martes, 9 de octubre de 2012

ENTRETENIDOS HASTA LA MUERTE

Cuarenta años después de iniciar su carrera en los lejanos estertores del cine mudo de los países "periféricos", Manoel de Oliveira, 64 años, rueda su segundo largometraje no documental, "O passado e o presente".
Cortometrajes y ensayos jalonaban su trayectoria desde "Douro, faina fluvial" de 1931 hasta ese año de 1971 en que, como siempre, sin previo aviso y sin siquiera proponerse "hacer otra cosa" - nada que ver desde luego con su "debut", el film neorrealista, adelantado a su tiempo, "Aniki Bóbó" del 42 -, Oliveira vira en una dirección que podríamos llamar la definitiva, si bien aún no tendrá el ritmo de producción del todo asombroso de estos años que vivimos.
Acercarse a un film como "O passado e o presente", donde tantas cosas nacen para Manoel de Oliveira, puede ser un asunto prolijo.
Se podría hablar del film haciendo hincapié en el interés por el color y por la pintura que ya desde los 50 había plasmado Oliveira, un tanto pedestremente, recorriéndose pequeños pueblos en busca de historias cotidianas o por aproximaciones familiares o amistosas a la trayectoria de gente que le interesaba y cómo en "O passado e o presente" parece aplicar por fin rotundamente a una historia sublimada con unos escandalosos rojos, azules y dorados. 
También no estaría de más pensar en cómo hasta el estreno de "O passado e o presente", ubicar a Oliveira, por muy bien que se conociera la marginal (entonces mucho más) cinematografía lusa, era tarea complicada y que cuando se produce el nacimiento del film, la extrañeza y la falta de asideros para relacionar lo que hacía con el trabajo de los demás encuentran al fin un fácil enganche: Buñuel y Godard
Más inseguro que ambos, menos proclive también a ser sobreexpuesto, en cierto modo "nuevo" por estos lares, Oliveira parece avanzar hacia ese terreno (que también fue el de Lubitsch, Guitry o Renoir), cerrado, codificado, ridículo y ordenadamente burgués, ese mundo donde el español estaba paralelamente trasponiendo su experiencia mejicana ("Le journal d'une femme de chambre", pero sobre todo Belle de jour" y "Le charme discret de la bourgeoisie") o por donde el galo había transitado en ocasiones, voraz como un relámpago ("Le mépris", "Une femme mariée", "Pierrot le fou", "2 ou 3 choises que je sais d'elle" o "Week End") y hacerlo con una tranquilidad se diría que empírica, tratando de responderse a una pregunta que tantos grandes films corroboran pero que parece le interesaba comprobar por sí mismo: ¿preservará lo inventado, tan bien como lo documental, la memoria? 
Las casualidades (era una idea de la Fundación Gubelkian, un moderno centro de mecenazgo) apoyarían ese argumento de falta de esfuerzo teórico por su parte, ya que el film fue de la mano para su exhibición de un pequeño film de Paulo Rocha, "Pousada das Chagas", con el que compartirá el operador que le ayudará a plasmar por fin esa visión, Acácio de Almeida, y donde presumiblemente conoció Oliveira a un actor que muchos años después será clave en su cine, Luis Miguel Cintra.
Consecuencia de todo ello, otro aspecto interesante sería quizá abordar la película como uno de los films más genuina y casualmente experimentales, especialmente y más allá del cromatismo (con más razón del decorativismo) por contener una de las claves que luego serán importantes en su cine: la arquitectónica.
Bastantes años antes de dar definitivamente un desusado protagonismo a las palabras y limitar el movimiento y la acción, tanto aquí como en su posterior "Benilde ou a Virgem Mãe", más aislada y oscura, Oliveira se diría que mira atentamente, desde ese arranque mudo tan sorprendente con Mendelssohn atronando, hacia una meta muy poco "demostrable", como es la de disponer a los personajes y filmarlos en las estancias y los espacios abiertos pero no por el "pueril" objetivo de saber cómo hacerlo sino porque pretende que sepamos qué pensaban... a pesar de lo que decían.
No estaría mal entonces señalar que busca tal cosa, aplicando a una situación inverosímil - una mujer que sólo se enamora de sus maridos cuando mueren -  y desarrollada en un contexto donde si no hay reglas de etiqueta para algo, se inventan sobre la marcha para salvar las apariencias, utensilios sencillos y tan o más antiguos que el cine mismo: el silencio, el uso selectivo y sin que sirva de acompañamiento otorgado a la música, la constante movilidad de la cámara describiendo panorámicas y semicírculos en torno a los personajes o el efecto tan naturalista y necesariamente humanizador que consigue al usar sonido directo.
Todo eso como decía, podría ser interesante, pero de poco serviría para transmitir la experiencia de contemplar sus imágenes.
Apenas sugerirían la intensa sensación de cercanía, casi un eclipse, que sufre "O passado e o presente" por parte de "Vertigo".
Muy pobremente ayudarían a comunicar que esta es una de las películas donde más fehacientemente se percibe que la realidad no se manifiesta en toda su totalidad.
Difícilmente permitirían pensar que Oliveira filma a los perdedores, los hombres, con más afecto que a las mujeres, tan hermosas. Cuarenta años después, otra Angélica como la de este film, llevará a uno de ellos a las puertas de la locura necrofílica.
Y probablemente harían proclamar que su autor claramente se afanaba en buscar un hueco entre los modernos realizadores europeos cuando es más sensato inclinarse a seguir pensando que aún continuaba soñando con Murnau

42 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy algo pez en cine portugués, excluyendo a Costa, a Lopes, y al propio Oliveira, que no me entusiasma, aunque coincido con tu observación sobre la riqueza de matices que tiene esta película que rescatas del olvido. ¿Alguna sugerencia o recomendación al respecto? A ser posible, de una obra intensa, mejor aún (para qué negarlo) si incluye un romance. Ya digo que el cine portugués es una cuenta que tengo pendiente. He visto obras demasiado cargadas de referencias, obras casi “culteranas”, otras demasiado influidas (siempre para mi gusto) por el “cinema verité”, pero pocas con la intensidad que sí encuentro en la cinematografía brasileña (de los años 60’-70’), por poner un ejemplo cercano en términos culturales o al menos lingüísticos.

Un saludo

Crusoe

Anónimo dijo...

Con tu permiso, y pensando en algunos cinéfilos que se citan aquí y que suelen traducir subtítulos (Preacher, Mario Vitale, etc.), dejo varios títulos que todavía no cuentan con una versión srt. en castellano, habiéndola, sin embargo, en inglés. Son obras que recomiendo vivamente y que tienen una factura digamos… “clasicista”. A ver si alguien se anima con la traducción (a mí ahora mismo me falta tiempo).

‘Max Havelaar’, 1976, de Fons Rademakers (Países Bajos). Basada en la notable novela homónima de Multatuli, aborda desde una perspectiva crítica, a través de los ojos de un funcionario idealista destinado a Indonesia, la cuestión colonial, pero con una gran objetividad.

‘Cuando llegue octubre (Bao gio cho den thang muoi)’, 1984, de Nhat Minh Dang (Vietnam). Película que conocí gracias a Preacher; es un melodrama con el frente bélico de fondo, y que se centra en una joven viuda de guerra y en sus intentos de ocultarles la muerte de su marido a su hijo y a su suegro.

Un saludo

Crusoe

Mario Vitale dijo...

¿Una película portuguesa intensa que incluya un romance? ¿Has visto, Crusoe, la deslumbrante TABU de Miguel Gomes? Yo aún sigo frotándome los ojos. Jesús hizo referencia a ella en su entrada de THE GLASS MENAGERIE de Newman.

Anónimo dijo...

No, no la he visto. A pesar de que es del 2011 (o el 12 según la referencia) y me llevo muchos chascos con las películas actuales, voy a fiarme de tu gusto y a darle una oportunidad. Además, basta con que cierto "crítico" mcdonaldsiano la defina como "onanismo para farsantes", para que me interese. Gracias por la recomendación.

Crusoe

Anónimo dijo...

"Tabu" debe ser la película portuguesa con mejores críticas desde que el mundo es mundo. En "Aquele Querido Mês de Agosto" se me hizo corta la ficción, extraordinaria, que es menos de un tercio del metraje total.

No he visto la que comenta Jesús aquí y no soy muy afín al cine de Manoel De Oliveira. Me gusta mucho "Una película hablada" pero, en general, podría decirse que comparto la impresión de Crusoe. Ya que ha salido lo del tema romántico no está de más recordar que una de las favoritas del anciano es "Gertrud", que no es una película DE amor si no una película SOBRE el amor. Yo soy más de cosas como "Ala-Arriba!", más pegadas a la tierra.

Ángel

Jesús Cortés dijo...

Me parece muy superior "Tabu" a "Aquele...".
No sólo por ser mucho más ambiciosa y corresponder a esas pretensiones con variedad, intensidad, dominio de registros, sorpresa, etc., sino sobre todo porque supone tal cambio de rumbo que obliga a mirar de otra forma a su autor, que ya sabíamos que gustaba del cine ambiental, distendido e impresionista, pero que ahora también hemos comprobado que no le tiembla precisamente la mano si se adentra en terrenos del melodrama clásico o de su evolución via Cassavetes.
Es además un film hermoso visualmente, que hasta embellece como nunca antes (y aunque no pronuncia palabra, convierte en mejor actriz, cosa rara hoy día cuando sólo afeando o deformando se pretende que las mujeres parezcan mejores actrices) a esa intérprete que parecía destinada a papeles de descarriada, Ana Moreira.
De lo mejor reciente junto a "Kaerestesorger", "Rapt", "Restless", "Les neiges du Kilimandjaro", "Les chants de Mandrin"...

Carlos C. dijo...

¿Quién ha dirigido Rapt, que es la única peli de las que citas que no ubico?

Jesús Cortés dijo...

"Rapt" (2009) me parece la mejor película de las vistas (me falta la última, "38 témoins", de pinta muy atractiva, de la que no puedo hablar con propiedad hasta tener unos subtítulos) del belga, también actor, Lucas Belvaux.
Todas las anteriores son buenas (las comedias "Pour rire" y "Un couple épatant") o muy buenas (los polares "Cavale", "La raison de plus faible", "Après la vie") pero con "Rapt" ha avanzado a un terreno langiano (algo Mankiewickz y Preminger también) de forma realmente sorprendente, un poco como decía antes de Gomes.
Actualmente lo tengo junto al gran Christian Petzold (más hitchcockiano pero igual de preciso, del que no consigo ver el último que ha hecho, "Barbara") por el mejor realizador europeo de, generalizando, thrillers. Ahora que lo pienso, es curioso que ninguno de los dos deba casi nada a Melville.

Anónimo dijo...

"38 témoins" con subtitulos en castellano:

http://www.deacalobajas.com.ar/post.php?id=38%20Temoins

Anónimo dijo...

Jesús has visto Amor de Perdição, la llevo buscando años, sin éxito; las más antiguas suyas que conozco son de los primeros años 80, Francisca, magnífica, Mon cas y Os Canibais excelentes; francamente con Le Soulier de Satin no pude, problema mío seguro, algún día lo volveré a intentar. También tengo pendientes sus obras anteriores al 79 con títulos como el que comentas o O Passado e o Presente, Benilde ou a Virgem Mãe, Aniki Bóbó o Acto de Primavera y algunas de los últimos años no comercializadas o estrenadas en España. La verdad es que Oliveira sigue siendo un filón (de oro) a explotar.
Roberto

Anónimo dijo...

¿Y cuál es la diferencia entre algo “sobre” o “de”? No, si yo también creo que hay una diferencia, que es la diferencia entre una obra de arte (al menos en un sentido netamente romántico, hasta hace poco "moderno", obra que en general brota de impulsos) y un ensayo especulativo (dicho en términos objetivos, no despectivos).

Me reconocerás, Ángel, que si ves 'Gertrud' en VO sin subtitular, no te enteras. Y pasa lo mismo, por ejemplo, con el cine de Rohmer. Los personajes acaban siendo proyecciones verbales de las especulaciones del autor. Se podrá decir: “eso, en parte, es extensivo a cualquier historia.” De acuerdo; pero no así la barrera que separa al autor de los personajes cuando se analiza desde fuera, desde arriba, desde lejos, que es cuando se hace algo “sobre” y no “de”.

En el fondo esto nos lleva a la vieja polémica sobre la objetividad en el arte, que en mi opinión es una quimera. La objetividad, a fin de cuentas, se reduce a sopesar pros y contras al defender un criterio, al plantear una argumentación, pero en el arte se acaba traduciendo en distanciamiento y frialdad. Una frialdad característica, tal y como yo lo veo, del cinema verité, de gran parte del cine vanguardista europeo (que ya hunde en sus raíces en algunos clásicos que bogaron por desnudar de supuestos artificios sus películas) y, en concreto, de casi todo el cine portugués que he visto (aun siendo poco), y que contrasta con la tradición del cine americano (y por supuesto del italiano), de ahí su mayor popularidad.

Si hago una analogía con la literatura, lo primero que me viene a la mente es la implicación autoral de las novelas picarescas (tachadas de “subjetivas” por parte de la crítica) en contraste con las narraciones de los “ilustrados”, que en cierto modo constituyen un conjunto de especulaciones sobre un tema de partida. Las primeras no sólo acaban resultando más “realistas”, sino que gozan de una mayor aceptación popular por, cómo decirlo, su “calidez”. Supongo que esa calidez, esa cercanía, marca la diferencia entre una obra “sobre” y una obra “de.” Claro que al final deciden las preferencias personales.

Un saludo

Crusoe

Jesús Cortés dijo...

De "Amor de perdiçao" me temo que hay que conformarse con una grabación televisiva de la RAI de los 90 creo. Me parece que fue Rosenbaum quien dijo que tenía noticia de que se quería sacar un DVD con toda la serie o una caja, pero de eso hace años y nada.
"Benilde..." es magnífica, algo dreyeriana, la primera quizá. "Acto de primavera" tienen gran fama y la verdad es que es muy buena también, pero en otra línea, emparentable con Olmi.
"Aniki Bóbó" para mi gusto no figura entre las mejores pese a ser un film muy sorprendente para el 42.

Tomás Sánchez dijo...

Con Oliveira (del que sólo he visto unas pocas actuales y de las relativamente recientes), reconozco que hay gente con una sensibilidad o agudeza especial de admirar y disfrutar su cine, de la que yo carezco (sólo tengo abierta simpatía "Um filme falado").

Nada que objetar a lo dicho por Jesús de que Oliveira da un "desusado protagonismo a las palabras y limita el movimiento y la acción". Oliveira no pone en boca de sus personajes las frecuentes conversaciones intrascentdentes de los protagonistas de las películas de Allen, los juegos y ardides amatorios de los de Rohmer, o la sincera y espontánea expresión de ilusiones y temores de los personajes de Ozu o Naruse. Los personajes de Oliveira reflexionan en abundancia(y mucho) sobre sus propias preocupaciones de modo que la acción se paraliza en el tiempo. Si la acción avanza, ésta lo hace de modo elíptico y brusco, hasta buscar otro momento de calma para la reflexión de sus personajes.

Honestamente, las reflexiones me resultan ajenas, ni me conmueven ni me resultan especialmente agudas. Oliveira gusta por lo general más de escenas de interiores que de exteriores; sus personajes tienden a estar sentados o inmóviles, y no veo que la puesta en escena ayude a enriquecer el significado de lo verbalizado por los personajes, o descubrir más de ellos.

Jesús Cortés dijo...

La palabra ha tenido mala fama en el cine desde tiempo inmemorial. Ya a bastante gente no le gustaban los intertítulos de Griffith, que les sonaban engolados o accesorios a lo que las imágenes estaban comunicando. No había terminado la carrera por tratar de separar el cine de la fotografía y ya se estaba intentado zafar del teatro y la literatura, encontrando en la aceleración del movimiento una buena forma de ser distinto… pero no la única.
Por eso en Oliveira, a pesar de la (a veces) intrincada red de relaciones entre personajes, la importancia de sus miradas (adónde se dirigen, por qué tienden a ensimismarse – que por lo demás es algo que hacemos todos cuando pensamos para nosotros mismos o para expresarnos – cuánto de lo observado importa para cambiar de parecer) y estrictamente lo que dicen, que no suele ser “small talk” ni tiene sentido metafórico alguno, sospecho que lo que disgusta realmente es la aparente inacción física.
Digo aparente porque siempre suceden múltiples cosas, hay viajes – incluso muy largos -, elipsis brutales, apariciones y desapariciones de personajes importantes en los momentos más inesperados, grandes pasiones y hasta enconamientos muy duros, solo que muy rara vez es narrado algo con velocidad, que suele ser la mayor oponente del pudor.
Al no traspasar con todas sus consecuencias nunca la barrera del naturalismo (y mira que lo han acusado de lo contrario, hasta previamente: los guiones pueden parecer infilmables), como Straub o Rahnema, la puesta en escena queda suspendida y confiada a la pura asimilación (y sigue siendo placentera la cadencia de imágenes si se quita el sonido) de cómo y cuándo se desarrolla el texto por parte de quien (no cabe otra manera) receptivamente se sienta a contemplar su trabajo, impregnado de pintura, música, teatro de otra época, que muchos llaman la de oro, aunque es capaz como en el film del que hablaba en el texto de estar totalmente inmerso en el mundo que le ha tocado vivir, en los muchos mundos que habrá conocido en tantos años.
Nunca amplifica ni subraya nada, ni siquiera la muerte ni la victoria o la derrota, tiene ideas sencillas y lógicas y reconducía y reconduce los debates (cualquier entrevista sirve, hasta si lo interpela alguien tan dado a sonsacar conexiones con cualquier film o momento histórico - de la historia del cine por supuesto – como João Bénard da Costa) hacia terrenos “mundanos”, anti-artísticos casi.

Luis S. dijo...

Como algunos participantes en este blog, también es “Una película hablada” la única película de Oliveira que me ha llegado a parecer realmente grande.
Reconozco, eso sí, que sólo he visto siete películas suyas, así que me queda mucho trecho por recorrer. Y destacaré que, incluso en el caso de “Una película hablada” (sobre la que, en su momento, escribió un artículo erudito y entusiasta P. Gimferrer), me gustó mucho al “pensarla” después, y no tanto mientras la veía. No sé si esto tiene sentido, pero me ha pasado con otras de Oliveira. No logro que me fascinen o conmuevan pero después las admiro (aunque no tanto como a “Una película hablada”) y reconozco, por así decirse, sus méritos objetivos.
Hace poco vi “Un día de desespero” y me pasó algo parecido. Casi me duermo viéndola, lo admito (pese a que es muy breve) y, sin embargo, cuando terminó tuve de nuevo la sensación de que era el espectador el que no había estado a la altura de tan original película.
Oliveira, como se ha dicho en este blog, tiene algo de “moderno” y de “primitivo” al mismo tiempo. Increíble el caso de este director, en cualquier caso, que desde el año 1990, cuando él ya sobrepasaba los 80 años, ha realizado algo así como 22 o 23 largometrajes. Alucinante y, supongo, sin parangón.

Anónimo dijo...

También hizo películas visualmente muy bellas, como El valle de Abraham. Pero a partir de los años 70 De Oliveira potencia hasta el límite la capacidad creadora de las palabras (en toda clase de registros: diálogos, voz en off, monólogos, intertítulos). Esta fórmula renuncia a toda emoción para centrarse en el texto y somete al espectador a un esfuerzo para visualizar esa narración hablada. De este modo, una película como Francisca resulta tan artificial como alguien encontraba la anterior entrada de este blog, Anne of the Indies, y tan "poco" romántica como Gertrud. Que te gusten más o menos esas propuestas ya será, efectivamente, una cuestión personal.

Ángel

Igor dijo...

Ya que nombráis "Tabu" de Gomes, que tengo muchas ganas de ver...sólo ha podido verse en festivales de moemento, no?

Anónimo dijo...

Bueno, y a todo esto, ¿no habrá una de esas listas para la cinematografía portuguesa?

Crusoe

Anónimo dijo...

Bueno Ángel lo de que Gertrud es una película poco romántica es tu opinión, como también lo era que fuera una película sobre el amor y no de amor, yo no la definiría como romántica tampoco pero tampoco destacaría su ausencia de romanticismo. Hay romanticismo en escenas como el encuentro de Gertrud con el joven música (esa secuencia magistral que combina una sabia utilización del espacio narrativo ,incluyendo el que está fuera de campo, con las sombras de los personajes proyectadas, la canción que canta Gertrud, el uso del flash-back...) y el reencuentro patético del viejo poeta con Gertrud en el salón, en el que el poeta lleva a cabo una de las confesiones más dolorosas que jamás se hayan visto en una película. Son escenas en las que el componente romántico está presente aunque sea desde una perspectiva diferente a la que utiliza el cine estadounidense. Gertrud es muchas cosas: una película sobre/de amor, una reflexión sobre el paso del tiempo, un canto a la libertad de la mujer, una diatriba contra la intolerancia (la intolerancia de Gertrud que no es un personaje, en ningún caso, tan inocente), un film experimental sobre uso de la toma larga y del movimiento de la cámara entendido en un sentido estrictamente musical, y tantas cosas más. No se puede reducir una obra magna de la dimensión y complejidad de Gertrud en un única dirección. Hay muchas formas de ver Gertrud, en función de los intereses de cada espectador y no cabe el reduccionismo de una exclusiva y obligatoria interpretación.

Anónimo dijo...

Tal y como yo lo veo, la palabra resulta abusiva cuando suple a la imagen, en vez de complementarla. Pongamos un ejemplo paradigmático de vanguardismo: en ‘Hiroshima, mon amour’ (¿cómo se ponen cursivas en blogger?) la palabra complementa, y en consecuencia, enriquece, la imagen. Para ser más claro, no es una palabra que sustituya imágenes o escenas, sino que, simplemente, las subraya.

En cambio, tal y como sucede muchas veces en el teatro, vemos en otras películas (tan dialogadas que pueden llegar a parecer radionovelas) que la palabra sustituye directamente a la imagen. Es como cuando antaño, en el proscenio, un actor evocaba en su parlamento espacios y acciones ajenas a la representación física. Lo que entonces quedaba fuera del plano visual del escenario queda hoy muchas veces fuera del plano cinematográfico, de modo que se refiere a través del diálogo. Por supuesto sobre normas no hay nada escrito (y yo personalmente no tengo un criterio canónico), pero se corre un riesgo, que yo llamaría, más que “artificio” (por no usar términos despectivos y ser lo más objetivo posible), “distanciamiento” (entre la imagen y el espectador).

Un saludo

Crusoe

Jesús Cortés dijo...

Puede encontrarse "Tabu" en emule o similares por su nombre sin más y resulta ser una copia promocional de The Match Factory con subtítulos en inglés, aunque desaparecen de repente hacia el final y no recuerdo si volvían o no.

Ricar2 dijo...

En cuanto al tema de cine "narrado" con palabras, me gustaría preguntaros vuestra opinión sobre películas de tipo "Las dos inglesas y el amor" o el "Casino" de Scorsese, donde realmente la voz en off dice lo que va a pasar en las imágenes posteriores. Aunque a posteriori ambas películas me parecen ridículas, reconozco que cuando las estaba viendo me gustaros, y son de esos casos en los que no estoy muy seguro ni de la opinión que tengo.

Anónimo dijo...

La dos inglesas y el continente es una de las más grandes obras del irregular Truffaut, quizá la más bella (y una de las más personales). En el montaje completo, lógicamente, no en la copia manipulada que circuló en España durante año. Casino pasó de una cierta sobrevaloración a un menosprecio que tampoco se merece. No es una obra maestra, pero sí una buena película llena de elementos interesantes.

Jesús Cortés dijo...

A mí la de Truffaut no me gusta tampoco; de esa década sólo me entusiasma una, "L'homme qui aimait les femmes".
La de Scorsese sí es de las que prefiero suyas y además tiene una estupenda selección de canciones del Jeff Beck Group, Muddy Waters, Louis Prima, Brenda Lee, Eric Burdon, Devo, Cream...

Sergio Sánchez dijo...

Me han fascinado las cinco o seis pelis que he ido viendo de Oliveira. Me hipnotiza oir ese portugués como sólo me hipnotiza oir el sueco de Bergman.Son películas musicales. Y me hace mucha gracia la educación y la cordialidad con la que sus personajes pueden apuñalarse, además de la estética que me puede producir la mismo ensoñación que cualquier paraíso del cine de aventuras.

Anónimo dijo...

La palabra en Oliveira "nunca" sustituye a la imagen, porque como bien indica el maestro al comentar "Branca de neve" de Monteiro, LA PALABRA ES YA IMAGEN, especialmente en el caso de Oliveira, un autor de puesta en escena absolutamente "radical" (como Straub-Huillet, ¿otros que son "sólo" palabras, texto? Por Dios!!!), cuyas imágenes son absolutamente quintaesenciales (para los que se conformen tan sólo con imágenes, que admiren de rodillas las que rueda en Venecia para "Espelho mágico" o los Vermeer y Caravaggio de "Palavra e Utopia"). No hay nadie (salvo Straub-Huillet quizás) con una carrera como la de Oliveira, es una obra maestra detrás de otra (la última "Gebo et l'ombre" va a matar a sus detractores, pero es antológica), de una densidad y al mismo tiempo sencillez (textual y de imagen) de vértigo y de una audacia emocionante: "Os canibais", "Non ou a va gloria de mandar", "Vale Abrahao", "Porto da minha infancia", "Mon cas"...y suma y sigue. Si a alguien le parece frío u opaco que empiece por simplificarse las cosas echándose a los ojos "Porto da minha infancia" o "Palavra e Utopia" y ya verá lo que hace el cineasta "de personajes parlantes e interiores donde la puesta en escena no aporta nada a lo que dicen los actores"!!!!!!!

Jesús Cortés dijo...

Ya que sale a colación de nuevo el nombre de Straub, no es agradable para mí decir esto, pero me parece preocupante todo lo último que está haciendo.
Desde que murió Danièle, nada es lo mismo y no por haber virado a otra cosa o haber perdido el rumbo, sino porque algo fundamental se echa a faltar, bastante inexplicable, de repente todo es monótono, previsible, inusualmente intrascendente, hasta aburrido.
De estos cinco años sólo "Le genou d'Artemide" (casi una extensión aún de "Operai contadini") me parece a su nivel.
De la última vista hace unos días, "Schakale und araber" ya casi ni me acuerdo de lo poco que me sugirió.

Anónimo dijo...

Si alguien quiere perder unos minutos viendo un vídeo en YT:

http://www.youtube.com/watch?v=NjchOK7JRL0

El director peruano Armando Robles Godoy hablando de la palabra y el lenguaje cinematográfico.

Ángel

Anónimo dijo...

Al menos yo no me he metido con Oliveira, sino que he esbozado unas líneas generales sobre la polémica de la objetividad en el cine y en cierto modo sobre el poder de la imagen (en contraste con obras esencialmente dialogadas). Pero como tengo por costumbre respetar el lenguaje, más que nada para mantener unos mínimos que nos permitan entendernos a todos, niego la mayor: la palabra no es la imagen, como los cuadrados no son círculos. Dicho lo cual, las preferencias cinematográficas, como todo, supongo, dependen de tendencias, gustos, etc., personales. Por tanto, no hace falta frotarse los ojos por disentir.

Crusoe

Anónimo dijo...

Perdón, leí mal algo sobre frotarse los ojos.

Un saludo

Crusoe

Anónimo dijo...

A Robles Godoy lo conocí gracias a un hilo sobre “joyas ocultas” que abrió Preacher en su día, y es casi el mejor ejemplo de innovación formal (incluyendo el sonido, o más concretamente, la palabra) con pleno sentido, sin alardes gratuitos, es decir, en aras de la mayor expresividad posible. ‘En la selva no hay estrellas’ y ‘La muralla verde’ (las únicas que he podido ver de las que rodó) me parecen antología de cine de principio a fin.

Quería, con el permiso de Jesús, y pensando en la gran cantidad de lectores que, provenientes de páginas cinéfilas (traductores incluidos), pasan por aquí, avisar de algo sobre lo que me informaron hace poco, y es que circula en DD la trilogía de Viena de Axel Corti (que, por lo que he visto, inspiró una entrada en este blog). Tiene los subtítulos (en inglés) pegados, pero pueden ser extraídos. En ese caso probablemente se ofrecería más de uno (o una) para la traducción. Se trata de una obra capital, en mi opinión.

Crusoe

Anónimo dijo...

Para que luego algunos digan que Jesús Cortés coincide en exceso con Miguel Marías: a Marías, según escribió en Lo mejor del año 1996 en la editorial JC, Casino le pareció una obra fallida y a la que le sobraban las dos últimas horas y media, en cambio Miguel Marías escribió una crítica muy elogiosa de La noche americana en Casablanca, además de citar elogiosamente otro títulos de los 70 de Truffaut como Las dos inglesas y el amor. Hay vences que se coincide y otras veces no, como todo el mundo.

Calvert Casey

Sergio Sánchez dijo...

Calvert, ahora el jurado exclama "ohhhhhh" tras tu exposición y el caso toma otro cariz diferente (dicho con cariño y humor). Y con perdón, hay veces en las que se coincide siempre y no hay nada que demostrar a nadie (¡faltaría!), como otras veces se discrepa abiertamente (más en un tipo de directores o de cine que en otros, o en todos) y tampoco hay tema en realidad.Y el tercer caso es el peor, a veces discrepas mucho (como discrepamos mucho Jesús y yo, más en mi blog que en el suyo, pues muchas pelis no las he visto todavía) pero si comparo sus opiniones con las de mi carnicero me doy cuenta de que tengo mucho más en común con Jesús que con mi carnicero. Todo es una cuestión de relatividades y de dimensiones de la muestra tomada. El debate en ese ámbito es estéril. Vamos, que sigo encontrando grosero que el tema sean las personas que hablan de películas y no las películas.

Jesús Cortés dijo...

Ya que hablaba de él hace días, vista "38 témoins" de Belvaux.
Absolutamente impresionante. Aún mejor que "Rapt", sigue rompiendo techos para proyectarse a una dimensión que nadie hubiera imaginado hace cinco años.
No conectaba a Belvaux con Hitchcock hasta ahora pero lo cierto es que el film es una fascinante vuelta de tuerca - siendo en cierto sentido un antagonista moderno - de "Rear window".
Precisión sobrehumana, control total de encuadre, interpretaciones o ritmo, capacidad para hablar (y no elucubrar: plantearlas, sentirlas, hacerlas notar en toda su crudeza) de cosas importantes sin mencionarlas siquiera, ni un detalle fuera de lugar...
Ni Eastwood sería capaz de hacer algo tan puro.
Una obra total.

Anónimo dijo...

Viva Debra Granik, peliculón Winter's Bone, le pondréis pegas pero pero esa es la verdadera América profunda actual. Para apreciarla hay que haber leído Las dulzuras del hogar y Un hombre bueno es difícil de encontrar de Flannery O'Connor y haber escuchado los primeros discos de Motorhead o de los BoDeans.

Brian Azzarello

Anónimo dijo...

Winter's Bone es una película ni muy buena ni muy mala, más interesante en la teoría y en el planteamiento que en la resolución, al final deja la sensación de que podría haber sido mejor. Eso sí para apreciarla no hay que recurrir a grupos de heavy insufribles, de esos que tanto le gustan_algunos_ a Jesús Cortés, y no veo lógica en que para entender la América profunda actual uno tenga que haber leídos los cuentos de una escritora que por muy buena que fuera murió hace 50 años, a no ser que se quiera sugerir que la obra de dicha escritora pertenece al subgénero de la Ciencia Ficción especulativa o admonitoria, lo cual me parecería como sugerencia una verdadera pasada.
Por cierta la música de la película es de un integrante de los Tindersticks, por si se quiera buscar un referente etnográfico más actual para eso del estudio de America Profunda actual, aunque los resultados del estudio sociológico serían igual de incompletos.
Eso sí siempre es bueno ver a alguien tan entusiasmado por una película norteamericana independiente actual que no sea de Van Sant, Wes Anderson, Paul T. Arderson y todos estos que tan bien dominan el marketing que resulto un poco ridículo llamarlos independientes, independientes de qué. Recomendaría que fijaras tu mirada en Jeff Nichols o en el nuevo cine de terror made in Usa de Jim Mickle y Ty West. De nada Brian por la recomendación.

Sergio Sánchez dijo...

A mi me aburre mortalmente "Winter's bone", pero no me cuesta nada entender que me cuenten que ciertos libros, o cierta música, te pueden sensibilizar con determinada película. Dejad descansar tanta sagacidad ininterrumpida, hombres de Dios, que a veces le buscamos las cosquillas a lo obvio.

Anónimo dijo...

Han aparecido subtítulos en castellano para 'Bao gio cho den thang muoi', 1984. La recomendación se queda entonces en 'Max Havelaar', de Rademakers.

Saludos

Crusoe

miguel dijo...

Imagino que es una errata... Le genou d'Artemide es una extensión de Quei loro incontri y no de Operai contadini.

A mi Schakale und Araber me parece una maravilla, la mejor película de Straub en digital, moviéndose entre lo material y lo virtual, con ese fantástico y enigmático texto de Kafka. Solo el hecho de evidenciar el montaje a través del plano de las tijeras me parece de una enorme clarividencia, emparentando a Straub con la escuela experimental, desde Brakhage y Markopoulos a Klahr y Beavers. Apoteósico.

Jesús Cortés dijo...

Un olvido más que una errata, sí.
Yo, qué le voy a hacer, no comparto eso que te emociona en ese nuevo (pero no último) Straub, que encuentro perezoso y simple y como decía, ya me gustaría decir lo contrario.
Quizá se deba a mi desconocimiento del cine con el que dices empieza a lindar. Voy apreciando Brakhage, pero conozco mal a Beavers y nada de lo visto de Markopoulos me gusta por ahora; de hecho aún no sé si existe la relación que comentas.
Me parece que la era digital, que tantas ventajas tiene y tan accesibles hace muchas cosas, en general destruye un poco más la esencia del rodaje, el montaje y me temo que también apriorísticamente de la propia idea que se quiere plasmar en un film por breve que sea. Todo es demasiado fácil y demasiado maleable, enfriando en buena medida los procesos naturales que siempre ha tenido el cine y que antes nos bastaba con verlos canalizados (una pantalla grande, una platea de butacas) porque sabíamos de su naturaleza.
Y afecta también mucho al cine de Straub y antes con Huillet, que me parecía cercano y hasta carnal a veces, nunca experimental - al menos no como aspiración y entendiendo que cualquier film puede ser en sí mismo un experimento se quiera o no - a pesar de partir de bases "cultas" en tantas ocasiones.
Percibía (más en largos que en cortos siempre y ya veremos si de los primeros volvemos a ver alguno) una vibración, una mirada afectiva, en un simple encuadre eternizado o cómo colisionaba con un plano subsiguiente más abierto, de un paisaje, una naturaleza, no por hacer una pausa ni con el propósito de "relajar" el ambiente sino para "mirar un momento por la ventana" como Ozu y recuperar la perspectiva o para asumir que nunca se volverá a mirar de la misma forma.
No eran momentos de relleno, ahí está el final de "Chronik der..." para demostralo como evidencia de "climax" o los múltiples de la extraordinaria "Sicilia!" o los casi imperceptibles de "Operai, contadini".
Es mayor, debe estar solo por mucha gente que haya alrededor, pero no puedo dejar de añorarlo en movimiento, cambiando de un film a otro, imprevisible y viajero, con ese elemento de aventura (en pareja, algo casi insólito) que también se nota en solitarios y solitarias como Akerman, Vardá, Mekas, etc.
De repente todo parece haberse detenido.

Nick dijo...

Yo también prefiero al Straub del 35 mm, pero el cambio no se debe a una opción, sino a un déficit de producción. Y Straub lo ha asimilado como puede, con lo físico siendo sustituido por lo virtual, de ahí que en L'inconsolable la relación entre hombres y dioses pase a ser una mera intuición, y ya no sea ese diálogo tan vigoroso de antaño.

Yo lo veo como otra etapa del cine de Straub, y me parece bien cómo se ha adaptado a esta nueva circunstancia. Creo que apelar a lo que hacía antes para negarlo sería como negar al Ford en color porque nos gusta más el blanco y negro. Yo la verdad no noto esa falta de tensión, ahí está la enorme panorámica de O Somma Luce, los planos finales de los cementerios merovingios de Un heritier o el ya comentado plano de las tijeras como símbolo del montaje en Schakale und Araber.

miguel dijo...

perdón, el mensaje anterior era mio... Firefox siempre me confunde entre el nick de mi hermano y el mio... cosas de compartir ordenador...