domingo, 14 de enero de 2024

MONTAÑAS DE ORO

Tan sencilla como anónima, la vida del pintor naif georgiano Niko Pirosmanashvili, se antoja difícil que pueda servir como ejemplo de gran cosa y menos en esta época nuestra donde todo tiene un precio y si no lo tiene, es que no sirve para nada.

La película "Pirosmani" de 1969, segunda tentativa de su compatriota Georgiy Shengelaya (o Giorgi Shengelaia, como parece más extendido) por impresionar en sus fotogramas la atracción que sentía por este artista, tras un documental de principios de década - de muy ardua localización -, es también sumamente sobria y modesta, con pocos e intensos colores arañados a un fondo negro, como algunos de sus mejores óleos, esmaltada por una colección de radicales elipsis e impermeable a todo efecto melodramático conocido. 

Lo que en otros films contemporáneos del suyo queda reducido a ambientes asfixiantes y una colección de gestos excéntricos en busca de aire para respirar, refulge, esencial, en "Pirosmani" como pocas veces se vio en esas latitudes. Lo que en una mayoría de esas películas suele resultar una acumulación de elementos que no invitan a compartir otra cosa que una autopsia para tratar de saber más sobre el ensimismado cine de la Europa del Este y su inacabable "distopía hecha presente", en "Pirosmani" es universal e intemporal.

Por muchas veces que se visite el film y sobre todo cuando ha pasado un largo tiempo desde la última vez, es lógico pensar que no sucede realmente nada entre su prólogo y su epílogo, como nada aconteció en la vida de Pirosmani, que tuvo pero no tuvo familia, amigos o trabajo. Los tableaux vivants que la componen son acaso una bella sucesión de contradiccines frente a los dos pasajes del Nuevo Testamento que la abren y la cierran y que consagran la ejemplaridad más vociferada y menos practicada que la humanidad ha conocido. 

Efectivamente no fue el camino de Pirosmani el de un santo, a pesar de su desprecio a las riquezas y su tendencia a tomar siempre lo que querían darle sin pedir nada a cambio. Un ascético, quizás, pero sin mensaje, un hombre dado a la bebida, solitario, con la pobreza de no sé cuántos siglos incrustada en la mirada, indescifrable para cuantos se cruzaron en su camino, incluidos nosotros los espectadores, un hombre sin conciencia alguna de su talento para la pintura, que fue uno más de sus oficios, como el comercio o la agricultura y para ninguno creyó servir.

Audaz manera, con determinación, sin épica, con palabras que suenan a versículos, la de acceder a la más absoluta belleza la que tiene este film. Con toda justicia viene a la mente Roberto Rossellini y sus más desnudos y deslumbrantes hitos (en especial "Francesco, giullare di Dio", "Socrate" y "Il messia"), al contemplar "Pirosmani" y la misma emoción atravesada en la garganta con cada gesto expresado con singular cadencia por su protagonista, el también pintor Avtandil Varazi, que no era actor y quizá por eso hace una de las más extraordinarias interpretaciones que en el cine han sido.
 
Esa fuerte voluntad por seguir un camino que a todos los demás parece estéril es para Shengelaia consustancial al hecho artístico y es independiente de épocas, edad, condición o cualquier otra circunstancia vital. Sucede así en su otra "biografía", si así podemos denominar al conjunto de piezas de otro puzzle que no se completará, "Akhalgazrda kompozitoris mogzauroba" de 1985 acerca del compositor viajero Nikusha, un joven diverso en todo a Pirosmani pero al que tampoco nadie entiende y que acabará involucrado en una turbulenta conspiración política; su único anhelo era recuperar para la gran música las pequeñas canciones folklóricas de los campesinos.  

Sin el componente obsesivo del Vincent Van Goh de Maurice Pialat ni el de enajenación de uno de sus pocos "iguales", el Antonio Ligabue de Raffaelle Andreassi, a los que parece respectivamente anunciar y remitirse el film en algún momento, el Pirosmani de Shengelaia es un ejemplo puro de artista providencial, que no invoca a las musas y no desespera al sentirlas marcharse. Si entraba en trance al pintar, a ningún éxtasis llegó y como mejor ejemplo ese plano en que después de que lo encerraran en una habitación para que pinte un gran óleo, aguarda junto a la puerta a que lo dejen salir, desinteresado por el resultado y las opiniones de los demás, vacío, desfallecido si no podía perderse por los caminos y las tabernas de Tiblisi.

A esta pureza se atiene Shengelaia, se debe incluso diría, lo cual le obliga a ir buscándole de cuadro en cuadro, como los dos "críticos" que rastrean su pista, sin que apenas le veamos pintar, envejeciendo para sus adentros y muriendo en dos conmovedores planos silentes, estrictamente el último, digno del Victor Sjöstrom de "Körkarlen" y antes en otro, un contraplano desde lo alto de unas escaleras, también sin palabras, en el que uno de nosotros, un pintor que lo localiza en su covacha, se vuelve para volver a mirarlo, desconcertado al advertir su soledad y que no es dinero ni reconocimiento lo que necesita.

13 comentarios:

Rodrigo Dueñas dijo...

Shengelaia filma de frente, a distancia y colocando el motivo en el centro. Como los fotógrafos aficionados (cuando hacer una fotografía costaba un poco), como Antonio López, como Pirosmani. Un foco de luz frontal aplana la imagen, inmoviliza a los seres que pueblan lo que bien defines Jesús como "tableaux vivants". Como los cuadros de este pintor que pintando la realidad que mira, le sale otra cosa más allá de lo real.
Piarosmani, bueno, generoso, desprendido, descorazonado, desubicado. Inolvidable es la escena donde, pese a sus ruegos por beber en compañía, es dejado por un frío benefactor en esa tasca donde ya no cuelga un cuadro suyo. "La tristeza durará siempre" recordaba Pialat que decía Van Gogh.

Anónimo dijo...

¡Buenas, Jesús!

¿Me podrías decir tus 20 películas favoritas realizadas entre 1920 y 1929? Es para un ciclo que me estoy haciendo de esa época.

¡Muchas gracias!

Jesús Cortés dijo...

Escogiendo solo una por director:

- Mästerman (Sjôstrom)
- Erotikon (Stiller)
- The penalty (Worsley)
- The kid (Chaplin)
- Nanook of the North (Flaherty)
- The affairs of Anatol (DeMille)
- Isn't life wonderful? (Griffith)
- Glomdalsbruden (Dreyer)
- Sunrise (Murnau)
- La femme nue (Pérret)
- Spione (Lang)
- The unknown (Browning)
- The student Prince in Old Heidelberg (Lubitsch)
- The cameraman (Keaton)
- The Iron Mask (Dwan)
- The river (Borzage)
- La petite marchande d'allumetes (Renoir)
- Queen Kelly (Stroheim)
- Cheloviek s kino-apparatom (Vertov & Zvilova)
- Limite (Peixoto)

Anónimo dijo...

Que te pareció la última de Miyazaki, Jesús? Creo que no he visto nunca una película de animación en una de tus listas.

Jesús Cortés dijo...

Este año la verás. Y la de Shinkai Makoto, "Suzume no tojimari".
Me gustó sin parecerme de las grandes suyas, que son una cuantas. Es en cierto modo un "greatest hits" de su cine y pienso - debo haberlo comentado en alguna otra entrada cuando me han preguntado - que tienen todo el derecho del mundo a hacerlo porque ese mundo le pertenece.

Xator Nova dijo...

No me esperaba ver mencionado, o que le gustase Shinkai Makoto. ¿Qué le parece el resto de su filmografía? La que más prefiero entre sus trabajos es "Hoshi no Koe" (Voces de una estrella distante). "Suzume no tojimari" no la ví aún

Jesús Cortés dijo...

No conozco muchas. Quizá la que me parece mejor de las vistas es "Kotonoha no niwa", que no es de las recientes.
Curiosamente también de otro de los muy conocidos de la animación japonesa vi una destacable este año pasado, en concreto la que creo la única documental de Takahata Isao, realmente bonita, sobre canales.

Xator Nova dijo...

Perdón por desviar la conversación nuevamente a la animación japonesa pero dada la mención de Shinkai Makoto me dió curiosidad por preguntarle por la directora Yamada Naoko, en particular por "Koe no Katachi" (Una voz silenciosa). Recuerdo que Shinkai Makoto mismo la consideraba también en alta estima

Jesús Cortés dijo...

No conozco nada de ella, gracias por la pista.

Anónimo dijo...

Hola Jesús me gustaría saber que opinión te merece el cine de Parajanov.(que creo que es de los georgianos el que mas se ha convertido en un cineasta de culto cierta cinefilia) Gracias.

Jesús Cortés dijo...

Rechacé algunas de las más conocidas cuando las vi por primera vez, les encontré una trivial acentuación plástica, no veía el bosque con tanto árbol.
Un día descubrí "Ukrainskaya rapsodiya", aún la que prefiero, y todo cambió; recuperé todas las vistas, les encontré otras bellezas y sin que se libren por completo de sus ornamentaciones, las aprecié con más justicia.
Supongo que nunca estará entre mis, groso modo, rusos favoritos, no me han emocionado ni me han dejado una huella tan importante sus obras, no tendría sentido para mí ponerlo al lado de Barnet, Donskoi, Solntseva, Bauer, Dovzhenko y otros, pero desde luego fue un cineasta valioso, más interesante de lo que su fama - por su encarcelamiento y el posterior "movimiento intelectual" que lo apoyó - le haya podido otorgar.

Anónimo dijo...

Hola Jesús me gustaría preguntarte sobre un cineasta georgianos del que creo que nunca has escrito en el blog, Otar Iosselliani. ¿Que películas te gustan de él o como las ordenarias? Gracias

Jesús Cortés dijo...

En los comentarios del film de Thome del que escribí recientemente, algo dije.