Con la salvedad del gran éxito de la popular "My fair lady" en 1964, la trayectoria de George Cukor en los años 60 y hasta el final de su carrera en 1981, fue de mal en peor comercial y críticamente.
No fueron pocas las voces que dijeron haber escuchado tocar a duelo por su nombre desde poco después de la ya reticentemente vitoreada "Les girls" aún a mitad de los años 50 y hubo casi consenso acerca de su "pérdida" cuando llegó "Justine" hacia finales de los 60. Aún después de aquello hay que recordar que haría dos de sus más grandes películas, "Love among the ruins" en 1975 y su obra final, "Rich and famous" en 1981.
Entre medias de "Les girls" y esa agorera "Justine" tenemos cuatro films "menores", uno muy poco visto (pero interesante y serio, nada exótico, pese a su reparto y su asunto) como "Wild is the wind", un raro y "pintoresco" western cómico (de cómicos), el excelente "Heller in Pink Tights" - ambos con un actor más adecuado de lo previsto al opus cukoriano, Anthony Quinn -, un divertimento como fue la estupenda "Let's make love" (su "película con Marilyn", reina del mundo, y a punto estuvo de haber otra si no hubiese fallecido ella) y la mutilada y maltratada "The Chapman report".
Esta última y si no llega a ser por la adaptación de ese George Bernard Shaw que lo devolvió a los focos - más diría que miraron a Audrey Hepburn y al propio Shaw, orquestados por el experimentado y "viejo" Cukor, que tenía entonces 65 años y casi veinte en activo por delante todavía -, bien podría haber sido la primera certificación oficial de su decadencia si no fuera porque con el remontaje hecho, remilgos de varios colectivos mediante, el film quedó huérfano.
Era de todas formas para el sentir general de su época, en su versión estrenada finalmente, uno más de los films-prueba que llegaban por doquier y que anunciaban que nada iba a ser ya igual, películas tan poco "estimulantes", inadaptadas a los nuevos tiempos incluso si empleaban a jóvenes actores, preocupantemente apagadas y tan obviamente incomparables con sus predecesoras - por muy a broma que nos suene ahora, que no de todas ni a todos - como "Hatari!", "Man's favorite sport?" o "Red line 7000", "The man who shot Liberty Valance", "Donovan's reef", "Cheyenne autumn", "Young Cassidy" o "7 women", "A Countess from Hong Kong", "Austerlitz" o "Cyrano et D'artagnan", "Bells are ringing", "Goodbye Charlie" o "The sandpiper", "Satan never sleeps", "El Cid" o "The fall of the Roman Empire", "Le testament du Docteur Cordelier" o "Le caporal epinglé", "Gertrud", "Pocketful of miracles", "The big fisherman"... que algunos consideramos como mínimo magistrales y en muchos casos clave, fundamentales.
Era de todas formas para el sentir general de su época, en su versión estrenada finalmente, uno más de los films-prueba que llegaban por doquier y que anunciaban que nada iba a ser ya igual, películas tan poco "estimulantes", inadaptadas a los nuevos tiempos incluso si empleaban a jóvenes actores, preocupantemente apagadas y tan obviamente incomparables con sus predecesoras - por muy a broma que nos suene ahora, que no de todas ni a todos - como "Hatari!", "Man's favorite sport?" o "Red line 7000", "The man who shot Liberty Valance", "Donovan's reef", "Cheyenne autumn", "Young Cassidy" o "7 women", "A Countess from Hong Kong", "Austerlitz" o "Cyrano et D'artagnan", "Bells are ringing", "Goodbye Charlie" o "The sandpiper", "Satan never sleeps", "El Cid" o "The fall of the Roman Empire", "Le testament du Docteur Cordelier" o "Le caporal epinglé", "Gertrud", "Pocketful of miracles", "The big fisherman"... que algunos consideramos como mínimo magistrales y en muchos casos clave, fundamentales.
Cincuenta años después, cuando ya no sólo no queda rescoldo alguno de controversia en torno suyo y menos aún de la generada por el estudio y la novela sobre sus resultados en que se basa, "The Chapman report" se ha desprendido en gran medida de uno de sus lastres, la mala fama y ya abunda sobre todo quien no la ha visto ni sabe dónde puede estar enterrada, quienes no recuerdan donde leyeron que no valía nada y los que reconocen que quizá debieran reevaluarla y estarían dispuestos a ello... de encontrar una copia en condiciones.
La novela fue un best seller coyuntural como tantos de su clase, pero aún conserva su parcela de prestigio.
El film, ese subproducto, no generó otra cosa que desatinos, risas provocadas por la ocurrencia inelegante de Cukor en llevar una variación sobre algo así a la pantalla (ya que por TV no se podía) y un casi total acuerdo en que no reflejaba ni a una ni a cuatro ni a ninguna mujer "anormal", que los personajes centrales que interpretaban Jane Fonda, Glynis Johns, Shelley Winters y Claire Bloom eran claramente caricaturas de estereotipos y además simplificados por ese otrora gran director de mujeres, quizá tratando de "ponerse al día".
Un final remontado e impuesto redondearon el fiasco.
Y es extraño porque obviando esos parches alevosos en favor de la convencionalidad que clausuran el film, algo muy denso y analítico, pero más languiano que premingeriano, atraviesa todo el metraje de "The Chapman report", que se estructura marcialmente en bloques sin solución de continuidad, capas emocionales in crescendo superpuestas unas a otras y confiadas a un elenco de actrices que soportan el peso - y no importa que sea comedia a veces, aparte del episodio delirante que protagoniza Glynis Johns, quiero decir - de uno de los más desnudos dramas de su época.
No externamente, donde todo parece bajo las mismas coordenadas de sobras conocidas, sino de concepto.
Si los personajes de Cukor aprenden a conocerse a través de los demás, se protegen y sólo quedan expuestos en caso de encontrar en el otro una fuerza suficiente para atreverse a ser ellos mismos, el film refleja el shock de la ausencia, la mirada de cada una de estas mujeres a su interior (fuera no hay nada: hombres estúpidos o alienados, rutinas, mentira social, partidos por televisión y reuniones en el Club los sábados por la tarde) para constatar que en muchos casos tampoco hay demasiado a lo que aferrarse en el interior de cada una de ellas o sigue estando ahí lo que creyeron haber dejado atrás.
Se borra de este modo la fina línea que los separaba de los de Ingmar Bergman, los del recién vencido Douglas Sirk o del recién agigantado Robert Rossen. Una cuestión de máscaras.
Rodada al parecer en 1,85:1, emitida por televisión cuadrada y sólo "matada" a 16:10 en alguna copia sin restaurar ni siquiera medio asear, pasada en ciclos de filmotecas y similares, el film es complicado de localizar sano.
El estudio, rigurosa estadística, dividido en dos libros, quedó como un hito, sorprendió y dio lugar a una ola de comentarios por lo que revelaba de las propias costumbres sexuales de los norteamericanos (un poco de saludable anti-Reader's Digest).La novela fue un best seller coyuntural como tantos de su clase, pero aún conserva su parcela de prestigio.
El film, ese subproducto, no generó otra cosa que desatinos, risas provocadas por la ocurrencia inelegante de Cukor en llevar una variación sobre algo así a la pantalla (ya que por TV no se podía) y un casi total acuerdo en que no reflejaba ni a una ni a cuatro ni a ninguna mujer "anormal", que los personajes centrales que interpretaban Jane Fonda, Glynis Johns, Shelley Winters y Claire Bloom eran claramente caricaturas de estereotipos y además simplificados por ese otrora gran director de mujeres, quizá tratando de "ponerse al día".
Un final remontado e impuesto redondearon el fiasco.
Y es extraño porque obviando esos parches alevosos en favor de la convencionalidad que clausuran el film, algo muy denso y analítico, pero más languiano que premingeriano, atraviesa todo el metraje de "The Chapman report", que se estructura marcialmente en bloques sin solución de continuidad, capas emocionales in crescendo superpuestas unas a otras y confiadas a un elenco de actrices que soportan el peso - y no importa que sea comedia a veces, aparte del episodio delirante que protagoniza Glynis Johns, quiero decir - de uno de los más desnudos dramas de su época.
Quizá se infravaloraron los detalles siempre hábilmente introducidos, se obviaron las condiciones de trabajo o tal vez se pensó que elegancia es sinónimo de asepsia, en Cukor y en tantos otros gigantes de la comedia o el melodrama de una parte fundamental del cine americano (y parecido proceso, más gradual siguió por esos años Vincente Minnelli, empezando por "The cobweb" y "Tea and sympathy" hasta culminar en la durísima "Two weeks in another town") porque, llegado el momento (y este era el momento para muchos, a pesar de que a alguno le llegó ya un poco tarde), no se explica de ninguna otra manera que películas como esta puedan parecer fuera de lugar en su filmografía. ¿un drama sobre la intimidad revelada, la aceptación de cómo es cada uno, la inhibición de los estigmas sociales para poder, no realizarse, sino respirar?
Cukor, sosteniendo el plano hasta límites no habituales en su cine, sin trufar escenas ni cerrar el objetivo en pos de un acercamiento a los rostros de sus actrices (un modelo de economía de encuadre) no sólo no se adapta a ninguna circunstancia sino que mira, sin rebajar un ápice la musicalidad largamente conquistada, con la intensidad (y similar franqueza y afecto) con que lo hará Cassavetes unos años después.
Es así "The Chapman report" una de las abundantes - y la más radical de todas - inmersiones cinematográficas de un cineasta que gustaba como pocos de "ponerse a prueba". No externamente, donde todo parece bajo las mismas coordenadas de sobras conocidas, sino de concepto.
Si los personajes de Cukor aprenden a conocerse a través de los demás, se protegen y sólo quedan expuestos en caso de encontrar en el otro una fuerza suficiente para atreverse a ser ellos mismos, el film refleja el shock de la ausencia, la mirada de cada una de estas mujeres a su interior (fuera no hay nada: hombres estúpidos o alienados, rutinas, mentira social, partidos por televisión y reuniones en el Club los sábados por la tarde) para constatar que en muchos casos tampoco hay demasiado a lo que aferrarse en el interior de cada una de ellas o sigue estando ahí lo que creyeron haber dejado atrás.
Se borra de este modo la fina línea que los separaba de los de Ingmar Bergman, los del recién vencido Douglas Sirk o del recién agigantado Robert Rossen. Una cuestión de máscaras.
20 comentarios:
Yo la vi en tv pública, seguramente a principios de los 90, en una mala copia y con los criterios de la primera adolescencia. Me causó una gran y muy positiva impresión, como me la causaban por otra parte la gran mayoría de películas de Cukor que veía y emitían, que eran muchas.
Y es verdad, que no es que no la haya querido volver a ver, es que no me la he vuelto a encontrar de ninguna manera.
Hola, interesante entrada pero ¿podrías ser más explícito con lo de "más languiano que premingeriano"? ¿Te refieres a que a los "deseos humanos" de las protagonistas o al fatum que recae sobre ellas...?
Por otro lado, partes de tu texto me han recordado a aspectos del cine de Almodóvar, en concreto "La flor de mi secreto", película que acabo de revisar (y que, por cierto, contiene algún momento muy emotivo y poco impostado para ser de Almodóvar, como el retorno al pueblo de Marisa Paredes y Chus Lampreave).
El cine en que vivimos
Por cierto, es un "off-topic", pero me interesaría saber tu opinión sobre el cine de Chris Marker, que acaba de morirse. En Libération le han dedicado la primera página. En España, escasa atención, como suele suceder.
Sólo he visto tres películas de este (como suele decirse) inclasificable director. De las tres, es "Sans soleil" la que prefiero. La que hizo sobre Tarkovski me gusta más que el propio cine del realizador ruso, por cierto.
¿Te parece Marker uno de los grandes, al menos en el cine francés?
Un saludo.
No son desde luego términos excluyentes y algo puede ser (ejemplos hay) languiano y premingueriano al mismo tiempo (como tampoco por supuesto lo son Keaton y Chaplin o Beatles y Stones por poner dos ejemplos que lo son también de enfrentamientos externos, forzados por lo escrito o dicho sobre ellos, aunque a la publicidad pocos le hacen ascos). Hacia 1962 Lang ya no hacía películas pero Preminger estaba en la cúspide de su carrera. Si tomas “Advise and consent” (de ese mismo año, para mí su obra suprema) verás que, como ocurría desde “The court martial of Billy Mitchell” siete años antes, se establece y perfecciona poco a poco esa mirada tan compleja y tan penetrante de su cine. Ver mejor a personajes (a menudo no muy ejemplares, que dudan bastante hasta de buenas causas, quizá porque se cuestionan qué es y qué consecuencias tiene cada cosa que pueden hacer) para ver mejor cómo funciona un determinado grupo, organismo, institución o valor. En “Advise…” (con una prolija parte que es puro cine negro y que no se diferencia tanto de lo que hacía Lang) se ve mejor que en casi ninguna otra de sus películas cómo planifica, encadena, atiende o deja en off lo que cada personaje ejecuta con esa habilidad impresionante para no perder de vista nunca las conclusiones (que se ven casi nada más empezar cada film, no son investigaciones): en este caso la superioridad de la democracia (no como mecanismo de poder, como código ético que te señala hasta dónde llega lo que NO puedes hacer) incluso a los encargados de aplicarla para designar un estilo de política de cara al mundo. ¿unos EEUU que digan cómo se hacen las cosas a la vieja usanza o unos EEUU que traten de ver cómo son para tratar de hacer valer sus ideas, si pueden?
Lang había llegado al dominio absoluto de su cine antes que Preminger (era quince años mayor) y no se interesó mucho por “conceptos” a partir de cierto punto de su carrera, prefirió personajes y mirar hacia su interior sin importarle mucho los contextos (tal vez por eso retomó al final una vieja idea nada realista ni mística en la lejana India y su extemporáneo Mabuse), cada vez más descreído de que albergáramos algo más que instintos primarios más o menos domesticados o socializados.
En este film de Cukor, el estudio Kinsey (del que se obvia por completo un 50%) apenas sirve para saber nada de nadie más que estas cuatro mujeres, que no son piezas de ningún engranaje (lo son, de su familia, grupo de amigos o vecindad, pero no interesa diseccionarlo) y que Cukor encuentra interesantes en sus contradicciones, recuperables o perdidas, pero de las que aún vale la pena saber qué les ocurre, por qué fingen y qué les distorsiona esa supuesta “salud sexual” si tal cosa existe, porque es un asunto que como dice el doctor en la conferencia del arranque, es algo que está muy presente para casi todo el mundo pero que se esconde en el callejón de atrás.
A eso me refería grosso modo. Y de paso, a asimilar esa cualidad analítica siempre tan atribuida a Preminger también a Lang. Una cualidad que está en films enteros y más acentuadamente aún en gestos en cualquiera de sus obras maestras (tanto describiendo una virtud como la que revela Stewart Granger, humanizado y ampliado porque reacciona ante sí mismo al final de “Moonfleet” como De Sica al final de “Il generale de la Rovere”, como también por Joan Fontaine en “Beyond a reasonable doubt”, con la misma faz del averno dibujada en su rostro en un plano memorable que multiplica lo que intuíamos de ella).
En cuanto a Marker, ya escribí hace meses sobre él, por ahí debe estar. Era francés, pero es para mí un grande del cine europeo y de cualquier parte donde miró y la única alternativa a Godard, aunque mucho menos seguida: muy pocos querrían ser él porque es un camino largo y solitario. Digo única porque nadie más ha emprendido un recorrido similar, ha persistido en el intento y ha dejado atrás modas y tendencias de todas clases.
De todas, yo me quedo también con "Sans soleil" y con otras maravillas como "Immemory", "L'héritage de la chouette", "2084"... y tal vez con la mejor de todas las que conozco, "Level Five".
Aborrezco las esquelas y glosas por los muertos. Es tiempo de dejarlo descansar.
Acaba de salir la lista de Sight and Sound de 2012. Más allá del dato de que en esta ocasión Vértigo haya desbancado del simbólico primer puesto a Ciudadano Kane (ahora segunda), se aprecia cierta petrificación del canon. Las películas que han sido votadas como las 50 mejores varían muy poco respecto de las votadas en 2002.
Yo sólo ojeé la lista, pero creo que sólo sale "Vertigo" de entre las 10 que voté.
La continuidad puede deberse a que han ampliado la muestra, multiplicando por 4 o por 5 a la gente a quienes preguntan.
Hubiese sido más interesante hacer justo lo contrario, reducir el número de encuestas y no pedir 10 sino 50. Me interesa más la onceava de Von Bagh que la primera de la mayoría.
Pero ¿no consideráis que el canon es más o menos pétreo en todas las artes? ¿que canon y pétreo es casi un oxímoron?, que para eso es el canon, no sé, Miguel Angel, Da Vinci, Shakespeare, Mozart, Beethoven, Picasso. Otra cosa es cuestionar y husmear qué hay más allá, pero la lista de Sight and sound nunca ha parecido el lugar más adecuado para ir a buscar eso.
Tiene razón Jesús, 50 o 100 de Rissient sería más interesante que la mayoría de top tens.
De hecho 800 encuestados han nombrado 2000 títulos, que es una cifra ridícula.
¿Qué Mizoguchi has votado, Jesús?
Ángel
"Shin heike monogatari"
Y Miguel Marías nos ha abandonado...
Pues ya van saliendo las listas particulares de Sight&Sound de este año. Os dejo algunas que seguro os van a interesar. Son tres directores:
Kore-eda Hirokazu:
1. UKIGUMO (Naruse, 1955)
2. LES PARAPLUIES DE CHERBOURG (Demy, 1964)
3. LE NOTTI DI CABIRIA (Fellini, 1957)
4. TOPIO STIN OMIJLI (Angelopoulos, 1988)
5. FRANKENSTEIN (Whale, 1931)
6. A WOMAN UNDER THE INFLUENCE (Cassavetes, 1974)
7. MILYANG (Lee, 2007)
8. LIAN LIAN FENG CHEN (Hou, 1986)
9. KES (Loach, 1969)
10.L’ARGENT (Bresson, 1983)
Aoyama Shinji:
1. FAUST (Murnau, 1926)
2. THE SUN SHINES BRIGHT (Ford, 1953)
3. ZANGIKU MONOGATARI (Mizoguchi, 1939)
4. BOUDU SAUVÉ DES EAUX (Renoir, 1932)
5. TOUCHEZ PAS AU GRISBI (Becker, 1954)
6. MR. ARKADIN (Welles, 1955)
7. JOHNNY GUITAR (Ray, 1954)
8. THE KILLER ELITE (Peckinpah, 1975)
9. JE VOUS SALUE, MARIE (Godard, 1985)
10.LOVE STREAMS (Cassavetes, 1984)
Manoel de Oliveira:
1. GERTRUD (Dreyer, 1964)
2. MOUCHETTE (Bresson, 1967)
3. LA PASSION DE JEANNE D'ARC (Dreyer, 1928)
4. THE INFORMER (Ford, 1935)
5. BRONENOSETS POTYOMKIN (Eisenstein, 1925)
6. IVAN GROZNYY I (Eisenstein, 1942)
7. PLAYTIME (Tati, 1967)
8. UGETSU MONOGATARI (Mizoguchi, 1953)
9. THE GOLD RUSH (Chaplin, 1925)
10. VIAGGIO IN ITALIA (Rossellini, 1954)
Ah, yo también preferiría una lista de 100 ó 1000 títulos de Rissient, Von Bagh o Hervé Dumont (y de Jesús Cortés, por supuesto).
Saludos
Otra lista curiosa, la de Hong Sang-soo:
BARQUE SORTANT DU PORT (Lumière, 1895)
NANOOK OF THE NORTH (Flaherty, 1922)
BOUDU SAUVÉ DES EAUX (Renoir, 1932)
L’ATALANTE (Vigo, 1934)
YOUNG MR. LINCOLN (Ford, 1939)
BAKUSHÛ (Ozu, 1951)
ORDET (Dreyer, 1954)
UN CONDAMNÉ A MORT S'EST ÉCHAPPÉ (Bresson, 1956)
NAZARÍN (Buñuel, 1958)
LE RAYON VERT (Rohmer, 1986)
Aquí podéis ver más listas de directores:
http://mubi.com/users/56195/lists
Mizoguchi en color, ¿eh? No creo que consiga muchos votos. Y la otra, Yokihi, probablemente tampoco.
De todas formas, y por lo que he visto hasta ahora, le ha ido peor a Naruse.
Ángel
Yo dudaba sobre todo entre esa y "Yuki fujin ezu" y lo único que me la decantó fue que de las cuatro o cinco máximas en que siempre me muevo, era la que había visto más recientemente y la tenía más presente. Es tan complicado con Mizoguchi.
Que le vaya mal a Naruse es normal.
Yo no le he votado lo cual no tienen ningún sentido para mí, con lo que ya imaginarás el valor que le doy a una encuesta en que te sientes avergonzado por lo que dejas fuera (y Rossellini, Chaplin, Dreyer, Godard, Dwan, Hawks, Buñuel, Bresson, Pialat, Guitry, Lubitsch...). Cualquier criterio para escoger sólo 10 films es como mínimo injusto.
Yo voté por Almodóvar.
M. M.
Una lástima que la encuesta de BFI & SS distraiga del motivo de la entrada. He visto un par de veces TCR en las peores condiciones: en pases televisivos de una copia formateada de colores deslavados, aunque en idioma original. El haber sido tan seriamente mutilada no la exime de la excesiva caricaturización del personaje de Glynis Johns (sobreactuada como muchas veces Katharine Hepburn en el cine de Cukor), pero sí se percibe que afecta gravemente el equilibro de los cuatro segmentos. El talento de Cukor se transparenta en la entrevista de Jane Fonda con el psicoanalista Zimbalist y en todo el segmento de la magnífica Claire Bloom.
Aparte de Holiday (que debería aparecer entre las 20 o 25 más grandes películas en cualquier lista), a mi entender lo mejor de Cukor son tres en apariencia muy modestas producciones (!Metro, Fox y Columbia!, el hombre pasaba de un estudio a otro sin perder el genio) de principios de los 50: The Actress, The Model and The Marriage Broker y The Marrying Kind. Apenas abajo, The Philadelphia Story, Les Girls y Bhowani Junction.
Carlos T.
El episodio de Glynis Johns parece una parodia de la visión que de la "buena" sociedad americana de la costa oeste tenían los beatnik, esa amenaza a las costumbres ordenadas que en realidad no fue más que un pasatiempo mediático (no duró nada, lo alimentaron los dominicales y similares basándose en cuatro "testimonios", no ha dejado rastros propios y sí mucha deriva contracultural).
El perfecto marido de Glynis y el descerebrado del que se encapricha son casi asexuales y reaccionar coherentemente excluye un tono realista con lo que creo que Cukor hace bien en mirar el tema con ironía tatiana.
"Holiday" es también mi Cukor favorito y una de mis tres o cuatro comedias predilectas. Me gustan tantas películas suyas desde los 30 hasta el final de su vida que me es difícil ordenarlas pero "The actress" no creo estuviese entre las primeras y sí alguna poco conocida o de mala fama como esta, "Keeper of the flame", de la que escribí hace tiempo o "It should happen to you".
¿Para cuando un post sobre Tinto Brass?
No me gusta Brass, lo siento. No soporté ni "Col cuore in gola", de relativa buena fama y sólo me divirtió a ratos la mareante "Il disco volante" con Sordi jerrylewisado.
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