lunes, 23 de abril de 2018

VOLVER PARA NO VOLVER

Dedicada a Gene Kelly, "por haber llenado de alegría nuestra juventud", "Al yawn al-Sadis", segundo epic consecutivo de Youssef Chahine - tras una película sobre Napoleón que tuvo defensores tan ilustres como Jean-Luc Godard, "Adieu Bonaparte", de 1985 - quedó marcada por los tristes acontecimientos que sucedieron meses después de su estreno.
En efecto, la celebérrima cantante Dalida, que por fin había unido su destino al del más conocido cineasta de su país, "dejando atrás un montón de malas películas" según había comentado dichosa - bastantes de esas obras son muy difíciles de ver para comprobar esa afirmación, aunque espero que no contase entre ellas a "Land of the Pharaohs" de Howard Hawks, donde debutó como doble de Joan Collins - aparecía muerta en un hotel de París.
Muchos recuerdos removidos en el rodaje, muchas sombras rondando su cabeza desde hacía años... se hace inevitable pensar en la Maria Callas de Pasolini, con la que incluso físicamente guardaba un cierto parecido.
"Al yawn al-Sadis" será recordada por los nostálgicos de los éxitos de Dalida, sí, pero sobre todo debería perdurar porque es una de las mejores películas del gran director egipcio, un desbordante carrusel de planos arriba y abajo, a derecha e izquierda, adentro y afuera del espacio que está ante la cámara, con los inconfundibles encuadres con un pie en la tierra y otro en el edén - una yanna hollywoodiense desde luego: sin fuentes perfumadas de jengibre, pero con Marlene Dietrich envuelta en una nube de flashes - que distinguen al cine de Chahine.
La condescendencia con que se suele mirar a las cinematografías del segundo o tercer mundos, resulta más absurda que nunca si se contempla la maestría de Chahine para filmar y montar una secuencia que puede arrancar desde una grúa, incluir una panorámica, lanzarse a perseguir un personaje con un travelling y finalizar en un plano fijo.
Y asombrarse no de su audacia o su precisión, sino de su adecuación, de que no es una caricatura para seducir inadvertidamente al espectador que tiende a saturarse de "realismo" y prefiere que cuanto sucede en pantalla sea fútil para evadirse cuando y cuanto quiera.
Nunca perdió Chahine la rebeldía de sus primeras películas, treinta y tantos años atrás, cuando se empezó a hablar de cintas árabes, indias, japonesas o brasileñas en festivales por toda Europa.
Ya en los días de "Siraa Fil-Wadi" (1954) tenía esa exuberante manera de narrar - no muy confortable para ese público que solo se activa cuando le señalizan lo importante, a menudo además desplegada en films bastante largos -, poco cambiaría con la madurez alcanzada diez ("Al-nass wal Nil", 1968) o veinte años después ("Iskanderija... lih?", 1978) y aún resistiría el "contraestilo" en "Al-massir" (1997) o "Alexandrie... New York" (2004), varias de las que me parecen sus mejores obras, en todas las épocas.
Para afianzar su posición pudo haberse entregado a estratégicas y coyunturales causas ajenas, o proclamar y no moverse un centímetro de alguna propia, pero entonces quizá se hubiese tenido que preguntar al llegar los momentos musicales algo importante, ¿cómo acompañar con violines - no digamos con una big band - a lo que no sentía como universal?
Ya que el trasfondo del film es una epidemia de cólera, pudo Chahine recostarse plácidamente en el más famoso libro de Albert Camus, pero como si de un Guru Dutt impregnado en varias nuevas olas se tratase, "Al yawn al-Sadis" va por libre, colma expectativas en una bobina y a partir de un cierto punto (el incendio de la casa, tal vez el primer número coreografiado del simpar Mohsen Mohieddin), solo cabe dejarse conducir, a un ritmo ridículo y magnífico, hasta esa barcaza que navega hacia Alejandría donde Chahine aprovecha para medirse al horizonte y el amanecer, por si nos había parecido que se parapetaba en callejuelas enloquecedoras y en la oscuridad de la noche para invocar semejante vitalidad heterogénea de su mirada.  
 
 

14 comentarios:

Roberto Amaba dijo...

Buena noticia que alguien vuelva sobre Chahine. Hace diez años se editó (Festival de Granada - Cines del Sur. Año precrisis, cuando todavía se ponía dinero público para estas cosas) un estupendo libro colectivo coordinado por Alberto Elena, que en paz descanse, en el que participó un gran amigo. Fue entonces cuando descubrí a Chahine más allá de "Center Stage". He de reconocer que me vi superado más de una y de dos veces ante tanto culebrón desatado en la trama, en la cámara y en el montaje, pero mereció la pena.

Chahine, de acuerdo a mi limitado conocimiento, es lo más parecido que hay a un cineasta del desafuero. En estos tiempos nunca está de más ver cómo la grosería podía utilizarse como sana y necesaria herramienta de libertad.

Un abrazo, Jesús.

Roberto Amaba dijo...

Cuando dije "Center Stage" quería decir, lógicamente, "Estación central" o "Cairo Station". Cruce de letras y de cables.

Jesús Cortés dijo...

Hubo un momento, cuando el Estado nacionalizó y tomó control del cine - en los 60 si no recuerdo mal -, en que corrió peligro esta manera heteróclita y enloquecedora de Chahine para aproximarse a cualquier escena. Fue entonces cuando pisó de verdad el acelerador y redobló esa sublimación de cuanto se le ponía por delante.
Luego tuvo el ataque y empezó a recapitular, pero apenas cambió. Con dinero y con otro público, lo hubiesen masacrado, como a Cimino, que siempre lo conecto con él por "The Sicilian".

Marcos dijo...

Me alegra que Chaine pase por tu blog Jesús. Aquí si que concordamos, una admiración recíproca hacia un cineasta un tanto olvidado. Creo que recordarlo por Cairo Station es un grave error. Su filmografía está repleta de un buen puñado de espléndidos films. El sexto día es un ejemplo de su talento en su periodo de madurez. Como bien apuntas, está repleta de maravillosos movimientos de cámara.Poco hay que añadir a tu artículo. Chaine es para mí un verdadero héroe por rodar lo que rodó dentro del complejo país en el que nació. De toda su filmografía me quedo con La tierra, para mí su film más valiente y sentido.

Jesús Cortés dijo...

Tanto como grave error, no, pero sí que tiene una preminencia recurrente "Bab el hadid" en la carrera de Chahine que merecerían otras películas. Tampoco me parece que "Al-ard" esté entre las mejores suyas, siendo efectivamente una de las más personales que hizo.

Miguel Marías dijo...

Bueno en efecto hablar de Chahine, a los diez años de su muerte. Sobre todo, porque aunque la Filmoteca mostró casi toda su obra superviviente, se le prestó menos atención de la que merecía, y eso que hasta para los españoles trataba a veces de cosas muy cercanas(sus films sobre Averroes y Saladino, Como un ídolo de arena...). Yo sólo he visto, sin contar cortos, unas 20 películas, más o menos la mitad de su obra. me intrigan mucho los melodramas anteriores a "Bab el Hadid" o "Cairo Station", de los que sólo ví uno, "Siraa Fil-Wadi"(1954). Y me encantan sus melodramas en color posteriores, y sus musicales (no sólo con Dalida, con Fairuz). Pero es una obra lo bastante vasta y variada como para que cada cual pueda optar por unas u otras. A mí "La tierra" no me apasiona, y en cambio sí varias de las casi últimas que dirigió, dentro del periodo que conozco mejor, desde los 70 al final, sobre todo ""Al-mohager"(1994) y "Al-massir"(1997). Y es buena ocasión para acordarse de su discípulo, ayudante y gran director actual, Yousri Nasrallah.

Jesús Cortés dijo...

Sí, es muy buena "Bab el chams" de Nasrallah, de las que yo haya visto.

Marcos dijo...

De las anteriores a Bad el hadid me gustan Baba amin y Abn el Nil. Debo confesar, que hace mucho que las he visto, me pasa igual con La Tierra, aunque creo que sin dudarlo me quedaría con su final dentro de toda la obra de Chaine. Su última etapa me parece muy lograda. De Nasrallah, a parte de la que citas Jesús me gustaron mucho: Summer thefts y The aquarium. Quiero resaltar un detalle curioso sobre la cinéfila egipcia sobre el cine de Chaine. No se el motivo, pero suelen valorar la etapa de los 60,70... con films como La Tierra y El gorrión ignorando su etapa de los 80 y 90. Nunca lo he entendido y tal vez vosotros sabéis un motivo.

Jesús Cortés dijo...

Bueno, lo urgente adelanta a lo importante suele decirse, ¿no?. Eran los festivales su vía de acceso al público occidental y a partir de un cierto momento, otras cinematografías y novedades acapararon la cuota de cine "exótico". Cine del este, chino, luego asiático variado... y ahora ya ni se sabe porque como si de una máquina del tiempo se tratase, de nuevo Godard tiene todos los focos encima por su nueva película.

Anónimo dijo...

Creo entender que Marcos se refiere a la apreciación de su obra en su propio país. Desde luego, y por lo relativamente poco que conozco de su filmografía, hay un antes y un después de sus problemas de corazón y ese film bisagra que es Alexandria, Why?. Su cine se vuelve entonces más personal, más libre, si se me permite, más felliniano, y la memoria, la imaginación y los sueños adquieren más peso. Personalmente prefiero su primera etapa, no precisamente por The Sparrow, de la que me faltan piezas para completar el puzzle, y sí por Struggle in the Valley o The Land, a la vez melodramas vigorosos y magníficos frescos sociales.

Ángel

Anónimo dijo...

Hola, ¿habéis visto algo de otros egipcios importantes como Henry Barakat y Salah Abouseif?

Jesús Cortés dijo...

De Barakat yo he visto poco y nada incitante.
Abouseif sí que las tiene bastante interesantes, si bien varias veces me parecieron "modelos a escala" de algunas americanas. Me gustaron "Ana hurra", "La Anam", "Bidaya wa nehaya" (más que la de versión de Arturo Ripstein incluso) o "She' Mn El Azab". Parece un cineasta a investigar.

Anónimo dijo...

Felicitaciones por el décimo año de tu blog, Jesús!

Jesús Cortés dijo...

Es verdad, era hoy, gracias.
Aquí sigo. Gracias a todos por los buenos momentos también. No me imaginé durar tanto, pero me alegro de haberlo conseguido.