viernes, 11 de abril de 2014

LAS RIQUEZAS DE LA TIERRA

La cámara se tropieza un par de veces con ella, perdida entre la multitud.
La sigue, casualmente, aún sin escucharla ni prestarle mucha atención; la pierde de vista y vuelve a interesarse por sus andanzas más tarde.
Una de tantas chicas. Parece muy joven.
Rodeada de zarrapastrosos epígonos de Raul Seixas o de Rivelino, cualquiera sabe, va de un sitio para otro hasta caer una noche al lado de Tião, un camionero que le debe llevar por lo menos 20 años. Bailan un bolero.
Acontecen mientras tanto en primer plano viñetas protagonizadas por ilusos y manipuladores, todos en pos de ese progreso que escuchaban estaba llegando e impulsaría hacia el infinito a Brasil.
No se sabe cómo, pero pasa igual en todas partes: cuando se trata de los primeros, siempre está por llegar. Algún día.
"Iracema, uma transa amazônica", empezada a filmar en 1974 con capital alemán por Jorge Bodanzky y Orlando Senna, es un inmenso montón de porquería sacado de debajo de la alfombra en un tiempo y un lugar "inapropiados" con lo que nada extraño tiene que fuese prohibida durante un lustro por las autoridades.
Como suele ser norma, si se contempla ahora, aparece el natural asombro que provocan los films que fueron tratados como detritus y estaban atestados de ideas cinematográficas pero muy pocas provocaciones y herejías manifiestas, films que cometieron el mayor de los errores a ojos de cualquier régimen: ser inteligentes.
Pobreza, corrupción, insalubridad, estupro, abusos policiales, una barbarie medioambiental... un muy feo escaparate para venderle al mundo su "milagro" económico.
Es curioso pero en pocas películas se escuchará a sus protagonistas repetir tantas proclamas patrióticas y tantos lemas acuñados oficialmente, convertidos en argumentos de sus conversaciones, en letras de sus canciones, incorporándolos a sus oraciones incluso, saturados como están de oírlos a todas horas en la radio, en ferias o en procesiones religiosas donde alguien se asegura siempre que los altavoces resuenen con fuerza.
No parecen desde luego oprimidos sino dóciles súbditos, que no saben muy bien quiénes son y a veces ni dónde están.
Y en pocas películas todo esto significa menos, es aprovechado para alimentar otro discurso y acaba siendo menos.
Ante un despliegue de recursos como el de "Iracema, uma transa amazônica" (las constantes elipsis y el ejemplar montaje paralelo, el uso de la música, la naturalidad con que cruza la frontera entre documental y ficción - magnífico Paulo César Peréio -, el sentido del humor sin un gag ni un chiste caricaturizante...) los conceptos apriorísticos de película coral con el que arranca o el de road movie hacia el que converge, dan la razón a los que piensan que un film es lo que resulta ser en lugar de lo que quiere ser.
Sin una mirada melodramática, Iracema es un personaje mucho más secundario de su propia vida que la Insiang de Lino Brocka o la Iris de Martin Scorsese y hasta que la Elita de Sam Peckinpah o la chica de "Two-lane blacktop" - y bastante del Warren Oates de estas dos últimas tiene su "amigo" Tião -, sólo sexo barato y carne de cañón a prueba de perdedores mientras no se aje su aspecto indígena virginal.
Tras ella y delante de ella está la cruda realidad de la degradación languideciente de varias generaciones de proletarios iletrados, anestesiados con la cachaça, que llegan a creer firmemente que la tierra pertenece a esa monstruosa autopista que está atravesando el país para regarlo de prosperidad.
Sin cortar un sólo árbol, tal vez sólo quemándolos por accidente.

6 comentarios:

Luis S. dijo...

Interesante esto que comentas sobre esta película: "muy pocas provocaciones y herejías manifiestas, films que cometieron el mayor de los errores a ojos de cualquier régimen: ser inteligentes".

Sin embargo, de cara a regímenes no democráticos, da la sensación de que muchas veces son las películas más obviamente herejes o provocadoras (pensemos en "Viridiana", quizá) las que suelen ser censuradas o prohibidas. Si una película es "demasiado" inteligente (con altos niveles de sutileza y sin subrayar sus propósitos) a veces hasta pasa desapercibida, pues no se perciben claramente sus críticas o peligros (para el régimen). A los régimeenes censorios les preocupa más la brocha gorda.

Por otro lado, percibo en tus palabras cierta desconfianza respecto a la idea de "progreso"... Yo ya no sé bien qué pensar. Antes lo tenía más claro, cuando leía más a los franceses, por así decirse. Ahora soy más anglosajón y positivo y, atendiendo a estadísticas de aquí y de allí, sí parece que el progreso material es obvio en buena parte del mundo en las últimas décadas, más aún en los llamados países "emergentes", como Brasil. En dos aspectos objetivos, sobre todo: menos pobreza y menos violencia (paradójicamente, pese a una mayor desigualdad).

Saludos y enhorabuena por la entrada.

Jesús Cortés dijo...

En dictaduras o no, de la inteligencia siempre se duda, imagino que porque no hay otra cosa que haga a alguien más fuerte. Quien se dirige a muchos, prefiere utilizar lo más subrayado y primario porque es más “confiable” como mensaje, con meteduras de pata ridículas, como cuando los asesores de Ronald Reagan utilizaron en un mitin en New Jersey en el 84 “Born in the USA” de fondo y se quedaran perplejos ante el abucheo de los veteranos de guerra y los universitarios ¿Acaso no se dieron cuenta que la canción no era precisamente patriótica? ¿Y cómo se les ocurrió rectificar cambiándola por ¡”Pink houses” de John Mellencamp! que era aún más desencantada y crítica con su país?
“Iracema…” no tiene dobles sentidos, es rotunda, pero “Viridiana” o “Nazarín” (incluida en la famosa lista de 45 films publicada por el Vaticano) además eran ambiguas y eso enervaba o se malinterpretaba.
Más progreso y más desigualdad parece asumido como normal, un efecto colateral, pero a mí me parece un sinsentido animal.

Miguel Marías dijo...

Es curioso el misterio que envuelve las pocas películas de Jorge Bodanzky (a quien en IMDb, por cierto, tratan de "she" y "actress" y a la vez dicen que es el padre de Laís); desde que ví, hace bastantes años, "Iracema", he tratado de ver algo más, y ni modo: parece que ni en Brasil se han editado las otras. Y tampoco es que las de su hija, más recientes, circulen demasiado.

Anónimo dijo...

Me apunto para ver esta "Iracema". Leyendo el texto me vino a la mente otra road movie transamazónica, "Bye Bye Brasil" de Carlos Diegues, que fue un éxito en su momento y a mí no me pareció para tanto. Como un Fellini de bajo presupuesto.

Ángel

Jesús Cortés dijo...

Pues a mí sí me gustó, la verdad, prefiriendo esta por un buen trecho.

bruno andrade dijo...

Iracema é um filme bem difícil de se ver inclusive aqui no Brasil. Transmissões de televisão na madrugada, exibições esporádicas em cineclubes e cinematecas e olhe lá.

Outros, como Terceiro Milênio, simplesmente não são exibidos em nenhuma forma.