Luigi Comencini nunca tuvo la suerte de ser sobrevalorado.
Como otros directores italianos que iniciaron su carrera en los albores del neorrealismo pero que luego tomaron los más diversos caminos, su legado ha quedado sepultado bajo un mar de nuevas olas que invadieron el cine europeo desde principios de los años 60.
No se trata de un maestro del cine, su trayectoria es demasiado irregular (algo que también tiene en común con la mayoría de sus compañeros de generación), pero rodó una serie de películas realmente valiosas, entre las que apenas han dejado un recuerdo duradero las que hizo muy al principio de la “década prodigiosa”: “Tutti a casa” del 60, “A cavallo della tigre” del 61 y “La ragazza di Bube” del 63 (esta última señalada por Godard en su día como importante, pero con escaso eco; ni así pudo cobrar notoriedad).
Parece que Comencini se dio pronto cuenta que no debía satisfacer las expectativas de un público ávido de sus obras y emprende un camino zigzagueante que alternará desde entonces obras personales con trabajos puramente de encargo.
Las dos películas en las que se vuelca más a fondo son dos aproximaciones al mundo de la infancia sumamente originales y por desgracia bastante olvidadas hoy día.
“Incompreso” de 1966 y “Le avventure di Pinocchio” del 72, forman un díptico casi invisible de obras, raramente o nunca mencionadas entre las grandes películas sobre el mundo de los niños. Nada que ver con el prestigio (merecido) de “Pather panchali”, “High wind in Jamaica”, “Mouchette” o algunas obras del reciente cine iraní.
“Incompreso” es su obra maestra. Sólo por haber sido capaz de rodar semejante obra hay que conceder a Comencini un puesto entre los grandes directores italianos de su época. Tierna, discreta, nada altisonante, pero profunda y emocionante (en algún momento, épica, fulgurante), no hay muchos dramas en el cine europeo a su altura.
El niño Stefano Colagrande, que nunca más volvió a ponerse delante de una cámara (ahora es profesor de Física en la Universidad de Florencia, en un bonito giro del destino) perdurará para siempre en la memoria de cualquiera que se acerque a este carrusel de emociones sobre la pérdida (su madre) y el doloroso paso a la edad adulta de quien no puede ser más que un niño. La escena del derrumbe de su tío al conocer la noticia que desencadena el antológico final de esta película es inolvidable. Un momento de cine sublime.
“Le avventure di Pinocchio” es en realidad una miniserie de televisión de 5 episodios refundida en una especie de resumen atropellado de poco más de dos horas (325 minutos originalmente) que ilustra el famoso libro que Carlo Collodi publicó por entregas en “Il Giornale dei Bambini”, el primer periódico para niños editado en Italia hacia 1880.
Contando con guión de la gran Suso Checchi D´Amico nada menos, es un film muy distinto formalmente a “Incompreso”, lleno de fantasía e inocencia, pero no por ello menos complejo y conmovedor.
Es realmente un film que no esconde un reverso de la aventura lleno de amargura y pesimismo. Dice Gepetto en un momento hacia el final que el mundo no depara nada bueno a gente como ellos, los pobres de una Toscana fría y hambrienta, calles de piedra, harapos y pan duro, nada que ver con la imagen de esta región que se suele vender turísticamente.
No es extraño que sea una de las películas favoritas de Hayao Miyazaki. Varias partes son casi miméticas con la estética que tanto se identifica con el gran director japonés, especialmente el episodio del país de los niños (al que se accede por supuesto en carroza y no precisamente de oro), la fiesta con panecillos y chocolate en casa del hada (una adecuada Gina Lollobrigida con melena azul) y el viaje a lomos del atún que cierra el film cuando Gepetto y Pinocho deciden darle otra oportunidad a una vida que no les ha tratado bien.
Quedan otros personajes en el recuerdo: el niño malo Lusignolo (un primer plano de su rostro cansado y con cicatrices lo dice todo), los torpísimos animadores del circo que intentan robar a Pinocho ¡y hasta ahorcarlo! o el juez que cuando está a punto de compadecerse de él, lo envía a la cárcel.
Para terminar, decir que merece igualmente una reconsideración “Infanzia, vocazione e prime esperienze di Giacomo Casanova, veneziano” de 1969 y también con guión de D´Amico, rememoración de una Venecia libertina y de ensueño que es desafortunadamente tan difícil de ver como las anteriores.
Como otros directores italianos que iniciaron su carrera en los albores del neorrealismo pero que luego tomaron los más diversos caminos, su legado ha quedado sepultado bajo un mar de nuevas olas que invadieron el cine europeo desde principios de los años 60.
No se trata de un maestro del cine, su trayectoria es demasiado irregular (algo que también tiene en común con la mayoría de sus compañeros de generación), pero rodó una serie de películas realmente valiosas, entre las que apenas han dejado un recuerdo duradero las que hizo muy al principio de la “década prodigiosa”: “Tutti a casa” del 60, “A cavallo della tigre” del 61 y “La ragazza di Bube” del 63 (esta última señalada por Godard en su día como importante, pero con escaso eco; ni así pudo cobrar notoriedad).
Parece que Comencini se dio pronto cuenta que no debía satisfacer las expectativas de un público ávido de sus obras y emprende un camino zigzagueante que alternará desde entonces obras personales con trabajos puramente de encargo.
Las dos películas en las que se vuelca más a fondo son dos aproximaciones al mundo de la infancia sumamente originales y por desgracia bastante olvidadas hoy día.
“Incompreso” de 1966 y “Le avventure di Pinocchio” del 72, forman un díptico casi invisible de obras, raramente o nunca mencionadas entre las grandes películas sobre el mundo de los niños. Nada que ver con el prestigio (merecido) de “Pather panchali”, “High wind in Jamaica”, “Mouchette” o algunas obras del reciente cine iraní.
“Incompreso” es su obra maestra. Sólo por haber sido capaz de rodar semejante obra hay que conceder a Comencini un puesto entre los grandes directores italianos de su época. Tierna, discreta, nada altisonante, pero profunda y emocionante (en algún momento, épica, fulgurante), no hay muchos dramas en el cine europeo a su altura.
El niño Stefano Colagrande, que nunca más volvió a ponerse delante de una cámara (ahora es profesor de Física en la Universidad de Florencia, en un bonito giro del destino) perdurará para siempre en la memoria de cualquiera que se acerque a este carrusel de emociones sobre la pérdida (su madre) y el doloroso paso a la edad adulta de quien no puede ser más que un niño. La escena del derrumbe de su tío al conocer la noticia que desencadena el antológico final de esta película es inolvidable. Un momento de cine sublime.
“Le avventure di Pinocchio” es en realidad una miniserie de televisión de 5 episodios refundida en una especie de resumen atropellado de poco más de dos horas (325 minutos originalmente) que ilustra el famoso libro que Carlo Collodi publicó por entregas en “Il Giornale dei Bambini”, el primer periódico para niños editado en Italia hacia 1880.
Contando con guión de la gran Suso Checchi D´Amico nada menos, es un film muy distinto formalmente a “Incompreso”, lleno de fantasía e inocencia, pero no por ello menos complejo y conmovedor.
Es realmente un film que no esconde un reverso de la aventura lleno de amargura y pesimismo. Dice Gepetto en un momento hacia el final que el mundo no depara nada bueno a gente como ellos, los pobres de una Toscana fría y hambrienta, calles de piedra, harapos y pan duro, nada que ver con la imagen de esta región que se suele vender turísticamente.
No es extraño que sea una de las películas favoritas de Hayao Miyazaki. Varias partes son casi miméticas con la estética que tanto se identifica con el gran director japonés, especialmente el episodio del país de los niños (al que se accede por supuesto en carroza y no precisamente de oro), la fiesta con panecillos y chocolate en casa del hada (una adecuada Gina Lollobrigida con melena azul) y el viaje a lomos del atún que cierra el film cuando Gepetto y Pinocho deciden darle otra oportunidad a una vida que no les ha tratado bien.
Quedan otros personajes en el recuerdo: el niño malo Lusignolo (un primer plano de su rostro cansado y con cicatrices lo dice todo), los torpísimos animadores del circo que intentan robar a Pinocho ¡y hasta ahorcarlo! o el juez que cuando está a punto de compadecerse de él, lo envía a la cárcel.
Para terminar, decir que merece igualmente una reconsideración “Infanzia, vocazione e prime esperienze di Giacomo Casanova, veneziano” de 1969 y también con guión de D´Amico, rememoración de una Venecia libertina y de ensueño que es desafortunadamente tan difícil de ver como las anteriores.
5 comentarios:
Hola, Jesús,
Sobre Comencini y la infancia, ¿recuerdas aquella serie de televisión que hizo en los ochenta? "Corazón", basada en la novela homónima y con guión tambien de Suso Cecchi D'Amico. Me gustaría volver a verla porque tengo recuerdos excelentes pero algo difusos; la vi de muy chiquitín.
Sus primeras películas, las más famosas y folclóricas, son las que le dan la escasa fama que tuvo, me parece. Y, de lo que conozco, no son las mejores ni de casualidad.
Un saludo.
No conozco esa serie "Corazón", tendré que echarle un vistazo... si la encuentro. También espero poder ver pronto "La bugiarda" con la preciosa Catherine Spaak, que estaba inolvidable en una película española que siempre me ha gustado mucho, "Los pájaros de Baden Baden" de Mario Camus.
Hola Jesús:
A través del blog de carles Matamoros he descubierto el tuyo. Me he permitido poner un enlace a mi blog:
http://elmundohaldane.blogspot.com/
He ido entrando en varios de tus posts y, la verdad, coincido mucho con tus apreciaciones. No son , digamos, ortodoxas, pero pienso que muy certeras. Suscribo al 90% lo que dices sobre algunas películas de una etapa determinada de Hitchcock, lo relativo a "The Day of the Outlaw" (además de "Wind Across the Everglades" tiene un aroma a "The Lusty Men", para mí uno de los mejores films de Nicholas Ray), etc.
Respecto a Luigi Comencini, la perspectiva de la crítica cambiará cuando la Filmoteca Española le dedique un libro + retrospectiva en Donosti, como ha sucedido con Mario Monicelli. Aunque con el prisma de la adolescencia, sí que recuerdo el "Pinocho" de Comencini con mucho agrado. Algo debía tener esta producción de la RAI, de "la edad de oro de la RAI" (matizo), al menos, a nivel de miniseries o series exportables.
un saludo,
Christian Aguilera
Hola Jesús, sobre el tema de la infancia y la adolescencia en el cine y su reflejo me gustaría conocer posibles títulos o autores que para ti hayan reflejado mejor esta etapa de la vida. Se me ocurren muchos entre los films de Comencini, Chaplin, Doillon, Pialat, Truffaut, Mackendrick, Kiatostami, Malmros, Erice, Douglas, Linklater, Kechiche, Taurog,Ozu, Shimizu, Miyazaki, S.Ray ...
Y especialmente de las películas/cineastas recientes que destacarias?
Muchas gracias y un saludo!
Nombras a la mayoría de importantes. Te faltan, sobre todo, los rusos: Dosnkoi, Rostotskii y Barnet especialmente.
Recientes, me gustaron mucho "Falcon Lake", "Close", "Petite Solange", "Petite Maman", "Adolescentes", "Amanda", "Tengo sueños eléctricos", "Mighty Afrin in the time of floods"...
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