viernes, 10 de julio de 2020

EL CIELO COMO EL MAR

Declarado fan de John Cassavetes, una influencia de la que descienden algunas de sus películas y en especial la primera con la que logró cierta repercusión, "Passion", allá por el año 2008, el cine del japonés Hamaguchi Ryûsuke no ha dejado de adentrarse en mútiples direcciones a lo largo de los diez años siguientes hasta llegar a la más reciente "Netemo sametemo", muy probablemente no todavía una culminación ni un punto límite, pero sí quizá la más perfecta y emocionante de sus obras hasta la fecha.
No sé cuántos años deben haber pasado desde que esta cinematografía, antaño repleta de ellos, no contaba con un director de esta estatura, alguien capaz de atreverse a profundizar y aligerar - las dos bases de un camino hacia lo esencial y no está aún en su madurez porque tiene apenas cuarenta años -, tal riqueza de recursos.
Cuando una mirada es tan penetrante resulta muy difícil describirla con palabras y más si cabe porque lo que le interesan son potenciales miembros de parejas, parejas escindidas o nunca consumadas, solitarios aún si emparejados, ellos, nosotros, tú, yo.
Si aquel cine americano que en los 60 supo reflejar el cambio de "educación sentimental" de una generación pervive, no es gracias a reposiciones ni nostalgias, sino a la capacidad que tuvo para dividir en dos lo que antes era un lazo por anudar, para describir a personajes con la necesidad de no repetir la vida de los que les precedieron y al mismo tiempo no dejar de ser lo que toda mujer y todo hombre es. Tal logro se ha multiplicado y ha arraigado con fuerza, hasta si las referencias, los nombres de aquellos cineastas, no son ya moneda en curso.
Por el rostro de la bonita Asako desfilan cincuenta años de cine, sin que sea preciso que medie una palabra suya la mayor parte del tiempo, sin una cita ni un homenaje. Catatónicamente enamorada, como el James Stewart recién dado "de alta" - no hay cura para el amor - del sanatorio aquel donde ordenaba pensamientos, se activará de nuevo su anhelo, que no ella, al ver "por segunda vez" al elusivo Baku, con los mismos gestos que un personaje, una época y un cine tan diverso como el de la Hitoto Yo de "Kôhî jikô", es decir, con el corazón atravesado en la garganta, tratando de conservar al menos el privilegio de poder terminar de romperlo ella misma.
Es decir, que de Cassavetes y de los independientes americanos, no podría estar en realidad más alejada "Netemo sametemo".
Antes bien, en lugar de procurarnos un punto de vista incómodo para que advirtamos todas las fallas de las relaciones y las intenciones y querencias no expresadas, Hamaguchi tiende, como James L. Brooks o Emmanuel Mouret justo a lo contrario, a aclarar y hacer discretamente fehaciente cuanto acontece en sus cuidados encuadres. Soy consciente de mencionar a realizadores, muy a menudo, de comedias, algo que solo de manera muy tangencial son las películas de Hamaguchi, pues comparte con ellos la capacidad para elegir el tono de una escena al margen del texto, intercambiar reacciones esperadas de una u otra parte o aunarlas hacia un absurdo, hilarante incluso, si persisten en mostrarse previsibles.
Todo esto no significa que "Netemo sametemo", las prolijas "Shinmitisusa" y "Happi awâ" (571 minutos entre las dos) o las breves "Bukimi na mono no hada" y "Tengoku wa mada tôi"  (ninguna alcanza la hora) carezcan de misterio o tengan la menor vocación naturalista.
Exploran, muy al contrario, con permanente suspense, las posibilidades que se presentaron en la vida, las que se tomaron y las que quedaron descartadas, por elección o imposibilidad de continuarlas, cuestionando la convicción de que el camino elegido o seguido sea el mejor o el que debimos tomar, por muy duro que resulte admitir un error que dura años o un engaño a uno mismo que siempre supimos estaba ahí esperándonos para hacernos arrepentir. Lo que permanecía en letargo, rescoldante a lo lejos, puede de repente volver como si nunca se hubiese ido, asolando una intolerable sensación de fracaso, un fracaso incluso más allá de la duda, inapelable, cruel.
El aspecto más inquietante que exploran sus películas - por supuesto también "Netemo sametemo", la más romántica -, es la superposición de esas realidades, como si hubiesen estado observándose todo el tiempo en paralelo y esto conduce a la tradición nipona del cine de fantasmas, la vigente al menos hasta el desmantelamiento de las grandes productoras. Se trata, como alguna vez fue suficiente para resultar perturbador, de aparecidos que no regresan para venganzas ni ajustes de cuentas, de la oscuridad del más allá o de alguna de sus antesalas, sino presencias con la vida detenida en nuestro recuerdo, tan desconcertantes en realidad como un viejo amigo o conocido que no se ha visto ni del que se ha sabido nada en muchos años y que retoma y obliga a uno también a recuperar, como si fuese ayer, lo que quedó interrumpido.
Por esa afición al intercambio de roles del que hablaba, Hamaguchi convertirá también a la propia Asako en un espectro y es entonces cuando adquiere un completo sentido la idea antes expuesta: que quizá hemos sido en algún momento como ella, por excéntrica que sea la peripecia que le toca vivir, que no basta con ser fiel a uno mismo para quedar a salvo de convertirnos también nosotros en una inoportuna visita para los demás, una de las opciones que abandonaron.
Mucho antes de ese giro, "Netemo sametemo" ya tuvo la audacia de cambiar de punto de vista, desde la primera elipsis y el primer plano en que aparece Ryohei, de nuevo notable - pero equívoca - conexión con "Vertigo", hasta tal punto que pudiera haber virado por completo la película a partir de la (impresionante) escena del terremoto perdiendo de vista por completo su idea original y quizá hubiese encontrado un camino tan o más fascinante. Al fin y al cabo, qué son tantas grandes escenas sino fantasías sobre una posibilidad real de que una película hubiese sido otra.  
Hamaguchi filma como una coreografía ese y los demás vértices sensibles de su película, con una (casi anacrónica) música de sintetizadores, acentuando la interpelación al espectador, que parece importarle lo suficiente para tratar de no aburrirle, virtud "de pobres" o de estoicos, la más admirable de entre las originales del cine.   

13 comentarios:

Xator Nova dijo...

¡Hola, Jesús! Tu entrada de la película de Hamaguchi me hizo verla hace unas semanas y me ha encantado. La escena en particular en la que Asako y Baku van en coche por la carretera de noche, como sumergiéndose al sueño y la ilusión del pasado es una secuencia que no se me borrará en un tiempo. Muchas gracias por esta entrada en tu blog.

Hacía muchos años que no me gustaba tanto una película de Japón. Me estaba preguntando si habían otras películas japonesas recientes que también recomiendes. Algunas de las que más me gustaron fueron Kyatapira, Futatsume no Mado, Kaze Tachinu y Koe no Katachi.

Saludos
Ronaldo

Jesús Cortés dijo...

Encontré realmente interesante, notable incluso en su primera mitad (es muy larga y se dispersa mucho a partir de un cierto momento) "Honki no shirushi: Gekijôban" de Fukada Kôji.
Quizá te guste.

j2c6 dijo...

Qué buena reseña, estoy encantado con Hamaguchi. ¿Dónde podría ver sus películas anteriores a Happy Hour?

Jesús Cortés dijo...

En karagarga o Rarbg están varias, si no todas

j2c6 dijo...

Muchas gracias Jesús! ¿Cómo consigo una invitación para karagarga?

Jesús Cortés dijo...

Está complicado. Yo llevo allí diez años y aún no me dieron ninguna. En RARBG no hace falta, no hay ratio y baja tan rápido o más.

j2c6 dijo...

Genial! Voy a echar un ojo! Muchas gracias! ¿Alguna página de referencia más? Me ha venido de lujo!! Ya tenía ganas de echarle el guante a estas películas!

Jesús Cortés dijo...

Torrent 911 también actualiza mucho, pero hay pocos subtitulos

j2c6 dijo...

Muchas gracias de nuevo Jesús!

Carlos dijo...

Donde podria ver esta cinta? estoy buscando el torrent pero no la encuentro, aun

Jesús Cortés dijo...

Pues desmantelada RARBG supongo que solo queda KG, Torrent 911 y emule. Estoy fuera de España. Cuando vuelva te puedo enviar mi copia

Xator Nova dijo...

Buenas tardes, tenía curiosidad por si ha tenido la oportunidad de ver la más reciente de Hamaguchi, El mal no existe

También quisiera aprovechar la oportunidad de preguntarle si conoce o está familiarizado con otro director japonés contemporáneo, Takashi Yamazaki, quien es bastante popular en su país de origen, tanto por las audiencias como por la crítica local

Jesús Cortés dijo...

No, aún no he podido encontrarla. De hecho solo sé que se haya proyectado en la Viennale.
Y no conozco nada de Yamazaki, miraré.