jueves, 21 de abril de 2011

EN LA TIERRA DE MERCIA

Flanqueada por sus dos famosas y reconocidas obras musicales, "The red shoes" y "The tales of Hoffman", Michael Powell y Emeric Pressburger rodaron tres de sus más sugerentes y sin embargo poco conocidas películas, "The small back room", "Gone to Earth" y "The elusive Pimpernel", que han tenido una  repetida e injusta reputación de menores, redundantes de otros de sus grandes logros.
Se ha alabado tanto el acabado visual de sus tres obras maestras ("A matter of life and death", "Black narcissus" y, quién lo hubiese imaginado, la más influyente, "The red shoes") fotografiadas por Jack Cardiff - hasta otorgando una parte de los méritos al gran operador, quien a su vez increíblemente empezó a perderlos tras trabajar con Hitchcock en la sublime "Under Capricorn", seguramente su mejor trabajo junto al que hizo en la segunda de las citadas - que a veces parece que se olvide que la cualidad fundamental del cine de esta singular pareja fue siempre su versátil, atrevida, original puesta en escena, la menos académica imaginable.
En los trece años que limitan espacialmente con dos obras de ambiente  más o menos bélico como son la impresionante "The life and death of Colonel Blimp", en mi opinión la primera ya preferible como su obra máxima - y antes en solitario Powell ya había firmado las magníficas "49th parallel / The invaders" y "The spy in black" -, hasta la mucho menos famosa pero igualmente espléndida "The Battle of the River Plate" no veo bajones, ni encuentro decepciones ni distracciones y sí una exultante variedad y amplitud de registros.
No quedó terreno por cubrir: del siglo de Churchill al de Chaucer, ambientando sus historias en las islas de la vecina Escocia y en las cumbres del remoto Himalaya, versando sobre lo terrenal y sobre lo celestial, impresionando sus imágenes en el más puro blanco y negro y en el más esplendoroso technicolor, apoyándose en sus propios argumentos o inspirándose en Hans Christian Andersen, Offenbach, Rumer Godden o Goethe.
En estos últimos años por fin se han editado en óptimas condiciones "The small back room" y "Gone to Earth" y falta aún repescar a "The elusive Pimpernel".
Debía haber sido otro musical en toda regla y esa parece que fue la idea inicial pero lo cierto es que a pesar de la muy querida novela de Emma Orczy, un muy adecuado y relajado David Niven y los paisajes del Valle del Loira y Mont St. Michel, "The elusive Pimpernel" fue fugazmente célebre sólo por haber sido rechazada por la entonces pujante Merle Oberon (que ya protagonizó la versión de Harold Young en 1935 junto a Leslie Howard; inferior en todo, más estándar y "de productor", sin tomar un riesgo) en lugar de haber sido reconocido por su vibrante, sentida, divertida peripecia.
"The small back room" por su parte, ha recorrido un camino paralelo al de "They were expendable" de Ford, con la que tiene importantes puntos en común, una parecida infravaloración congénita y hasta un explícito y deprimente título.
Son desde luego dos grandes películas complementarias (abarcando situaciones durante y después de la Segunda Guerra Mundial, pero hubiesen servido para cualquier otra) sobre la inacción, la espera y esa frustración tantas veces confundida con un latente heroísmo de pacotilla (o un bobo patriotismo) y que, antes bien, versan sobre el menosprecio e impotencia que se experimentan cuando alguien sabe que tiene las habilidades, la entrega y el compromiso y es dejado en segundo plano como si no sirviera o no fuera suficientemente bueno para hacer lo que los demás.
Mucho más amarga, lógicamente en retrospectiva y con un mayor carácter de odisea personal que "They were expendable" - no mejor, apenas habrá una docena en toda la década a la altura de ese Ford - "The small back room" es además una de las grandes películas que se han hecho sobre el alcoholismo.
Se lleva la palma en cuanto a  vida azarosa no obstante la segunda del trío en cuestión, "Gone to Earth".
Tras ser salomónicamente divididos en dos partes sus derechos, fue retomada en USA por David O. Selznick, empeñado en controlar todo lo que rodaba su mujer, Jennifer Jones y - con la ayuda de Rouben Mamoulian, que se cubrió de gloria - remontada, nuevamente rodadas algunas escenas, retitulada como "The wild heart" y reestrenada dos años más tarde, mutilando casi un tercio de metraje para, supongo, recoger las migajas del éxito de "The tales of Hoffman" que aún quedaban bajo las alfombras.
Tuvieron que pasar treinta y cinco años para que se restituyera la copia original, cincuenta para que se editase en DVD y no sé cuántos más habrá que esperar para que salga del furgón de cola crítico de las obras del dúo de los arqueros.
Pero si "Gone to Earth" merece la pena ser restituída no es por el maltrato sufrido o la proverbial inaccesibilidad a su versión íntegra - podía haber sido un horror discretamente sepultado que no hubo más remedio que rehacer - sino precisamente por ser uno de los films más románticos y hermosos de Powell y Pressburger.
Es cierto que quizá llegaba tarde, que los ensoñadores años 30 donde hubiese tenido mejor ubicación quedaban lejos, que nueve años antes uno de los pocos films de su estirpe, "Smilin' through" de Borzage - no muy acertada me parece la conexión que podria establecerse con "Ryan's daughter" de David Lean, que sí triunfó veinte años después - ya había visto fruncir los ceños de quienes pensaban que con la guerra no era momento de cuentos ni de fantasmagorías y sí de "esfuerzos" - mucho más escapistas en el fondo - tipo "Stage door canteen"  y que el éxito de varios emblemáticos Dieterle y el último Lubitsch en la década que terminaba protagonizados por una Jennifer Jones tan aniñada, inocente y crédula, no garantizaban el éxito y sí era un arma de doble filo, más cortante cuanto más años cumpliese ella.
Poca atención debían prestar Powell y Pressburger a tales consideraciones tácticas y "de mercado" cuando reincidieron en 1955 con el musical aún menos visto y olvidado por la providencia "Oh Rosalinda!", ya con la explosión provocada por la moderna "On the town" de Donen & Kelly más que consumada.
"Gone to Earth" cuenta una sencilla y nada pretenciosa historia pero es tal la intensidad creadora aplicada a cada detalle del decorado, cada composición o desplazamiento, cada acción ejecutada por los actores y actrices, que resulta un film denso, misterioso, imprevisible y uno de los mejores ejemplos de adecuación de banda sonora e imágenes de toda su carrera.
Si en otras películas del dúo se intuye la fina pluma de Pressburger, en "Gone to Earth", uno de sus films más "de cámara", triunfa el talento de Powell, verdadero alma mater cinematográfico sin el que probablemente ni esta ni cualquier otra de las películas que firmaron juntos, en nada se hubiese diferenciado de  las producciones de los hermanos Korda.
Así, lo más impresionante del film es su autenticidad rural, cómo capta la belleza de la frontera entre Inglaterra y Gales, intemporalmente, haciendo creíble lo que acontece a una muchacha asilvestrada que se comunica con animales, una hazaña comparable a la que poco después alcanzaría Charles Walters con Leslie Caron en la mágica e igualmente subvalorada "Lili" y más perdurablemente que en los bucólicos melodramas - alguno de ellos excelente - rodados en los precedentes quince años por John Cromwell.
Tiene el film una discreta pero firme idealización de lo que el pasado tenía de bueno y se perdió y un elemento "pro-telúrico" - ella es ajena al mundo construído a su alrededor: la familia, los hombres, las pasiones o el dinero, sólo pertenece al campo y al cielo raso -, una conmovedora defensa de otra forma de ver la vida a través de los ojos de alguien capaz de sublevarse - aliada con las fuerzas mismas de la naturaleza, que son su credo, pero que como tal, no domina y le terminarán fallando - contra lo que aborrece; alguien para quien lo raro, lo anormal es lo que nos rodea sin que nos inmutemos: gente estúpida que parasita todo, aprovechados que no conocen el honor, individuos que sólo sirven para criticar todo lo que hacen los demás.
Tal vez hace mucho tiempo, cuando el público era más tolerante y receptivo, estaba acostumbrado a tener respeto por cualquier opción estética o ética, por muy alejadas que estuviesen de sus preferencias, pudo servir de algo reivindicar un film como este.
Desde hace unos años para acá, parece una empresa condenada al fracaso.

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Todas las películas de los Arqueros se caracterizan por guiones originales y puestas en escena tal vez algo dispares, pero siempre sugerentes.
¿Qué opinión te merece A CANTERBURY TALE? Probablemente la que más prestigio crítico ha ganado en los últimos años, aunque su mezcla de tonos y cierta inconcreción temática no la hace de mis favoritas.
Ángel.

Jesús Cortés dijo...

Una de las cinco o seis mejores, quizá la mejor en blanco y negro justo por delante de "I know where I´m going", con o sin Pressburger. La mezcla de tonos es lo que más me gusta del film - y en general uno de los puntos fuertes del cine de Powell -, que se atreve como si un Pasolini se tratase a hermanar lo que ocurría en su tiempo y algo que ocurrió muchos siglos atrás, con toda naturalidad.

Anónimo dijo...

El tándem Pressburger –Powell trae a mi mente los más nostálgicos recuerdos. Eran junto a Walsh mis directores favoritos de la infancia. Lo supe años después, cuando descubrí que había personas detrás de las películas de las flechas. Es curioso, porque de vez en cuando estos directores tienen una temporada de exaltación crítica y, tan pronto pasa, quedan condenados al ostracismo. Otro fenómeno curioso que observo cuando se opina sobre el tándem es jugar a determinar la participación de cada director en el resultado final de su obra (también aquí encontramos las más variadas posturas). Por último, hay gente que tiene en alta consideración a Powell, pero siempre convenientemente apartado del grupo de los grandes maestros, como si su cine no fuera lo suficientemente serio y trascendente para colarse en el pelotón de los mejores.
A título de curiosidad, otro ilustre Marías, Javier, ha valorado en alguna ocasión Colonel Blimp como una de sus tres películas favoritas.
José Antonio.

Pd: Quería preguntaros por una película que tengo como una de las mejores de los años 30. Es L’Equipage, de Litvak. En su día me pareció mágica, irresistiblemente romántica, con uno de los finales más emocionantes que he visto nunca. Algo así como una mezcla de Ophuls con el Hawks de –only angels have wings. Me da miedo volverla a ver, porque mucho me temo que ese recuerdo quede diluído.

Jesús Cortés dijo...

Por lo que a mí respecta, Powell, con o sin Pressburger, es un grande.
Pressburger parece claro que escribía o coescribía los guiones y Powell tuvo a bien ponerlo en los créditos como codirector, algo impensable según de qué ego se trate.
Nunca he podido ver "Twice upon a time", su film del 52, así que no sé si también era buen director en solitario, como sí demostró Powell.
No puedo ayudarte con "L'equipage" porque no la he visto. Trataré de remediarlo porque de Litvak me falatan bastantes por ver; de momento no encontré ninguna que me pareciera extraordinaria.

Anónimo dijo...

La verdad, tengo mis dudas sobre el talento en solitario de Emeric Pressburger, no sólo como director ("Twice Upon a Time" me pareció carente de interés), sino hasta como guionista fuera de The Archers (su guión de "Behold a Pale Horse", entre otros, me parece imperdonable); Powell fue siempre muy elegante al respecto, pero si comparo sus films en solitario y sus films co-firmados con Pressburger, sospecho que, como suele suceder en estos "tandems" la división del trabajo llevaba a EP a ocuparse de la producción y, con MP, del guión (que quizá ESCRIBÍA materialmente EP), y MP de la dirección (aunque aceptando consejos y opiniones de EP). No veo a EP dirigiendo a los actores, ni es verosímil que el lado superbritánico de The Archers proceda de él, mientras que el acentuado aspecto germánico-centroeuropeo que los hace tan extraordinarios y extraños probablemente se debía tanto a EP como a la influencia del cine alemán en MP (y a la frecuencia con que recurría a colaboradores germánicos).
"A Canterbury Tale" es quizá la más rara (y desconcertante; la primera vez no me enteré de casi nada) de las películas de The Archers, quizá la más británica de todas, y una de las mejores; hasta hace poco era de las menos conocidas y en su momento fue muy mal recibida. Hoy no la hubieran podido hacer, y menos aún estrenar.
Como tampoco he visto "L'Équipage", no puedo confirmar la impresión de Anónimo. Paul Vecchiali la considera una obra maestra, y lo que cuenta es sumamente prometedor. Para colmo, tiene a Annabella... así que pongámosla en la lista de "Wanted".
Miguel Marías

FG dijo...

Tal vez injustamente, pero nunca he podido con "powell y cheeseburger". En su día, cuando aceché su cine me pareció un "bateau", como dicen en francés, que si picas y te lo tragas, muy bien, pero de otra manera...
No me desengañó volver a ver recientemente black narcissus, aunque tal vez debiera vencer mis reticencias y volver a acercarme a su cine, y a las películas que en su día no ví.

Jesús Cortés dijo...

Ya casi soluciono lo de "L'equipage", Miguel.
Muy injustamente, sí, Fernando.
Por cierto, ¿dónde o cómo diablos has podido ver "Onna bakari no yoru"?

Anónimo dijo...

No deja de sorprenderme la reticencia, a veces feroz, que suscitan ocasional y (hoy día)minoritariamente quizá (en su tiempo era bastante generalizada), las películas de Powell y Pressburger, de la cual hay una muestra reciente e "ilustre" (aunque nada convincente, a mi entender) de Luc Moullet en CduC. Sospecho que se debe a su radical ruptura con cualquier tipo de naturalismo, a su mezcla de estilos y tonos, a su combinación de exuberancia delirante y sobriedad... justo lo que me encanta de The Archers, especialmente en los muy "realistas" años 40. También temo que sean, a veces, meras reacciones frente a los excesivos (y poco razonados) elogios de algunos de sus "fans"; pero basta con leer los razonados (de Ian Christie a Raymond Durgnat) y olvidarse de Scorsese y también de algunos entusiasmos entre lo "kitsch" y lo "camp" que deforman el muy serio cine de esta pareja creativa. "Black Narcissus", "Peeping Tom", "A Matter of Life and Death", "I Know Where I'm Going!", "The Life and Death of Colonel Blimp", "The Tales of Hoffmann", "A Canterbury Tale", "The Red Shoes", "49th Parallel", "Gone to Earth", "The Edge of the World" y "The Battle of the River Plate" (y hay más) acreditan una imaginación plástica y narrativa de la que suele considerarse (no muy justamente) carente al cine inglés en masa.
Miguel Marías

Jesús Cortés dijo...

La conexión con Scorsese es tan extraña.
No sé si ahora Aronofsky hubiese pensado en "The red shoes" para su "Black swan" de no haber mediado ese interés.
Y el predicamento actual de Moullet es un misterio para mí.

Anónimo dijo...

Hombre, Jesús, el cine (como los escritos críticos, por lo demás) de Moullet es tan personal, y él me parece (a mí) tan raro, que casi siempre me gusta mucho la mitad y poco o nada la otra mitad, a veces hasta en el interior de una película, o de una escena, o de un plano. Hay que tomárselo con mucho humor, sin otorgarle la trascendencia que ahora le están dando algunos fans recientes, y como poniendo entre paréntesis lo arbitrario o irritante para poder seguir adelante. Hay dos o tres que me parecen muy buenas, y a menudo trata de lo que a nadie se le ha ocurrido nunca mirar, pensar y filmar. Su marciano "Billy the Kid" o "Anatomie d'un rapport" me parecen extraordinariamente interesantes.

Anónimo dijo...

Aclaro que este último Anónimo soy yo, se me olvidó firmar, no el que me ha permitido ver "L'Équipage", probablemente la mejor película de Litvak.
Miguel Marías

Jesús Cortés dijo...

Yo ni esas, Miguel. Los contras me aplastan a los pros, que los hay, no lo discuto. De todas formas yo me refería sólo a sus escritos.
Y el detalle de "L'equipage" ha sido de Cristóbal Coronado, supongo.

FG dijo...

Pues a mí esas también me gustan, y también me gustan brigitte y brigitte, o un steack trop cuit, hasta la radical genesse d'un répas. Y muchos de sus cortos. Me gusta mucho menos la última, la terre de la folie, y también me gustan mucho menos sus últimos textos, donde el humor, que en sus buenos textos es una capa, lo es todo, es el objetivo principal. Y es que, en su trilogía de dogmas, los más importantes son los segundos, aunque los fans quieran quedarse con el primero (que ojo, me encanta, me lo paso pipa leyéndole):

"My First Dogma: always make the reader laugh. Second Dogma: every interesting film engenders a critical approach specific to the film in question: there's no template. Third Dogma: criticism must always begin from a precise example before generalising, not set out from the General (and even less be confined to it). For me, Austerity, the Template and the General are the three Cancers of criticism" (Luc Moullet, 2009).

Y ahora confieso, para matizar lo anterior, que, en mi recuerdo, Peeping Tom sí que me encantó (si no fue la primera de Powell que ví, por ahí debe de andar la cosa), y precisamente por ello tengo un poco de miedo de volver a verla...

Saludos,
Fernando Ganzo

Jesús Cortés dijo...

Moullet no sé si quiere combinar Bill Hicks con Deleuze, pero a mí no me cuela, me carga mucho y adivino una especie de clave satisfactoria encontrada que repite porque sabe que funciona. Odio esas fórmulas. Aunque prefiero eso a pedantes insufribles como Zizek.
Sus films los encuentro curiosos, distintos como decía Miguel, sí, pero se me olvidan muy rápidamente, no me sirven para nada. Será mi problema, supongo.
"Peeping Tom" gusta a casi todo el mundo aunque haya dado lugar a tanto malentendido en forma de film amoral o hasta inmoral, siendo una obra muy decente y justa. Algo parecido le pasa a "Psycho", que ha tenido una descendencia penosa.

FG dijo...

En Scream 4 hay una broma graciosa sobre peeping tom (el asesino de la máscara habla de ella como la película que revolucionó el género).
Entiendo lo que dices de Moullet, aunque no creo que Deleuze sea lo más adecuado, precisamente (a la luz de su "Luc Moullet contra Gilles Deleuze).

Anónimo dijo...

Ya, Fernando, pero en su refutación (exagerada, como casi todo en Moullet, y él se complace en serlo) cae, como tan a menudo sucede al adoptar cualquier "anti-" como postura, en lo que (no con mucha base) reprocha a Deleuze (y que más justamente hubiera podido reprochar a otros "creadores de tendencia" franceses). Por otra parte, sólo el segundo de sus tres dogmas (y quitándole esa molesta categorización) me parece sano y aconsejable, con sus limitaciones (no es conveniente aplicarlo cuando se escribe sobre un film detestable o que no interesa nada). Hay películas de Moullet muy divertidas y locas; las hay aburrísimas, insignificantes y hasta dudosamente existentes; pero estoy de acuerdo - me pasa también, por lo menos - que se me borran de la memoria, sobre todo visualmente. El nombre de Moullet me sugiere, ante todo, escritos, más que imágenes. Y más bien de los 50-60 que recientes (con excepciones como lo que ha escrito sobre "Puissance de la parole" de Godard o su texto sobre "The Road to Glory" de DeMille).
Miguel Marías

Anónimo dijo...

Perdón, quería escribir "aburridísimas" (y hubiera valido "burrísimas").
Miguel Marías

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu comentario Jesús acerca de esta admirable película por la que siento una especial predilección y cariño hasta el punto de preferirla a otras más conocidas y prestigiosas en la actualidad como Thief of Bagdad, The Life and Death of Colonel Blimp , A Matter of Life and Death, Black Narcissus , The Red Shoes o Peeping Tom; personalmente es la que prefiero con A Canterbury Tale y I Know Where I'm Going! , la primera por ser la mayor rareza en una obra pródiga en ellas y por ser una de las películas más libres y personales que he visto y la segunda por su conjunción de emoción y humor, que si bien nunca ha estado ausente en otras obras de Powell jamás cobró mayor protagonismo que en éstas. De Gone to Earth siempre he admirado su sensualidad sin límites y un uso del color que supera incluso al de The Red Shoes.
La grandeza de Powell es tal que hasta un enemigo tan acérrimo (e injusto, en este aspecto su desdén era extremadamente irritante) del cine inglés como Robin Wood acabó capitulando ante su obra y eligió en una ocasión (aunque no en las votación de cada década del Sight and Sound, aquí siempre fue más serio y circunspecto) I know where I´m going entre las 10 mejores películas de la historia del cine. No me extraña yo también hay veces que la elegiría.
Roberto

Jesús Cortés dijo...

Gracias, Roberto.
En cuanto a Wood, a mí me desconciertan sus listas. Antes de morir dictó a un amigo de Rosenbaum sus diez favoritas y había vuelto a virar de nuevo. Tras "Rio Bravo" ponía "J'ai pas sommeil" de Claire Denis y había quitado todos los Hitchcok.

Anónimo dijo...

Jesús yo creo que Wood era tremendamente caprichoso y juguetón a la hora de elaborar sus listas, si observas sus listas más serias (por decirlo de alguna manera, las de Sight and Sound del 72, 82 y 92) verás que hay siempre unas constantes Rio Bravo,La regle du jeu, un Mizoguchi que puede ser Ugetsu monogatari, Sansho the Bailiff incluso Waga koi wa moenu en una ocasión, un Ozu Tokyo Story Late Spring (en Mizoguchi y Ozo no era muy original todo hay que decirlo), un Hitchcock casi siempre, salvo en la que comentas que podia ser vertigo, Marnie( e incluso en la lista donde incluyó la de Powell en el top ten The Lady Vanishes), con el tiempo le perdió cierto miedo(absurdo) que tenía a votar a McCarey y no sólo votó a su admirada(y admirable) Make Way for Tomorrow sino también a Rally ' Round the Flag, Boys! , A Walked with a Zombie... Lo de la película de Denis era fruto de que que siempre incluía una obra de los últimos años en 82 La puerta del cielo de Cimino, en el 92 una película canadiense Life Classes(de la que habla en su último e imprescindible libro Sexual Politics and Narrative Film) que mucho me temo que no debe haber salido nunca de Canada y en la última la de Denis y la de Haneke. Supongo que era su forma de querer parecer que estaba también al día en esto del cine(forma bastante absurda por otra parte). Escribió una vez Rosenbaum, y yo estoy parcialmente de acuerdo, que fue básicamente el mejor crítico que ha habido de CINE CLÁSICO, supongo que J. R. quería poner de manifiesto que Wood nunca llegó a ser un gran espectador/crítico de cine contemporáneo.
A mí de sus listas siempre me ha sorprendido la ausencia de Lang y Ford, directores a los que admiró(hay están sus entradas en Cinema: A Critical Dictionary que editó Richard Round a finales de los 70) pero con reservas sus críticas a 7 women son especialmente cabreantes.
Bueno tampoco creo que haya que dar tanta trascendencia a las listas yo personalmente hay directores de los que mantengo una misma película favorita (Renoir, Welles, Tourneur, Dreyer... casi Ford) y otros que (casi) dependiendo del día de la semana me quedo con una u otra (Hawks o Hitchcock). Y es que demonios yo nunca sabré cuál es mejor si Vertigo o North by Nortwest aunque envidio a los que lo tienen muy claro.
Roberto.

Jesús Cortés dijo...

Me pasa también lo mismo que a tí. Mantengo fidelidades pero suelo cambiar bastante con algunos directores, de los que es muy complicado elgir una.
Creo que Wood seguramente es el mejor crítico de cine en habla inglesa que ha habido junto a Ian Cameron y Victor F. Perkins, el que mejor argumentaba y razonaba sus preferencias - como Bazin o Lourcelles, una maravilla leerlos -, pero suelo estar de acuerdo con ellas relativamente pocas veces.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que la grandeza(o miseria) de Wood como crítico no se basa en la coincidencia que uno pueda tener con sus gustos que a veces, en mi caso se produce pero en otros no, por ejemplo en su libro Hollywood from Vietnam to Reagan sobrevalora la obra George A. Romero, interesante en mi opinión pero no genial y esa sobrevaloración en Day of the Dead alcanza extremos delirantes, igualmente le da un valor al cine de Larry Cohen que vamos sinceramente creo que ni el mismo Cohen si fuera sincero aceptaría y sin embargo desprecia al Coppola de los 70 por ser un director prisionero de las influencias del cine europeo (como Altman). Yo no comparto estos juicios de valor pero respeto y admiro sus análisis. El Day of the Dead es sumamente brillante e inteligente en su análisis pero Wood hace trampa ocultando que las ambiciones temáticas y críticas de Romero no se corresponden con un estilo desaliñado, sucio y vacilante en la puesta en escena. Otra cosa es que esa suciedad, ese desaliño y esa vacilación no tenga una perfecta correspondencia con el contenida de la obra. Pero eso en mi opinión es forzar las cosas justificar los defectos de una película a partir de su contenido podría justificar parcialmente engendros ( y sé que lo que hago es un ejemplo hiperbólico) como Torrente.

Jesús Cortés dijo...

A mí me gusta Romero. Lleva toda la vida haciendo lo mismo, como los Ramones, pero tiene esa capacidad para dotar de interés y atractivo a sus películas. No encuentro ninguna muy superior al resto ni ninguna claramente por debajo y es evidente que alguna alusión política y sociológica ha hecho y ha querido "trascender" de vez en cuando, pero siempre con sentido del humor.
Ahora anuncia un remake de "Profondo rosso" de Argento, otro que tres cuartos de lo mismo. Por cierto, flojita "Giallo".
Larry Cohen estaba bien a veces.