miércoles, 22 de febrero de 2017

A NEGRO

Uno de las mejores películas de Maya Deren, "Witch's cradle", permanece extrañamente desconocida a pesar de la brevedad de la obra de la gran cineasta ucraniana.
Por conservarse incompleta y estar desprovista de banda sonora, puede haberse pensado que esta obra primeriza (1943), si bien estrictamente contemporánea de su célebre debut, "Meshes of the afternoon", apenas esboza algunos temas mejor desarrollados en films posteriores. O quizá la fértil relación de Deren con la danza y la música, omnipresente a partir de la subsiguiente "At land" y esplendorosamente plasmada en "A study in choreography for camera", "Ritual in transfigured time", "Meditation on violence", "Ensemble for somnambulists" y "The very eye of night", prácticamente "expulsa" a los márgenes de su filmografía a esta pieza asonante, abrupta y enfermiza, la más arraigada y a su vez proyectada en mundos ajenos de todas cuantas hizo. 
Las conexiones de "Witch's cradle" con buena parte de las vanguardias del siglo, no son muy difíciles de rastrear: varios apuntes sobre la escritura y - por una cita de Duchamp - el inserto del corazón latiendo, pertenecen a André Breton, aparece en persona el mencionado Marcel Duchamp y de una de sus instalaciones más conocidas se sirve Deren para imaginar una inquietante variación, alguna pose de la bella actriz Pajorita Matta está inspirada en fotografías y bobinas de Man Ray, al menos dos esculturas dadaístas que vemos en el último tercio del cortometraje no pueden ser de nadie más que de Francis Picabia, los espacios oníricos descienden de los cortos surrealistas de Luis Buñuel... y anuncian a los que muy pronto diseñará Salvador Dalí para Alfred Hitchcock.
Como se sabe, un poco más adelante, Maya Deren irá a Haití y se interesará por el vudú, lo cual unido a la llamativa presencia de esa cuerda que cobra vida y se transforma en una hiedra que sube por los miembros y, especialmente, la del pentagrama satánico grabado en la frente de la chica poseída por el maligno - conviene tener en cuenta que estamos a cuatro años para que el Señor de las tinieblas venga "contra todo pronóstico" a llevarse a Aleister Crowley - polarizan por completo el efecto de todas esos elementos citados.
Su pánico, su zozobra al mirarse al espejo o a que la mire la cámara cuando descubre qué tiene tatuado en la cara, más el efecto infeccioso y paralizante de las cuerdas, abren múltiples vías hacia otras películas, no sé si tan interesantes para los que prefieren hacer hipótesis sobre los significados de las imágenes, pero igual de fascinantes.
No recordamos los films completamente, por muchas veces que los veamos y exiguo sea su metraje, elegimos inconscientemente imágenes y sonidos que atamos y supeditamos a otras y otros. No es mala idea pensar en "Witch's cradle" como el resultado de ese proceso, en lugar de como la fuente del mismo. Cuanto pueda faltar cada vez que aparece un fotograma vacío y cuanto queda en elipsis es lo que Maya Deren no quiere o no puede recordar de cuanto vio. 

ADENDA
No me resisto a divagar un poco, pidiendo disculpas de antemano por la perorata.
La hierática repugnancia de quien se sabe desposeída de voluntad, lleva a las brujas de Dreyer, y sobre todo a "Vampyr". También a Kenneth Anger - abducido sin remedio por el loco de Thelema - desde el vicioso "Fireworks".
La fragilidad sexual de esta bruja que "nace" ante nuestros ojos, remite a la Ellen/Mina de "Nosferatu" de Murnau. Turbada, la imaginación lleva a la Lil Dagover de "Der müde tod" de Fritz Lang o la Asta Nielsen de "Vanina oder Die Galgenhochzeit" de Arthur von Gerlach.
La sensación de no poder penetrar un espacio conocido, pero sentirse instalado en uno desconocido, está presente en varias obras señeras de Tod Browning; pienso en "The show", "The blackbird", "The mystic" y "White tiger" por lo menos, más varias otras perdidas de las que sólo conocemos datos sobre su argumento que bien podrían añadirse a esa lista y que nos recuerdan que hay películas influidas por películas que ya no existen. También ha sido bien administrada esa herencia por David Lynch y así lo demuestra en "Twin Peaks", "Inland empire", "Eraserhead", "Rabbits" o "The amputee".
La fascinación con la desasosegante imagen devuelta por el espejo, por la dulce muerte de un yo para dejar paso a otro, remite a "I walked with a zombie" de Jacques Tourneur.     
 
 
 
 
 

9 comentarios:

Roberto Amaba dijo...

Esos mismos hilos internos y externos que Cronenberg quiso devanar en "Spider".

Un abrazo Jesús.

Jesús Cortés dijo...

Buen apunte, sí. Muy buen film ese de Cronenberg

Rodrigo Dueñas dijo...

Más que incompleta, la primera vez que vi “Witch’s cradle” la consideré inacabada: no sólo parece un copión previo al montaje (con las colas de película virgen sin cortar y las distintas tomas puestas una tras otra, incluyendo planos fallidos que se deben volver a rodar –como aquellos en que se desvela el trucaje al vislumbrarse el hilo que tira del cordel-) sino que además intuí que una parte de la historia, la final, se quedó sin rodar. También me dio la impresión de que algunos planos se habían insertado de manera provisional para decidir más adelante en qué lugar exacto se colocaban (e incluso si se colocaban).
Tras verla varias veces me parece (pocas certezas saco de esta obra basada en la magia, es decir, en lo inexplicable, lo no visto, lo tenebroso… y que quizás por eso termine de forma abrupta poco después de la invocación pues ¿qué puede mostrarse a continuación?) que Deren prefirió dejarla así, con su falta de pulido y sus repeticiones. Y de este modo lo que son distintas tomas se transforman en planos que son muy parecidos pero no iguales, planos subyugantes, obsesivos, que dilatan el tiempo y crean otro; esta repetición es nueva en Deren, de distinta raíz de aquella en que se centra “Meshes of the afternoon”, más narrativa… e igualmente onírica).
Y así, el hilo que tira del cordel, que se ve y que denuncia el trucaje, se suma como un elemento más a las cuerdas y cordajes, leitmotiv de la película.

Jesús Cortés dijo...

Ya que lo dices, dudé entre poner incompleta o inacabada. Lo segundo implica suponer que no pudo o no supo terminar y preferí utilizar el primer adjetivo, que deja un poco sin "culpable" a la situación. Conociendo bien las otras, más pulidas, rítmicas - coreografías puras en algunas ocasiones -, pensadas por espacios a veces bastante largos para su corto metraje, me inclinaría a pensar que tu primera impresión es "la buena".
A mí lo que me molesta es ver esta serie de "impurezas" como las que citas, utilizadas como recurso y el abuso desmesurado que hacen algunos cineastas adscritos (ellos mismos lo hacen, sin esperar a que los califiquen) al experimental o las vanguardias. Los saltos, velados, desenfoques, etc. en una llamtiva mayoría de ocasiones son como los tumbleweed de los spaguetti westerns, puro atrezzo.

Rodrigo Dueñas dijo...

Sí. Creo que ella no quiso hacer esto cuando preparaba la película (hay que ver, ya lo señalas tú, qué distinta es a las dos obras a las que sigue y precede, en donde cada plano encaja con el siguiente y donde el relato avanza con precisión y lógica –la suya, no la usual a la que estamos acostumbrados-), pero una vez que se encontró con lo que tenía, lo retocó un poco (no ha mantenido los planos con fallos, ha cortado en cada toma el principio donde aparece la claqueta y los segundos del final posteriores al “¡corten!”) y lo aceptó así.

Rodrigo Dueñas dijo...

A propósito de lo que comentas sobre aquellos que cometen fallos aposta, me acabo de encontrar con esta frase de Dalí: Si eres un mediocre, aunque te esfuerces por pintar muy mal, se notará que eres mediocre.

Anónimo dijo...

Quizá su ascendencia surrealista impulsara en este caso a Maya Deren a dejar la última palabra al azar. La instalación de Duchamp aparece filmada sin ningún espíritu documental, creando un espacio nuevo –en paralelo al tiempo "otro" de que hablaba Rodrigo. No conocía la película, gracias por el descubrimiento.

Miguel Marías dijo...

Por breve y "marginal" que sea su obra cinematográfica, va siendo hora de contar a Deren entre las más grandes cineastas americanas, junto con Ida Lupino y Dorothy Arzner. Yo creo muy probable, además, que - influída ella por Buñuel, sin duda - influyera a su vez en Val Lewton, Jacques Tourneur y...Luis Buñuel. No olvidemos que por esas fechas había rodado aún muy poco, y que es muy probable que viese las películas de Maya Deren en el MoMA.

Rodrigo Dueñas dijo...

Yo también pensé en la influencia de Deren en Buñuel, pero rechacé la idea porque creía que sus películas apenas se habían exhibido en esos años en que el aragonés vivió en Nueva York y porque, que yo recuerde, él nunca la cita ni en sus memorias ni en sus cartas y entrevistas.
Y, sin embargo, las repeticiones obsesivas (por ejemplo, de “El ángel exterminador”) ya están (son el fundamento) en “Meshes of the afternoon”, e ideas como que el “objeto de deseo” lo encarnen dos actrices lo había adelantado Deren en “At land”, donde ella pasea con un hombre… que son tres.
Surrealismo sin crítica social, sin blasfemias ni religión, sin agresiones, puramente onírico… quizás Deren descubrió a Buñuel un nuevo posible camino (o le recordó uno al que se había acercado y que debía retomar).
Me parece que Deren y Hammid se conocieron en Hollywood, donde él trabajaba. Sí, quizás (un último quizás) también allí exhibieran sus cortos y los contemplasen Lewton, Tourneur o… Hitchcock. ¿Hay algo más dereniano que el beso de las puertas de “Spellbound”?