domingo, 16 de diciembre de 2018

SOMBRAS DE GRIS

"Quiero intentar... me interesa intentar mirar las cosas un poco científicamente.
Intentar encontrar en todo ese movimiento de la multitud.
Los ritos de... no encontrar el principio de la ficción, porque las ciudades son la ficción.
El verde, el cielo, el bosque son la novela, el agua es la novela
La ciudad es la ficción.
La ficción es una necesidad y puede hacer bella a una ciudad.
Y los que la habitan son simultáneamente magníficos y patéticos."
(Algunas palabras hacia el final de "Lettre à Freddy Buache à propos d'un court-métrage sur la ville de Lausanne" de Jean-Luc Godard)

Un año antes de emprender el rodaje de "la película de su vida" -  no sé qué debo entrecomillar y por eso lo hago al completo -, la misma que le ocupa, por capítulos más o menos consecutivos o relacionados, desde el año 1991 en que filmó "Babel - Lettre à mes amis restés en Belgique" y que aún con "Funérailles (de l'art de mourir)" estrictamente no había finalizado en 2016 pese a tan luctuoso título, el belga Boris Lehman inaugura el itinerario realista y fantasioso de su propia filmo-biografía en Lausanne, la ciudad suiza en que nació un tres de marzo de mil novecientos cuarenta y cuatro.
Empezar por el principio no es un primer paso - y hasta puede ser el último - si hay pocas certezas acerca del camino que se queda delante, con lo que "À la recherche du lieu de ma naissance" apela a ese inspirador verso godardiano y busca denodadamente entre las pertenencias del cineasta y más allá, intuyendo de todas formas el inevitable fracaso.
En ese equipaje poco hay del lugar y del tiempo, de las circunstancias de aquel momento. A saber cuántos las comparten, cuántos nacieron en los mismos días, semanas o meses, antes y después, cuántos están marcados por la neutral Suiza del final de la guerra, hogar por un tiempo para tantos desplazados, ni acogedora ni alegre, fría por dentro y por fuera.
Las máquinas de escribir y los registros escritos con ellas, confirman cada pista y al mismo tiempo las constriñen a unas irrelevantes manchas, tal vez falsas, como las de tantos papeles de tiempos difíciles.
 
 
Mucho en cambio cree poder obtener el cineasta, demasiado joven para hacer epílogos, de lo que le es exclusivo, de su memoria, completando lo que no conoce mediante la de otros.
El juego, un poco como hubiera hecho Cocteau, le lleva más allá, a escenificar con toda naturalidad su pasado, secuencias que le son queridas y quizá importantes o que sin tener especial importancia, se le quedaron grabadas de niño por alguna razón. Para no hacer trampa, también registra a los actores antes de interpretarlas, salvaguardando con su medio, el cine, los recuerdos que tendrán ellos de toda la experiencia de ser otro.
Como no recurre al psicoanálisis, las memorias que convoca, aparecen y desaparecen, indiferentes al hecho de que puede haber una investigación. Tal vez los que vivan los años terribles aislados de las hecatombes colectivas, rememoren más tarde la paz y la tranquilidad dentro de un vacío grande y desconocido.
Son sin embargo los momentos más gozosos y los que le invitan a dar el paso que le faltaba y se ruede a sí mismo compartiendo con otros las alegrías del instante, que son todo lo que se tiene y se puede comprender cabalmente antes de que se desvanezcan y comiencen a combinarse con impresiones y sean, finalmente, libres.
Si se hubiese detenido ahí, habría parecido que daba por satisfecha una inquietud. Y que la ficción había sido un instrumento, un adorno incluso. No ha lugar.
Lo que viene después, la desilusión, las ganas de desandar el camino, de marcharse, el arrepentimiento incluso de haber llegado a plasmar la idea, deberían ser fáciles de comprender.
En su tierra natal, ocupándose solo de sus vivencias: siempre se sentirá un extraño.
El soliloquio de su creación era para ser y para sentir, no para fingir que sabía y percibía. Se atrevió a buscar delante de los demás sin ocultar nada. Se hace cine así o no vale la pena hacerlo.
Valió la pena. 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Jesús, felices fiestas y ánimos para el blog. La cantidad de películas que he descubierto gracias a ti es impagable.¡Muchas gracias!
A la espera de tu lista de 4.000 a ver si publicas las mejores del 2018. Buen Año. Un saludo

Fernando

Jesús Cortés dijo...

Buenas navidades también para ti.
Se supone que una versión reducida de mi lista general de 2018 saldrá en Senses of Cinema en breve.
El registro grande, de unas 4500 películas está casi listo. Quien lo quiera puedo pasárselo por mail

Anónimo dijo...

Las listas del año las haces de memoria o llevas anotado las películas que ves cada día?

DX

Jesús Cortés dijo...

Voy anotando, pero se me pasa durante semanas o meses por puro desorden. Además, he tenido un problema informático y he tenido que rehacer como tres años y pico.

Anónimo dijo...

Hola Jesús.
Como cada año, no me resisto a preguntarte cuáles han sido tus elepés favoritos de este año pasado o cuáles has escuchado más, sean o no de estos últimos 12 meses, incluyendo -como en los films- nuevas revalorizaciones de obras pretéritas pero olvidadas por algún motivo. Huelga decirlo, te lo pregunta, como ya habrás deducido, un seguidor ferviente de tus misivas "populeras". Yo destacaría, aunque me quedan muchísimos por escuchar, el extraordinario de John Hiatt, el adictivo de The Baboon Show, y tambíen destacaría el refrescante de los Ruen Brothers y algunas canciones del de Turbonegro. Sin embargo, el de Monster Magnet me ha decepcionado y el de Alice in Chains me ha dejado frío como el mármol. Y no sé si Greta Van Fleet son un descarado plagio de Led Zep o si por el contrario tienen talento. ¿Qúe opinas al respecto?. Ah, Other People's Stuff de Mellencamp no está nada mal, aunque muchas canciones ya las conocíamos de otros discos.
Un saludo.
Alberto de Mieres.

Jesús Cortés dijo...

Aún debo poner un poco de orden en ello - pasa como con las películas, que muchas cosas aparecen o las conozco a última hora :“Songs for Judy”, “Wouldn't it be great”... -, pero no ha estado mal el año después de todo.
De momento de acuerdo con el de Hiatt y el de The Baboon Show.
Greta van Fleet son muy jóvenes y tienen buen directo; el guitarrista en particular es bueno y tocan sin un solo efecto, donde sea, fijos en la vieja idea de la reputación creciente de las bandas que se hacían en el escenario. Evidentemente se parecen a veces mucho a Zeppelin por mucho que Josh ponga "voz de Geddy Lee" y no lo esconden. Esto no es Kingdom Come y otros inventos para captar despistados que no sabían nada de la música los 70.
El ep y el album de debut tienen algunas muy buenas canciones y quizá ninguna aún realmente extraordinaria. Yo los veo como un espécimen extraño, un grupo que crece a la vieja usanza, con un entusiasmo desbordante, feliz, sin aparente ambición ni prisa por llenar estadios, cosa que difícilmente lograrán por este camino, porque eso queda reservado a los hypes de la temporada y a bandas emblemáticas... o sus tributos.