martes, 23 de febrero de 2010

PÉTALOS, PISTILOS, ESTAMBRES

Tras las grandes obras que le otorgaron un puesto de honor entre los realizadores de vanguardia de finales de la época muda y principios del sonoro -no desde luego la primera que conozco de las que realizó, "Sumka dipkuryera" de 1927, de todas formas imaginativa visualmente, pero sí las siguientes hasta "Shchors" del 39 - con, para mi gusto, "Arsenal" y "Zemlya" como cumbres, la pista sobre Aleksandr Dovzhenko en buena medida se difumina.
En aquellos primeros años de su carrera, su cine parecía venir de otro planeta. Las múltiples texturas, el montaje, la estructura, el ritmo... todo habla de una concepción de este arte que nada tiene que ver con el canon (narrativo y de asociación de ideas - una auténtica tormenta que proyectaba al infinito el sueño "teórico" de algunos de sus compatriotas -, menos aún comercial) establecido como viable; tampoco lo fueron, mucho más tarde, cuando algunos de esos hallazgos fueron recuperados de alguna manera por Jean-Luc Godard, que le ha seguido teniendo muy en cuenta hasta nuestros días.
Bastantes menos adhesiones - menos aún ahora que, excepto que se tengan contactos con la Universidad de Columbia, que tiene un inusual Club Cinematográfico Ucraniano que ha editado un tesoro en forma de 10 DVD´s con su obra restaurada destinado a Embajadas (!), sólo quedan las grabaciones de la RAI como consuelo - ha generado "Michurin", ya en 1948, que trajo de vuelta a Dovzhenko al mundo "de los vivos" (sólo dirigiría una película más, "Proshchay, Amerika!", un año después, incompleta y remontada ya en los 90, para dejar el testigo a la mujer que lo acompañaba personal y profesionalmente, algo más que una ayudante de dirección como aparece en los títulos de crédito, desde sus comienzos, Yuliya Solntseva) tras una serie de documentales sobre su querida Ucrania (sólo conozco "Bitva za nashu Sovetskuyu Ukrainu" del 43), floreciendo (como reza su bonito título anglosajón, "Life in bloom"), en un registro que parece a primera vista muy distinto a lo que se conocía de él.
Pero "Michurin" no resulta ser (aunque es lo que debía) una biografía al uso sobre el gran botanista ni parece concebida para arrojar luz sobre si los experimentos y estudios genéticos de Ivan Vladimirovich Michurin, gloria nacional, contradecían o no las teorías evolutivas de Darwin, algo que aún hoy, por lo que he podido averiguar, genera polémicas.
Resulta fácil catalogar cualquier película rusa de estos años y casi hasta que llegan Tarkovsky, Paradjanov o Klimov en los 60 (los últimos Barnet, los primeros Khutsiyev, Basov y otros cuentan menos y alguna "contaminación" imperdonable se ve que deben tener para no haberse ganado el aprecio de la crítica) como un simple panfleto propagandístico, una edulcorada glosa de un sistema totalitario dirigida a consumo interno y, se dirá que ingenuamente, a despejar dudas a foráneos sobre el éxito de la Revolución.
Creo que Dovzhenko, harto de injerencias políticas (a veces en forma de premios, que no sólo de contraórdenes y censuras vive un Régimen), decide por fin sacar partido al escenario en que está condenado a moverse e intenta aplicar su sabiduría a esta historia que podría haber sido uno más de los cientos de folletines pro-stalinistas que invadían los cines del país.
"Michurin" es en realidad una gran excusa para impresionar de nuevo, y por primera vez en color, en una pantalla de cine el sueño que Dovzhenko acarició siempre: el cine como una explosión de composiciones; en este caso fascinantemente "enriquecido", una especie de triple híbrido, apropiadamente por el tema que trata, mezcla de aquellas obras antes citadas, el documento de exaltación patriota socio-político que había cultivado en los años previos y el gran melodrama, con su buena dosis de comedia costumbrista, soviético que hunde sus raíces en el siglo XIX.
Dovzhenko hace como si se olvidara de ciertas reglas escritas y no escritas, apela a la inteligencia del espectador y restituye al cine de esos años - en una inesperada conexión con lo que estaba haciendo Cocteau - uno de sus grandes placeres perdidos, el de la libertad de la mirada.
Ya que nada puede parar el torrente de imágenes de "Michurin" hasta el punto que podría uno desentenderse de la historia - y tal y como pasaba con sus a menudo difíciles, extrañas, desconcertantes obras de los 20 y 30, gozar con el subyugante paso de los fotogramas - se puede elegir al verla.
Seguir la historia, precisa y modulada, menos maniquea y simplista de lo que se supone, de fidelidad inquebrantable a la gran patria de alguien reconocido como de inteligencia superior (y ejemplificador, se entiende), pese a los cantos de sirena capitalistas o bien (o, mejor aún, también) deleitarse con la ingeniería y el cromatismo de los planos de jardines y paisajes, un espectáculo, que, desde la primera escena, interrumpen llamativa y reiteradamente la narración, abriéndose paso por caminos que no son más que una exploración interior de hasta qué punto puede el objetivo de una cámara captar la vida, en una metáfora del propio trabajo científico descrito, que pese a tener como fin último alterar el orden biológico en busca del progreso, termina capitulando - la ciencia como magia - ante la belleza de la selección natural.

12 comentarios:

Roberto Amaba dijo...

Hola, qué tal Jesús,

Una de las cosas que siempre -y más- me ha interesado del cine, está relacionada con lo que hablas al final sobre los paisajes y el modo de fotografiarlos. Voy a ver si recupero -y "modernizo"- un texto bastante cutre al respecto.

Recuerdo que hice en su día la filmografía de Dovzhenko en DXC precisamente por algo similar a lo que comentas: algunos directores soviéticos parece que sólo hicieron cine mudo, que terminaron su carrera en el 30 y pocos, como muy tarde. Y ya vemos que no, que los años posteriores no fueron ningún erial.

Creo que al único que le pasó lo contrario fue a Kalatozov, de quien se piensa que empezó a hacer cine con "Cuado pasan las cigüeñas".

Un saludo.

Jesús Cortés dijo...

Sí, es irritante cuando ves estas películas llenas de armonía clásica y al mismo tiempo un experimento continuo y piensas que forman parte de un cine que casi se ha asimilado a las etapas más oscuras, declamatorias y envaradas de cinematografías como la nuestra, cuando son casi lo opuesto.
El "atrevido" Bardem nunca hizo nada tan moderno.

Roberto Amaba dijo...

Como decíamos, el cine parece perderse durante esos años a partir de los 30, coincidiendo con el "recrudecimiento" de las "normas estéticas" del Realismo Socialista en todos los campos del arte.

Fue -y es- un caso muy curioso el de ese movimiento. Ya no se sabe ni qué artistas lo fueron ni qué obras pueden responder a la etiqueta. Depende de quien te lo cuente, claro. Michurin es buen ejemplo de cuál era la "tendencia" (eufemismo) y cómo era posible o no seguir aportando dentro de ella.

Un abrazo.

Jesús Cortés dijo...

Tres cuartos de lo mismo les pasó a Xie Jin en China, a Hugo Santiago en Argentina, a Helmut Kautner en Alemania o a Edgar Neville aquí, que se las arreglaron para tener voz propia aún compartiendo actores, sistemas de producción, etc. que un buen número de directores que copiaban al dictado las directrices oficiales.

Anónimo dijo...

Ah, Jesús, confieso que Dovjenko (y más aún Yulia Soltseva, su viuda y continuadora, y antes, desde muy pronto, su colaboradora y hasta co-directora) son parte de mis debilidades más duraderas, resistentes al paso de las modas y a los giros laudatorios por sistema/condenatorios por sistema. Más allá, por encima de, incluso a contrapelo de una "biografía oficial" o una apología de un "inventor ruso", "Michurín" es una maravillosa, emocionante y estéticamente arrebatadora doble historia de amor, el que une a una pareja y el de ambos por su tierra.
Miguel Marías

Jesús Cortés dijo...

De Solntseva, Miguel sólo conozco la "segunda", "Povest plamennykh let", pero es como si no la hubiese visto, porque en ruso directamente...

Anónimo dijo...

A mí me queda por ver "Zachtarovannaia Desna", El Desna encantado, que es la que me apetecía más. Pero son casi todas maravillosas e inverosímiles. Como mezclar Dovjenko con Demy y el Sirk de "A Time To Love and A Time To Die"...
Miguel Marías

Roberto Amaba dijo...

Hola, Jesús. He visto “Sam hoi tsam yan” de Tsui Hark, bien es cierto que después de haberla confudido con una peli coreana deleznable de idéntico título en inglés, que era la que tenía en un disco duro.

Mi "segunda opinión" se acerca a lo que ya te comenté: no termino de conectar con ese género oriental. Ni siquiera me llega el tan reconocido Kiyoshi Kurosawa, de quien me interesó Cure y para nada Kairo. Admito cualquier recomendación en este sentido, porque me parece que me quedé anclado en Shindo, Teshigahara y cía.

Missing tiene cosas interesantes, por ejemplo: me gusta mucho la idea de la cabaña (Mizoguchi, Kobayashi) final. Creo que precisamente por tener de todo, como decías,no sube más. Podría haber hecho una buena peli de fantasmas o un buen "melodrama amnésico" siendo más concreto, apostando por uno de los dos caminos con más decisión. Bueno, o tal vez justo ahí radique mi problema con esas pelis.

Por cierto, ¿cuánto tardarán en hacer un remake?

Un saludo.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por este blog. Artículos como los que aqui se publican y listas de películas, colgadas aqui y allá, elaboradas por gente que uno admira y con la que comparte gustos en común, constituyen para mi (sospecho que para muchos) una impagable fuente de descubrimientos.
Me gustaría saber si en algún libro, revista, web, etc, hay publicada una lista con las películas preferidas del maestro Miguel Marías de los años 40. He encontrado listas con las mejores de los 30, 50 y 60, así como sobre sus melodramas favoritos. Gracias a estas listas he reparado en directores y gozado películas desconocidas para mi. Sin embargo no encuentro rastro de lista similar sobre la década de los 40. Agradecería infinitamente cualquier información. Gracias. Y de nuevo felicidades.
José Antonio

Anónimo dijo...

José Antonio, ahórrate búsquedas inútiles: no, al menos que yo recuerde. La verdad, hay décadas casi imposibles, si es que no lo son todas. Además, siempre tiene uno nuchas lagunas (hasta ignorando que las tiene); y puede parecer que no se aprecia algo que simplemente se desconoce o ni se imagina que existe, o que no ha vuelto a ver recientemente en buenas condiciones. De hecho, hay varias décadas en las que con cada año se podría hacer una lista de las mejores de la historia y quedarse tan insatisfecho como con cualquier otra lista posible. Y en los 40 hay múltiples maravillas, en muchos casos de directores que todavía se superaron a sí mismos en los 50, década menos guerrera y destructiva quizá, y anterior al dominio de la televisión, y en la que casi en todas partes hubo una especie de "edad de oro" y un mejor entendimiento entre los cineastas y los (numerosísimos) que iban asiduamente al cine.
Miguel Marías

Jesús Cortés dijo...

No te puedo ayudar mucho con Kiyoshi Kurosawa, Roberto, no he visto nada de él que me haya enganchado de verdad.
La de Tsui Hark tiene un interés muy de montaña rusa, ahora sí, ahora desde luego que no. La última película actual realmente redonda que he visto es "Süt" de Semih Kaplanoglu.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Miguel. Bien que podrías animarte a regalarnos, sin ánimo exhaustivo, una lista con tus preferidas de los 40. Aún improvisada y con lagunas, sospecho que sería una brújula valiosa y un surtidor de gemas maravilloso. Tus comentarios y listas de los 30 y 50 me han permitido descubrir a directores como Guitry, Gremillon, Pagnol, Rouch, Naruse,…, y películas como Murder by contract, Liebelei, High Green Wall, Fröken Julie, Never fear, Ganga Bruta, Downstairs, Si muero antes de despertar, Walk Softly, Stranger, Zoo in Budapest, When Tomorrow Comes… Me han estimulado a perseguir, infructuosamente hasta hoy, a autores como Shimizu, Barnet, Dutt, Pagnol,… Y me han animado a volver con una mirada diferente sobre otros que tenía aparcados, como La Cava, Borzage, Dwan, Wellman o Henry King.
Indagando en tus artículos e intervenciones, sé que hay entre los 40 un nutrido caudal de películas que colocarías en un altar: Out of the past, Letter from an Unknown Woman, The mortal storm, Germania, anno zero, To Have and Have Not, Pursued, Once Upon a Honeymoon, They were expendable, The Ghost and Mrs. Muir, The Philadelphia Story, They Live by Night, It's a Wonderful Life, …
En fin, creo que tu listado repaso a la historia del cine necesita ser completado con una selección con los mejores títulos de los 40. Si algún día te animas, nos estarás ofreciendo a muchos una guía de cabecera. Gracias. Y perdón a Jesús por la divagación.
José Antonio.