y su (que no frente a ella) miseria - algo que no puede formar parte del orgullo parece querer decir de Santis -, la más socialista de las películas.
La película que marca estos momentos de cambio es sin embargo - lejos de resultar un residuo de la fatiga y la batalla librada para terminarla -, una de las mejores y la más ambiciosa de su obra.
Es una lástima que esta monumental "La strada lunga un anno ("Cesta duga godinu dana" en su título yugoslavo)", que suele figurar en las enciclopedias como hecha en 1964, cinco años después de terminada con financiación balcánica y diez desde que fue concebida, permanezca invisible o en copias en malas condiciones para la gran mayoría de los cinéfilos.
No jugó a su favor desde luego que el lapso de cinco años, entre el 54 y el 59, que separa la concepción del estreno del film fuese el más dramático posible.
Llega justo al final de ese límite temporal la nouvelle vague, "L'avventura" o "Estate violenta" y por el camino viran Germi - empezando con "L'uomo di paglia", para perder varias veces el norte a partir de entonces, pero cada vez más alejado de "Il camino della speranza" o "La città si difende" que algo tenían que ver con el cine del primer de Santis -, Fellini - a partir de "La dolce vita" - y a la vuelta de la esquina estaban ya esperando Bellocchio, Pasolini, Olmi, de Seta, Maselli, los "nuevos" Emmer ("La ragazza in vetrina"), Risi ("Il sorpasso") o Bolognini ("Il bell'Antonio"), y el resto de films y de acontecimientos que proyectan al cine italiano hacia una década que parecía la de la gran confirmación y que sería la última de generalizado brillo de esa cinematografía.
Frente a esos vientos de modenidad, "La strada lunga un anno", épica - sorprendente planificación panorámica en constante movimiento y múltiples diálogos -, rural, con su aire vidoriano y soviético, prolija, coral, humanista, operística sin brillo - en casuchas, con harapos, al sol abrasador -, decente e indignada con las injusticias, envejece antes de nacer.
No es difícil entonces advertir que esa impresión de cine que remite a "otra época" se corresponde poco con el carácter o las supuestamente anquilosadas ideas de su director y sí con la historia y los personajes que la habitan.
Pocos o ningún problema debería haber tenido un realizador capaz de hacer un film tremendo, fresco, multinacional, lúcido como "Italiani...", para dotar a "La strada..." de todo lo que le fuese preciso para insuflar más o distintos vibrantes e interesantes elementos dramáticos, si hubiese querido, a esta odisea de gente pobre y trabajadora.
De Santis opta empero por ser fiel y ser paciente para que nazca un espíritu, a pie de carretera, fatigoso y austero, de un colectivo que se termina volcando en un sueño que al principio les parece una utopía, que no les enriquecerá ni les hará ser la envidia de nadie, pero que les permitirá al menos vivir un poco mejor, ser más independientes, no tener la sensación de que sólo hacen aquello a lo cual se les obliga.
Una batalla contra el pesimismo.
Es curioso (porque de Santis trabajó con él y no renegó ni entonces ni más tarde de ello) que "La strada lunga un anno" sea un film en cierto sentido anti-Zavattini, sin capa alguna superpuesta de fantasía, sin exaltaciones de las pequeñas voluntades y los grandes valores de individuos y su (que no frente a ella) miseria - algo que no puede formar parte del orgullo parece querer decir de Santis -, la más socialista de las películas.
12 comentarios:
Siento no estar en condiciones de opinar con una mínima base de la obra de Giuseppe de Santis porque sólo conozco dos películas de este olvidado realizador. Dos películas que me parecen excelentes.
En "ARROZ AMARGO", el estilo semidocumental de la introducción retrata con árida precisión la miseria moral y la explotación en el trabajo, y sirve para contextualizar un melodrama pasional y desmelenado que ha pasado a la historia -sobre todo- por mostrar (supongo que arañando en su día los límites de lo permisible) la sensual carnalidad de una debutante Silvana Mangano, inmediatamente convertida en estrella.
En “EN HOMBRES Y LOBOS”, volvía, como en la otra, a tratar de fundir en el esquema de un relato de supervivencia y deseo aspectos reveladores de la Italia más abrupta e ignorada.
Esta vez, la crónica pelada de unas gentes y una realidad determinada por la climatología y el paisaje se impuso al desmelenamiento emocional de aquel "ARROZ AMARGO" que en su día sirvió, como decía más arriba, para que nos prendáramos de la fascinante carnalidad de una Silvana Mangano sin desasnar.
“HOMBRES Y LOBOS”, aúna belleza, paisaje y violencia natural en una conjugación que diríamos casi perfecta. O a mí me lo parece.
Un saludo.
Imagino que su cine se ha visto poco, sí, porque de otra manera cuesta entender que no ocupe uno de los lugares importantes dentro de los directores italianos.
De las diez que conozco, todas son al menos muy interesantes y varias están entre lo mejor de esa cinematografía. Si "Riso amaro" hubiese dejado su lugar como favorita en favor de "Roma, ore 11", "Non c'è pace...", "Italiani...", "Caccia tragica" o esta, todavía mejores, alguna lógica tendría su marginación, pero no es el caso.
Junto a Matarazzo y Cottafavi, quizá sea el más patentemente subvalorado de todos los italianos.
Jesús, ¿puedes entrar en Cine Clásico?
Es verdad que abandonó "Uomini e lupi" en manos de su asistente y parte del metraje fue recortado por la productora. Pero lo que queda es un western estupendo. También es verdad que "Riso amaro" es una cinta mítica. Pero en absoluto comparable a esa obra maestra que es "Roma ore 11", más honda que cualquier otra película neorrealista, más actual que cualquier otra crónica social y más rica que cualquier otro melodrama de personajes.
A veces es bueno reconsiderar lo que tenemos delante y olvidarse de las crónicas heredadas desde tiempos inmemoriales. Giuseppe De Santis saldría beneficiado.
Ángel
Sí, "Roma, ore 11" es una de las películas más deslumbrantes del cine europeo. Qué increíble planificación, qué audacia, qué naturalidad en todas las (sobre todo) actrices, a menudo en espacios y ángulos imposibles. No sé si Fuller la vio, pero debió alucinar con ella.
Y "Una lunga..." o "Italiani..." no desmerecen nada ante grandes Mann o Preminger de los 60; tienen esa amplitud, esa mirada analítica.
"La strada lunga un anno" es precisamente la que me falta por ver. A ver si la cazo por ahí.
Ya que tenemos a la Mangano en candelero, ¿qué te parece "Il lupo della Sila"?
Ángel
Me gustó, es una buena película. Nada más he visto de Coletti, ¿Alguien conoce más interesantes suyas?
De Coletti solo he visto "Il lupo della Sila", que me gusta mucho. Parece que también son buenas "Il grido della terra" (1949) y alguna de sus películas bélicas como "Sotto dieci bandiere" (1960).
"Rome ore 11" es una de mis 10 películas italianas favoritas.
Saludos
Tomo nota, Carlos.
También "Roma, ore 11" entre mis diez italianas favoritas, sobre todo si quitamos las extranjeras de los italianos y las italianas de los extranjeros ("La prise du pouvoir par Louis XIV" y "La signora di tutti" por ejemplo).
Pudiera ser que "Il lupo della Sila" sea un film-isla, pero es raro que con el éxito que supuestamente tuvo, con estrellas, De Laurentiis como productor, Monicelli, Steno, Tonti... sea una película no ya subvalorada sino completamente ignorada.
Mira que me gusta Rossellini, pero ese distanciamiento brechtiano de "La prise du pouvoir par Louis XIV" es algo que no puedo superar. Y sólo unos pocos años antes estaba rodando películas tan emocionales como "Il generale della Rovere" o "Era notte a Roma", quizá la que prefiero de todas las suyas.
Ángel
A mí sí es de las que más me gustan, pero también las que citas y las de antes y las de después. Es un caso aparte y único en el cine italiano y el europeo y el de todas partes.
Justo "La strada lunga..." es uno de los pocos De Santis que me faltan por ver, pero nada me extraña lo que dices; creo que fue uno de los grandes de la mejor época del gran cine italiano, quizá hoy "anticuado" simplemente porque nadie parece interesado (o tal vez capaz) de hacer obras así.
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