No hay ninguna película de Werner Hochbaum en 1934.
Sus últimos films conforme terminaba la República de Weimar (oficialmente en 1933) y se anunciaba la irrupción del Tercer Reich, habían sido los mejores de su vida, pero ya nada volvería a ser igual.
Aún rodó varios en los años del nazismo, pero no tardó en llegar a los oídos de los censores y controladores de la propaganda su molesta costumbre de tener opinión propia y no callarse las críticas. A poco que le preguntaban, no podía evitar ser sincero.
Aguantó, marchó a Austria para recrearse en remakes de éxitos hollywoodienses, pero cuando en 1939 se ve obligado a filmar un guión indigno, falso y a mayor gloria del régimen como el de "Drei unteroffiziere", se las arregla abiertamente para no complacer a las autoridades y se le prohíbe volver a rodar un solo plano hasta el fin de la guerra.
Ni corto ni perezoso, burlará una vez más el veto enrolándose esta vez como camarógrafo de documentales bélicos (invisibles que se sepa hoy día), quizá usados con intenciones muy diversas de las que tuvo al rodarlos.
Sin tiempo para reemprender el camino, desgraciadamente muere en 1946.
Se trunca así la carrera de uno de los mayores talentos que haya dado el cine alemán y uno de los grandes arquitectos del primer cine sonoro.
Su posición sin embargo en la Historia del Cine es más bien discreta y el estado actual de las copias disponibles de sus obras no va a ayudar gran cosa a que eso cambie algún día.
Sin reediciones ni ediciones en DVD, lo que queda de su legado son grabaciones televisivas en color sepia, con los márgenes cortados o rizados, con contadores de tiempo sobreimpresionados, saltos, sonido embarullado y llamativos huecos o fotogramas quemados.
Bastante tardía (y habiendo empezado Hochbaum sumamente mayor para lo que era habitual en esos años) su andadura por el cine silente, de la que apenas se conserva un film, "Brüder" de 1929, la llegada del sonoro parece que libera, por lo comprobado en esa obra, de una rigidez y de ese ritmo lento, maniqueamente "soviético" en el peor sentido del término, anticuado a su cine.
No hay más que contemplar, con asombro, en plena decadencia de la etapa Weimar, con una crisis terrible acuciando en todas partes, justo antes de la llegada de un Mesías del infierno un film como "Razzia in St. Pauli" de 1932 para saber que ese era por fin su medio de expresión idóneo.
Como algunas esplendorosas muestras contemporáneas filmadas por Fejös, Trivas, Siodmak, Borzage, Machatý, Wellman, LaCava, Ozu o Vigo, la obra maestra de Hochbaum plasma con frescura y una rápida asimilación de las ventajas que suponían las nuevas condiciones de rodaje, una pequeña historia agigantada por su belleza urgente y pulida con sentimiento antes que con perfección técnica.
Hochbaum hasta va un paso más allá de algunos de ellos (probablemente sólo Vigo consiguió ser aún más arrojado, además de más sensible) y se atreve con audacias dignas del cine que llegará casi treinta años después con la nouvelle vague.
En este ambiente de derrumbe y pobreza, al borde de la marginalidad o la delincuencia, vidas pequeñas y tantas veces, de fondo, el mar, los puertos, a menudo más un bonito horizonte para mirar y sentirse menos aprisionado que una verdadera posibilidad de recomenzar en otra parte, Hochbaum hace etérea a la cámara, corre y vibra tras sus personajes, que hablan poco pero claro y no quieren perder el tiempo que les quede.
Aprovechando que ya tenía previa experiencia como documentalista, se afana en captar los sonidos, el bullicio, intercalando planos deslumbrados por la luz del día o atrapando los neones de la noche, tomados con cámara oculta o quizá plantada enmedio de una calle ajena a la curiosidad de los transeúntes.
La historia, sencilla, de este ladronzuelo y la chica perezosa - aniñada, que se engaña a sí misma pensando que aún no es una prostituta - atraída por tipos dominantes como él, cobra así una dimensión realista, una pulsión arrolladora, la alternativa opuesta al sublimador kammerspiel tan popular en su país desde hacía años.
Alcohol y canciones, más canciones y más alcohol para olvidar la fea Hamburgo. Marcharse, un sueño.
Ya en 1933, antes de iniciar el rodaje de la película por la que es más conocido, completa (parece que rueda casi entero, aunque permanece en los créditos sólo como co-director) un film del célebre actor Heinrich George, con el que seguramente compartió ideas políticas visto el destino que compartieron.
El más hermoso de su vida, "Schleppzug M 17", algo anticipa de "L'Atalante" y tal vez sea mayor inspiración que esta última para la archifamosa "Unter den brücken" de Helmut Käutner, rodada ya al final de la guerra.
Está "interrumpida", más que protagonizada (es el elemento que desencadena los acontecimientos cuando todo era plácido) por la chica de "Asphalt" de Joe May, Betty Amann, pero se diría que el auténtico propósito de la película fue recorrer y guardar para la posteridad, desde el río Spree, el viejo Berlín justo antes de convertirse en un enjambre de cruces gamadas, sus comercios, sus plazas.
No importa su muy angosto ratio 1,19:1, a veces parece que sea cinemascope, como tantos Sternberg y Mizoguchi.
El breve momento de notoriedad para Werner Hochbaum llega ese mismo año con "Morgen beginnt das leben", su película clave, ni la mejor ni la más emotiva, pero sin duda la más teórica, desnuda y extraña que hizo.
De una belleza formal sorprendente para su presupuesto, "Morgen..." cuenta impresionistamente una insignificante anécdota argumental muy cercana a "Lonesome" de Fejös. Es, en cierto modo, cuando debía ser un avance, un retroceso, pues vuelve a parecer un film mudo, demostrando que donde habían puesto la pica Murnau y compañía era baldío buscar "algo más".
Como "Razzia in St. Pauli", su esqueleto es tan fuerte por muy vacía que parezca de contenido, que resulta tensa y parece buscar imágenes rutinarias para cargarlas de desasosiego.
No es su equívoco (un despertador que se queda sin cuerda impide a una mujer ir a encontrarse con su marido el día que lo liberan de la cárcel, donde ha cumplido condena por asesinato) lo que inquieta, sino sus panorámicas desiertas, sus planos circunstanciales sin propósito narrativo, sus sonidos industriales y mecánicos que no remiten ni en plena naturaleza.
Abandonado a su suerte (llevaba días o semanas o meses pensando sólo en volver a verla a ella, que él lógicamente no sabe que anda con otro), Hochbaum muestra al protagonista como si no encajase en ninguna parte, generando desconfianza en los demás por donde quiera que pasa. Se le cae encima la ciudad, su desorden, su tráfico incesante, parece un vagabundo... o un psicópata como el de "M".
Tour de force sostenido sobre el desequilibrio, también pierde pie a veces abusando de planos que lo subrayan.
Pero la balanza de los hallazgos, intemporales (no parece ni cercana en el tiempo a "Razzia..." ni a ningún film alemán de su época) ampliamente compensan esos defectos.
Sin reediciones ni ediciones en DVD, lo que queda de su legado son grabaciones televisivas en color sepia, con los márgenes cortados o rizados, con contadores de tiempo sobreimpresionados, saltos, sonido embarullado y llamativos huecos o fotogramas quemados.
Bastante tardía (y habiendo empezado Hochbaum sumamente mayor para lo que era habitual en esos años) su andadura por el cine silente, de la que apenas se conserva un film, "Brüder" de 1929, la llegada del sonoro parece que libera, por lo comprobado en esa obra, de una rigidez y de ese ritmo lento, maniqueamente "soviético" en el peor sentido del término, anticuado a su cine.
No hay más que contemplar, con asombro, en plena decadencia de la etapa Weimar, con una crisis terrible acuciando en todas partes, justo antes de la llegada de un Mesías del infierno un film como "Razzia in St. Pauli" de 1932 para saber que ese era por fin su medio de expresión idóneo.
Como algunas esplendorosas muestras contemporáneas filmadas por Fejös, Trivas, Siodmak, Borzage, Machatý, Wellman, LaCava, Ozu o Vigo, la obra maestra de Hochbaum plasma con frescura y una rápida asimilación de las ventajas que suponían las nuevas condiciones de rodaje, una pequeña historia agigantada por su belleza urgente y pulida con sentimiento antes que con perfección técnica.
Hochbaum hasta va un paso más allá de algunos de ellos (probablemente sólo Vigo consiguió ser aún más arrojado, además de más sensible) y se atreve con audacias dignas del cine que llegará casi treinta años después con la nouvelle vague.
En este ambiente de derrumbe y pobreza, al borde de la marginalidad o la delincuencia, vidas pequeñas y tantas veces, de fondo, el mar, los puertos, a menudo más un bonito horizonte para mirar y sentirse menos aprisionado que una verdadera posibilidad de recomenzar en otra parte, Hochbaum hace etérea a la cámara, corre y vibra tras sus personajes, que hablan poco pero claro y no quieren perder el tiempo que les quede.
Aprovechando que ya tenía previa experiencia como documentalista, se afana en captar los sonidos, el bullicio, intercalando planos deslumbrados por la luz del día o atrapando los neones de la noche, tomados con cámara oculta o quizá plantada enmedio de una calle ajena a la curiosidad de los transeúntes.
La historia, sencilla, de este ladronzuelo y la chica perezosa - aniñada, que se engaña a sí misma pensando que aún no es una prostituta - atraída por tipos dominantes como él, cobra así una dimensión realista, una pulsión arrolladora, la alternativa opuesta al sublimador kammerspiel tan popular en su país desde hacía años.
Alcohol y canciones, más canciones y más alcohol para olvidar la fea Hamburgo. Marcharse, un sueño.
El más hermoso de su vida, "Schleppzug M 17", algo anticipa de "L'Atalante" y tal vez sea mayor inspiración que esta última para la archifamosa "Unter den brücken" de Helmut Käutner, rodada ya al final de la guerra.
Está "interrumpida", más que protagonizada (es el elemento que desencadena los acontecimientos cuando todo era plácido) por la chica de "Asphalt" de Joe May, Betty Amann, pero se diría que el auténtico propósito de la película fue recorrer y guardar para la posteridad, desde el río Spree, el viejo Berlín justo antes de convertirse en un enjambre de cruces gamadas, sus comercios, sus plazas.
No importa su muy angosto ratio 1,19:1, a veces parece que sea cinemascope, como tantos Sternberg y Mizoguchi.
El breve momento de notoriedad para Werner Hochbaum llega ese mismo año con "Morgen beginnt das leben", su película clave, ni la mejor ni la más emotiva, pero sin duda la más teórica, desnuda y extraña que hizo.
De una belleza formal sorprendente para su presupuesto, "Morgen..." cuenta impresionistamente una insignificante anécdota argumental muy cercana a "Lonesome" de Fejös. Es, en cierto modo, cuando debía ser un avance, un retroceso, pues vuelve a parecer un film mudo, demostrando que donde habían puesto la pica Murnau y compañía era baldío buscar "algo más".
Como "Razzia in St. Pauli", su esqueleto es tan fuerte por muy vacía que parezca de contenido, que resulta tensa y parece buscar imágenes rutinarias para cargarlas de desasosiego.
No es su equívoco (un despertador que se queda sin cuerda impide a una mujer ir a encontrarse con su marido el día que lo liberan de la cárcel, donde ha cumplido condena por asesinato) lo que inquieta, sino sus panorámicas desiertas, sus planos circunstanciales sin propósito narrativo, sus sonidos industriales y mecánicos que no remiten ni en plena naturaleza.
Abandonado a su suerte (llevaba días o semanas o meses pensando sólo en volver a verla a ella, que él lógicamente no sabe que anda con otro), Hochbaum muestra al protagonista como si no encajase en ninguna parte, generando desconfianza en los demás por donde quiera que pasa. Se le cae encima la ciudad, su desorden, su tráfico incesante, parece un vagabundo... o un psicópata como el de "M".
Tour de force sostenido sobre el desequilibrio, también pierde pie a veces abusando de planos que lo subrayan.
Pero la balanza de los hallazgos, intemporales (no parece ni cercana en el tiempo a "Razzia..." ni a ningún film alemán de su época) ampliamente compensan esos defectos.
16 comentarios:
Gracias por acercarnos a este desconocido autor, del que tengo las películas que citas, pero aún no he visto. También tengo apuntada por aquí "Vorstadtvariete" (1935), considerada una de las mejores películas austriacas. Qué de películas maravillosas se hicieron en aquellos años de crisis.
Saliéndonos del tema, me gustaría preguntarte por un autor del que nunca te he leído nada. Se trata de Dimitri Kirsanoff, del que he visto 5 películas (4 cortos y 1 largometraje), 4 de las cuales me parecen extraordinarias, sobre todo la que hizo en Suiza en 1934, "Rapt".
Saludos.
"Vorstadtvarieté" la he visto sólo en alemán sin subtítulos y no puedo opinar mucho. Parecía interesante y limitada.
De Kirsanoff creo que has visto más que yo. Me gustó mucho "Rapt" y más aún el mediometraje "Ménilmontant".
Recuerdo bien otro corto de los 50, "Arriere-saison", donde parecía que nada había cambiado en 25 años, un poco como Epstein, que permaneció fiel a su forma de ver el cine.
Tipo bien interesante.
Hay mucho cine en la Alemania pre-Nazi y hasta la guerra incluso por descubrir. El húngaro Géza von Bolvary tiene cosas muy atractivas hechas allí por ejemplo. Hay gente que tiene su "Das lied ist aus" del 30 por una maravilla total, a la altura de Lubitsch (y gran influencia en el futuro para Wilder, que fue guionista suyo en por ejemplo una que encuentro realmente buena, "Was frauen träumen" del 33). En mi opinión no es para tanto, pero vale la pena investigar.
Sí, de Bolváry, del que tampoco he visto nada aún, también recomiendan "A Megfagyott gyermek" (1921), co-dirigida con Béla Balogh, "Der Geisterzug" (1927) o "Champagner" (1929).
Por cierto, esto decía Walter Reisch sobre "Das lied ist aus", de la que era guionista: "…una de las películas más importantes hechas en Alemania, a la que nosotros llamábamos un íntimo Kammerspiel. Era como una obra de Noel Coward, muy elegante, tres o cuatro personajes, una comedia de salón, con tonos sentimentales o tristes; unas pocas canciones, nada espectacular".
Saludos.
A mí no entusiasmó "Das Lied ist aus", que tanto le gusta a nuestro amigo Serdar.
Y casi me sucede lo mismo con "Morgen beginnt das Leben". Los primeros minutos me parecieron algo fríos, descarnados y hasta ásperos (a lo que también contribuye esa extraña copia que circula), aunque después te das cuenta que estás en el glorioso terreno de "Entre sábado y domingo" o "Rayo de sol". Eso sí, con no pocas reminiscencias del cine modernista de un Antonioni (dicho esto en tono peyorativo).
Ángel
Son bastante mejores tanto "Schleppzug..." como "Razzia...".
Creo que en el fondo, destacar por encima de todas "Morgen..." como ha sido norma, es en algún sentido reconocer que los hitos de esta etapa híbrida silente-sonora son limitados y coyunturales, no verdaderos avances.
Si uno ve "Razzia..." y siente en sus imágenes un pulso godardiano o intuye a Renoir en "Schleppzug...", la cosa cambia bastante. Es ahí donde está la trascendencia del cine de Hochbaum.
Totalmente desconocido para mi, pero buena pinta, desde luego.
Jesús, ¿podrías improvisar una lista de películas "alemanas"? Vi que citabas varios títulos entre tus descubrimientos del año pasado en la revista senses of cinema. Aún sabiendo la dificultad de etiquetar por nacionalidades, sería de valiosa utilidad para que podamos seguir pistas los poco iniciados.
Un saludo.
José Antonio.
Eso sería un poco largo, pero se me ocurren, sin repetir directores y a riesgo de olvidarme de alguno importante:
“Der tiger von Eschnapur / Das indische grabmal” (Lang), “Nosferatu, eine symphonie des grauens” (Murnau), “Deutschland im jähre null” (Rossellini), “Die liebe der Jeanne Ney” (Pabst), “Madame Dubarry” (Lubitsch), “Liebelei” (Ophüls), “Geschichtsunterricht” (Straub/Huillet), “Scherben” (Pick), “In jenen tagen” (Käutner), “Opfergang” (Harlan), “Ariane” (Czinner), “Cuba libre” (Petzold), “Nora Helmer” (Fassbinder), “Alice in den städten” (Wenders), “Razzia in St. Pauli” (Hochbaum), “Hintertreppe” (Jessner/Leni), “Karl May” (Syberberg), “Zu neuen ufern” (Sierck), “Lebenszeichen” (Herzog), “Deutschland, bleiche mutter” (Sanders-Brahms), “Die strasse” (Grüne), “Die arme Jenny” (Gad), "Nachts, wenn der Teufel kam" (Siodmak), "Manolescu, der König der Hochstapler" (Tourjansky), “Malina” (Schroeter), “Sappho” (Buchowetzki), "Der mörder Dimitri Karamasoff" (Engels/Otsep), "Die singende stadt" (Gallone)...
Agradezco las pistas, Jesús. Más de la mitad me son desconocidas.
¿Qué opinión tienes sobre Wenders? Las dos primeras que vi (“Alicia” y “Im Lauf der Zeit”) me deslumbraron. A partir de ahí, aunque me faltan algunas de sus películas, casi siempre he tenido la decepcionante sensación de que las intenciones estaban muy por encima de los resultados.
J.A.
Esas dos son mis favoritas de Wenders, sobre todo "Alice...". Sobre "Im lauf..." escribió en su diccionario (el de Marilyn en portada) un fantástico texto Manolo Marinero. Y cualquier fan de "Alice..." debería ver "Gespenster" de Petzold.
Me gustan mucho también "Der Amerikanische freund" y "Paris, Texas".
Algo menos "Falsche bewegung" o "Hammett" que hace mucho que no veo de todas formas.
Bastante menos que en su día "Der stand der dinge", aporta poco pero es interesante "Tokio-Ga" y tiene otras que hay que ver.
Aparte está la cuestión de "Lightning over water", que daría para hablar mucho.
Y, sí, se apagó relativamente pronto lo que tenía su cine de especial, aunque sea capaz todavía de vez en cuando de hacer alguna buena película.
El cine alemán estuvo muy de moda en los años 70, incluso ya a finales de los 60 empezaron a destacar Straub-Huillet, Schlondorff, Fleischmann o Kluge, pero en los 70 pocos cineastas hicieron correr tantos ríos de tinta como Fassbinder y Wenders, incluso y en menor medida Herzog y Syberberg . Hoy parece que Herzog está viviendo una segunda juventud, aunque sus films pese a ser interesantes están siendo algo sobrevalorados por cierta crítica; también Fassbinder está siendo recuperado tras años de olvido pero parece que Wenders se ha convertido en la diana favorita de todos los dardos de la crítica actual, cierto es que no atraviesa su mejor momento, desde hace demasiado tiempo, pero sus obras de los 70 siguen estando ahí , y por ellas y por algún otro título posterior merecería un respeto. Por el contrario se alaba a cineasta que ya quisieran contar con 3 ó 4 obras maestras como tiene Wenders. Pasa algo parecido con Coppola, que está perdiendo el respeto en nombre de los Scorsese, Malick incluso Spielberg, cuando si examináramos la obras completas veríamos que la de Coppola sigue siendo la más importante de su generación junto a la de Eastwood, seguido a cierta distancia por Cimino, otro olvidado y despreciado, y quizá Allen, por variedad y cantidad, es decir, dos corredores de fondo (Allen y Eastwood) y dos montañas rusas inacabadas (Coppola y Cimino). Pero la memoria es así de selectiva e injusta.
Amigo Cortés:
Soy fan de "Alicia en las ciudades" y en verdad no le veo la menor relación con "Fantasmas". Son como sol y sombra, La obra maestra de Wenders es de una cálidez diáfana, la otra acre, triste; una gira sobre la amistad (no la paternidad sustituta), la otra sobre la carencia de ella; Alicia no conoce la soledad, Nina permanece instalada en ella; ni siquiera hay un desplazamiento físico en busca de la madre en la buena película de Petzold, en todo caso es ésta la que encuentra, efímeramente, a la hija perdida. En verdad no capto qué ves en "Fantasmas" que te convoque a "Alicia...".
Más bien, y de forma igual de arbitraria, podría decir que la buena película de Petzold evoca a "Messidor" (hay dos muchachas, ¿no?), con el único propósito de convocar a otro cineasta que, como Wenders, realizó algunas grandes obras en los años 70 ("Jonas", "La mitad del mundo") y se apagó relativamente pronto.
Saludos.
Carlos T.
Si lees lo que he dicho, verás que sólo comentaba que un fan de "Alice..." debiera verla y nada más.
Si lo que tratas de preguntarme, tergiversando lo que he escrito, es qué relación hay, la respuesta no la tengo yo sino que la dio el mismo Petzold en Berlín cuando estrenó el film. Declaró (no tengo el enlace de la entrevista, por ahí debe estar flotando) que le obsesionó durante esa época mucho el film de Wenders, pensó en hacer una variación que al final no fue muy fiel y todavía para su siguiente film (esto lo dijo años más tarde como es lógico), verás que Nina Hoss se llama Yella, en homenaje a la niña del film de Wenders.
Y no estoy de acuerdo en que Tanner se apagara tan pronto, "Le journal de Lady M" en 1993 me parece una de sus mejores películas y hasta el documental "Les hommes du port" dos años después conservaba muchas de las cosas que hicieron su cine tan interesante.
Hola Jesús. Acabo de descubrir la extraordinaria e insólita "Hanyo" de Kim Ki-Young. ¿La conoces? ¿Conoces otras obras de ese director?
Sí y sólo he visto otra más suya, "Goryeojang" del 63, aún más extraña y sorprendente.
Bastante horrible por cierto el remake de "Hanyo" que se le ocurrió hacer a Im Sang-soo hace un par de años.
Pues si a ver si tengo suerte y la pesco un día: superar en rareza a "Hanyo" es difícil de verdad.
"Hanyo" comenzaba como un drama costumbrista cercano a Naruse, luego iba derivando hacia el melodrama digamos desmelanado (con la referencia evidente de "Leave Her to Heaven") y recordando también a las películas mejicanas de Buñuel (en especial "Susana" y "Archibaldo"), volviéndose la historia una pesadilla (trayendo a la mente a Hitchcock, sobre todo el de los episodios para televisión) y acabando al final con un efecto de “grand guignol” propio de William Castle.
Ingenio, originalidad, descaro y maestría narrativa como no me he encontrado en mucho tiempo. Y donde menos lo esperaba.
Muy estimulante introducción al misterioso Hochbaum, de quien las siete películas que he logrado mirar (casi todas en alemán puro, pero por la vista con subtítulos se entienden bien "a pelo") oscilan entre extraordinarias y muy interesantes, incluso las posteriores a 1933, como "Liechte Kavallerie"(1935), que parece oscinar entre Tod Browning y Busby Berkeley. Un alemán intrigante e inesperado, más cercano de Borzage, Vigo y el primer Godard que de sus contemporáneos; intriga que permaneciera en la Alemania nazi, con la que nada parece tener en común y sí en contra, con el consiguiente peligro que suponía.
Publicar un comentario