miércoles, 12 de febrero de 2014

EL CORAZÓN

La tendencia a lo onírico y lo fantástico que atraviesa algunas obras de la gran época de la comedia italiana - y que cuenta con especialistas tan infravalorados como Antonio Pietrangeli - solía aparecer a modo de comentario y fue un recurso imaginativo para contar historias en las que el naturalismo consistía en evitar, elevándolas a otro plano, las hipérboles interpretativas y de guión.
Sus raíces y modelos "libres" podrían haber sido los nacidos con la marea surrealista o toda la herencia de la commedia dell'arte, pero quizá cuenten más los puntos de partida y llegada de la Italia fascista: los influyentes films soviéticos y toda la iconografía impulsada por el expresionismo y el cine propagandístico alemán. En todo caso, alguien más italiano que Sordi o un film más italiano que "Il magnifico cornuto", no parecen ni concebibles. 
Más atrevido y directo era el proceder digamos opuesto, el que optaba en escenas claves por poner los pies en la tierra descarnada y súbitamente - para tomar impulso o para provocar un contraste - utilizando ya una memoria propia, la legada por la carestía del neorrealismo.
Se había utilizado mucho en las comedias americanas posteriores a "otra" gran depresión (Wellman, LaCava, McCarey, Cukor, Hawks, Sturges, etc.), algo lógico porque sobre ellas sobrevolaban las mismas "amenazas" de desdichas y problemas que en cualquier drama.  
Nada extraño por tanto pudo tener - menos aún para los que tenían bien presentes en la memoria a Chaplin -, que a "Miracolo a Milano" sucediera "Umberto D" y no debe haber un sólo cineasta italiano activo entre el 45 y el 60 que no "pervirtiera" reiteradamente los postulados que hemos leído a posteriori eran inherentes a una y otra corriente, el neorrealismo y la commedia all'italiana y que sólo sirven para acotar el pasado y no hacerlo un todo inabarcable.
Recordemos los lúcidos finales de "Il sorpasso" o "Una vita difficile" de Risi, cómo eran los momentos más intensos de tantos Bianchi, Zampa o Lattuada, lo que se enriquecían algunos Comencini cuando se oscurecía el tono o cómo reverberaba aún años después todo ello en dignas herederas como "Patrimonio Nacional" de Berlanga, con su circunspecto plano final.
Resulta bastante frustrante constatar que una película que debió ser paradigma de estas últimas y de esta cinematografía bendecida por la efusividad y la agudeza, una de las más brillantes comedias tristes filmadas por Pietro Germi, sea también una de las más olvidadas obras maestras del cine italiano de los 60.
Literalmente debe hacerse memoria o tirar de viejos VHS para recordar cómo era de verdad "L'immorale".
La combinación de pragmatismo, todo lo sui generis que se quiera, y la nostalgia por no poder vivir con normalidad la vida soñada - que es poco menos que un disparate a los ojos de otros personajes y de una mayoría de espectadores -, tan típicos del cine de Germi, distinguen a "L'immorale" entre las comedias contemporáneas con muy similares tramas, actores, localizaciones o esquemas, sólo de vez en cuando tocadas por la fluidez y la hondura que no parecían secreto alguno para él, enemigo de teorías... y del orden.
Poca evolución ni crecimiento caben por esa razón en su cine y cuando muere, apenas ocho años después del estreno de esta película, treinta años desde su debut en plena posguerra, nada parecido a la madurez había llegado aún a sus imágenes.
De hecho, su proyecto inacabado, capitaneado a la postre por Monicelli, "Amici miei", es su jubilosa despedida pero el menos testamentario de los films.
¿Ya en 1966 era tarde para Germi?
La afinidad que desde el principio tuvo su cine con el americano (el thriller, casi anticipatorio de Losey o Ray, "Gioventù perduta", la vidoriana "Il cammino della speranza", los aires de western de "Il brigante di Tacca del Lupo") y aquellos elogios de, entre otros, Billy Wilder a alguno de los primeros films suyos que llegaron precedidos de fama a Estados Unidos a principios de década ("Divorzio all'italiana", "Sedotta e abbandonata"), tal vez distorsionaron unas expectativas que a Germi, estéticamente sin el obligatorio "mundo propio" que fascinaba de los cineastas europeos en USA, le preocuparon poco o nada satisfacer.
Doble ironía del destino. Aún hoy día, recortada en formato y en minutos, la versión vigente y disponible casi exclusivamente de "L'immorale" es la americana, "The climax", y por otro lado, el propio Wilder no tardaría en experimentar en primera persona parecida incomprensión en cuanto se movió un paso de la brillantez ácida que de él se esperaba.
Que "L'immorale" no sea estrictamente o no sea sólo una comedia y tenga más sensatez y emoción que locura y momentos hilarantes, se debe, antes que a una aspiración de perfección, a la seguridad de Germi para resolver sencillamente situaciones con todo tipo de materiales, tal y como prueban sus extraordinariamente precisos dramas "L'uomo di paglia" y "Un maledetto imbroglio" a finales de la década anterior.
En la admirable interpretación de este hombre "afortunado" como se define Ugo Tognazzi (en mi opinión, la mejor de su carrera junto a la que hizo en "In nome del popolo italiano" de Risi) se citan todos los protagonistas posibles del cine de Germi: el seductor, el individualista, el hombre apasionado, el niño grande, el curioso empedernido, el amigo fiel o el tipo que no es nada sin una mujer.
No una, sino tres mujeres y media docena de hijos, que son para él tres familias, sin culpa polígama ni falseamiento de sus sentimientos.
Un infierno, como le dice un cura, ¡que le aconseja divorciarse!

9 comentarios:

Rafa Morata dijo...

No puedes imaginar cuánto he disfrutado tu entrada, Jesús. En relación a mis gustos y reivindicaciones personales, me toca muy de lleno. Desgraciadamente no he visto "Muchas cuerdas para un violín" (me gusta más el título original en italiano: el español recuerda el de cualquier obra del horrible Argento). Esperemos que algunas de las pequeñas editoras de DVD que se acuerdan de forma intermitente de este y otros grandes cineastas italianos nos dé un día una sorpresa.

Me ha entusiasmado las relaciones que haces entre directores (¡es cierto lo que afirmas de Comencini y cómo crecen sus obras cuanto más negras se vuelven... como las de Monicelli!) e, incluso, cinematografías: ¡hasta llegar a la desgraciadamente infravalorada "Patrimonio nacional" y su inolvidable final!.

Muchísimas gracias por este chute tan necesario de cine y vida.

Jesús Cortés dijo...

"Patrimonio Nacional" me parece uno de los grandes Berlanga y el más divertido.
Si algo se echaba de menos en "La escopeta nacional" era ver y escuchar más a Luis Escobar y en esa segunda parte es por fin el gran protagonista. Un gran talento como actor, postergado y luego desperdiciado.

Anónimo dijo...

¡Al fin llegó mi adorado Pietro Germi al blog!
No he visto aún "L'immorale", esperaré a verla en VOSE para no perderme detalle. Por lo que cuentas, parece un accidente en su filmografía que no sigue la (peligrosa) evolución de su cine, directamente relacionada con el éxito crítico-comercial de sus comedias sicilianas, cada vez más grotesco y caricaturesco.

Ángel

Jesús Cortés dijo...

Para mi gusto es la mejor de largo de los 60 y una de las cuatro grandes que hizo junto a "Il cammino della speranza", "Un maledetto imbroglio" y "L'uomo di paglia". Después estaría "Gioventù perduta" y un poco detrás "Il ferroviere", "Il brigante..." o "In nome della legge". Las comedias sicilianas son gruesas, groseras incluso, pero también a ratos divertidas y tienen buen ritmo. "L'immorale" es justo lo contrario: sutil, melancólica, llena de sonrisas.

Anónimo dijo...

Yo tengo una relación afectiva especial con "Divorcio a la italiana", de esas que impiden ser objetivo. Ese final en punta, digno de un Berlanga, esa partitura de Rustichelli. Señor, no se puede hablar de Germi sin mencionar a Rustichelli (igual que de Fellini sin Nino Rota). Cómo es esa canción con que arranca "Un maldito embrollo". Y el caso es que en pocos libros de cine se menciona "Un maldito embrollo", ni para bien ni para mal...

Ángel

Jesús Cortés dijo...

Bueno, Rustichelli está en todas partes en el cine italiano.
"Un maledetto imbroglio" creo que fue la primera suya que vi y sigue siendo la más especial y una de las más personales que hizo. Parecía una rareza total, pero la verdad es que hay bastantes películas italianas desde la posguerra con clara influencia del cine negro. Al fin y al cabo, ese género reflejó la dureza de las calles, la delincuencia, la soledad, la inadaptación, la corrupción... igual que el neorrealismo y por eso son el combustible de la pobre de medios, aventurera, urgente e iconoclasta nouvelle vague.

Anónimo dijo...

Para mí esta es una peli algo frívola, aunque transpira una sensibilidad especial. Pero con un personaje tan frívolo es muy difícil hacer algo que cale.

Saludos,
Luis

Miguel Marías dijo...

Aunque mis Germi preferidos sean justamente los mismos cuatro que prefiere Jesús, me voy a permitir sali en defensa de sus "comedias sicilianas" de los 60, pues encuentro ambas magníficas. Aunque a primera vista puedan parecer zafias y de sal gruesa, no sólo tienen eso, sino negrura, sátira y un dramatismo completamente serio. No son tan finas como la muy lubitschiana "L'immorale", pero no carecen de finura, lo mismo que en casi todas ellas (como en algunas otras italianas, de Rossellini y Pasolini a Visconti y Risi) hay un empleo juicioso y significante del "zoom" que nada tiene que ver con los burdos y comodones efectos tan frecuentes en España (desde Lazarov al No-Do, desde Summers a mi tío).

Rodrigo Dueñas dijo...

Ésta es la comedia con más planos cercanos que conozco, lo que resulta lógico pues aquí no importa la sátira ni la burla de situaciones ni mucho menos de personajes sino la comprensión de éstos. Como en las comedias de Tati o en la mayoría de las de McCarey, aquí no hay malos. Germi quiere, entiende y defiende a todos sus personajes, sobre todo al protagonista, logro mayúsculo pues éste es, sobre el papel, difícil de sostener. Comedia lúcida, honesta, pronto agobiante, finalmente melancólica.