La reciente reedición en DVD lanzada en USA por Warner de “Wagon master” ha reactivado el interés por una de las películas menos consideradas y desde hace años parece que menos vistas de la monumental filmografía de John Ford.
“Me han hecho ir hasta Oxford y Cambridge a dar conferencias sobre la película. A los ingleses les encanta. Imagínate a mí dando una conferencia” declaraba el maestro en su línea habitual de casi mofarse de su propio prestigio y de cómo interpretaban su obra los críticos de cine.
Dejando si es posible aparte el hecho de que no estamos hablando de un reestreno en pantalla grande y eso casi reduce a la nada el debate, es cierto que “Wagon master” luce ahora más bonita que nunca. Con una soberbia fotografía de Bert Glennon, las escenas de paso de carrozas, los ríos, el polvo y el sol, los detalles en claroscuro donde asoma como siempre, con fuerza, el expresionismo fordiano, las baterías de primeros planos, etc. han ganado en belleza y expresividad. Y las canciones suenan a gloria.
Pero sigue siendo exactamente la misma película. La nueva copia no restituye el formato original (1:37) pues las copias en circulación ya lo presentaban correcto ni contiene material no editado (dura los 86 minutos de toda la vida), con lo que los ditirámbicos comentarios vertidos recientemente (en diversos medios americanos, David Hare, Richard T. Jameson, Dave Kehr, Joseph McBride, Jean Pierre Coursodon… algunos aludiendo, no tengo por qué dudarlo, a que llevan años diciéndolos) sobre ella, me parece que responden a un (re)descubrimiento por parte de muchos, cuando no a una reconsideración general de la obra del de Maine y ya hasta se atreven a considerarla en una suerte de liberación de un (inexplicable para mí) “guilty pleasure” nada menos que como ¡la mejor película de Ford!
Para mí no lo es. Ni tampoco su mejor western. Ni siquiera su mejor película de 1950 (sigo prefiriendo la todavía me parece que más subvalorada “Rio Grande”) ni probablemente sea mejor que el resto de integrantes de ese grupo de films que el maestro hizo con más libertad y gusto que de costumbre (no mejor para mí desde luego que “The last hurrah” y “The sun shines bright” y se podría discutir si se compara con “Steamboat round the bend”, “Judge Priest” y otras).
Lo que sí es “Wagon master”, y lo fue siempre, es una de las muchas obras maestras de Ford y (a pesar de considerar inapropiado el término “avant garde” que le intentó colgar Lindsay Anderson, no porque considere a Ford clásico y nada más, sino porque el matiz experimental creo que no corresponde con las intenciones ni con el resultado del film) una de las pruebas más claras de cómo funcionaba la maquinaria fordiana cuando los productores le dejaban hacer lo que le venía en gana (el argumento es suyo) y se acordaba de los viejos tiempos cuando el cine era otra cosa, un oficio, sin esa preocupación primordial sobre cómo llenar todas las butacas de la platea. De hecho, los dos detalles más sorprendentes a primera vista del film, su apertura antes de los créditos y el sádico Uncle Shiloh que incorpora Charles Kemper, remiten seguramente más a sus westerns mudos antes que anticipan a Mann o Peckinpah.
En aquellas declaraciones mencionadas antes puede estar ya una de las claves de “Wagon master”: es puro “understatement“ fordiano, como decía Hitchcock a propósito de “The trouble with Harry”, y eso los ingleses lo captan mejor que nadie: ese humor irónico y surrealista, esa mirada privada y socarrona a su propia obra, ese ritmo despreocupado. Tienen en común ambas películas muchas cosas por cierto. Las dos se cuentan entre las preferidas por sus autores, no tienen estrellas, son relajadas y anecdóticas y fueron tomados erróneamente por divertimentos o caprichos entre grandes proyectos.
Me sorprende que de repente se haya caído en la cuenta de que John Ford es un revolucionario y además que haya pasado precisamente con un film que se mueve en el terreno que más tradicionalmente se ha asociado a su nombre. Yo no veo en “Wagon master” ni una sola novedad en el cine de Ford, ni en tono ni en estructura ni en punto de vista ni en nada, o mejor dicho: yo no veo más que la exuberante, originalísima e intransferible forma de hacer cine de un director que sigue siendo el mejor y más completo artista que ha dado este arte.
Que se vayan revalorizando sus obras con el tiempo sin caer en el juego de la balanza que tanto se ha utilizado para dar su justo sitio primero a sus obras tardías y luego a las intermedias me parece bien, pero estas “campañas” no acabo de entenderlas muy bien.
“Wagon master” es puro Ford y al mismo tiempo un Ford que parece gustar especialmente (y a las pruebas me remito: el libro “About John Ford” de Anderson, las listas de favoritos y algunos artículos de los antes reseñados) a los que sospecho que molestan o aburren o incluso toman por caprichosas, algunas de las cosas que han quedado indeleblemente asociadas al nombre de John Ford o de otra manera no entiendo, admito que por probable miopía por mi parte, sus preferencias.
“Me han hecho ir hasta Oxford y Cambridge a dar conferencias sobre la película. A los ingleses les encanta. Imagínate a mí dando una conferencia” declaraba el maestro en su línea habitual de casi mofarse de su propio prestigio y de cómo interpretaban su obra los críticos de cine.
Dejando si es posible aparte el hecho de que no estamos hablando de un reestreno en pantalla grande y eso casi reduce a la nada el debate, es cierto que “Wagon master” luce ahora más bonita que nunca. Con una soberbia fotografía de Bert Glennon, las escenas de paso de carrozas, los ríos, el polvo y el sol, los detalles en claroscuro donde asoma como siempre, con fuerza, el expresionismo fordiano, las baterías de primeros planos, etc. han ganado en belleza y expresividad. Y las canciones suenan a gloria.
Pero sigue siendo exactamente la misma película. La nueva copia no restituye el formato original (1:37) pues las copias en circulación ya lo presentaban correcto ni contiene material no editado (dura los 86 minutos de toda la vida), con lo que los ditirámbicos comentarios vertidos recientemente (en diversos medios americanos, David Hare, Richard T. Jameson, Dave Kehr, Joseph McBride, Jean Pierre Coursodon… algunos aludiendo, no tengo por qué dudarlo, a que llevan años diciéndolos) sobre ella, me parece que responden a un (re)descubrimiento por parte de muchos, cuando no a una reconsideración general de la obra del de Maine y ya hasta se atreven a considerarla en una suerte de liberación de un (inexplicable para mí) “guilty pleasure” nada menos que como ¡la mejor película de Ford!
Para mí no lo es. Ni tampoco su mejor western. Ni siquiera su mejor película de 1950 (sigo prefiriendo la todavía me parece que más subvalorada “Rio Grande”) ni probablemente sea mejor que el resto de integrantes de ese grupo de films que el maestro hizo con más libertad y gusto que de costumbre (no mejor para mí desde luego que “The last hurrah” y “The sun shines bright” y se podría discutir si se compara con “Steamboat round the bend”, “Judge Priest” y otras).
Lo que sí es “Wagon master”, y lo fue siempre, es una de las muchas obras maestras de Ford y (a pesar de considerar inapropiado el término “avant garde” que le intentó colgar Lindsay Anderson, no porque considere a Ford clásico y nada más, sino porque el matiz experimental creo que no corresponde con las intenciones ni con el resultado del film) una de las pruebas más claras de cómo funcionaba la maquinaria fordiana cuando los productores le dejaban hacer lo que le venía en gana (el argumento es suyo) y se acordaba de los viejos tiempos cuando el cine era otra cosa, un oficio, sin esa preocupación primordial sobre cómo llenar todas las butacas de la platea. De hecho, los dos detalles más sorprendentes a primera vista del film, su apertura antes de los créditos y el sádico Uncle Shiloh que incorpora Charles Kemper, remiten seguramente más a sus westerns mudos antes que anticipan a Mann o Peckinpah.
En aquellas declaraciones mencionadas antes puede estar ya una de las claves de “Wagon master”: es puro “understatement“ fordiano, como decía Hitchcock a propósito de “The trouble with Harry”, y eso los ingleses lo captan mejor que nadie: ese humor irónico y surrealista, esa mirada privada y socarrona a su propia obra, ese ritmo despreocupado. Tienen en común ambas películas muchas cosas por cierto. Las dos se cuentan entre las preferidas por sus autores, no tienen estrellas, son relajadas y anecdóticas y fueron tomados erróneamente por divertimentos o caprichos entre grandes proyectos.
Me sorprende que de repente se haya caído en la cuenta de que John Ford es un revolucionario y además que haya pasado precisamente con un film que se mueve en el terreno que más tradicionalmente se ha asociado a su nombre. Yo no veo en “Wagon master” ni una sola novedad en el cine de Ford, ni en tono ni en estructura ni en punto de vista ni en nada, o mejor dicho: yo no veo más que la exuberante, originalísima e intransferible forma de hacer cine de un director que sigue siendo el mejor y más completo artista que ha dado este arte.
Que se vayan revalorizando sus obras con el tiempo sin caer en el juego de la balanza que tanto se ha utilizado para dar su justo sitio primero a sus obras tardías y luego a las intermedias me parece bien, pero estas “campañas” no acabo de entenderlas muy bien.
“Wagon master” es puro Ford y al mismo tiempo un Ford que parece gustar especialmente (y a las pruebas me remito: el libro “About John Ford” de Anderson, las listas de favoritos y algunos artículos de los antes reseñados) a los que sospecho que molestan o aburren o incluso toman por caprichosas, algunas de las cosas que han quedado indeleblemente asociadas al nombre de John Ford o de otra manera no entiendo, admito que por probable miopía por mi parte, sus preferencias.
No hay héroes complejos (ni siquiera un protagonista, pues se reparte entre el discreto Ben Johnson y el siempre “straight edge” Ward Bond) no hay nostalgias de la vieja Eire, no hay resonancias del pasado (una sola escena, maravillosa, cuando Joanne Dru se aleja de Ben Johnson, no sin dudarlo, porque recuerda de repente qué le llevó a ser actriz de carromato y no vivir la vida que se le suponía; por lo demás el film está suspendido en el momento presente, nada parece realmente trascendente), ni hay “gestos patrióticos” (ni siquiera hay nación, es un territorio en buena medida aún virgen y la referencia bíblica a la "tierra prometida" enlaza el film con el poco epatante a estas alturas cine de Demille), ni - y es más grave porque pocos directores han sabido desarrollarlas tan bien sin resultar pedantes y grandilocuentes - política y épica.
Hay autores que, quitando todo lo "superfluo" - y considerando que para llegar a saber qué es exactamente prescindible, no querido o impuesto, deberíamos tener la suficiente certeza sobre sus íntimos pensamientos cinematográficos - cobran una dimensión mayor: fijándonos en sus obras más desdramatizadas, o en las que se pueda reducir a lo básico la injerencia de productores y actores, obviando bandas sonoras "superpuestas", depurando argumentos complacientes con la audiencia, buscando en suma una personalidad definida, un rigor.
John Ford no es uno de esos directores. La máxima expresión de su cine es emocional, poliédrica, divertida, humanista, expansiva... ¿por qué debemos pensar que reduciendo a simples líneas de fuerza su cine resulta más penetrante y moderno? ¿debenos privarnos de disfrutar todo lo que supo o quiso desarrollar porque así aguanta mejor el paso de las modas?
Yo, será por fidelidad (que quiero pensar que no tiene nada que ver con el inmovilismo), no me canso de ninguna de las facetas de John Ford ni me parecen "superadas" ninguna de sus grandes películas y que conste que nunca he vestido un uniforme militar, no tengo parientes en Cork, no duermo con un misal bajo la almohada y no sé una palabra de navajo.
Creo por todo ello que “Wagon master” no es ninguna cumbre en la obra de John Ford, donde hay un buen número de películas mucho más amplias, emocionantes, hondas, arriesgadas, originales, hermosas… y rotunda y completamente fordianas, con todo lo que eso supone y que concordarán mucho o poco con nuestras ideas, nuestra ética y nuestra moral (que nunca son “nuestras” y sí una mezcla de herencia y experiencias propias), pero que él transmitió con un insuperado (y desarmante) talento.
Yo, será por fidelidad (que quiero pensar que no tiene nada que ver con el inmovilismo), no me canso de ninguna de las facetas de John Ford ni me parecen "superadas" ninguna de sus grandes películas y que conste que nunca he vestido un uniforme militar, no tengo parientes en Cork, no duermo con un misal bajo la almohada y no sé una palabra de navajo.
Creo por todo ello que “Wagon master” no es ninguna cumbre en la obra de John Ford, donde hay un buen número de películas mucho más amplias, emocionantes, hondas, arriesgadas, originales, hermosas… y rotunda y completamente fordianas, con todo lo que eso supone y que concordarán mucho o poco con nuestras ideas, nuestra ética y nuestra moral (que nunca son “nuestras” y sí una mezcla de herencia y experiencias propias), pero que él transmitió con un insuperado (y desarmante) talento.
15 comentarios:
Hola, qué tal Jesús,
Me pasa 3/4 de lo mismo, me encanta pero siempre termino quedándome con otras. Unos harán hoy bandera de ella, otros simplemente repetirán lo que ya dijeron en su día, esto es, lo buena o lo excelente que les pareció. Ya sabes cómo funciona esto de las modas críticas en el cine, lo que no se puede es andar descubriendo el Mediterráneo cada cinco años o cuando la saquen en Blu-ray.
Mientras, yo sigo esperando a que surja la corriente oportuna que acabe descubriendo que la película "buena" de los años 30 sobre el conflicto irlandés, es "The Plough and the Stars" y no "The Informer".
Dices: "De hecho, los dos detalles más sorprendentes a primera vista del film, su apertura antes de los créditos y el sádico Uncle Shilioh que incorpora Charles Kemper, remiten seguramente más a sus westerns mudos...". Exacto, y lo tienen algunos más de la generación.
Un abrazo.
A mí también me parece mejor "The plough and the stars" que "The informer" pero ninguna de las dos me entusiasma. De esa década me quedo con las de Will Rogers.
Sí, el Blu-Ray trae una nueva oleada de opiniones de gente que entra en contacto con muchas obras por priemra vez, ya veremos para dónde va la corriente.
Hola,
Lo normal es que dependiendo de las circunstancias de cada cual y del paso del tiempo (una semana, unos meses, unos años, tanto da), una película -o un director- suba o baje en las preferencias. Pero de ahí a tener revelaciones absolutas hay mucho camino. No sé, a mi esas cosas solo me han pasado con obras desconocidas, no con algo ya transitado, por vago que fuera el recuerdo.
Y, espérate, que no tardarán en volver a salir los que digan que Ford era un carca fascistoide. Que de estos todavía me he encontrado en la universidad y alrededores a espuertas.
Un saludo.
Me preocupa mucho (y no debería supongo porque ni vivo de esto ni tengo perspectiva vital suficiente para ello) la transmisión de conocimientos en esto de la crítica de cine. Las referencias actuales para mucha gente son de "segunda mano", ya casi nadie es capaz de armar un discurso con conocimiento de causa real, habiendo conocido de primera mano qué se propugnó en cierta época a nivel crítico, por qué pasó y a qué se llegó. Tengo la sensación que todas las polémicas están cerradas y hay una imagen establecida donde ya no caben cambios de rumbo, sólo quiméricas reivindicaciones y pequeñas batallas.
Ya no sé si será posible que algún día algún director que ya no ruede películas o esté muerto cambie de lugar en el ranking "universal" y eso si pasaba antes.
Hombre, Jesús, algunas novedades sí que supone ver (aunque sea en DVD) una copia excelente de "Wagon Master" para los que (como en USA) sólo la habían visto por TV (lo que a menudo quiere decir con cortes de 5 minutos cada 5, y a veces mientras la película "sigue") o en copias de 16mm chapuceras o gastadas. Aquí la habíamos visto mejor, y más veces, y la teníamos ya en DVD, pero también es cierto que esta nueva edición USA le da varias vueltas a la de Manga.
"Experimental" es un término "provocativo" en contexto fordiano (yo creo que experimentaba solapadamente hasta cuando no le dejaban salirse del todo con la suya), pero también es cierto que "Wagon Master" está al borde de ser más un "musical" que un "western", y tiene momentos tan musicales como los mejores de Donen. Es raro que nadie parezca reparar en que la canción de los créditos (y algunos momentos posteriores) de The Sons of the Pioneers podría considerarse muy brechtianamente "distanciadora", ya que no sólo no es "diegética" sino que, para colmo, habla de la acción como "hace cien años", es decir, se sitúa en el momento de la realización y convierte en reflexión histórica cuanto vemos.
De acuerdo en que ni es la mejor de Ford de 1950, yo prefiero "Rio Grande" y "When Willie Comes Marching Home" es por el estilo y aún más sorprendente que "Wagon Master". Pero no deja de ser una maravilla...
Miguel Marías
Sí, el contexto de la TV americana es distinto, yo lo situaba en mi (nuestro, los españoles o europeos, no puedo llegar más allá) punto de vista.
Las canciones efectivamente son muy distanciadoras y nada apegadas a 1870, aparte de muy buenas.
"When Willie comes marching home" tengo que revisarla en breve, hace años que no la veo y me gustó mucho. Hace poco volví a ver "The world moves on" y no se me cayó pero se me hizo un tanto rígida y muy clásica, con poco humor, tal vez demasiado preocupada por disponer políticamente todo el discurso lo más certeramente (y acertando).
Jesús, yo confieso cierta debilidad por "The World Moves", mezcla de "saga" multigeneracional y de amor que parece "heredarse" a través de los tiempos hasta que es saciado, no sé, entre Ophuls, Peter Ibbetson (la novela) y, si quieres, Edna Ferber, y al mismo tiempo alucinante profecía, en 1939, de los "bloques" que iban a enfrentarse cinco años después... Y "Pilgrimage" es otra de las más asombrosas que hizo Ford en los años 30.
Miguel Marías
Creo que no pusiste a "Peter Ibbetson" (la película) entre tus favoritas de los 30 para Miradas de cine; sospecho no te debe parecer demasiado buena adaptación y creo que nunca te he leido nada sobre Hathaway. Yo hace poco revisé su remake de "Down to the sea in ships" y me pareció una de las mejores que hizo.
Off the topic: ¡tremenda "Vincere"! La película del año por ahora para mí. Y yo que creía que la última palabra política de Bellocchio iba a ser "Buongiorno, notte".
Jesús, Miguel,
Estoy seguro de que los estadounidenses también practicaron aquel ejercicio, a medio camino entre el odio y el placer, que todo aficionado al cine cultivó: grabar cientos de películas en vídeo quitando los cortes publicitarios jajaja.
Aquellos momentos de deliciosa intriga con el pulgar tembloroso sobre el botón del REC o del Pause, justo después de haber rebobinado y preparado con mimo el corte exacto para que aquello, al reiniciarlo, pareciera obra del mismo Daniel Mandell o Walter Murch.
Sin olvidar las maldiciones soltadas contra la familia de todos los publicitarios y dueños de las televisiones.
Un saludo.
Sí, Roberto, yo tengo cintas desde 1988 ,más o menos, y se conservan muy bien en contra de los catastrofistas auguriios que siempre escuché. Para varios de los últimos artículos que he escrito (Grémillon, "Sergeant Rutledge", Guitry...) las he utilizado.
Mi momento más esperpéntico (y recordado con cariño) es cuando me cumplió la suscripción a Cineclassics un viernes a la 1 de la madrugada y me cortó por la mitad "The two faces of Dr Jekyll" de Fisher. Me levanté un día a las 4 de la mañana o algo parecido y justo donde lo dejé, empalmé con el resto del film la grabación.
aquella noche, mientras esperaba la proyección, ví, por casualidad, una de las películas de mi vida por primera vez: "Comanche station".
Sí, Jesús, DETESTO (y acabo de volver a verla: sin remisión ni perdón) la sobrevalorada película (mal desde el casting) con la que Hathaway destrozó la estupenda novela de Gerald Du Maurier. A Hathaway lo aprecio, y hay varias películas suyas que me encantan (de "From Hell To Texas" a "Legend of the Lost", pasando por "El jardín del diablo" o "El fondo de la botella", "Rawhide", "23 Paces to Baker Street" y varias más), pero tiene la limitación de ser el típico artesano americano (con el que muchos confunden a Ford o Hawks, King o DeMille, J.Tourneur o Phil Karlson, Allan Dwan o King Vidor, que son otras cosas), es decir, muy irregular, a menudo impersonal, casi siempre previsible, muchas veces plano y rutinario (cubriéndose tanto que luego le montan la película de cualquier manera). Me suele parecer espacialmente muy confuso, con poca consistencia física (en eso prefiero a otros artesanos como Andre de Toth o Gordon Douglas). Lo encuentro muy frío.
Los Bellocchio últimos - que no suelen llegar - me entusiasman... salvo precisamente "Buongiorno, notte", que me pareció muy cobarde, tan ambigua como las de Imanol Uribe sobre otros terroristas.
Miguel Marías
Miguel, he vuelto a ver "Escape to Burma" de Dwan y tienes razón, es una película genial. Qué difícil es encontrar un film de aventuras en el que no haya "recursos". Robert Ryan encuentra la casa de Barbara Stanwyck ipso facto, sin escenas de transición desde que alguien anuncia que probablemente irá allí, desdeñando la típica escena introductoria que da a entender que se trata de una casualidad (y luego sólo se habla de destino con directores alemanes); el personaje de David Farrar, como Ray Milland en "The river´s edge" no sólo duda de ellos sino de sí mismo y casi parece que se enamora de Stanwyck y ese final con la cabalgada persiguiendo el cortejo que lleva a Ryan ante el Sultán (o algo parecido), sin contratiempos, sin falso suspense, lateral, como Lang en "Das indische grabmal", es emocionante.
Gracias por la recomendación.
Jesús, Dwan no se hace la autopromoción, como tantos hoy y alguno siempre, pero, calladamente, a través de sus películas, el más modesto de los cineastas (véase el libro-entrevista de Bogdanovich) se recomienda a sí mismo. Y siempre mejora en la(s) revisión(ones). Parece imposible captar a la primera el carácter extraordinario y la grandeza de algo que parece tan normal y corriete, tan sencillo. Cada día lo admiro más. Si cazáis por ahí "Angel in Exile" y "The Inside Story", no desaprovechéis la ocasión.
Miguel Marías
Muchas felicidades por este blog. Creo que sois un grupito de la cinefilia bloguera española que estáis haciendo un inesperado trabajo muy interesante y muy estimulante de descubrimiento de títulos muy poco publicitados.
A mi, que me apasionan y obsesionan las películas, me encantaría añadirme a esta tarea si el trabajo y los estudios no me absorbieran las energías como me las absorben. De momento me queda leeros con los ojos como platos y dar sentidamente las gracias.
Sobre lo que comentas Jesús de la transmisión de conocimientos en la crítica de cine, creo que es necesaria una labor crítica de cuestionamiento del cánon y del orden universal de los cineastas, pero también es comprensible la existencia de cierto panteón. Nadie se molesta demasiado porque Shakespeare o Michelangelo en sus artes estén en los altares. Para mi tendría sentido no sólo que los cambios en el ranking no fueran constantes, en algunos casos podría tener todo el sentido que no se produjeran nunca.
Quizás el cine sea muy joven para tener perpsectiva de quién es su Shakespeare, pero sucederá, y los siglos dejarán al elegido inmóvil en el ranking.
Un saludo
Sergio
Hola.
He llegado aquí buscando información sobre "Wagon Master". No sé si esta película es mejor o peor que otras de John Ford del mismo año -o de años anteriores o posteriores- pero yo la acabo de ver por primera vez ahora mismo (¡escribo con el DVD aún encendido!) y me ha parecido absolutamente extraordinaria.
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