sábado, 27 de abril de 2024

¿QUIÉN ME QUERRÁ?

Functus officio, Mauro Rioboo
 
"Stasera niente di nuovo" es una breve película de 1942 de la que no se debe haber dicho nada demasiado elogioso o alguien lo recordaría alguna vez. Ni de ella ni de su remake de 1955, "L'ultimo amante" escuché hablar apenas. Tampoco es fácil encontrar algo positivo sobre el autor de ambas, Mario Mattoli, que no tuvo prestigio ni cuando los críticos de cine eran espectadores.

La historia que austeramente cuenta fue una de las muchas sublimes proyectadas durante la guerra para un público sobrecogido por la marcha de la contienda y que nunca había imaginado que necesitaría tanto escuchar su idioma o reconocer lugares y costumbres en las películas. El melodrama italiano estuvo cerca, bajo esas enrarecidas circunstancias, de ser su género universal, el que lo amalgamaba todo, el que más entusiasmo despertaba. Nadie debería extrañarse de su mala fama si el ambiente donde prendió no podía estar más alejado del que nos ha dado por denominar cultural: salas llenas de amas de casa, niños y ancianos.
 
Fuera de ese contexto, como corresponde a toda noble materia, su peripecia llena de lágrimas y el celuloide que la contiene, precipitan como testigos del pasado. Pero hasta para los que sabemos poco de antigüedades, debería ser evidente que su valía no tiene nada que ver con los ochenta largos años que la contemplan y sí con que se sigue tratando de una película sorprendentemente veraz, honda y acongojante.
 
No sabría muy bien cómo defender la actualización del 55, competente y curiosa si no se conoce el original, pero que desvirtúa las frágiles bellezas de "Stasera...", las diluye o las ignora, porque si algo queda claro viéndolas consecutivamente es que Mattoli no fue un especialista del melodrama, que supongo algo hubiese ayudado a difundir su nombre: no hay transcurridos esos trece años ni un acento perfeccionado, ni una seguridad acumulada, ni apenas justificación para los veintitantos minutos que se extiende "L'ultimo amante" más que su predecesora. 

Mattoli fue más bien un pícaro, un superviviente de los gustos cambiantes del público, un público que en 1942 aún tardaría unos años en sentirse reflejado en "la orgullosa verdad" del cine de la calle y que nunca renegó de la "rutina" de su cine doméstico ni quiso verlo arrasado por otro, un cine que tantas grandes obras - tantas como las derivadas por la revolución que llegaría con "Roma cittá aperta" - había dejado desde mediados de la década anterior.

Las incursiones de Mattoli en el género - hay que ver por supuesto "La vita ricomincia" del 45 y otras - están por ello tan adaptadas por ese aprendizaje continuo a todo tipo de velocidades y tonos como si se tratase de un ignoto macmahoniano y como tal sortea todos los lugares comunes en las pequeñas distancias y sin embargo se mantiene fidelísimo al espíritu que preside el género.
 
Lo más interesante es que arma esa dualidad de una manera más políticamente incorrecta de lo que puede parecer.

Reducida a sus líneas de fuerza, "Stasera..." es una canónica y como decía al principio, irrelevante muestra del más exacerbado y sentimental cine que se iba a morir en Italia con el armisticio, pero mirada con detalle, esto es, su planificación, su uso de la música, sus elementos en off, sus insertos o su dirección de actores y actrices, remite a dramas silentes, a películas de avanzadilla del cambio de era o a films expresionistas precursores del cine negro: a Fejös, Cavalcanti y Sternberg, por ejemplo ... y, sin disimulo ni heterodoxia que valga, como si fuese lo más natural del mundo, ¡al cine del enemigo!, al cine americano, que es el que había absorbido e integrado todo ese caudal de influencias.

Hasta que llegue la ola comandada por De Sica y compañía, sentida más propia, patriótica incluso, que nueva por unos espectadores que de repente no se habían vuelto cinéfilos modernos ni nada parecido, películas como "Stasera niente di nuovo" ya incorporaban la mayoría de los elementos que elevaron a sus célebres sucesoras, negando la discontinuidad y la mayor. 

¿Qué puede ser más positivista que la mirada sobre este gacetillero alcohólico, esta chica perdida de provincias, este médico que no confía en las medicinas y esta redención desoladora?
   
Decir que toda la película está en la mirada de Maria Bellotti (Alida Valli) puede parecer un adorno retórico, pero no lo es tanto si digo que está en sus oídos.
 
Esos (verdes) ojos aparecen una noche en una comisaría de policía y se resisten a cerrarse en la escena de clausura, una más pero no la primera borzagiana (la vuelta al hospicio, la boda) de una película que sube a unas alturas irrespirables en los cuatro o cinco momentos en que podía haberlo hecho y se mantiene apegada al suelo el resto del tiempo, dura, recalcitrante. Interpretaba Valli con ellos y aquí es privada de tal expresividad porque debe ver y no mirar, ni siquiera cuando Mattoli trata de hacerle tomar conciencia de quién es, utilizando las imágenes de la película suya que debía estar en cartelera, "Abbandono" de 1940, un melo febril de nula fama.
 
Es cuando retira la mirada de la pantalla, cuando escucha la película, cuando realmente reacciona. Igual que le sucedió en el momento en que conoció a Cesare Manti (Carlo Ninchi) una noche en que él se sentía morir en Turquía. Igual que le sucederá cuando deje atrás por fin a ese proxeneta que la lleva de café en café para venderla a quien más pague por ella. Mala fortuna tendrá cuando pueda de nuevo escuchar noticias de su casa y del árbol que por fin ha conseguido trepar a su ventana, pero al menos entonces, un instante, recuperará la capacidad para ver.

12 comentarios:

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

Según varias fuentes, la película dura cerca de hora y media, pero sólo encuentro una copia de 68 minutos. ¿Anda disponible alguna otra o es un error de las bases de datos?
Por cierto, ¿tienes alguna opinión de la película nueva de Polanski? En Asturias parece que la quitan hoy prematuramente de cartelera y no sé si valdrá realmente la pena complicarse la vida por ir a verla.

Jesús Cortés dijo...

La copia de 90 minutos no la he localizado.
Yo no movería un dedo por ver el Polanski. Lo encontré lamentable

Juan Gabino Álvarez Fernández dijo...

Vista, me ha recordado, por ejemplo, a "Glory Alley" de Walsh, no sólo por la presencia de periodistas que es muy secundario sino en la forma de avanzar implacablemente a pesar de todo (aunque en la americana esto a veces fuese más cómico o liviano, como los números musicales y un abanico de personajes más divertido). Dos películas muy sintéticas que describen muy logradamente los sentimientos, aunque a priori muy soterrados, de sus personajes alcanzando sin previo aviso (sin una gran construcción dramática con clímax, sino en un gesto o mirada espontáneo) momentos de gran emoción.
En la última entrada del blog te preguntó Iván por Prince y mencionaste varios responsables de la gran música negra de la época, así que estuve escuchando a los que desconocía y menudas joyas, ¿alguno otro que te dejases en el tintero? No dijiste nada de Boogie Down Productions, que me suena leer que te gustan y deben de ser mi grupo de hip-hop favorito

Anónimo dijo...

Hola Jesús realmente, cuanto cine italiano desconocido y que seguramente valga la pena!!
Y mira que últimamente me ha dado por ver algunas de Risi, Comencini, Soldati muy buenas sorpresas ("Prohibito rubare", "Il sorpasso", "Policarpo") pero no conocia a Mattoli. Lo he buscado y parece que fue uno de los directores de cabecera de Toto ,que es un cómico del que no he visto casi nada (a decir verdad solo "I soliti ignoti" y "Uccelacci Uccelini"). Recomiendas alguna de las que hizo con Mattoli (o con algun otro)?? Gracias!

Y ya de paso ahora que se ha estrenado una peli en italiana en blanco y negro que recrea ,precisamente,los años de estas películas (me refiero a "C'è ancora domani" de Paola Cortellesi, me gustaría conocer tu opinión en caso de haberla visto. Un saludo.

Jesús Cortés dijo...

A mí me gusta Totò hasta cuando lo ridiculizaban o se autoparodiaba, que sucedió a menudo, porque fue siempre digno, se mantuvo fiel a sus maneras antiguas y pobres de ser cómico, incluso cuando llegó a cotas de gran popularidad. Poca o ninguna distancia había entre el actor que se recorrió escenarios de mala muerte y uno de los mayores iconos del cine sonoro de su país. De hecho hasta el reclamante de títulos nobiliarios que fue en la realidad podría haber sido también uno de sus personajes.

No he visto ese film italiano reciente. A primera vista - el trailer - es como para salir corriendo sin mirar atrás, pero supongo que acabaré mirándolo como hago con tantas películas que no me dicen a priori absolutamente nada.

Jesús Cortés dijo...

No mencioné a BDP como no lo hice con muchos más grupos de hip hop. "By all means necessary" es uno de mis álbumes favoritos de finales de los 80 y poco después sucedió la participación de KRS-One en el disco de R.E.M. que les puso en primera línea (pero no el mejor para mí), que tanto me alegró.
Ese y "Criminal minded" son los que prefiero de ellos. Gran banda.

Rodrigo Dueñas dijo...

Nada conocía de Mattoli. Despachado como un director comercial, me extrañaría que entre las más de setenta películas que realizó no haya más de una que no alcance la altura de ésta, que es extraordinaria. Jean A. Gili sitúa a la par otros melodramas ("La damigella di Bard", "Luce nelle tenebre", "Catene invisibile", "Labbra serate", "Assunta Spina"), habría que verlos.
Mattoli retrata y narra con tal sencillez y seguridad que parezca natural conseguir tanto y que no se note. Fabulosas las escenas de las filípicas del director del periódico. Fabulosa la elipsis entre el momento en que Maria pide a Cesare que haga lo que pueda para que su familia no descubra su pasado y el paso a las internas cogiendo flores. Sublimes las escenas siguientes.

Jesús Cortés dijo...

He visto dos de las que citas, "Luce nelle tenebre" y la versión que hizo de "Assunta Spina" - una historia que lleva rehaciéndose en Italia más de un siglo ya - y ambas son notables, especialmente la primera.
"Catene invisibili" la tengo pendiente.
Las comedias vistas de Mattioli son simpáticas, muy locales a veces. No encontré ninguna que me pareciera superior.

Anónimo dijo...

Otra rareza italiana que merece mucho la pena es La bella di Lodi de Mario Missiroli, no sé si la habrás visto, Jesús. Es un filme con un montaje muy extraño, entramos en las escenas casi como si nos colocasen en el medio de ellas, como si nos hubieran privado del comienzo, in media res, casi resulta difícil de seguir, la velocidad es endiablada. La novela también merece la pena. Una pena que Missiroli no dirigiera nada más.

Jesús Cortés dijo...

Pues juraría que la visto pero no recuerdo ese efecto del montaje. La volveré a buscar. Gracias

Anónimo dijo...

Jesús me acabo de enterar de que va a estrenarse una nueva versión de El conde de Monte Cristo (pinta horrible) y aprovecho para preguntarte si algúna de las adaptaciones merece la penam

JP

Jesús Cortés dijo...

Hay muchas, pero de las que yo he visto, desde luego las de Henri Fescourt del 29 y la de Chano Urueta (y Roberto Gavaldón) del 42.