Quiero decir una pasión, una escuela de la vida, un ideal, una posibilidad de conseguir ser escuchado sin someterse a los poderosos, ser chiquito pero capaz de tumbar al fuerte con un sólo arma, la verdad.
Ahora todo parece cosa del pasado.
Es tal la cantidad de información, los intereses que la dirigen (la filtran, censuran y al final la tergiversan), la competencia tanto en papel como en internet, la velocidad con la que crea alarma o permite sedar a millones de personas... que no sólo no hay forma de saber quién se arriesga a ser sincero y quién miente, sino que se ha vaciado casi por completo de contenido el espíritu que la vio nacer en todas partes.
"Park Row", que pronto tendrá sesenta años, y como tantas obras de Sam Fuller, no tiene estrellas.
La estrella es el empuje arrollador de la cámara, cómo se introduce en habitaciones, iluminadas o a oscuras, sale de ellas y grita en la calle, cómo capta en una conversación rapidísima y casi en clave (en cine clásico esto quiere decir: comprensible para cualquiera; de otro modo estaria mal hecha y no hubiese visto la luz), la esencia misma de la libertad o propina puñetazos que todos quisiéramos dar alguna vez a quienes engañan, se aprovechan de los demás, ocupan puestos que no merecen y encima tienen la desfachatez de querer dar ejemplo.
Por ello es probablemente la película de las suyas que más se hace querer y la que más veces - y cada vez por más razones - viene a la memoria, dibujando una sonrisa diría que orgullosa hasta para los que no pertenecemos al gremio. Una sonrisa que no deriva de una nostalgia tipo "cualquier tiempo pasado fue mejor" sino de un permanente aviso (consejo, si aún quedan valientes) de que se debe y además tiene que ser posible vivir sin un amo.
La estrella es el empuje arrollador de la cámara, cómo se introduce en habitaciones, iluminadas o a oscuras, sale de ellas y grita en la calle, cómo capta en una conversación rapidísima y casi en clave (en cine clásico esto quiere decir: comprensible para cualquiera; de otro modo estaria mal hecha y no hubiese visto la luz), la esencia misma de la libertad o propina puñetazos que todos quisiéramos dar alguna vez a quienes engañan, se aprovechan de los demás, ocupan puestos que no merecen y encima tienen la desfachatez de querer dar ejemplo.
Por ello es probablemente la película de las suyas que más se hace querer y la que más veces - y cada vez por más razones - viene a la memoria, dibujando una sonrisa diría que orgullosa hasta para los que no pertenecemos al gremio. Una sonrisa que no deriva de una nostalgia tipo "cualquier tiempo pasado fue mejor" sino de un permanente aviso (consejo, si aún quedan valientes) de que se debe y además tiene que ser posible vivir sin un amo.
La emoción y el sentido del humor con que Fuller escribe y filma este homenaje (que suena a recordatorio) a la pureza de una profesión que amaba, en medio de la virulenta cruzada del Comité de Actividades Antiamericanas, no se traducen sin embargo en un retrato hagiográfico e idealizado del cuarto poder, vigilante de todas las injusticias, con derecho per se a decir lo que quiera sin asumir responsabilidades.
Más bien se trata de un agudo (por lo extrapolable a la época en que se estrenó, a esta que vivimos y a las que vendrán) retrato social de la América del turn of the century pícara, donde no había sitio para perezosos, combativa en buena lid, con oportunidades para los que tenían ganas de comerse el mundo, una vindicación del instinto por encima de cualquier clase de "habilidades negociadoras" pero aún con recompensas - y no siempre materiales: el respeto, el reconocimiento, el silencio que se hace cuando se toma la palabra o el que atrona cuando admitimos la posibilidad de cambiar de opinión al escuchar a quien demostró saber - esperando a los rectos, los honestos, los justos.
Contrastando con esa rapidez que mencionaba, la película sin embargo es de una precisón, variedad y belleza formal asombrosas para estar rodada en la redacción de un periódico y el decorado de una calle, que parecieran el centro mismo del universo.
Este extremo ya lo probó Fuller desde su fulgurante debut hasta el punto de superar con un sólo film todo los logros acumulados pacientemente, con sus avances y retrocesos, en toda una década por otro alquimista del blanco y negro: Anthony Mann.
"Park Row" cuenta tres historias de amor. La de Fuller por el periodismo, la del editor Mitchell por su periódico (la persona que le da dinero para empezar pronuncia la mejor frase del film: "sus sueños no me dejan dormir") y la de la fría competidora, dueña del Star, Charity Hackett, por el propio Mitchell, en apenas 80 minutos y es difícil saber cuál de las tres resulta más interesante.
En cualquiera de ellas hay declaraciones explícitas, nada rudas, pensadas y dichas desde las entrañas sin temor a resultar vulnerable, que debiera ser siempre un atributo de quienes se ocupan de contar historias, los cineastas, los periodistas, los cómicos, los escritores.
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6 comentarios:
Muy acertado comentario, Jesús.
Efectivamente, creo que Fuller no se andaba con rodeos y PARK ROW es un ejemplo perfecto de esa doble condición que expones: concisión y declaración (de principios y de amor). Y en este último aspecto, y después de verla de nuevo en la filmoteca, salí convencido de que Fuller es de los que mejor han tratado determinadas historias de amor sometidas, como le ocurre a veces a su cámara, a un continuo zarandeo donde caben el aprecio y el desprecio, la admiración y la frivolidad, la pasión y la calma, el cuerpo y la mente. La historia de amor de Phineas y Charity es de las que más me gustan y disfruto de su obra. No tiene nada que envidiar a otras igualmente intensas y más famosas como las de FORTY GUNS, THE CRIMSON KIMONO o la casi siempre relegada a un segundo plano HELL AND HIGH WATER, donde Widmark y Bella Darvi estaban inmensos en su particular combate.
Sí, probablemente de haber empezado su carrera en los 20 o 30, hubiese rodado más de una fabulosa screwball comedy, porque combinaba como La Cava, Sturges o McCarey drama y comedia a toda velocidad.
Mis historias de amor favoritas suyas son las de "Run of the arrow" y la triangular de "The crimson kimono", que no son por casualidad las dos que prefiero.
Una buena descripción a fondo (aunque sucinta) de "Park Row". ¿No es curioso que esta película, sin duda una de las obras maestras máximas de su autor y para mí la mejor relacionada con el periodismo, siga siendo poco menos que desconocida? No tuvo éxito (y supongo que ni distribución), pese a ser tan inequívocamente americana, en su propio país, no se estrenó en Europa, es raro que asome en TV y es de las pocas que quedan ya por editar en DVD de esa etapa de la obra de Fuller.
Miguel Marías
Aún la tengo pendiente (pero ya está en mi poder). Soy un fan de Fuller, y de Mann que también has nombrado.
Saludos!
Soy un cinéfilo bastante despistado y con lagunas por llenar. Como el caso es que no me sonaba nada y por el título en inglés no la recordaba, he buscado cuál es el español, y no lo he encontrado. ¿Es que no se ha "estrenado" nunca por aquí, ni siquiera en la tele, como se dice en un comentario anterior? Parece que voy a tener la ¿suerte? de verla por primera vez, si es que soy capaz de encontrarla por ahí. Una vez más, gracias por la información.
No, no se estrenó en España que yo sepa, no ha estado en DVD ni antes en VHS. Sí la pasaron por TV hace años; seguro en canales de pago, no sé si en públicos también.
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